La existencia de los moriscos, desde principios del siglo XVI hasta su expulsión definitiva en 1609-1614, estuvo condicionada por elementos económicos, sociales, religiosos y políticos tanto endógenos como exógenos a la península ibérica, aunque su análisis siempre se ha realizado desde una perspectiva doméstica. Por ello, sorprende que la situación política internacional en el Mediterráneo y en Europa durante esas décadas no se haya tenido apenas en cuenta para explicar la vida y tragedia de dicha minoría, y que la ayuda proporcionada por los turcos y norteafricanos no haya sido analizada en profundidad.
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