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lunes, 4 de junio de 2012

Hacerle el juego a la derecha -o viceversa-

Tengo un problema: unos me tildan de "peroncho", otros me tratan de gorila. Entre los seres más cercanos y queridos, se diferencian algunos que me creen indefinido, los que eligen el más elegante "ecléctico" y hasta los que se animan a un incomprobable "equilibrado"; pero generalmente soy un polo u otro. 

No me queda claro si celebrar el pago de la deuda, los juicios por los crímenes estatales de los setenta, la AUH, como medida cortoplacista pero necesaria, la Ley de Matrimonio Igualitario, Muerte Digna, Identidad de Género, Ley de Medios, Ley de Salud Mental, estatización del sistema previsional, o el tenue avance hacia el control de nuestros recursos naturales; entre tantas otras cosas que me olvido, me hace un acérrimo K; ni si mis fuertes críticas a la falta de política energética y su consecuente salto del superávit al déficit energético que nos obliga a pagar millones en importación de combustible, el modelo extractivista -y cada vez más expansionista- minero y sojero, la falta de políticas de inclusión hacia los pueblos originarios, las trabas al comercio multilateral en el marco del Mercosur -que lo debilita estúpidamente-, la maquinaria propagandística silenciadora de toda verdad alternativa al "relato" oficial, la falta de explicaciones sobre cuestiones clave del desarrollo nacional, y la falta de planificación al respecto de YPF y de los modos empleados para tomar una medida populista que busca cambiar de socio para enfrentar un negocio multimillonario, más que asociar a los argentinos en la preservación de nuestros recursos; entre varias otras más, me convierten en un gorila.

El párrafo anterior quiso ser eterno y ambiguo, para evidenciar gráficamente -y como muestra gratis- lo extenso que puede haber tanto de un lado como del otro de la mesa. No cuenta qué tan largo tengamos el pergamino; eso no compra la verdad. Tampoco lo compra el 54% de los votos en una elección presidencial, aunque algunos lo crean; ni la mayoría parlamentaria que vota con ojos tapados lo que el aparato ordena desde arriba. No. No puede pretenderse estar en dominio de la verdad absoluta, pero menos aún hostigar, silenciar, BORRAR -con mayúsculas de catástrofe- a quien piense diferente, aún cuando esté equivocado.

El desparpajo con el que "la Presidente de los 40 millones de argentinos y argentinas" se olvidó de uno de ellos, el fundador del diario cuyas bodas de plata estaba celebrando, me resulta grotesco. Aplaudo -y apoyo- a Jorge Lanata y su "Carta Abierta" al respecto, pero no quiero quedarme acá -mejor lo hizo ya Martín Caparrós. (No, tampoco quiero dejar el tema sin mencionar y condenar la agresión a un periodista del programa 678, en uno de los cacerolazos de la última semana: la prensa es la garantía de libertad en las democracias modernas.)

Quiero citarles un fragmento de "Cartas a un joven disidente" (2003), un libro de Christopher Hitchens, escritor y periodista británico al respecto de estos procedimientos maniqueos en la construcción de una sociedad. Él va a contarles mejor de qué viene la mano cuando creemos que el mundo es blanco o negro, así como a sacarme algunas dudas al respecto de la casi insoslayable "toma de posición".



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Guardo conmigo dos textos favoritos para exorcizar esta clase de tentación. Uno es un ensayo escrito por George Orwell en noviembre de 1945 y titulado "A través de un cristal rosa". Lo escribió en la época en que el Ejército Rojo acababa de "liberar" a gran parte de la Europa ocupada por los nazis, y en que estaba mal vista cualquier crítica a los libertadores. Con todo, el corresponsal de Viena del Tribune, el semanario socialista para el que Orwell trabajaba, juzgó dignos de mención las violaciones y los pillajes cometidos en la ciudad por las fuerzas soviéticas:


   El reciente artículo del corresponsal en Viena del Tribune ha provocado una avalancha de cartas furiosas en las que, además de llamarle estúpido y mentiroso, y de formular contra él acusaciones de las que podríamos llamar rutinarias, figuraba asimismo la insinuación muy grave de que debería haber guardado silencio aun en el caso de que estuviese contando la verdad.
   Cuando A y B son adversarios, a quien ataque o critique a A se le acusa de ayudar y respaldar a B. Y a menudo es cierto, en un análisis objetivo y a corto plazo, que está facilitando las cosas a B. Por consiguiente, los que apoyan a A dicen: cierra la boca y no critiques o, por lo menos, hazlo "constructivamente", lo que en la práctica siempre significa favorablemente. Y de aquí no hay más que un paso al argumento de que la supresión y la distorsión de hechos conocidos es el principal deber de un periodista.
   Poniendo un excelente ejemplo de este proceso en acción, Orwell citaba la inteligencia de la propaganda nazi en la guerra que acababa de terminar:
   Entre otras obras, emitieron Pasaje a la India, de E. M. Forster. Y, que yo sepa, ni siquiera tuvieron que recurrir a una cita fraudulenta. Precisamente porque el libro era, en esencia, veraz, podían utilizarlo para los propósitos de la propaganda fascista. Según Blake, "Una verdad, con mala intención enunciada, / es mucho peor que cualquier mentira inventada", y quienquiera que haya visto que sus propias declaraciones vuelven a él, propagadas por la radio del Eje, comprobará la fuerza que tiene esto. En efecto, quien haya escrito algo en defensa de causas impopulares o haya sido testigo de sucesos que es probable que suciten controversia, conoce la temible tentación de desfigurar o eliminar los hechos, sencillamente porque cualquier declaración veraz contendrá revelaciones de las que pueden servirse oponentes sin escrúpulos. Pero lo que debemos considerar son los efectos a largo plazo.

viernes, 6 de enero de 2012

Universos islas

"Vivimos juntos y actuamos y reaccionamos los unos sobre los otros, pero siempre, en todas las circunstancias, estamos solos. Los mártires entran en el circo tomados de la mano, pero son crucificados aisladamente. Abrazados, los amantes tratan desesperadamente de fusionar sus aislados éxtasis en una sola autotrascendencia, pero es en vano. Por su misma naturaleza, cada espíritu con una encarnación está condenado a padecer y gozar en la soledad. Las sensaciones, los sentimientos, las intuiciones, imaginaciones y fantasías son siempre cosas privadas y, salvo por medio de símbolos y de segunda mano, incomunicables. Podemos formar un fondo común de información sobre experiencias, pero no de las experiencias mismas. De la familia de la nación, cada grupo humano es una sociedad de universos islas.

Las puertas de la percepción
Aldous Huxley

domingo, 15 de agosto de 2010

DLXXI: Semillas de primavera

No tengo necesidad de escribir, me invento. Me invento necesidades y momentos porque prefiero inventar a tener, y soñar a cumplir. Elijo escribir porque antes -sin saber desde cuándo, como en un sueño-, te elegí a vos. Y sentí reciprocidad en el encuentro, en las miradas. Tras los áureos crujidos que regaló este otoño, fue llegando la gelidez del miedo. Ese distante, encubierto y malicioso, que alejaba el invento de toda realidad. Y ahora te escribo, porque te siento. Pero no así aquel momento, siempre detesté forzarme. Encuentros simétricos, lugares comunes que se tornan trillados y a la vez, perfectos. La dulzura de tu compañía en cada encuentro, aunque con dos lágrimas de fernet para no aventurarnos a cruzar el umbral; y morir más allá del espejismo, sin llegar a penetrar otra realidad posible. Sin sembrar en ella, o en mí siquiera, esa primavera que florece de a dos, al menos una vez al año. Sin amalgamarnos en la rosa que crece vertiginosa, sin aventarnos de clavado a un futuro distinto al que imaginamos.

jueves, 15 de julio de 2010

DLVII: Resolución de carácter reactivo s/inducción previa.

El autor lamenta informar que no cede a presiones de persona alguna, sea la misma física o jurídica.

Asimismo, se comunica mediante la presente, que se redacta inesquivamente en forma extraordinaria, ya que, hasta el corriente comunicado, se desconoce la articulación de tiempos perentorios para la capacidad sensorial de los seres humanos, y su posterior manifiesto literario.

Por tanto, resuelvo:
1) No hacer lugar a su inducción;
2) Recategorizar el mote inductivo de la misma, a una mera y cordial sugestión;
3) Efectivizar una devolución a su escrito sin carácter literario, sino únicamente previendo el grado de irrespetuosidad ante el código comunicativo que la ausencia de la presente respuesta pudiere haber significado;
4) Proceder con inmediatez en la publicación de la presente respuesta, c/adaptaciones semánticas y genéricas, en el virtual espacio que aquí nos converge.

Finalizada la presente exposición, doy grado de urgencia a las resoluciones tomadas.

Archívese y comuníquese.

lunes, 14 de junio de 2010

DXLV: Robando secciones

Innauguro un hurto; una sección que mi experimentado amigo @pablobullrich posee en su blog/manzanaqueno. Creo que lo hago un poco porque me encantó la idea, y otro poco porque me quiero presionar a no ver siempre la misma imagen, a avanzar en la lectura aunque siempre "tenga otras cosas que hacer". Queda tanto por descubrir que no puedo quedarme allí. Y además, porque si este blog es para intentar descubrir un poco sobre mí mismo y saber un poco mejor quién soy -o qué soy-, los libros que leemos son uno de los principales escultores de nuestras inconsistentes ánimas. Pero además, agrego una con eso que me lima momentanea e instantáneamente. Puede ser un disco, un libro -el mismo libro-, una mujer, un objeto, un sentimiento. También como una manera de exteriorizar gráficamente todo lo que me pasa en un momento dado. Con ustedes, en la columna izquierda, Kerouac y King Crimson.

viernes, 5 de febrero de 2010

CDXLIX: El lobo estepario

Pero uno de los trozos de Harry estaba representando una comedia otra vez, llamaba al profesor un hombre simpático, suspiraba por un poco de aroma a humanidad, de sociedad y de charla, se acordó de la bella señora del profesor, encontró en el fondo muy agradable la idea de pasar una velada junto a amables anfitriones y me ayudó a pegarme en la barbilla un tafetán, me ayudó a vestirme y a ponerme una corbata a propósito, y suavemente me desvió de seguir mi verdadero deseo y quedarme en casa.

Al propio tiempo estaba pensando: lo mismo que ahora yo me visto y salgo a la calle, voy a visitar al profesor y cambio con él galanterías, todo ello realmente sin querer, así hacen, viven y actúan un día y otro, a todas horas, la mayor parte de los hombres; a la fuerza y, en realidad, sin quererlo, hacen visitas, sostienen una conversación, están horas enteras sentados en sus negociados y oficinas, todo a la fuerza, mecánicamente, sin apetecerlo: todo podría ser realizado lo mismo por máquinas o dejar de realizarse. Y esta mecánica eternamente ininterrumpida es lo que les impide, igual que a mí, ejercer la crítica sobre la propia vida, reconocer y sentir su estupidez y ligereza, su insignificancia horrorosamente ridícula, su tristeza y su irremediable vanidad.

¡Oh, y tienen razón, infinita razón, los hombres en vivir así, en jugar sus jueguecitos, en afanarse por esas sus cosas importantes, en lugar de defenderse contra la entristecedora mecánica y mirar desesperados en el vacío, como hago yo, hombre descarriado! Cuando en estas hojas desprecio a veces y hasta ridiculizo a los hombres, ¡no crea nadie por eso que les achaco la culpa, que los acuso, que quisiera hacer responsables a otros de mi propia miseria! ¡Pero yo, que ya he llegado tan allá que estoy al borde de la vida, donde se cae en la oscuridad sin fondo, cometo una injusticia y miento si trato de engañarme a mí mismo y a los demás, de que esta mecánica aún sigue funcionando para mí, como yo si yo también perteneciera todavía a aquel lindo mundo infantil de eterno jugueteo!

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Fragmento de El Lobo Estepario, de Herman Hesse.
Chispa: La Conz-uda-.

jueves, 10 de diciembre de 2009

CDIV: Ti ti tilde

Tengo que sacarme el vicio del tilde constante. Parece un dogma, una forma de vida, que se quiere manifestar con fuerza, con ímpetu, como diciendo "mi honra está en juego, y de aquí no me muevo" -como el gran Rodrigo Díaz de Les Luthiers-. O en todo caso, seguir escribiendo tilde tras tilde, sin respiro, pero viviendo con la métrica perfecta de esos tachos. Tildes, acentos, ímpetu... 3D de la misma moneda.

domingo, 18 de octubre de 2009

CCCIL:

Me encanta dejar el título en blanco antes de escribir, me da libertad, autenticidad, verosimilitud. Quizás escriba de las madres en su día, quizás de lo increíble y abarcativo que puede ser el ilusionismo que no conciba sus trucos como propios. Quizá escriba de viejos amores reencontrados con nuevos filtros en el corazón, o incluso, tal vez, regale públicamente los puntos que merece la serpiente que me dio vuelta la mente y el corazón. La que moldeó mi sentir, mi discurso y mis letras. Con el título de cada escrito en blanco, puedo incluso dejar el escrito en blanco. Teñirlo de grisáceo pasado, o del rouge de la tierra mochilera cuyo polvillo se inmiscuye sin permiso en los pulmones de la vida, dándole eternidad. Puedo hablar claro o confuso, describir imágenes o dejar que una hable por mí. Puedo mirar al cielo y ver el sol, puedo mirar la arena y ver cómo el viento de Las Toninas serpentea opuesto a mi dirección. Puedo llorar sobre el teclado por amor; puedo hacerlo de nostalgia. Puedo elegir morir en este instante. Puedo tomar este cuchillo y hundirlo sin piedad en mi muñeca, tiñendo la vida del bordó de la sangre. Puedo seguir viviendo como si nada, y puedo empezar a vivir como si todo. A vivir como vale la pena. O, claro, también puedo escribir todo lo que puedo escribir, y realmente no escribir sobre nada. Eso es lo delicioso de la palabra. Eso es por lo que hoy, prefiero que quede así. Real.

viernes, 11 de septiembre de 2009

CCCXX: Oasis

Sos un oasis, una laguna en el desierto. Tus letras casi tan rectas y perfectas como tus gustos. El serif delicado de las pestañas que han sabido pestañar junto a las mías, los manifiestos compartidos. Hojas que huelen a recuerdo, a libro viejo, a páginas amarillas; los presagios del mañana. La bandera blanca de sabernos emboinados bajo las mismas bombas, cuenta historias de García Márquez enclaustrado en habitaciones paralelas, en principios constantes de incertidumbre. Sentir el aroma de la amistad eclipsando otras no elegidas, suspira por mí cada verso caminado.

miércoles, 15 de julio de 2009

CCLXXX - Hurtos 12: Charles Bukowski

Margie iba a salir con este tío pero cuando salían el tío se encontró con otro tío vestido con un abrigo de cuero y el tío del abrigo de cuero abrió el abrigo de cuero y le enseñó al otro tío sus tetas y el otro tío se dirigió a Margie y le dijo que no podía mantener su cita porque el tío del abrigo de cuero le había enseñado las tetas y tenía que ir a follarse a ese tío. Así que Margie se fue a ver a Carl. Carl estaba en su casa, y Margie se sentó y le dijo:

-Este tío iba a llevarme a la terraza de un café, íbamos a beber algo de vino y a hablar, sólo beber vino y hablar, nada más, pero en en camino este tío se encontró a otro tío con un abrigo de cuero, y el tío del abrigo de cuero le enseñó sus tetas al otro tío y ahora este tío se ha ido a follar con el tío del abrigo de cuero, así que me quedé sin mesa, sin vino y sin charla.

-No puedo escribir nada -dijo Carl-. He perdido la inspiración.

Entonces se levantó y se fue al baño, cerró la puerta, y se puso a cagar. Carl echaba cuatro o cinco cagadas al día. No tenía otra cosa que hacer. Se bañaba cuatro o cinco veces al día. No tenía otra cosa que hacer. Se emborrachaba por la misma razón. Margie oyó el ruido de la cadena del retrete. Carl salió.

-Ocurre simplemente que un hombre no puede escribir ocho horas al día. Ni siquiera puede escribir todos los días, ni todas las semanas. Agota su mente, es una desesperación fija. Ahora no puedo hacer otra cosa que esperar. Carl se fue hacia el frigorífico y salió con un paquete de seis cervezas. Abrió un botellín.

-Soy el escritor más grande del mundo -dijo-. ¿Sabes lo difícil que resulta?

Margie no contestó.

-Puedo sentir cómo el dolor se arrastra por todo mi ser. Igual que una segunda piel. Me gustaría poder cambiar de piel como las serpientes.
-Bueno, ¿por qué no te revuelcas en la alfombra y tratas de desprendértela?
-Escucha -preguntó él-. ¿Dónde te conocí?
-En la tienda de legumbres de Barney.
-Bueno, eso lo explica un poco. Tómate una cerveza.

Carl abrió una botella y se la pasó.

-Ya -dijo Margie-, ya sé. Necesitas tu soledad. Necesitas estar solo. Excepto cuando necesitas algo, excepto cuando cortamos de una vez y entonces te sientes perdido y en seguida te pones a llamar por teléfono diciéndome que me necesitas, que te estás muriendo de la resaca. Eres débil y te rajas rápido.
-Sí, me debilito rápido.
-Y eres tan estúpido conmigo, nunca te pones caliente. Vosotros los escritores sois tan... delicados... No podéis soportar a la gente. La humanidad hiede, ¿cierto?
-Cierto.
-Pero cada vez que cortamos empiezas a dar fiestas gigantescas de cuatro días. Y de repente te vuelves ingenioso. ¡Empiezas a hablar! De repente estás lleno de vida, hablando, bailando, cantando. Bailas en la mesita de café, lanzas botellas por la ventana, interpretas fragmentos de Shakespeare. De repente estás vivo, cuando yo me voy. ¡Oh, me han contado cosas acerca de esto!
-No me gustan las fiestas. Me disgusta especialmente la gente en las fiestas.
-Pues para ser un tío al que no le gustan las fiestas, celebras unas cuantas.
-Escucha, Margie, no entiendes. Ya no puedo escribir. Estoy acabado. En algún lugar torcí el rumbo. En algún lugar morí en medio de la noche.
-De la única manera en que te vas a morir es de una de tus monumentales resacas.
-Jeffers dijo que incluso los hombre más fuertes pueden quedar atrapados.
-¿Quién fue Jeffers?
-Fue el tío que convirtió el Gran Sur en una trampa para turistas.
-¿Qué vas a hacer esta noche?
-Iba a irme a escuchar las canciones de Rachmaminoff.
-¿Quién es ese?
-Un ruso muerto.
-Mírate. Te quedas ahí sentado como un idiota.
-Estoy esperando. Algunos tíos aguardan dos años. A veces la inspiración no vuelve nunca.
-Supón que no te vuelve nunca.
-Entonces me pondría mis zapatos y bajaría andando por Main Street.
-¿Por qué no te buscas un trabajo decente?
-No hay ningún trabajo decente. Si un escritor abandona la creación, está muerto.
-¡Oh, vamos, Carl! Hay millones de personas en el mundo que no trabajan en la creación. ¿Quieres decir que están muertas?
-Sí.
-¿Y tú tienes alma? ¿Eres de los pocos con alma?
-Podría decirse que sí.
-¡Podría decirse que sí! ¡Tú y tu miserable maquinita de escribir! ¡Tú y tus cheques enanos! ¡Mi abuela gana más dinero que tú!

Carl abrió otra botella de cerveza.

-¡Cerveza! ¡Cerveza! ¡Tú y tu condenada cerveza! Está presente incluso en tus historias: «Marty cogió su cerveza. Al levantar su mirada, vio a una magnífica rubia entrar en el bar y sentarse a su lado...» Tienes razón. Estás acabado. Te material es limitado, muy limitado. No puedes escribir una historia de amor, ni siquiera puedes escribir una decente historia de amor.
-Tienes razón, Margie.
-Si un hombre no puede escribir una historia de amor, es un inútil.
-¿Cuántas has escrito tú?
-Yo no pretendo ser escritora.
-Pero -dijo Carl-, pareces tomar una pose de estúpido crítico literario.

Margie se fue pronto después de eso. Carl se sentó y bebió el resto de las cervezas. Era verdad, la literatura le había abandonado. Esto haría felices a sus enemigos de las catacumbas. Podrían subir un jodido escalón. La muerte les complacía, tanto a subterráneos como a escritores con éxito. Recordaba a Endicott, sentado allí y diciendo: «Bueno, Hemingway se fue, Dos Passos se fue, Patchen se fue, Pound se fue, Berryman se tiró desde un puente, todos muertos... Las cosas cada vez están mejor y mejor y mejor». Sonó el teléfono. Carl lo cogió.

-¿Señor Gantling?
-¿Sí? -contestó.
-Quisiéramos saber si a usted le gustaría venir a dar una lectura en el Fairmont College.
-Bueno, sí. ¿Para qué fecha?
-El treinta del mes próximo.
-No creo tener nada que hacer para entonces.
-Nuestra paga usual son cien dólares.
-Me suelen dar ciento cincuenta. Ginsberg cobra mil.
-Pero es Ginsberg. Sólo podemos ofrecerle cien dólares.
-De acuerdo.
-Muy bien, señor Gantling. Le mandaremos los detalles.
-Qué me dice del viaje? Son varias horas de carretera.
-De acuerdo, veinticinco dólares por el viaje.
-O.K.
-¿Le gustaría hablar a los estudiantes en sus clases?
-No.
-Hay un almuerzo gratis.
-Entonces sí.
-Muy bien señor Gantling, estaremos por el campus esperándole.
-Adiós.

Carl dio una vueltas por la habitación. Miró la máquina de escribir. Puso una cuartilla de papel en el rodillo, se asomó a la ventana y vio pasar a una chica con una minifalda increíblemente corta. Empezó a escribir. «Margie iba a salir con este tío pero en el camino este tío se encontró con otro tío vestido con un abrigo de cuero y el tío del abrigo de cuero abrió el abrigo de cuero y le enseñó al otro tío sus tetas y el otro tío se dirigió a Margie y le dijo que no podía mantener su cita porque el tío del abrigo de cuero le había enseñado sus tetas...»
Carl cogió su cerveza. Era agradable volver a escribir de nuevo.


No puedes escribir una historia de amor
Charles Bukowski

viernes, 10 de julio de 2009

CCLXXVII: Jorge Luis Borges

Ausencia

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

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El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el
áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena
amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de
mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por
las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

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Amorosa Anticipación

Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios
serán favor tan misterioso
como mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes.
Arrojado a quietud,
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera, quizá
como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo,
sin el amor, sin mí.

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Nota al márgen: Siempre me han resultado mágicas las trilogías, razón por la que opto por quedarme aquí. O tal vez tome la posta la acción de mentirse a uno mismo, para poder poner punto final en este camino sin retorno que son los viajes al inframundo de un gran literato. Y no digo poeta, porque la poesía es profesión de quien la sienta en la yema de sus dedos, en la entraña revuelta. Poesía es no rendirse, entregarse entero al infinito de la variabilidad y no darse por vencido ni aún vencido. Poesía es la convergencia de los grises del pasado con la esperanza venidera, esperando tras la puerta que en un acto de valentía, giremos el picaporte y nos aventuremos a descubrirla. Tres escritos, una sensación. Una página manchada con el café de las noches solas. El deseo de sentirla cerca, da luz a una persistencia terca e inútil. A una terquedad inclaudicable.

miércoles, 18 de marzo de 2009

CCXII

Entre Guruji, La Renga y Sabina, fueron alternando roles para lograr que Egosincracia no se inmovilice, inerte, en un estancamiento escatológico. La pútrida inercia del estancamiento es el virus que infecta nuestros anhelos más profundos, nuestros sueños y voluntades, la realización de nuestros objetivos. Por eso, es que siempre hay que estar en movimiento; por eso hay que correr aunque no sepamos donde, y es también por ese motivo, que hoy les agradezco este impasse de paz sin paz, y decido volver a escribir.

miércoles, 7 de enero de 2009

CXLIII

Dulce amargura
El oxímoron es una figura, más que literaria, solidaria. Se compadece de nuestra condición imperfecta, de nuestro lento aprendizaje, de las constantes contradicciones que se suscitan a lo largo de nuestra vida. Se compadece y además, generoso, les regala un tinte poético.

lunes, 5 de enero de 2009

CXLI

Hay sentimientos que este otro trucho aprendiz de Discepolín, no puede redactar. Hay canciones que por simples que parezcan, no cualquier ejecutante hace sonar. Hay historias pre-escritas, que algunos cobardes transeúntes de este lapso encarnado, no tienen los cojones de caminar. Y perseguidos por la escuálida, maldita y siempre apurada aguja roja, los zapatos van quedando fuera de talla. Las plumas, con destino ajetreado por los vendavales urbanos. Ráfagas ajenas que no las dejan ser, ni mojarse en tinta para eternizarse en un papiro. Las oxidadas cuerdas de acero, ya no emocionan ni al más arrabalero y melancólico curda de los bares de San Telmo. Por mi alto grado de honestidad debo confesar, sin saber si hay una vida después de la muerte, que hay una muerte después de la vida. Quizás incluso dos. Y que hay que disfrutarla aunque debamos tocar guitarras viejas, escribir sobre la piedra o andar descalzos sobre un asfalto hervido.

lunes, 22 de diciembre de 2008

CXXVIII

"Urondo había empezado en la década del cincuenta un camino irreversible en la palabra con sus primeros y deslumbrantes versos y continuó escribiendo poesía aún en medio del peligro y la persecución [...]." Algo así como lo que relata Susana Cella sobre Paco Urondo, en la contratapa de un libro que hoy recibí como obsequio navideño adelantado, y salvando las abismales distancias, es parte de lo que ocurre en la periódica continuidad de Egosincracia. Siempre hay tiempos de paz y tiempos de guerra, de plumas y de fusiles, pero espero con el alma que nunca, sean cuales fueren las circunstancias, pase el tiempo de la literatura. La retórica es la faz significante de la ideología, escuché de un profesor y lo grabé a fuego en mi memoria. Si algún día muere mi retórica, dense por enterados anticipadamente, de que habrá muerto también mi ideología. Y con ella, yacerá mi cuerpo abandonado, despojado de todo indicio de vida, siendo útil para el universo sólo como alimento de bacterias más guerreras que yo.