Miguel Fernando Gómez Vozmediano
Desde el Medievo, buena parte del discurso de la fama y del poder nobiliario estuvo plasmado en la heráldica. Se trataba un código simbólico asociado a las estirpes militares o palaciegas que demostró ser muy eficaz en su estrategia para legitimar su ascenso, acrecentar su prestigio, identificar propiedades, alardear de su riqueza, justificar sus actuaciones, hacer visible su ascendiente y perpetuar su memoria. Así, tales escudos de armas fueron colocados en libros, edificios, cuadros, ajuares, retablos o sepulcros con el fin de ensalzar su recuerdo y legar esta herencia a sus sucesores. Sin embargo, estos afanes de perpetuidad y deseos de prevalecer con demasiada frecuencia generaron tensiones con sus paisanos, otras instituciones u otros linajes, con quienes se disputaban prestigio y poder. Esta dimensión del conflicto será abordada desde la óptica tanto de la literatura o de la tratadística coetánea como de las fuentes primarias, ofreciéndonos un muestreo de los pleitos suscitados por tal causa ante los distintos tribunales de la Corona de Castilla.
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