Las dioxinas y los furanos, constituyen dos familias dc compuestos orgánicos tóxicos y persistentes no intencionales, incluidas en la lista de sustancias designadas por el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) para Acción Internacional. Son sin lugar a dudas, microcontaminantes de gran importancia y significación para la salud pública.
Su presencia en el ambiente en su conjunto, como consecuencia de la producción de compuestos orgánicos clorados, de las emisiones industriales por procesos de incineración y pirólisis, o por algún caso aislado de adulteración, justifica el interés que su control supone para evitar sus efectos nocivos.
La exposición humana a dioxinas puede ocurrir por diferentes vías, pero es sin duda la cadena alimentaria la que contribuye de forma mayoritaria con más del 90% de dicha exposición, siendo además la leche y los derivados lácteos, junto con las grasas animales, los huevos y el pescado, los grupos de alimentos que más aportan.
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