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martes, 16 de noviembre de 2010
lunes, 15 de diciembre de 2008
CXX
El largo camino, el sol quemando mi piel, los caminos compartidos. Una llegada, un destino, pero con infinitas variables. La amistad repentina, el encuentro. Las congruencias y todas aquellas que no. La vida pasando por delante nuestro, cargada de emociones y sentimientos. Distintos e iguales. Partes inescindibles de un todo cargado de pasión. Las coincidencias. Ser parte de un puente, un ingreso, un estadío. La arena y el sol que se perciben en el alma. La previa, los preparativos. Sonidos espirituales se cuelan por mis poros para dar forma a lo que alguna vez supe ser. El comienzo de un trance, de un espejismo. Lentamente los cuerpos se aglutinan en un festín deforme pero uniforme. La agitación, la pasión. Los cuerpos transpirados y el recíproco sentir de las almas intervinientes del banquete. Entendiéndose, compenetrándose. Sabiéndose únicas e inseparables. Transpiración, gritos, gemidos de dolor y de pasión se fundieron en un solo momento. Uno irrepetible e incomparable. Uno que dio forma a mi fin de semana. Uno que bien podría ser un recital de La Renga. Uno que no tanto...
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Mauro Fernández
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0:31
viernes, 12 de diciembre de 2008
CXIX
Hablando de la Libertad.
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Mauro Fernández
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19:48
miércoles, 26 de noviembre de 2008
sábado, 15 de noviembre de 2008
jueves, 18 de septiembre de 2008
XXXVII
Plaza Misserere tiene algo sumamente peculiar y característico, tanto en su verde superficie como por los canales subterráneos que la subyacen. Tiene poesía, historias, diversidad e inclusión, pero principalmente, tiene una inmensa y constante propensión a la tragedia. Once en particular, como centro neurálgico, se encuentra atiborrado de excesos y, por consiguiente también, de desenfreno y desinterés. El momento en que el subte abandona la estación Loria, rumbo a Plaza de Mayo, puede generar sensaciones de altísima turbulencia física y emocional. Sabemos que estamos a punto de sufrir una embestida certera por parte de las huestes ansiosas que aguardan impacientes, la llegada del subte. Pero no es cualquier subte, debe ser el único. Si, seguramente lo sea, porque sino sería inexplicable la vehemencia con la cual se inmiscuyen esos seres urgidos de traslado, ejerciendo una presión tal, sólo digna (por poner un ejemplo) de un recital de La Renga. Y es en ese momento cuando uno recuerda lo sucedido años atrás, y sólo metros más arriba de esa estación. Donde la ambición, la desidia, la ansiedad y el desinterés, convirtieron un hecho trivial en una masacre. Eso se vive en Once. Esa es la única partícula de aire que ingresa formulando pensamientos indeseados, cuando dejamos de ser individuos y pasamos a ser un todo masificado en la simpleza de un vagón de subte. Y conviviendo entre la manada y los pensamientos, vuelvo a hacer memoria y, hoy más que nunca, me pregunto: ¿Dónde carajo está Julio López?
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Mauro Fernández
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