Por primera vez desde que se generalizaran los ataques terroristas contra objetivos norteamericanos en todo el mundo, Washington se ha decidido a responder con la fuerza. Después de la "humillación" de Beirut, el secuestro del Achille Lauro se presentaba como una prueba de fuego para la credibilidad de la Casa Blanca. No cabe duda de que la firme actitud del presidente Reagan, alabada por los países occidentales y la Alianza Atlántica, ha supuesto un importante acicate para todos los regímenes que se esfuerzan en combatir el terrorismo internacional.
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