Granada, España
La crisis económica ha impactado mundialmente y, al igual que en cualquier catástrofe social, se debe ahora hacer recuento de los daños producidos. En este contexto, los mercados europeos se han visto gravemente afectados por la situación financiera, la cual ha repercutido muy especialmente en algunos países comunitarios. Actualmente, España se sitúa entre los países de la Unión Europea con más altos niveles en destrucción de empleo, lo que justifica el hecho de que coloque en un primer plano el debate en torno a la alarmante y, cada vez, más creciente tasa de desempleo. Las terribles consecuencias que ha causado este fenómeno se han visto reflejadas en un mercado de trabajo debilitado en donde ahora reinan las situaciones de precariedad, desprotección, desorientación y desmotivación laboral. La alarmante cifra de desempleo ha preocupado enormemente a la Unión Europea, es por ello que todos sus esfuerzos se hayan centrado en la consolidación de una Europa económicamente más fortalecida y comprometida con el futuro laboral de sus ciudadanos. Tras diversas iniciativas y conatos legislativos finalmente ha quedado aprobado un plan de lucha que, al restringir cualquier forma de protección social ha sido incapaz de responder a su principal amenaza, el fraude, causante del alza de los niveles de economía sumergida.
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