Ángel Pascual Martín, Paolo Scotton
Una de las expresiones originarias del llamado movimiento de los grandes libros que menos atención ha recibido ha sido aquella en la que sobresale el cometido religioso de la lectura y en la que puede apreciarse distintivamente cómo la fascinación y la fe victorianas en la literatura responden al empeño por dar con un sustituto espiritual y moral de la religión con el que poder contrarrestar su creciente desarraigo e influencia en la sociedad. A este espíritu corresponde la contribución de Frederick William Farrar, quien no solo reconocería la santidad de las obras maestras de la literatura, sino que, a la vez, siguiendo una larga tradición según la cual la asimilación de la literatura pagana cumplía un papel propedéutico en la educación del cristiano, verá en la concurrencia con los grandes libros la antesala para el encuentro con los Libros de Dios.
One of the less attention-grabbing expressions of the so-called Great Books movement has been the one highlighting the religious purpose of reading. It can be distinctly appreciated how Victorian fascination and faith in literature served as a spiritual and moral substitute for religion, aiming to counteract its increasing detachment and influence on society. This spirit finds its counterpart in the contribution of Frederick William Farrar, who not only recognized the sanctity of literary masterpieces but also, following a long-standing tradition in which the assimilation of pagan literature played a propaedeutic role in Christian education, saw the engagement with great books as a prelude to the encounter with the Books of God.
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