Alicante, España
El proceso traductológico toma como principio fundamental no únicamente el traslado de una lengua A a una lengua B, sino el conjunto de la “lengua-cultura” de la lengua de partida a la lengua de llegada. Desde esta perspectiva y en el marco literario, resulta especialmente interesante el trasvase de los elementos lingüístico-culturales, pues en ocasiones provocará casos de inequivalencia interlingüística que habrá que resolver mediante diversos mecanismos. El tratamiento aquí de los referentes culturales sitúa al traductor en un impasse donde los componentes atomizantes que rodean al acto comunicativo, como el desequilibrio diglósico de la lengua de partida, inexistente en la lengua de llegada, o la hibridación de las unidades creolizantes en la lengua-cultura de partida, amplifican la complejidad del proceso. Tal es el caso de la traducción de la literatura francófona antillana, donde surge la eterna cuestión de la fidelidad en la representación del simbolismo e imaginario archipiélico de sus formas.
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