Francisco Javier Murillo Torrecilla, Cynthia Duk
Si afirmamos que la educación, para ser tal, debe ser inclusiva, deberíamos defender que el liderazgo educativo, para serlo, también debería ser inclusivo. Y sin duda lo defendemos. Sin embargo, al igual que hacemos con la educación, que desistimos de perder el adjetivo de “inclusiva” para reforzar con su presencia la necesidad de que sea una educación de todas las personas y para todas ellas, es necesario hablar de un liderazgo educativo inclusivo para subrayar con fuerza la idea de que un liderazgo en educación debe tener como máxima prioridad el aprendizaje y participación de todas y cada de las personas de la comunidad educativa.
Los diferentes estudios llevados a cabo para identificar las características de las personas que ejercen un liderazgo educativo que favorece la inclusión han realizado algunas aportaciones interesantes que ayudan a dar pautas sobre algunos modelos y prácticas de liderazgo que parecen estar en la base de esta concepción de liderazgo inclusivo. Así, este tipo de liderazgo bebe de otras propuestas tales como el liderazgo transformacional, el liderazgo pedagógico o el liderazgo distribuido. Y comparten muchos elementos con el liderazgo educativo para la justicia social, tanto que no es infrecuente llamarlo liderazgo inclusivo y para la justicia social.
En ese sentido, hay que subrayar que estamos pensando en un liderazgo ejercido por un conjunto de personas en colaboración, centrado en la creación una comunidad educativa que luche contra cualquier tipo de selección, marginación o exclusión y que favorezca el desarrollo integral y la plena participación de todas las personas de la comunidad educativa, a través de una cultura y unas prácticas de apoyo diferencial respetando y valorando la diversidad de cada estudiante.
Se trata de un liderazgo democrático que contribuye a construir una comunidad de cuidado mutuo donde todas las personas, independientemente de su clase social, grupo étnico-cultural de pertenencia, necesidad educativa, identidad de género, elección sexual u otras características personales o sociales, aprendan y se desarrollen juntas, y que, además, sea palanca de transformación para conseguir una sociedad más inclusiva, equitativa y justa.
If we argue that education, to be inclusive, must be inclusive, we should argue that educational leadership, to be inclusive, should also be inclusive. And we certainly do. However, just as we do with education, which we desist from losing the adjective ‘inclusive’ in order to reinforce with its presence the need for it to be an education of all people and for all people, it is necessary to speak of inclusive educational leadership to strongly underline the idea that leadership in education must have the learning and participation of each and every person in the educational community as its top priority.
The different studies carried out to identify the characteristics of people who exercise educational leadership that favours inclusion have made some interesting contributions that help to provide guidelines on some leadership models and practices that seem to be at the basis of this conception of inclusive leadership. Thus, this type of leadership draws on other proposals such as transformational leadership, pedagogical leadership or distributed leadership. And they share many elements with educational leadership for social justice, so much so that it is not uncommon to call it inclusive leadership and leadership for social justice.
In this sense, it should be emphasised that we are thinking of a leadership exercised by a group of people working together, focused on creating an educational community that fights against any kind of selection, marginalisation or exclusion and that favours the integral development and full participation of all the people in the educational community, through a culture and practices of differential support, respecting and valuing the diversity of each student.
It is a democratic leadership that contributes to building a community of mutual care where all people, regardless of their social class, ethno-cultural group, educational need, gender identity, sexual choice or other personal or social characteristics, learn and develop together, and which, in addition, is a lever for transformation to achieve a more inclusive, equitable and just society.
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