Los anfibios han ido desapareciendo dramáticamente a nivel mundial. Esto los ha convertido en una prioridad de conservación. El axolote (Ambystoma mexicanum) solía ser muy abundante en el Valle de México y era muy importante para la cultura. Xochimilco es el último relicto en el que esta especie sobrevive en la naturaleza, pero está severamente amenazado y ha sufrido un deterioro grave así como el ecosistema en el que vive. El uso de especies subrogadas ha brindado soluciones a algunos problemas de conservación. En particular, las especies bandera suelen ser carismáticas y atractivas, pudiendo facilitar la relación entre la sociedad y el ecosistema. Además de su carisma, es deseable que tengan importancia ecológica. En muchos ecosistemas no necesariamente existe una especie con esas características dificultando la generación de una consciencia social que permita su conservación. Reposicionar la importancia del axolote en la cultura mexicana ha sido fundamental para que la especie se haya convertido en bandera. En los últimos años, el axolote ha despertado la necesidad de la conservación de Xochimilco, y ha sido de gran utilidad para comenzar los programas de restauración. El axolote cuenta con ciertos atributos que le ayudan a cumplir el papel de especie bandera. En primer lugar, se trata de una especie que no es estática, siendo capaz de moverse por todo su hábitat. Así, puede dar información sobre todo el ecosistema. En segundo lugar, es un depredador tope y por lo tanto almacena sustancias contaminantes funcionando como especie bioindicadora; también puede ser indicadora de las perturbaciones bióticas que generan las especies introducidas. Para utilizarlo como especie bandera es esencial mantener constantemente la conexión entre su sobrevivencia y la del ecosistema. Aún con lo difícil que es posicionar a un anfibio como una especie bandera, el axolote es posiblemente la última oportunidad para preservar Xochimilco.
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