La terminación del tramo ferroviario Alicante-Almansa en 1857 conllevó la finalización del ferrocarril que unía definitivamente la capital, Madrid, con Alicante. Todo un hito que significó un impulso económico que favoreció el paso de una economía agrícola a otra comercial e industrial en gran parte del Vinalopó. Este camino de hierro ha dejado huella en nuestro territorio, y supuso en su momento un impacto medioambiental y visual muy importante, toda una serie de instalaciones como puentes, atarjeas, garitas, estaciones, muelles, o túneles, como el que se halla en la Torreta de Elda, único túnel de esta línea férrea que une Madrid y Alicante. Túnel de 485 metros de longitud, revestido de sillarejo y con sillares en sus dos frentes. Para construir este túnel fue necesario montar varios hornos de cal, que se ubicaron en las inmediaciones del propio túnel y que todavía hoy se conservan en parte. Uno de estos hornos es la calera de la Torreta, que nos habla de una época determinada, mediados del siglo XIX, de una manera de trabajar y transformar la piedra caliza en cal, aglutinante que se utilizó en la construcción del túnel ferroviario. La rehabilitación de esta calera se ha realizado con rigor y criterio, por profesionales que saben, en este caso, trabajar con la piedra seca, técnica tradicional a poner en valor. Cabe reseñar la importancia del voluntariado medioambiental en esta recuperación patrimonial y paisajística.
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