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jueves, 23 de mayo de 2013

Por qué hoy


Veinticuatro horas, y cuatro años, pasaron del momento que disparó el ahogo en llanto más profundo de mi vida. Cuatro años después, no la lloré. Tampoco elegí recordarla en público, sino centrarme en mí después de este largo tiempo. Mirar adentro, mover piezas, ver si seguían vivas.

A lo largo de esta eternidad, desde el último beso inútil y el instante en que le juré una fidelidad real, distinta, me ocupé de cambiar el afuera. Trabajé dedicando tiempo, degradando prioridades y suprimiendo sentimientos, para que nunca más, nadie, tuviera que pasar por lo que pasamos su familia, amigos, tantos otros y yo. Y ese tiempo, esas prioridades y, fundamentalmente, esa supresión sentimental, terminó por enquistarme en un cajón que saludé y enterré, pero me enterró con él.

Decidí escribirle hoy, porque los encargados de poner fechas somos Dios y nosotros mismos. No el mal encarnado en un ser humano despreciable. Decidí que el 22 no la recordaría, no como siempre, con tristeza y sumisión, sino con un esfuerzo voluntario por vivir más plenamente lo que a mí no me arrancaron del cuerpo. Porque su vida sigue presente en cada canción, en cada arcoíris.

Me entrego a su recuerdo el día en el que aquel pobre tipo no puede siquiera influirnos. Porque tu espíritu y el nuestro es superador al de la muerte. Porque todos, los dolientes y los que, por una extraña fortuna, ya no lo son, pululamos por el universo intentando dejar lo mejor de nosotros. Si no lo dejamos, faltamos un poco el respeto a esa excelsa oportunidad que nos ha tocado en suerte: la de vivir, con alegrías y tristezas, miedos y entusiasmos, locura y libertad.

Por eso te recuerdo hoy. Porque nadie me impuso recordarte en una magra efeméride. Porque me cago en la verdadera muerte que vive en su cuerpo vacío de nada, contando minutos en Marcos Paz. Esa es la muerte. Una que estoy empezando, tanto tiempo después, a dejar atrás. Una que me acompañó desde chiquito, que revivió furiosa una noche de diciembre y terminó por hacerme su esclavo desde que te fuiste.

Como ayer comencé a develar, suele ser el esclavo quien domina al tirano; es él quien le su entidad. Y es de ese sueño blindado de donde, tanto tiempo después, siento que estoy comenzando a despertar. Para volver a la comunión con vos, con ella, con él, con todo.

Hoy me permito escribirnos.
Hoy me permito llorarnos.
No ayer. Hoy. 



lunes, 9 de mayo de 2011

DCXVII | La bengala perdida

La noticia deben conocerla. Si no es así, pongan "bengala" en Google News y podrán leer más sobre lo que le pasó a Miguel. Resumiendo: el 30 de abril, en un show de La Renga en La Plata, le cayó una bengala encendida en el cuello provocándole graves daños y quemaduras. Hoy, hace minutos, Miguel murió.

Esto no es lo mismo que Cromañón, atentos con esto. Miguel no es una más de las víctimas del 30 de diciembre, ni de la maquinaria perversa que lo generó. Sí es otra vida que se va por el mismo móvil de la inconciencia colectiva. No jugó esta vez el factor macabro del avasallamiento de la ley, como Carta Magna tácita de la ambición de los distintos actores. No hubo puertas cerradas, candados, sobreventas, mediasombras, coimas, inspectores que no inspeccionan, intendentes que no atienden pedidos. No. ¿Pero quién vela por ese colectivo, sea conciente o inconciente? ¿Quién lo representa, limita, controla e incentiva? ¿Quién lo protege?

No puede achacarse la culpa a la banda en esta oportunidad, ni a ningún empresario que mueva los hilos desde las sombras. Pero ahí está, otra vez, manso y ajeno aunque inexorablemente potente, la fuerza del Estado que deja de lado su principal rol: la regulación. La administración de políticas públicas que converjan en un mayor nivel de sociabilidad. El control de los actos individuales que puedan poner en riesgo aquel enunciado colectivo.

Los fuegos de artificio siguen haciendo estragos. Estragos culposos, diría la justicia. Estragos con dolo eventual, categorizaría yo. La posibilidad existe, está implícita. Todos lo sabemos y de todas formas nos exponemos constantemente a su utilización y o coparticipación pasiva, típica de las almas benignas que ni a una mosca dañarían, pero construyen su rutina sobre los cuerpos de los agonizantes. El dolo eventual en esta figura, podría caberle al Estado; no hablando en términos penales ni jurídicos, está claro; pero en términos simbólicos, hay algo repetido que se sucede, que parece evidente, y que sigue tiñendo historias del negro más mórbido.

No quiero, ni voy, a juzgar prematuramente; tampoco soy quién para hacerlo. Sí para emitir una opinión, más aún por mi infame condición mi tristemente célebre experiencia. Sólo emito unas palabras surgidas del dolor de la repetición continua, de la falta de aprendizaje, de lo vana que puede resultar la sangre derramada y las vidas arrebatadas.



domingo, 8 de mayo de 2011

DCXVI | Obama la tiene...

No quiero explayarme vastamente al respecto, pero el simple hecho de que el Nobel de la Paz 2010 celebre un acto sanguinario, carente de todo intento de justicia sino rebosante de venganza –o meros inventos mediáticos– merece unas pocas palabras. Lo de Obama fue deplorable y denunciable. ¿Teoría de los dos demonios? Yo no la compro; un Estado no asesina, juzga.

Así también debo concordar con Lanata cuando dice que en la disputa Clarín – Estado Argentino, el débil es Clarín. Me encanta que se avance con la Ley de Medios, me encanta que se desmonopolice la tendenciosa información manejada desde los setenta bajo el amparo de la dictadura, pero no que se juegue un River Boca innecesario e imprudente. El Estado de igual a igual pierde valor, pierde altura moral. De allí la insensata relación que acaba de venirse a mi mente. Asociación libre: culpen a Freud.

Volvamos al yankee. Barack es otro títere más de los grandes centros económicos del poder anglosajón. El asesinato de Bin Laden (¿el asesinato de Bin Laden?) no es motivo de celebración, siquiera si realmente fuese el gran responsable de tirar las Torres en 2001.

Sería bueno hacer en este espacio, en algún momento, un racconto de las relaciones de Bush padre con la familia Laden. Como dudo tener el tiempo necesario para hacerlo, recomiendo que lean el libro “Hitler ganó la guerra”, de Walter Graziano, editado por Sudamericana. Allí podrán comprender desde la monopolización del mercado bancario, bélico y fundamentalmente energético por parte de familias como los Rockefeller, los Morgan, los Rothschild, entre otros nenes, y su injerencia en la determinación de políticas globales desde principio de siglo, hasta, con ese mismo hilo conductor, la conflictiva relación hidrocarburífera sostenida por Bush con la familia Laden. Otra de esas historias de aviones caídos, secretos e ingresos repentinos para los grandes centros de poder.

Los dejo con la última tapa de Barcelona y prometo para la semana, un montaje que me estuvo dando vueltas en la cabeza gracias a los errores de algunos medios y que aún no tuve tiempo de hacer.

martes, 16 de noviembre de 2010

DLXXXV: La vaca

La vaca muge y anda, ignorante e inconciente de su certero y fatídico destino. O quizás lo sepa, igual que todos nosotros, y su ignorancia -sacra eterna inocencia- pase más bien por confiar y querer a aquel que, incesantemente, la alimenta con rigurosidad y en cuantía. Sentires ajenos al raciocinio y el conocimiento empírico de un futuro zigzagueante y sin sendero delimitado. Como ha de ser, sin saber; tristes gotas de vida efímera, exiguos transeúntes del peregrinar constante de la sangre planetaria.

jueves, 28 de octubre de 2010

DLXXX: Huella imborrable

La esquina que llega, la muerte que ahí viene. Retazos ahogados por el desdén del olvido, si la semilla del ad eternum nunca hubiere sido sembrada. Relámpagos en la noche, pasiones del supramundo que reverberan en nuestras vidas, cada vez más cortas, como la nana que de pequeños cantó la abuela a la cabecera del sofá. Huellas tan invisibles como imborrables, se impregnan por acto inerte en el pavimento de lo que fue, relativizando con extrema incerteza el andar de próximos vagabundos. Caminos llenos de huellas, baches y lineas rectas. Hastíos entre las lágrimas de esos recuerdos que son de siempre y que son de todos. Sentires desencarnados que embanderan con militancia, la sangre ya derramada. Y la muerte, esa puta muerte, acongoja hasta al más estóico. Acongoja aunque el ideal, no muera ni en balaceras.

sábado, 21 de agosto de 2010

DLXXIII: La cama

La cama es un buen lugar para morirse. Lentamente, eximido de vanos heroísmos y de pasiones inconclusas. De sentires excelsos y movimientos imprudentes, impertinentes. Los fantasmas de la cama revolotean las callejuelas empedradas del despojo, en la angustia de no tener nadie a quién asustar más que otros tristes muertos, menos blancos, tan diáfanos. Tumba del recalcitrante soñador de realidades, en posición horizontal. La horizontalidad, férrea manifestación póstuma de los cuerpos, muertos sobre un colchón y tantos cojines de pluma blanca. La cama no es un buen lugar para morirse. Es el único o, al menos, el mejor. Para morirse de pena, de tristeza. Para morirse de amor y matarse de enamoramiento. Desfallecer en la caricia dulce que se mece sobre tu espina. Fundirse en ese abrazo. Despedirse mutuamente o en soledad. Exhalar todo el tiempo, deseando que la última sea la mejor. ¿Quién te enseña a morir? ¿Quién estará sentado a los pies de la cama para cerrarte los ojos? ¿Reincidirá ella acariciando mi pelo cuando pretenda revivir? 

viernes, 11 de junio de 2010

DXLIV: A feast of friends



Wow, I'm sick of doubt
Live in the light of certain
South
Cruel bindings.
The servants have the power
Dog-men and their mean women
Pulling poor blankets over
Our sailors

I'm sick of dour faces
Staring at me from the TV
Tower, I want roses in
My garden bower; dig?
Royal babies, rubies
Must now replace aborted
Strangers in the mud
These mutants, blood-meal
For the plant that's plowed.

They are waiting to take us into
The severed garden
Do you know how pale and wanton thrillful
Comes death on a strange hour
Unannounced, unplanned for
Like a scaring over-friendly guest you've
Brought to bed
Death makes angels of us all
And gives us wings
Where we had shoulders
Smooth as raven's
Claws

No more money, no more fancy dress
This other kingdom seems by far the best
Until it's other jaw reveals incest
And loose obedience to a vegetable law.

I will not go
Prefer a Feast of Friends
To the Giant Family.

martes, 4 de mayo de 2010

DXXIX: Asesino

Tengo la foto de un asesino justo debajo de mi foto de perfil. La tengo junto a un escudo de Racing que poco dice de mí, y una foto de Urondo -¿otro asesino?-, que es fin y medios, esencialmente literarios; pero quien dice pluma dice fusil. Asesinar, matar a alguien con premeditación, alevosía, etcétera; Real Academia Española. Asesinar entonces es, en ciertos casos, un acto de dignidad y de honestidad. Alzar el fusil con determinación contra el cráneo de la mentira erigida sobre unas botas de cuero o unos zapatos de gamuza, puede ser una de las mayores verdades de nuestra existencia. La muerte, por sí misma, es la única certeza y es parte del juego que nos tocó jugar mientras el sueño durase. Un sueño rebosante de ideas, sentimientos, dibujos, juegos, amores, abrazos, lágrimas y sonrisas. Y sobre todo, lleno de errores. ¿Apostó por la vida entonces, aquel asesino barbado y de mirada infranqueable? No lo creo. Porque creo que priorizó la verdad, la dignidad y la calidad de vida, antes que una mera subsistencia insustancial. Creo que le abrió la puerta al error y al juicio ajeno, al elegir hacer y no mirar. Otros, tantos otros, cometen la torpeza de creer que jamás se equivocaron, por ser cómplices y pasivos en una orgía colosal que se les desdibuja en la mirada perdida. Y esos juzgan. Todos juzgamos. Todos creemos ser "dueños". Todos deberíamos callar y hacer un poco más. Equivocarnos sin miedo. Confiar en el impulso vital de nuestro corazón. Sepan que esa imagen que hoy aparece a iluminar la columna lateral de Egosincracia, no está ahí porque quede linda la foto de Korda, o porque me posicione como ícono de nada. Sepan que esa imagen está ahí porque comparto y porque creo. Porque la cara blanca que casi se apoya sobre su boina, puede cometer los mismos errores que él si así lo siente.

martes, 23 de febrero de 2010

CDLXXV: Dos textos prestados

Es triste el espectáculo de la gente al acostarse; se ve claro que les importa tres cojones cómo vayan las cosas, se ve claro que no intentan comprender, ésos, el porqué de que estemos aquí. Les trae sin cuidado. Duermen de cualquier manera, son unos calzonazos, unos zopencos, sin susceptibilidad, americanos o no. Siempre tienen la conciencia tranquila. Yo había visto demasiadas cosas poco claras como para estar contento. Sabía demasiado y no suficiente. Hay que salir, me dije, volver a salir. Tal vez lo encuentres, a Robinson. Era una idea idiota, evidentemente, pero recurría a ella para tener un pretexto a fin de salir otra vez, tanto más cuanto que en vano daba vueltas y más vueltas sobre aquella piltra tan pequeña, no lograba pegar ojo ni un instante. Ni siquiera masturbándote, en casos así, experimentas consuelo ni distracción. Conque te entra una desesperación que para qué. Lo peor es que te preguntas de dónde vas a sacar bastantes fuerzas la mañana siguiente para seguir haciendo lo que has hecho la víspera y desde hace ya tanto tiempo, de dónde vas a sacar fuerzas para ese trajinar absurdo, para esos mil proyectos que nunca salen bien, esos intentos por salir de la necesidad agobiante, intentos siempre abortados, y todo ello para acabar convenciéndote una vez más de que el destino es invencible, de que hay que volver a caer al pie de la muralla, todas las noches, con la angustia del día siguiente, cada vez más precario, más sórdido. Es la edad también que se acerca tal vez, traidora, y nos amenaza con lo peor. Ya no nos queda demasiada música dentro para hacer bailar a la vida; ahí está. Toda la juventud ha ido a morir al fin del mundo en el silencio de la verdad. ¿Y adónde ir, fuera, decidme, cuando no llevas contigo la suma suficiente de delirio? La verdad es una agonía ya interminable. La verdad de este mundo es la muerte. Hay que escoger: morir o mentir. Yo nunca me he podido matar.

En Viaje al fin de la noche de Louis-Ferdinand Céline. 

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Pero dos días más tarde (los dos días que Viena, según los resultados de la contabilidad final, terminaría robándole a Londres), cuando entraron a la Osterreichische Galerie, al salón de los Klimt -Rímini desafiante, Sofía débil y adorable, envuelta en un poncho como una beduina invernal, los dos alegrando el aire caldeado con las nubecitas blancas que traían de la calle-, Rímini sintió el amparo de quien vuelve a una patria después de un largo exilio de tristezas. Recorrió las salas, amodorrado por la suave luz amarillenta, y miró los cuadros con un desgano feliz, como si estuviera tan lejos de todos que ni la belleza pudiera malograr su bienestar. Se detuvieron ante El beso y lo contemplaron abrazados, víctimas de ese mimetismo que se apodera de los enamorados cada vez que miran la imagen que siempre han creído que los mira y les habla. “Ya pasó lo peor”, pensó Rímini, y cuando quiso nombrar “lo peor”, lo que le vino a la mente no fue Viena, ni los contratiempos del idioma, ni la fiebre, ni siquiera el dinero y el tiempo que el “error austríaco”, como había pasado a llamarlo, les había robado, sino la simple posibilidad, que no vislumbraba en el futuro sino en el pasado en ese par de horas que dos días atrás había pasado solo, de que Sofía, esa masa de calor pequeña y compacta que ahora se apretaba contra su cuerpo, hubiera desaparecido de su vida para siempre. Como el sobreviviente que cada noche, antes de dormirse, asiste una y otra vez al accidente que casi lo mata, y sólo después de revivir sus pormenores descubre que ese día no hubo distracciones, ni pavimentos mojados, ni autos fatales, y que ese accidente que nunca tuvo lugar aun así le ha robado una parte de su porvenir, abriéndole una herida horrenda en el alma, Rímini volvió a verse lejos de Sofía, se vio sin ella, y esa figura huérfana, como saqueada, lo heló de espanto. Acababa de ver lo que queda de un hombre cuando a todo lo que es, todo lo que cree ser, se le resta la mujer que ama.

En El Pasado de Alan Pauls.

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Gracias M por los cuentitos de las buenas noches.

domingo, 31 de enero de 2010

CDIL: El sabor del poeta

TODD:
Haven't you got poet, or something like that?
LOVETT:
No, y'see, the trouble with poet is
'Ow do you know it's deceased?
Try the priest!

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sábado, 30 de enero de 2010

CDXLVII: Epiphany



I had him!
His throat was there beneath my hand.
No, I had him!
His throat was there and now he'll never come again.
Mrs. Lovett: Easy now, hush love hush
I keep telling you, Whats your rush?
Todd: When? Why did I wait?
You told me to wait -
Now he'll never come again.
There's a hole in the world like a great black pit
And it's filled with people who are filled with shit
And the vermin of the world inhabit it.
But not for long...

They all deserve to die.
Tell you why, Mrs. Lovett, tell you why.
Because in all of the whole human race
Mrs. Lovett, there are two kinds of men and only two
There's the one staying put in his proper place
And the one with his foot in the other one's face
Look at me, Mrs Lovett, look at you.

No, we all deserve to die
Tell you why, Mrs. Lovett, tell you why.
Because the lives of the wicked should be made brief
For the rest of us death will be a relief
We all deserve to die.

And I'll never see Johanna
No I'll never hug my girl to me - finished!
Alright! You sir, you sir, how about a shave?
Come and visit your good friend Sweeney.
You sir, too sir? Welcome to the grave.

I will have vengenance.
I will have salvation.
Who sir, you sir?
No ones in the chair, Come on! Come on!
Sweeney's. waiting. I want you bleeders.
You sir! Anybody!
Gentlemen now don't be shy!

Not one man, no, nor ten men.
Nor a hundred can assuage me.
I will have you!
And I will get him back even as he gloats
In the meantime I'll practice on less honorable throats.
And my Lucy lies in ashes
And I'll never see my girl again.

But the work waits!
I'm alive at last!
And I'm full of joy!

viernes, 15 de enero de 2010

lunes, 11 de enero de 2010

sábado, 2 de enero de 2010

CDXVIII: Tríada, J.L.Borges

El alivio que habrá sentido César en la mañana de
Farsalia, al pensar: Hoy es la batalla.

El alivio que habrá sentido Carlos Primero al ver el
alba en el cristal y pensar: Hoy es el día del patíbulo,
del coraje y del hacha.

El alivio que tu y yo sentiremos en el instante que
precede a la muerte, cuando la muerte nos desate
de la triste costumbre de ser alguien y del peso
del universo.

sábado, 24 de octubre de 2009

CCCLVII: Crepúsculo impío de un nunca más

¿Cuándo llegará el tiempo oportuno para el letargo eterno; cuándo cesará la agonía? ¿Cuándo el aire estallará en plumas blancas; cuándo la vida en flores negras? La lágrima sobre la baranda del puente acaricia sutil la mejilla del desencuentro. Mis manos aprietan. La orquesta resuena. Pandora aguarda en el Olimpo que tome coraje y me acerque a sus brazos, que no son más que continuidad de los míos. Barcos perdidos como el vestigio de un futuro incierto, anáfora del desgarro de un corazón. El llanto. El hoy. Mañana.

lunes, 30 de marzo de 2009

CCXXIII

Otro treinta y el niño que alguna vez fui, se retuerce por las calles venerando sus ángeles perdidos. El polvo de las estrellas, desdibujado en el cielo de los hologramas -sutiles espejismos de seguir viviendo-. El remordimiento fue anticipado; la anticipación, tardía. Todo patas para arriba en un carnaval premeditado que paradójicamente, nos tomó por sorpresa. Y después de muertos, nos echaron a la vida sin preguntar. Así como la primera vez, pero ahora con un paño gris sobre los ojos, anticipando todo lo que aún no habiamos visto, ni volveríamos a ver. Forcejeando con el viento, asaltándolo por la espalda y en un constante estado de sitio emocional, quizás podremos ganar la batalla que libra una marca de jabón para la ropa, y que ya se ha convertido en mi lait motiv existencial.

domingo, 15 de marzo de 2009

CCX

Sigo sin entender las guerras, sigo sin entender el fútbol. Definitivamente las pasiones futbolísticas o nacionalistas, nunca me han tocado lo suficientemente de cerca como para hacerme llegar a comprender a quienes mueren -y lo que es peor, matan- defendiendo sus colores. Azules y amarillas, celestes y blancas, por dogmas ideales o descensos directos; la muerte no cuaja en mi ecuación. Será que además de ser poco comprensivo, nunca me apasionaron las matemáticas.

sábado, 21 de febrero de 2009

CXCIV - Hurtos 5: Noemí Cruz

El sábado pasado no "hurtamos" nada. No lo hicimos porque me pareció fiel recordar el día del amor en tiempo presente, y no días antes o después. Llegar a destiempo a veces es oportuno; cuando se trata de amor, la puntualidad es motivo que damos a nuestros labios para dejarse llevar en una sonrisa. Hoy comparto un texto que me llegó desde Salta, escrito por Naomí Cruz -Coordinadora de la Campaña de Biodiversidad del NOA, Greenpeace Argentina-. Así como la poesía forma nuestras "formas", la crudeza de esta realidad, encrudece nuestras realidades. Siéntanlo en lo más profundo, como un cuento de Julio, o un soneto de Bernárdez.


Mi primera impresión en la cima de una palizada fue de desazón. Desde allí se ve al río herido por tanta maquinaria que orada en su base, los árboles arrastrados que ya son residuo muerto.

La gente, que quedó con lo puesto, palea el barro de las casas, el sol levanta un vapor pestilente. Hay mosquitos hambrientos, animales muertos aún tirados y gente desaparecida.

Allí anduve en los pozos dejados por el alud. Poco después me indicaron retirarme de la zona por el riesgo de explosivos provenientes de las empresas petroleras que fueron arrastrados por el alud. Ya habían desactivado algunos encontrados y decían que hasta un celular podría detonarlos. Además, con mis pies descalzos, como los del resto, estaban expuestos a las víboras.

Nuestro objetivo era mostrar cómo la deforestación de las cabeceras ha agravado el aporte de material del alud. La tala ilegal y los “descabezamientos” de cerros hechos por las petroleras, son grandes responsables del desequilibrio del río. La falta de controles ambientales, la planificación urbana inadecuada y el ordenamiento de bosques deficiente que postula la provincia, posibilita que un evento como este se repita cada tanto.

Tartagal...

A los catorce años, yo conocí a los Chané y sus hermosas máscaras, cerca de la ruta 86, los admiré andando a pie en las sendas de brasa, y los vi cuando sobre una cuesta, ellos se fueron al atardecer, llevando grandes hojas de tártago a modo de sombrillas sombreando sus rostros redondos.

Esta vez ya no los vi. Ese lugar es una extensión alfombrada de soja, y desde allá se puede ver el silencioso horizonte. La cuesta es un barranco que avanza cada año llevándose la escasa tierra empobrecida que les queda a los wichi de Misión San Benito.

A los pocos y raquíticos tártagos de la orilla, y a quienes pasen por ahí, los fumigan para que no molesten la soja.

El agua contaminada que escurre por falta de raíces que la dirija, llevada por canales, va a parar a la comunidad San Benito, que está justo al lado del desmonte, que antes era pródigo monte que les daba alimento.

Para llegar a sus casitas de plástico, que antes eran de paja que ya no crece, debimos cruzar un portón con candado, del cual el cacique tiene llave. Un tal Estrela cerró el campo de soja con los wichi dentro.

Una vez allá, a sólo 7 Km. de la ciudad de Tartagal, tratamos de documentar pruebas sobre la afectación de los desmontes para la audiencia de la Corte Suprema de Justicia, que se hará pronto en Buenos Aires.

Allá llegué, en representación de Greenpeace, acompañando a Reynaldo, cacique de Misión San Benito. Monitoreamos y documentamos el avance de la erosión y la remoción del suelo por falta de cobertura vegetal en la cuenca del río Tartagal, Casi 5.000 ha de soja cubren esta zona, son desmontes sin cortinas, hechos por Juan Estrela y al lado los de Juan Kutulas.

Mientras andamos por el campo, un avión pasa fumigando encima nuestro, más tarde se nos fumiga también por vía terrestre. A ellos no les importa que los wichi vivan allí al lado, lo que si importa es que la soja crezca sana.

Me siento impotente de solo ser yo. Sin embargo, siento que ellos saben que a nosotros nos importa su penuria. Estamos a su lado para intentar cambiarla.
Pienso entonces en "nosotros". Tal es el calor que hasta el mismo sol resopla, me da en la cara para despertarme y sé claramente que no soy solo yo.

Entonces... vuestros alientos están allí, y mis pies son mas firmes en el barranco.

martes, 10 de febrero de 2009

CLXXXV

Estoy tan solo, tan irremediablemente solo, que vivo deambulando entre seres ajenos y desdeñosos. El amor imposible sigue allí, inmaculado, y mientras yo no tengo otro remedio que consolarme con Sofía y su cápsula; fundirme con Jimena, en la Premium; matarme con F. en la Vip. Y digo F. por el maldito temor al prejuicio social. Lo más triste de esta historia, lo que escurre mi corazón hasta secarlo en lágrimas de sangre, es que más allá de mis visitas y mi cariño, ellos suelen estar ausentes. ¡Siempre ausentes! La situación es intolerable, vasta cantidad de veces he pensado en lo peor, en la oscuridad, en una húmeda mirada por la ventanilla, un tibio adiós y un viaje hacia el nunca jamás. Pero algo, una pequeña cosa, diminuta, que habita en mi corazón, comenzó a moverse. Gracias a ella, estoy amando cada uno de mis momentos de soledad, aunque nunca encuentre a nadie en su casa.

miércoles, 28 de enero de 2009

CLXX

La atmósfera se exprime a sí misma, librando al universo todo el sudor ajeno que la compone. Una sustancia pastosa, entreverada de sudor y sangre, protegiendo a los más suertudos del los rayos del Sol padre, que ilumina y arde. La baba rojiza chorreando obscenamente del inescrutable paño atmosférico, nos invita al deleite, a los ojos abiertos, a un grito ahogado. Un túnel, un túnel pasajero es pasaje al devenir. Mis ojos esféricamente abiertos, lo observan en su creación (¡divina creación!). Y me inmiscuyo en su entraña, con repulsión, con el vómito entre los dientes; sintiendo hechas carne, a las transpiradas efigies que cuidan silenciosamente de mí. Fluctuando entre la excitación y el homicidio de mi propia condición humana, exijo me digan cuál es el fin de este túnel... Sean capaces de develar el secreto; entre la vitalidad de la tierra jamás será revelado. O mejor no digan nada, y acompáñenme. Acompañen a contagiarme de su sangre, a beber el brebaje sudoroso de todo ser igual a mí. Pegoteémonos, acongojémonos, vivamos el festín de los muertos. Sus almas corren inquietas por el infierno, entre el fuego pasional y los latigazos del diablo, adorándolo por su generosidad. Y el hombre, olvidado; su crueldad, perdonada. Su futuro... colgelado.