A las siete de la mañana del pasado sábado, doña Carmen Polo de Franco falleció como había vivido los últimos 12 años de su existencia: silenciosamente. La viuda del anterior jefe de Estado desapareció completamente de la escena política al tiempo que su marido, el 20 de noviembre de 1975. Desde aquella fecha se resistió a participar, pese a que no faltaron presiones de nostálgicos, en cualquier acto que no fuera en conmemoración por la muerte de quien tanto quiso. Ramón Serrano Suñer, su cuñado, ministro de Franco tras la guerra civil, definía hace unos días a doña Carmen como "la mujer más absolutamente incondicional que un marido haya tenido".
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