En su trabajo, Román-Mínguez llega a la conclusión de que la práctica traductora económico-financiera goza de gran número de salidas profesionales, pero se trata a su vez de un campo de conocimiento muy especializado y complejo. La autora considera necesario llevar a cabo una docencia que responda a las necesidades del mercado profesional adquiriendo ciertas subcompetencias como son la a) documental (que denomina fuentes de primera necesidad); b) identificación de los distintos tipos de textos económico-financieros (nuestro objetivo es que el alumno reconozca cada texto origen y sea capaz de señalar el campo al que pertenece, su idea y su función, pág. 87); c) terminológica o fraseológica (mediante lecturas obligatorias); d) temática o enciclopédica (conocimientos básicos sobre el campo a tratar); d) profesional (conocimiento de las características del mercado de la traducción) y e) lingüística (ya implícita).
Del mismo modo, a la par que presenta las competencias necesarias para alcanzar la especialización, propone a modo de ejemplo, materiales didácticos utilizados en el aula por la autora, los cuales permiten adquirir estos objetivos.
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