En los últimos años, ha aumentado la participación de la desalación de agua de mar para completar el mix hídrico con el que atender las demandas de agua en el cuadrante suroriental de la Península Ibérica.
Especialmente en situaciones de sequía o para compensar la disminución de otras aportaciones, como ha sucedido con las trasferencias de aguas del Tajo a través de las infraestructuras del Acueducto Tajo-Segura y del Postrasvase. Desde la puesta en marcha del Programa de Actuaciones para la Gestión y Uso del Agua (A.G.U.A.) y del Plan de Choque de Modernización de Regadíos 2006-2008, se ha ampliado el número y capacidad de desaladoras en el Sureste ibérico, bien sea para atender a abastecimientos, caso de los volúmenes en alta que debe distribuir la Mancomunidad de Canales del Taibilla (MCT); como en asegurar regadíos (más de un tercio de los recursos de agua de algunas comunidades de regantes son proporcionados por desalinización). El objeto de estudio es explicar que la desalinización se ha convertido en un recurso estratégico en el Sureste de España, en un seguro hídrico para evitar el desabastecimiento de la población y la disminución acusada de cultivos en regadío
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