Tarragona, España
El sujeto poético pizarnikiano se erige en ángel caído tras la ruptura con el mundo celeste. Desmembrado y harapiento sonambulea por un mundo de ensoñaciones en busca de una salida a la nocturnidad terrestre. La solución pasa por refugiarse en el lenguaje y la poesía, un lenguaje que se transforma en redentor y que alcanza el cielo anhelado a modo de Altazor, sobrevolando lo no deseado y transformándose a medida que el vuelo se alza. Huidobro, al igual que Pizarnik y otros escritores hispanoamericanos buscan su refugio en un lenguaje nuevo, en un ser lingüístico que los salve de las nimiedades del ser y que sea capaz de transformar el mundo. Esa otra orilla a la que arribar a través de un largo viaje en el que los signos, los símbolos y las transformaciones significantes y significadas relegan la tradición a un canon más ortodoxo. Tras el viaje, la solución alcanzada se difumina en preguntas incontestables, interpretaciones ambiguas o silencios inalienables. Las voces de los dos poetas se confunden en un mismo estertor último que provoca la caída o la desaparición del ángel-Altazor, provocando así soluciones diferentes en cada yo poético: la desaparición o la esperanza.
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