Esta Tesis Doctoral, centra su estudio en la que fue primera sede jesuita en Florencia, y por tanto en Toscana.
San Giovanni Evangelista hoy custodiada por los padres Escolapios, es más conocida por los florentinos como San Giovannino, para distinguirla así del baptisterio de San Giovanni Baptista, y de San Giovanni dei Cavalieri. Esta iglesia se encuentra en la esquina entre la calle Cavour (antigua via Larga), y calle Martelli (antigua via Spadai), en pleno quartiere Medici, entre la basílica de San Lorenzo y el palazzo Medici-Riccardi.
La historia de San Giovannino, se inicia coincidiendo con la peste que desoló Europa en 1348. Ese año, su fundador Giovanni dei Gori Lando, redactó en su lecho de muerte, la voluntad de edificar un oratorio bajo la advocación del San Juan Evangelista. Una vez construido en 1381, tras salvar los inconvenientes planteados por el Capítulo de la basílica de San Lorenzo, San Giovannino tendrá que enfrentarse a cuatro proyectos urbanísticos de cuatro grandes nombres de la arquitectura italiana: el de Filippo Brunelleschi de 1440 a 1450, el de Simone del Pollaiuolo, detto il Cronaca de 1505, y por último del de Miguel Ángel Buonarroti. Todos ellos pretendían demoler la pequeña iglesia medieval con el fin de ampliar la plaza de San Lorenzo. Solo Leonardo Da Vinci proponía reconstruir San Giovannino, al otro lado de la calle Martelli.
En 1554 vuelven a surgir noticias sobre San Giovannino, cuando Eleonora Álvarez de Toledo, esposa del segundo duque de Florencia, Cosimo I de¿Medici, cede la iglesia medieval a la Compañía de Jesús, tras las negociaciones iniciadas por Ignacio de Loyola y continuadas por Diego Laínez, para la fundación de un colegio de la Orden en Florencia. A pesar de las tensas y confusas relaciones de Eleonora con los jesuitas, ella será nombrada tras su muerte en 1562, fundadora del colegio florentino, entre otros motivos, favorecer, el espacio físico de la iglesia y la aulas del colegio; por intermediar en la unión de San Giovannino a la Orden, y dejar en testamento 200 escudos anuales al colegio de Florencia.
Diez años después de la muerte de la duquesa, se dan los primeros contactos documentados del arquitecto y escultor florentino, Bartolomeo Ammannati, con los jesuitas, a los que propone una ampliación de San Giovannino, siendo él, el benefactor. En ese momento, el tercer general de la Orden Francisco de Borja, es quien pone inconvenientes para llevar adelante el proyecto.
En 1575, el arquitecto aprovechando una estancia en Roma, vuelve a proponer a la Orden con la ayuda del jesuita florentino Lodovico Corbinelli, la ampliación de San Giovannino. Pero este intento para mejorar el área de San Giovannino, vuelve a fracasar por segunda vez y, volverá a hacerlo una tercera vez en 1576 por cuestiones económicas. Por ello, en septiembre de 1577 Ammannati junto a Antonio Possevino, secretario de la Orden emprenden una campaña de limosnas en Florencia con el fin de mejorar la situación de San Giovannino, y con la que el arquitecto, vuelve a proponer la ampliación. En 1578, se envía a Roma un croquis trazado por el rector del colegio el padre Della Torre, para informar de la situación del colegio y la iglesia respecto a las demás construcciones asentadas en el área de San Giovannino. Este croquis conservado en el Archivium Romanun Societatis Iesu (ARSI), con la signatura Rom.126,f.240v-241, no tiene un carácter arquitectónico, pero informa de las medidas de la pequeña iglesia medieval, y señala cuales son los locales -muchos de ellos propiedad del Capítulo de San Lorenzo cedidos en régimen de alquiler- que faltan por comprar, lo que cuestan, y lo que pagarían de alquiler. Pero de nuevo el proyecto de la ampliación de San Giovannino es frenado desde Roma hasta encontrar una mejor solución. Es entonces, cuando Ammannati se vuelca activamente en buscar fondos y en negociar las expropiaciones de casas y talleres que rodeaban el colegio y la iglesia.
Por fin, la ampliación de San Giovannino, comienza el 15 de mayo de 1579, como así se comprueba en la cubierta del cuaderno de fabrica conservado en el Archivio di Stato di Firenze. Este libro tenía la función de recoger en una contabilidad de partida doble, todos los movimientos administrativos que generaba la construcción. Ammannati se enfrenta al proyecto con muchas limitaciones: las de un polígono irregular y una parcela medio construida que ponía a prueba una vez más la creatividad del arquitecto. Por esa razón, Ammannati interviene en dos fases: la primera centrada únicamente en colegio, para después ocuparse del núcleo medieval de la iglesia, es decir en la parte anterior que asoma a la calle Matelli, a partir del 17 de julio de 1580, con la aprobación de Roma. La segunda fase comenzaría a partir del otoño de 1583, anexionando la calleja de¿Biffi que unía la plaza San Lorenzo con la calle Martelli, y ampliando la construcción hacia la parte posterior, es decir hacia la plaza de la basílica de San Lorenzo.
San Giovannino guarda concordancia con la tipología de algunas iglesias jesuitas que se estaban construyendo o se habían construido. Una nave de aula, capillas laterales combinadas con confesionarios, y tribuna rectangular que vino condicionada por la negativa de algunos talleres a vender, retrasando las obras y adquiriendo por tanto esa forma peculiar. La idea principal para la construcción de la iglesia, gira alrededor de una versión del Gesù de Roma, cuyo esquema viene definido por una amplia y alargada nave de aula, capillas laterales, transepto, y coro, pero que en San Giovannino se vería reducido, casi comprimido hasta el aspecto de una sala rectangular.
Ammannati interpreta perfectamente el modo nostro jesuita (aceptando modo nostro como el modo operativo que no normativo de la tipología utilizada por los jesuitas para la organización de sus iglesias), y consigue adaptar en el interior de San Giovannino, las necesidades jesuitas en relación a los misterios que tenían mayor importancia para la Orden: como los de la Eucaristía, la predicación y la confesión. Por eso el arquitecto, para el ministerio de la predicación, organiza el espacio interno en una nave de aula, sin crear obstáculos que rompan el eje visual del feligrés hacia el altar mayor, donde iría situado un tabernáculo diseñado por el propio arquitecto, cumpliendo con el ministerio de la Eucaristía y reforzándolo a su vez, con altares en las capillas laterales, que son alternadas por los confesionarios, para cumplir con el ministerio de la confesión.
Con el buen ritmo de las obras, Bartolomeo Ammannati y su esposa, la célebre petrarquista, Laura Battifferri, redactan sendos testamentos en febrero de 1581, con la voluntad de dejar herederos universales a los padres del colegio de San Giovannino de Florencia. Unos meses más tarde, el 24 de junio de 1581, el arquitecto envía a Roma una carta para manifestar en firme, su propuesta de convertirse en único benefactor, y adjunta un plano del proyecto de ampliación de San Giovannino. La respuesta de Claudio Acquaviva, quinto general de la Orden, es de aceptar el proyecto, pero rechazarle como benefactor. Por eso, llegado a este punto, Ammannati supuestamente aconsejado por su esposa, Laura Battiferri, redacta una carta dirigida a los Académicos florentinos el 22 de agosto de 1585, por la que reniega abiertamente de su obra escultórica, pidiendo que sea destruida. A partir de ese momento, la literatura jesuita cambia por completo dirigiéndose al arquitecto y su esposa como benefactores del colegio, incluso en algunas misivas como fundadores.
En agradecimiento de esa acción benefactora, los padres jesuitas ceden una de las capillas laterales a la pareja, dedicada a San Bartolomé, en honor al arquitecto. Sobre el altar se encuentra la tabla de Alessandro Allori di Brozino, que representa el milagro de la cananea, y por la que Ammannati pago 200 escudos. En ella se observa a la pareja, representados en el anciano apoyado en el bastón, que observa el milagro a través de los ojos de su esposa, que adopta una clara postura de comitente. En esta capilla, el padre general Claudio Acquaviva derogó de manera excepcional, una norma establecida con el Capitulo de San Lorenzo que prohibía el sepelio en San Giovannino, para dar sepultura en noviembre de 1589 a Laura Battiferri.
El arquitecto, encontró fuerzas para continuar trabajando a pesar de que tenía la vista muy mermada y los problemas de salud propios de la edad. Los últimos meses de vida de Ammannati, estuvo asistido por los padres jesuitas, hasta que finalmente falleció el 13 de abril de 1592. Fue enterrado junto a su esposa, donde se colocó una lápida recordando a los benefactores de San Giovannino.
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