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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Feliz Primavera, Latinoamérica



Qué raro es estar tan lejos de casa, tanto que leo festejos y saludos de primavera cuando me está llegando el otoño. Dan ganas de estar tirado en Parque Thays como aquella vez en la que Callejeros volvió a tocar y mi radio estaba conectada con el Chateau Carreras para oír esas primeras últimas palabras: ese que la chupen los caretas. Pero emocionándome también con un Rocanroles sin Destino que fue perfecto para la más vívida remembranza.

Ahora en el ombligo del mundo escucho Calle 13 sin parar, siento la sangre latina corriéndome por las venas abiertas, cuando el saqueo, el extractivismo y el corazón más amado y amable se amalgaman en una extensión magnífica de múltiples climas y culturas.

Latinoamérica unida es un sueño pergeñado en el corazón de los líderes que supieron ver hace siglos la potencia que subyace la Cordillera y la Amazonía, los ríos y los páramos, metiéndose inquisidora en las angostas calles de las favelas brasileras y los barrios marginales de Puerto Rico; explotando como puntal en la sonrisa de cada cubano, haciéndose canción en las letras de Discépolo y gritándole al mundo que acá estamos.

Feliz primavera le deseo en mi 21S patas para arriba, a la tierra que amo y que añoro. Que florezca la América que soñó San Martín, Bolívar y el Ché. Que renazca la América originaria.

Feliz otoño para mí, cuando las hojas se vuelan y todo se hace más frío lejos de casa.



"Si fuéramos capaces de unirnos, qué hermoso y cercano sería el futuro"
Ché

viernes, 16 de enero de 2009

CLV

Es el intento constante e inclaudicable de no pensar. Es esa cuota de paz que nos debemos, o el problema personal que parecemos tener con nuestro propio bienestar. Y aunque lo logre, jamás me queda la mente en blanco. She like's it painted black. Cerrar los ojos y ver primavera armoniosa y lasciva. Excitante, hermosa y pura. Perderle el miedo a la oscuridad y ganar un halo de pureza. Pertenecerse con una gota de sudor y alcanzar el cielo, cuando la vida se hace instante.

martes, 23 de septiembre de 2008

XLIII

Coincido con Franco, lector y potencial detractor de Egosincracia, en que mis palabras sobre la primavera fueron generalizadoras. Coincido y me replanteo la situación. Obviamente, este es un blog personal (más allá de poder abrirlo al debate), y la primavera no significa para mi, motivo alguno de jolgorio aparente. La generalización fue obligada por formas literarias que para nada se ajustan a la realidad; no vayamos a creer que Jesús movió montañas. De esta manera, planteo y critico, una forma de festejar la llegada de una simple estación. La destrucción de uno mismo, la simbolización de un espíritu abierto y colorido, que sólo se identifica con sus círculos cercanos, agarrándose a botellazos con cualquier hermano. La risa y la sonrisa, no son pecado ni olvido; pero creo en su vanagloración mediante la inteligencia y las sutilezas. No en el olvido y la anestesia. Percibo que el meollo del malentendido reside en estas cuestiones. Ojalá pudiese reírme más, ¡está claro! Pero no por mis tendencias escépticas o pesimistas, sino porque haya más calidad en cada pequeña obra, y menos banalidad. Menos "Cultura del Aguante".

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Entiéndase "Cultura del Aguante", como concepto concebido de un tratado pelotudófico, por mi persona. A desarrollar, próximamente.

domingo, 21 de septiembre de 2008

XL

No quiero dejar de darle la bienvenida, en un día tan apacible como éste, en el que recibimos, expectantes, a la estación más alegre y colorida. A esa primavera que es anfitriona de un descomunal festín dionisíaco, que se da lugar en cada parque, en cada casa, en cada calle. Un festín en el que parece primar la amistad, el amor, el sexo, las drogas y el rock and roll. Y Dios mío, que mundo increíble podemos imaginar cada 21 de Septiembre. Es un Woodstock constante y paralelo, en cada esquina. Nos olvidamos de la crisis en Bolivia, del Club de París, de Wall Street, del campo y de la familia Kirchner. Nos olvidamos también del obrar de Al-Qaeda, del trístemente célebre re-accionar estadounidense, del hambre, de las condiciones paupérrimas de vida en África, y de todo tipo de dolencia social o espiritual que deban cargar nuestros hermanos, como cruz en sus espaldas. Pero no está mal, el problema es la hipocresía. Nos exhibimos como seres sociables, enérgicos y sonrientes, porque "ese es el espíritu de la primavera", cuando en realidad estamos olvidando penas ajenas. Caemos también en el flagelo de la autodestrucción en varias oportunidades, nos dejamos llevar por mandatos establecidos por todos aquellos que nos venden un amor que no es más, que la circunscripción de la lucha y los algoritmos sociales.

Por tanto, quisiera darle una esplendorosa bienvenida, a esa primavera que sabe ser momento propicio de lanzamiento, para las más variadas e ingeniosas campañas de profilácticos. Y menos mal que lo hace. Con la incontable cantidad de orgías, rebosantes de gente haciéndole el amor a la ignorancia y a la hipocresía; el forro es una buena prevención para no contagiarse.