Si bien inicialmente parecía que Internet iba a ser un espacio universal, descentralizado, horizontal e igualitario, finalmente se ha convertido en un ecosistema de amplios latifundios gobernados por las grandes empresas tecnológicas. Esta nueva forma de poder digital despliega una «política sexual» concreta que se extiende principalmente por los canales de ocio, cultura, consumo y comunicación virtual, los cuales reproducen y naturalizan las brechas de género, el sexismo y la misoginia. En este contexto, este artículo examina cómo el patriarcado opera en clave de género, a través de la difusión y proliferación de contenidos misóginos y sexistas en la red (ciberviolencia, «pornografía mainstream», industria de la explotación sexual, «proxenetismo digital»), desplegando una estrategia cuyo fin es consolidar su poder, perpetuando la jerarquía sexual y la «monetización de la misoginia» en el marco de un orden sociosexual concreto
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