El ciclo vital de los metazoos (animales multicelulares organizados), esto es el intervalo de tiempo que media entre la concepción y la muerte, está constituido por cuatro estadios sucesivos (Bonner, 1995): Uno inicial, unicelular, de corta duración, caracterizado por la formación de la primera célula del nuevo ser, el huevo fecundado o cigoto. Esta célula resulta, en animales superiores, de la unión de los gametos masculino y femenino, células haploides que aportan una información genética equivalente del padre y de la madre, cuya fusión define el genoma del nuevo ser. Esta primera célula es un corpúsculo más o menos esférico que no guarda parecido con sus progenitores ni con el futuro adulto al que dará lugar. Posee, además, la máxima potencialidad, esto es, a partir de ella se originan todas las distintas células de un organismo multicelular.
A este estadio le sigue el del desarrollo, ya pluricelular, caracterizado por el crecimiento y la maduración de las partes integrantes y del conjunto del organismo, durante el cual la información genética dirige, en íntima relación con el medio ambiente y a partir de los materiales del mismo, la construcción del individuo hasta alcanzar la forma, tamaño y estructura propias del adulto.
Al de desarrollo le sigue el estadio de adultez en el que el que el individuo alcanza su plenitud biológica, psicológica y social y donde tiene lugar la reproducción, plenitud que se va a ir deteriorando en el cuarto estadio, el de declive o senescencia, que finaliza con la muerte.
Nuestra contribución en este ciclo de conferencias, se limitará al estadio de desarrollo que en la especie humana comprende un periodo intrauterino, que incluye el embrión y el feto, y otro extrauterino, dividido entre la infancia y la adolescencia; desarrollo que se puede abordar, como es bien sabido, desde las perspectivas biológica, psicológica o social. Nuestra aportación contemplará principalmente los aspectos biológicos.
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