La oración es el lugar más originario de la fe, una verdadera matriz de tránsitos y “pascuas” que permiten incluso plantear en mejores condiciones la doctrina de la analogía. La vida vivida ante Dios, supone dejar a este hablar primero en lo profundo del corazón. La oración es siempre un acontecimiento del Espíritu que hace desear la vida verdadera.
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