El rey cristiano debía ser gobernante, legislador, juez, garante de la paz en sus dominios, justiciero… pero también debía actuar como conductor de hombres en la guerra, como capitán general de las huestes de su reino, como líder referente de los ejércitos de su tiempo. Eso es algo en lo que Ricardo se mostró paradigmático, en un tiempo en el que la guerra señalaba los destinos de Europa y del Mediterráneo, y cuando el liderazgo, al igual que en las demás épocas históricas, podía inclinar la balanza en las contiendas.
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