La revolución es azul, como azul eterno es la nostalgia y azul oceánico, la añoranza. La paleta deviene en pentagrama cuando el pincel se le atreve a su clave del sol, al compás que se siente y no se oye, sino entre menores y bluenotes. En la voz de Serrano o BB King, en el cielo o en el agua, el planeta desde lejos, los abrazos de ocaso. Fuertes sus abrazos, más sentidos que ninguno. No nos pertenecemos, nos vemos cuando el sol dispone, segundos hilvanados entre la inmensidad de las horas. La sonrisa que traza un horizonte arqueado de inocencia y de la carga sobre su lomo, es el suspiro que ejecuta la esperanza e ilumina la noche del bosque encantado, sorteando árboles parlantes y engaños maliciosos de un fauno cautivo del dominio humano, envenenado tras tanto pensar y padecer pensamientos ajenos. Allá vas, saltando inquieta de casillero en casillero, aprehendiendo el juego de la vida de a saltitos inestables y efímeros pies sobre la tierra. Segundos de magia. Horizontes que se disfrazan de vos en el extremo de los días. Y mientras tanto, yo me esfuerzo vanamente por un adquirido título nobiliario. Cómo quisiera ser el príncipe que te viviera cuarenta y tres veces al día, con el simple movimiento de mi silla. Amputando así de cada sentimiento, su innecesaria cuota de tristeza.
martes, 4 de mayo de 2010
DXXVIII: B 612
La revolución es azul, como azul eterno es la nostalgia y azul oceánico, la añoranza. La paleta deviene en pentagrama cuando el pincel se le atreve a su clave del sol, al compás que se siente y no se oye, sino entre menores y bluenotes. En la voz de Serrano o BB King, en el cielo o en el agua, el planeta desde lejos, los abrazos de ocaso. Fuertes sus abrazos, más sentidos que ninguno. No nos pertenecemos, nos vemos cuando el sol dispone, segundos hilvanados entre la inmensidad de las horas. La sonrisa que traza un horizonte arqueado de inocencia y de la carga sobre su lomo, es el suspiro que ejecuta la esperanza e ilumina la noche del bosque encantado, sorteando árboles parlantes y engaños maliciosos de un fauno cautivo del dominio humano, envenenado tras tanto pensar y padecer pensamientos ajenos. Allá vas, saltando inquieta de casillero en casillero, aprehendiendo el juego de la vida de a saltitos inestables y efímeros pies sobre la tierra. Segundos de magia. Horizontes que se disfrazan de vos en el extremo de los días. Y mientras tanto, yo me esfuerzo vanamente por un adquirido título nobiliario. Cómo quisiera ser el príncipe que te viviera cuarenta y tres veces al día, con el simple movimiento de mi silla. Amputando así de cada sentimiento, su innecesaria cuota de tristeza.
martes, 7 de julio de 2009
CCLXXI: Le petit et noir prince...
sábado, 31 de enero de 2009
CLXXIII - Hurtos 3: Antoine de Saint-Exupery
"El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
-Por favor... domestícame -le dijo.
-Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no fienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, Ios hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
-¿Qué debo hacer? -preguntó el príncipito.
-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio ún poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la feliçidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -inquirió el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando eI día de la partida:
-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
-Ciertamente -dijo el zorro.
- Y vas a llorar!, -dijo él principito.
-¡Seguro!
-No ganas nada.
-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.
Y luego añadió:
-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.
Y volvió con el zorro.
-Adiós -le dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos."
Antoine de Saint-Exupery