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lunes, 19 de octubre de 2015

Pilar Adón: “A nuestros demonios les encanta mandar sobre nosotros, pero lo más sensato es relegarlos a un rincón donde no den la lata”

copy Ignacio Gil
Pilar Adón (Madrid, 1971) ha publicado los libros de relatos El mes más cruel (Impedimenta, 2010), por el que fue nombrada Nuevo Talento Fnac, y Viajes Inocentes (Páginas de Espuma, 2005), por el que obtuvo el Premio Ojo Crítico de Narrativa, así como la novela Las hijas de Sara (Alianza, 2003), considerada una de las diez mejores obras de ese año. Ha sido incluida en diversos volúmenes de relato, entre los que destacan Cuento español actual (1992-2012), recientemente publicado por Cátedra, y también ha incursionado en la poesía. En 666 invoca a terroríficos Espíritus familiares, sobre los que ahonda en la siguiente entrevista.

Para quien no haya tenido aún la ocasión de leerlo, ¿de qué trata Espíritus familiares?
Para mí es una historia de terror. Así la concebí y así quise escribirla. Se mezclan en este relato muchos de los componentes que más me estremecen: el desarraigo (espacial y sentimental), la soledad absoluta, la pérdida de control de lo que sucede y la sensación de que lo irracional lo domina todo. Cuando algo no tiene explicación y, además, no es benéfico sino, como en el caso de este relato, destructor, funesto, hay pocas vías por las que escapar. Y es necesario hacerlo. La protagonista de Espíritus familiares no lo logra y se ve atrapada en una sutil trampa: la de la dependencia, la de la obediencia debida. Es como si la persiguiera cierto fatalismo que forma parte de la historia de su familia. Y ella no se puede sustraer a él. Es algo inevitable. Y es justamente ese elemento de inevitabilidad, de inexorabilidad, lo que me parece terrorífico.

En algunos de los relatos incluidos en 666 se nos muestran demonios familiares e infiernos privados. Habrá quien se pregunte si, en el caso de que hubieran sido escritos por hombres, ofrecerían quizá una perspectiva más pública de lo maligno…
No lo sé. Me parece un tópico decir que la dimensión creativa femenina es más introspectiva, más sutil, o que los infiernos en las mujeres ocurren de puertas adentro pues la casa es el campo de juego natural de nuestro devenir. De un devenir privado. El que hable en mis relatos de espacios cerrados y de relaciones claustrofóbicas no se debe tanto al hecho de que sea mujer como a que los conflictos que se desarrollan en el ámbito familiar (con sus sutiles mecanismos de poder, chantaje y dependencia) me resultan más interesantes y desgarradores que los que se puedan ocasionar en cualquier otro ámbito. Aunque también podrían tener lugar en un colegio o entre los miembros de la tripulación de un barco que navega por el océano, lugares más públicos, pero también cercados. En cualquier espacio en el que se escenifique una jerarquía y unas relaciones de poder muy marcadas.

Cuando Fausto firma el contrato con Mefistófeles, descubre en su brazo la inscripción “Homo fuge” (hombre huye). La protagonista de Espíritus familiares, Rebeca, es una joven universitaria en fuga. ¿Se puede huir del dolor que “succiona y aniquila”?
Lo mejor es no caer en él. No buscarlo ni provocarlo con actitudes mentales poco sanas. Influidos por la cultura occidental, por las religiones del Libro, seguimos arrastrando la creencia de que estamos en este mundo para sufrir y purgar algún tipo de pecado original, de cuya sombra no nos podemos sustraer (nos toca pagar por ser hombres y ser libres). La culpa nos acompaña durante toda nuestra vida, y sólo nos libraremos de ella en la siguiente. Sin embargo, huir de ese destino es lo que nos hace verdaderamente humanos. Es entonces cuando descubrimos que las salidas no están lejos, y que es aquí y ahora cuando debemos librarnos de tanto dolor y de la muda acusación que constantemente cae sobre nosotros cuando parece que nos “atrevemos” a ser felices. Soy consciente, en cualquier caso, más allá de aspiraciones y pretensiones, de que el dolor va con nosotros y de que huir es complicado. Huir, además, es una palabra que tiene mala prensa. Parece que hay que aguantar lo que toque e intentar soportarlo con resignación, aunque, de nuevo, creo que ese aguante vuelve a ser una derivación de unos preceptos religiosos mal entendidos. Cuando algo no va bien, es mejor intentar cambiarlo. O huir. No estoy en absoluto de acuerdo con eso de “Más vale lo malo conocido…”

Su relato está lleno de sonidos. Cierto ruido exterior a Rebeca, conformado por el rugido del viento,sonidos de neumáticos sobre el asfalto mojado, voces de transeúntes, llantos de niños, aullidos de perros… Un ruido enunciado que sintoniza bien con el desorden interno de su protagonista…
El ruido es una forma más de encarnación del mal, y los que vivimos en Madrid y lo sufrimos segundo tras segundo lo sabemos bien. Las grandes ciudades pueden ser desquiciantes, muy agresivas. La ciudad es caos. Es actividad, potencia. El desorden, la intrusión, esa violencia que forma parte de la atmósfera de las ciudades que no duermen, me vienen como anillo al dedo para ambientar y caracterizar el sufrimiento de Rebeca. La electricidad de fondo, el murmullo continuo que nunca cesa, ese muro sónico que está detrás de nuestra vida cotidiana, son un reflejo del rumor de pensamientos obsesivos que nos inundan y que nosotros obviamos porque si no lo hiciéramos, nos volveríamos locos. Hasta que esos pensamientos toman el control. La reflexión ha de hacerse en silencio. La creación necesita silencio, al menos exterior y al menos para mí. Sé de otras escritoras que crean rodeadas del rumor de la ciudad, y que se sienten acogidas por él. Para mí el ruido es un intruso indeseado.

Si no podemos refugiarnos en la locura para preservarnos de nuestros demonios, ¿qué nos queda?
La cordura. Sin duda. Siempre la cordura y la serenidad. A nuestros demonios les encanta mandar. Mandar sobre nosotros. Conducirnos, llevarnos de la mano por donde ellos quieren. Pero lo más sensato que podemos hacer es relegarlos a un rincón donde no den la lata y donde podamos tomarlos como lo que son: entes molestos a los que hay que ignorar.

En su relato se nos habla de una barandilla “mojada aunque no hubiera llovido”, un árbol “caprichoso y descomunal”, criaturas inconcebibles… Sin embargo, lo realmente pavoroso de su cuento es una especie de amor… que no sé definir. ¿Me ayuda?
Es el amor a una madre. Con todo lo que conlleva. Aunque parezca lógicamente inconcebible para el personaje, aunque ella sepa que su madre no está, lo cierto es que de una manera demencial, irracional, la ve. Habla con ella. Y si la madre le dice que desaparezca, ella desaparece ya que le parece inimaginable que su madre pueda buscar el mal para ella. En el fondo, Rebeca siente que cierra un círculo. Un círculo que se abrió con la muerte de su madre y que todavía no se había completado. Y, mientras tanto, subsisten la culpa y los reproches y el hecho de que sienta que no cumplió con su deber en su momento ni con lo que se esperaba de ella, y que lo más lógico sería estar con quien más quiere. Y sólo existe una manera de hacerlo. He ahí el elemento terrorífico que subyace en el relato, bajo mi punto de vista: el deseo de morir, de anularse, de desaparecer, se encarna en la persona a la que más se quiere de manera instintiva, por naturaleza. Y esa persona, además, colabora en su destrucción.

‹‹Mi madre es un pez>>, dice Vardaman Bundren en Mientras agonizo. ¿Qué es, por todos los demonios, la madre de su relato?

Todo el mundo fantasea con su propia muerte. Y con la muerte de la gente a la que quiere. Forma parte de nuestras imaginaciones más secretas. Para el catolicismo, el suicidio es el máximo tabú. Es inconcebible. Es el pecado imperdonable.Sólo dos seres son capaces de darnos la vida y sólo ellos, en una especie de razonamiento consecuente,tendrían la supuesta potestad de quitárnosla. Una es Dios. Otra es nuestra madre. Cuando ya ni siquiera Dios (para el que cree) puede aportar motivos suficientes para seguir, parece lógico que sea sólo esa persona física quien pueda autorizarnos a devolver el regalo envenenado. Así, la madre de Rebeca es la única voz autorizada para pedirle que confíe en ella y que la siga para acabar de una vez con todo.

miércoles, 29 de abril de 2015

Marta Sanz: “Los fantasmas nunca son sobrenaturales”


Marta Sanz (Madrid, 1967) ha recibido numerosos premios por su obra, que comprende novela, relato y poesía. En 2006 quedó finalista del premio Nadal con Susana y los viejos. En 2013 su novela Daniela Astor y la caja negra (Anagrama) obtuvo los premios Tigre Juan, Cálamo-Otra mirada y Estado Crítico a la mejor novela de 2013. Ahora, en 666, nos ofrece un Exorcismo contra el terror que, según dice, siempre “está en la materia y no en lo sobrenatural”.

¿Qué hay detrás de su relato, titulado Exorcismo?
La sospecha de que las cosas se vuelvan extrañas por efecto de la percepción sensible de la realidad. De que el terror está en la materia y no en lo sobrenatural. La realidad se vuelve siniestra cuando la atraviesa el hambre, la enfermedad, el paro y las alienaciones. Quitarnos esos demonios del cuerpo pasaría por iniciar una revolución en lo colectivo que afectara la moral individual de cada ser humano. 

¿Hay conjuro posible para sacarse al demonio de la enfermedad, la vejez y la culpa del cuerpo?
Para curarse de la enfermedad y de la vejez no hay conjuro posible más allá de aspirar generosamente a no amargarles la vida a los demás. Para curarse la culpa, sí, para eso hay conjuros que tienen que ver con la reformulación del sentido de la responsabilidad, y de los conceptos de egoísmo y de una fraternidad laica, no confesional. Para curarse la culpa puede ser muy estimulante la literatura: la visión transgresora que propician ciertos proyectos literarios y muy concretamente el género de terror como parábola política.

Su relato cuenta cómo el diablo se instala entre un padre nonagenario y su hija. Cuando tenemos el infierno en casa, ¿solo nos queda el Orfidal?
O la eutanasia como acto de compasión hacia el otro o hacia uno mismo. 

Asociamos el mal a “las guerras y los brokers y los hackers y los lakers y los crackers”, pero los demonios de Exorcismo son familiares e íntimos, no sobrenaturales. ¿Estamos condenados?
En efecto, los fantasmas nunca son sobrenaturales: no tienes más que acordarte de la institutriz de Otra vuelta de tuerca o de esa película terrorífica titulada Requiemen la que el entorno fanático en el que se ha criado una mujer la lleva al convencimiento de que está endemoniada. Lo más estremecedor es que la película está basada en un hecho real acaecido en Alemania en los años setenta. En cuanto al carácter íntimo de los demonios, no creo que se pueda separar el yo del nosotros y, en ese sentido, compartimos los fantasmas porque compartimos las carencias, los tabúes, las obsesiones colectivamente. Las represiones individuales, el miedo o la frustración cristalizan entre cuatro paredes y cada uno las vive con una impronta específica, pero no surgen por generación espontánea: tienen que ver con el aquí y con el ahora, con lo común más que con lo singular.

¿Por qué sus obras siempre están llenas de objetos cortantes, como la tijeritas, sacacorchos, cuchillos, cactus y agujas de Exorcismo? ¿Por qué pinchan tanto?
Supongo que porque me interesa la sangre, lo interior, el cuerpo como corteza que esconde lo obsceno y lo líquido, lo informe, lo que no se puede mostrar y nunca es etéreo sino lacerantemente material, cárnico… A veces siento que mi escritura es un poco baiconiana. En todo caso, para romper la cáscara del cuerpo hacen falta filos.

Articula su relato en tres partes: Un dolorcillo inexplicable, Papá y Por encima de tu hombro. Y numera cada párrafo: 6 la primera parte, 23 la segunda y 6 la tercera. 6-23-6. ¿Se trata de alguna referencia bíblica?
Pues no lo había pensado, pero supongo que los números casi siempre tienen ese efecto mágico: como casi nunca los entendemos, creemos que por debajo esconden mensajes cifrados o referencias ocultas. El oxímoron entre la física y metafísica, la ciencia y la poesía, la música y la religión, el universo que abre la fantasía pitagórica, el misticismo y la numerología forman parte de nuestro imaginario y, por lo que veo funcionan en el texto para sugerir mensajes que en este caso la escritora no había previsto. ¡Bien por la lectora!

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cristina Cerrada: “Cuando los demonios afloran, ya nada o casi nada puede pararlos”

La escritora Cristina Cerrada (Madrid, 1970) participa con su relato Soldaditos de plomo en la antología 666, en la que seis escritoras españolas ofrecen su particular visión sobre lo maligno y el demonio. Doctora en Estudios Literarios, Cerrada es directora académica de Focus On y autora de los libros Noctámbulo, IV Premio Casa de América; Compañía, II Premio Caja Madrid;  Calor de Hogar, S.A., X Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla; Alianzas duraderas; La mujer calva, XIV Premio Lengua de Trapo; Anatomía de Caín y Cenicienta en Pensilvania, XLI Premio Ciudad de Barbastro.

Sin destripar su relato, ¿de qué demonios nos hablan sus Soldaditos de plomo?
«Todas las familias felices se parecen. Las desgraciadas lo son cada una a su manera». Así comienza Tolstói Ana Karenina. Porque, en efecto, la infelicidad cotidiana es algo apenas perceptible. Se cuela, en forma de fantasma, o alien, o demonio, se infiltra y va tomando posiciones, imperceptiblemente, hasta que tal vez ya no hay nada que se pueda hacer.

Reconozco que me da más miedo el matrimonio que retrata su cuento que el contenido de la caja que su protagonista devuelve y la raya de luz amarilla en el suelo…
Lo que no se ve es lo que más miedo da. Lo que no se sabe. Lo que no se nombra. Esa caja contiene soldados, guerreros, podría ser la caja de Pandora. Hay que devolverla, por si acaso con ella se va lo que simboliza.

Su protagonista está siempre atento a lo que su mujer, Miriam, opina o quiere, aparentemente pusilánime o resignado, hasta que hacia el final del relato muestra una resolución no exenta de violencia y, de nuevo, de duda. ¿«Miriam tiene razón»?

Esa duda es lo que realmente se vuelve contra los dos. Él exige a Miriam que le guíe, que decida ella, al precio de ser su esclavo, un fantasma sin voluntad. Ella le exige a él que mantenga la paz, que no muestre desacuerdo o conflicto. Por eso, cuando ella no tiene la iniciativa de acabar con el problema que, según ella, él ha traído a casa, toda la agresividad de ambos se vuelve hacia el niño, lo «que han hecho» entre los dos.

Soldaditos de plomo rezuma violencia…
A menudo llamamos demonios a aquellos aspectos de nuestro carácter de los que nos avergonzamos, los que ocultamos a todos y que afloran solo en circunstancias especiales. Los demonios, así llamados, de nuestro carácter, son a menudo una forma de proyectar fuera nuestra propia ira, agresividad e intolerancia. Y es ese idílico terreno de la cotidianidad, frecuentemente, el hogar, su escenario más sagrado. Cuando los demonios afloran, ya nada (o casi nada) puede pararlos...

¿Mejor dejamos la puerta cerrada?
La puerta siempre está, de alguna manera, cerrada. Ese ocultamiento está en el origen de lo tanático. Pero también de lo erótico. La puerta no es únicamente lo que nos mantiene alejados del horror. También es el velo, el zapato de cristal, lo que nos incita a pensar en el otro lado. En «lo otro». En el otro. Y a desearlo.

Utiliza frases de aliento extremadamente corto, fracturadas. Como dijo Henry James, ¿la idea y la forma son la aguja y el hilo?
Íntima e inexcusablemente. Hay textos cuyo significado es su forma. Como en la poesía. Todo texto literario, en mi opinión, es poesía, en el más amplio significado del término. Lo es etimológicamente, y lo es por tradición. Poesía era para los griegos lo que para nosotros es hoy lo literario. Más que la aguja y el hilo, verba y res, como creía Octavio Paz, son la misma cosa. Ritmo. Pulso. Respiración. Como lo es una melodía. No se puede decir que el comienzo de la quinta sinfonía de Beethoven podría «decirse» de otra manera. «Es» esa manera. «Es» lo significa. O significa lo que «es». Jajaja, un galimatías, lo sé. Como diría Mago, el personaje de Martin Scorsese, a Travis, en Taxidriver, «¿Qué quieres? No soy Bertrand Russell».

lunes, 8 de septiembre de 2014

Esther García Llovet: “Debajo de tanta mala baba y tanto cabreo somos buena gente”


Esther García Llovet nació en Málaga en 1963 y vive en Madrid desde 1970, donde estudió Psicología Clínica y Dirección de Cine. Ha publicado Coda (Lengua de Trapo 2003), Submáquina (Salto de Página 2009), Las crudas (Ediciones del Viento 2009) y Mamut (Malpaso 2014) y colaborado en los magazines El Asombrario y Microrrevista. La antología demoniaca 666, recién publicada por Suburbano Ediciones, incluye un relato suyo, Un buen día lo tiene cualquiera, en el que García Llovet nos habla del demonio de la caridad mal entendida.

¿A qué demonios se enfrentan los personajes de la pequeña colmena del bar El Quinto Gallego?
Se enfrentan al demonio de la caridad mal entendida, mal entendida por Candy, claro. Creo que hay algo peligroso o manipulador cuando hacemos un favor que nadie nos ha pedido, que hay una forma de moral que confunde las necesidades propias con las ajenas, cierta condescendencia que puede hacer más daño que otra cosa. Los amigos no hacen eso, está claro. Un amigo sabe siempre cuándo tiene que quitarse de en medio.

¿Estamos ante un infierno helado de estrecheces económicas?
Estamos ante una crisis que está sacando lo mejor y lo peor de cada uno . En las situaciones así es cuando  no nos queda otra que ver quién somos cuando todo se pone feo.

Su relato es muy castizo, muy madrileño, pero habla del demonio de la crisis que es global. ¿Por qué se desarrolla en Madrid?
Porque todos los fines de semana desayuno en El Quinto Gallego, en mi barrio de Begoña, que es tal cual lo he descrito, lleno de pensionistas y parados jugando a la tragaperras.

Un buen día lo tiene cualquiera está cargado de humor e ironía. ¿Será que hay que mantener el tipo hasta en el infierno?
El humor nos salva hasta del paraíso.

Es un cuento muy garcíallovetiano, en las antípodas de lo obvio… ¿Cómo se construye una voz narrativa tan personal como la suya?
Eh. Ni idea.

Tengo la sensación de que actualiza usted viejos motivos de la tradición literaria española, como la novela picaresca y su moral de la supervivencia, o el realismo crítico, ¿me equivoco?

No escribo realismo crítico, al menos no voluntariamente. He querido hacer un homenaje a mi barrio, a la amistad y algo muy español, que es ese tremendismo del que salimos siempre de una forma algo disparatada. Creo que debajo de tanta mala baba y tanto cabreo –independientemente de la crisis- somos buena gente. Dramáticos, pesimistas, un poco rusos en eso. Pero los mejores amigos de nuestros amigos. No me cabe duda.

martes, 22 de julio de 2014

Elia Barceló: “Si el diablo existiera, encontraría muchísimas personas dispuestas a vender su alma”

copy Pablo. A. Mendívil

Elia Barceló (Alicante, España, 1957) es doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Innsbruck. Ha publicado relatos, novelas policíacas, históricas, realistas, de ciencia ficción, para jóvenes, ensayos y está considerada como una de las  tres grandes escritoras en lengua española de género fantástico. En  este campo ha recibido el Premio Ignotus 1991, el Premio UPC de Ciencia Ficción 1993 y el Premio Gabriel 2007, que se concede a las más importantes personalidades del género fantástico en España, siendo la primera mujer en conseguirlo. En '666', la antología de relatos sobre el demonio recientemente publicada por Suburbano Ediciones, nos ofrece un cuento realista en el que retoma un tema que ya ha tratado en otras obras: el pacto con el diablo.
Dígame la verdad: ¿Cree en el demonio?
Yo nunca he creído en él, ni siquiera de pequeña cuando nos obligaban a ir a la iglesia y trataban de asustarnos «por nuestro bien». Luego, poco a poco, empecé a leer textos que trataban del demonio de modo literario, mítico, y empecé a interesarme cada vez más desde un punto de vista, digamos, especulativo, intelectual. Me fascinó el Satán de Milton, me divirtió el de Torrente Ballester, en Don Juan, me gustó el enfoque de Stephen King en La tienda… Yo misma escribí una novela sobre el diablo: El contrincante, en la que hablo de mi visión de él.
Y, ¿cuál es su visión sobre el diablo en El negocio de tu vida?
Me atrae la figura del tentador, la fragilidad humana, lo fácil que parece ser (vista la situación política por la que atravesamos, o más bien que nos atraviesa) comprar a la gente, sobre todo si la contraprestación es algo tan difuso como el alma. Quiero decir que en los antiguos cuentos folclóricos muchas figuras mágicas piden tu primogénito a cambio de sus servicios. Y ese es un precio muy alto y muy duro de pagar. Cuando llega el momento, todos los personajes intentan salirse del trato. Pero el alma, sobre todo hoy en día, es algo que no parece gran cosa a cambio de conseguir lo que uno desea. Por eso mi visión del tentador en esta historia es simplemente una agencia que te ofrece lo que más deseas a cambio de algo que en un primer momento no parece mucho.
Una ganga…
Sí, el negocio de tu vida; como por ejemplo esos fantásticos créditos que daban los bancos hasta hace muy poco para que pudieras permitirte no sólo la casa de tus sueños sino los mejores muebles y un coche nuevo para que todo estuviera a juego. Lo de que quieren quedarse tu alma es algo que no entra en el trato oficialmente. Eso te lo dicen luego, cuando casi ya no tienes salida. Primero te ofrecen 666 euros por tu alma, pero es casi una broma. Cuando te confías, te dan lo que más deseas a cambio de un precio llevadero; cuando te has acostumbrado y ya no puedes salir, entonces es cuando te compran para la eternidad. Y todo a cambio de las mismas tentaciones de siempre: dinero, poder, belleza, juventud, larga vida… Los humanos somos muy previsibles.
¿Por qué eligió ese enfoque?
Porque quería hacer un cuento realista (una vez aceptada la premisa de que esos seres existen, lo demás es perfectamente realista), no mágico ni sobrenatural. Caso de existir, me figuro que el diablo se presentaría en cada época del modo más efectivo. Y en la nuestra lo más efectivo es un tándem hombre-mujer, altamente profesionales, que no ofrecen un milagro sino un negocio. También me parecía importante resaltar la anonimidad de los grandes resortes que mueven hoy en día nuestra sociedad. Todo son enormes consorcios anónimos con los que el individuo no puede enfrentarse. Te ofrecen servicios altamente personalizados, customizados, como los llaman ahora, totalmente a tu medida, pero cuando quieres protestar, cuando no estás de acuerdo o sientes que te han estafado, no tienes con quién hablar, no hay responsables, no hay rostros ni nombres, sólo marcas y logos y etiquetas, o un simple número de teléfono. Por eso también me imagino así el servicio de reclutamiento infernal del siglo XXI.
Juraría que El negocio de tu vida tiene puntos en común con otro de sus relatos, La tienda de Madame Chiang, en la que Charlie y Nora, un matrimonio en crisis, compran tiempo y recuerdos románticos a cambio de vender una parte de su alma a la mefistofélica Madame Chiang…
Pues sí, tiene puntos en común porque es un tema que me interesa mucho y que he usado en ese relato y ahora en éste. Pero en La tienda de Madame Chiang hay más felicidad en el pacto. Nora va a morir de todos modos y, con el trato, sus últimos meses son más dulces. Charlie también consigue lo que desea aunque, como tantas veces, el éxito le sabe amargo. Sin embargo Madame Chiang no comercia con sus almas. Es todo muy pragmático: tiempo, dinero, recuerdos. La trascendencia no entra en la cuestión.
En el caso de El negocio de tu vida el punto de vista oscila entre Marlene, una mujer en los cuarenta presumida y caprichosa, y Franz, un fracasado económico. ¿Por qué optó por ese desdoblamiento?
Trataba de crear una especie de ejemplo en el sentido medieval y cristiano del término y para ello me parecía importante que hubiera dos tentadores y dos víctimas, aunque lógicamente los papeles femenino y masculino podrían intercambiarse sin que pasara nada. Me pregunté, mirando a mi alrededor, qué es lo que más parece importar hoy en día; a cambio de qué estaríamos los humanos dispuestos a dejarnos tentar. La riqueza siempre ha sido uno de los mayores deseos del individuo, pero nunca hasta nuestros días ha sido tan importante la belleza física, la juventud. Pensé que sería interesante tener dos ejemplos de los dos deseos.
Además me parecía muy revelador de nuestra época usar esos deseos tan superficiales, tan tontos en la base, pero que tan importantes parecen ser hoy en día. Quiero decir, que si hubiera usado la salud, por ejemplo, el que el personaje quiera que lo curen de un cáncer terminal o que su hija no tenga que pasar por una esclerosis múltiple, o que un tetrapléjico quiera recuperar la movilidad, entonces ya no sería realmente un cuento de miedo, ni una crítica social. Casi cualquier lector entendería que el protagonista estuviera dispuesto al trato.
¿Por qué a Marlene le tienta la belleza y la juventud y a Franz el dinero y no al revés?
Porque es un relato y no tenía espacio para crear lo contrario; en una novela habría podido hacerlo. Me explico: necesita menos páginas construir un estereotipo y concentrarse en qué pasa después, que crear dos personajes alejados del cliché de modo que resulten convincentes para el lector y luego entrar en el problema. Además eso corresponde a los papeles que esta sociedad altamente consumista y cosificadora nos ha adjudicado a hombres y mujeres: ellos deben ser unos triunfadores, tener dinero y éxito en los negocios para poder proteger, mimar, hacer regalos. A ellos el envejecimiento se les permite mucho mejor; incluso se dice (cuando un hombre ha tenido éxito en lo que hace y es rico) que están mejor de maduros que de jóvenes. Con nosotras es al contrario: en cuanto envejecemos ya no nos tienen en cuenta, por muy buenas que seamos en nuestro oficio. Las mujeres debemos ser siempre jóvenes y bellas o al menos parecerlo, a costa de lo que sea. No hay más que echar una mirada a las revistas femeninas, los anuncios publicitarios, la televisión o el cine o fijarse en el hecho de que excelentes actrices dejan de tener ofertas de buenos papeles en cuanto cumplen los cuarenta.
He escrito en Google  «Cómo vender mi alma al diablo» y me han aparecido 645.000 resultados en 0,40 segundos. ¿Estamos locos?
Supongo que sí, al menos un poco. Hay también muchos curiosos, muchos esotéricos y seguro que también muchos desequilibrados. Por otra parte, estoy convencida de que si el diablo existiera y ofreciera tratos como el de mi relato, encontraría muchísimas personas dispuestas a vender su alma. No hay más que ver cómo ya tantos venden por dinero, poder o prestigio su integridad, su honor, su dignidad, sus ideales… eso es ya vender el alma o apenas el paso previo.
En el relato cita usted una frase de Tirso de Molina en Tan largo me lo fiáis: «No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague». Reconozco que me ha remitido directa hacia la situación económica española, por qué será…
Parece que en literatura, aunque uno no lo haga totalmente a propósito (y confieso que en mi caso sí se trata de una crítica directa a la situación que estamos viviendo ahora) siempre aflora el momento histórico en el que el autor escribe. Incluso sin creer en el diablo más que como mecanismo literario o coartada temática, no puedo evitar pensar que lo que estamos viviendo ahora tiene algo de diabólico: nunca nos hemos dejado tentar con tanta facilidad y por cosas tan absurdas como ahora, nunca hemos deseado tanto como ahora el conseguir dinero, fama y belleza sin esfuerzo por nuestra parte, sin tesón, sin trabajo. Es una suerte que el diablo no exista. Si existiera, se habría llevado ya a una gran parte de la población.

Si no le da miedo, formule un deseo y compártalo con nosotros…
Si se trata de un deseo colectivo, quiero decir, no para mí misma sino para todos, yo pediría que los políticos corruptos, los que atentan contra los derechos humanos, los que torturan y matan recibieran exactamente su merecido; que ya que la justicia humana no parece ser capaz de alcanzarlos, que existiera una justicia sobrenatural, o aunque fuera sólo poética, que les hiciera sentir en su propia carne que «No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague». Que todo el dolor que han causado en este mundo se vuelva contra ellos después de la muerte. Quid por quo.

miércoles, 25 de junio de 2014

... y 666, hoy a la venta, es Marta Sanz y Susana Vallejo

Llegó el gran día. Hoy nace 666: 6 relatos del demonio, 6 escritoras, 6 miradas sobre maligno. Una antología del demonio, con Elia Barceló, Cristina Cerrada,  Pilar Adón, Esther García Llovet y dos autoras que aún no os había presentado:

MARTA SANZ 
Madrid, 1967. Es doctora en Filología. Ha publicado con la editorial Debate las novelas: El frío, Lenguas muertas y Los mejores tiempos (Premio Ojo Crítico de RNE en 2001). En 2003, publica en Destino, Animales domésticos, y en 2006 queda finalista del premio Nadal conSusana y los viejos, obra que también es finalista del Premio Salambó. Colabora con El Cultural, con el confidencial.com y con la revistaMercurio. Es autora de una antología de poesía española contemporánea: Metalingüísticos y sentimentales (Biblioteca Nueva). Ha recibido el premio Vargas Llosa NH de relatos en su XI edición. En 2008, publica la novela autobiográfica La lección de anatomía (RBA), reeditada en 2014 por Anagrama, y en 2009 edita y prologa El libro de la mujer fatal (451). A lo largo del 2010 aparecen los poemarios Perra mentirosa y Hardcore (Bartleby) y su novela Black, black, black (Anagrama) protagonizada por el detective Arturo Zarco, y traducida al italiano en 2013 con una excelente recepción crítica. En 2012 Caballo de Troya reedita su primera novela, El frío, y Anagrama publica Un buen detective no se casa jamás,una nueva entrega de las aventuras de Zarco. En 2013 publica Amourfou (La pereza ediciones), su poemario Vintage (Bartleby) y su novela Daniela Astor y la caja negra (Anagrama) que ha obtenido los premios Tigre Juan, Cálamo-Otra mirada y Estado Crítico a la mejor novela de 2013. 

SUSANA VALLEJO
Madrid, 1968. Escritora, licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas, y experta en Comunicación. Trabaja en esta área en una multinacional de Barcelona donde vive desde 1994. En 2011 ganó el Premio Edebé de Literatura Juvenil con El espíritu del último verano. Además, fue finalista del Premio Internacional de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica de ediciones Minotauro en 2008 y 2013, y del Premio Jaén con la saga fantástica «Porta Coeli» en 2007. Entre sus obras destaca, además, “Calle Berlín, 109”.

666 se vende a 6,66$ en la Book Marketplace de Suburbano Ediciones.

martes, 24 de junio de 2014

666 es Esther García Llovet y 'Un buen día lo tiene cualquiera'

La cuarta autora del sexteto de escritoras que aportan sus relatos a 666 es…

ESTHER GARCÍA LLOVET

Málaga, 1963. Vive en Madrid desde 1970, donde estudió Psicología Clínica y Dirección de Cine. Ha publicado Coda (finalista IV Premio Casa de América), Submáquina, Las crudas y Mamut y colabora como periodista habitualmente en el magazine El Asombrario. Ha publicado relatos en antologías de Cátedra, Caballo de Troya, Nevsky y Siglo XXI. Es traductora del inglés. 

lunes, 23 de junio de 2014

666 es Cristina Cerrada y 'Soldaditos de plomo'

666, la antología demoníaca que he editado para Suburbano Ediciones y que se publicará esta semana, cuenta con un relato, Soldaditos de plomo, obra de Cristina Cerrada. Este es el perfil de la tercera escritora del demonio:


Madrid, 1970. Doctora en Estudios Literarios. Es autora de los libros Noctámbulos (Lengua de Trapo 2003), IV Premio Casa de América; Compañía (Lengua de Trapo 2004), II Premio Caja Madrid;  Calor de Hogar, S.A. (Algaida, 2005), X Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla; Alianzas duraderas (Lengua de Trapo 2007); La mujer calva (Lengua de Trapo 2008), XIV Premio Lengua de Trapo; Anatomía de Caín (Baladi 2010) y Cenicienta en Pensilvania (DVD 2010), XLI Premio Ciudad de Barbastro.


viernes, 20 de junio de 2014

666 es Elia Barceló y 'El negocio de tu vida'

copy Pablo. A. Mendívil
Junto con Pilar Adón, ‘666’, la antología demoníaca que he editado para Suburbano Ediciones y que se publicará la semana que viene, cuenta con un relato, ‘El negocio de tu vida’, escrito por Elia Barceló:

Alicante, 1957. Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Innsbruck. Ha publicado relatos, novelas policíacas, históricas, realistas, de ciencia ficción y fantásticas, ensayos y novelas para jóvenes. Su última publicación es la trilogía fantástica Anima Mundi, de la que  han aparecido los dos primeros volúmenes: Hijos del Clan rojoHijos de Atlantis. Es considerada como una de las tres grandes escritoras en lengua española de género fantástico. 


miércoles, 18 de junio de 2014

666 es Pilar Adón y sus "Espíritus familiares"

copy Ignacio Gil
Os presento a una de las autoras diabólicas de 666, el ebook que saldrá a la venta la semana que viene. Se trata de Pilar Adón. Su relato para la antología se titula "Espíritus familiares" y este es, en resumen, su perfil:

Madrid, 1971. Ha publicado los libros de relatos El mes más cruel (Nuevo Talento Fnac) y Viajes Inocentes (Premio Ojo Crítico de Narrativa), así como la novela Las hijas de Sara, considerado uno de los diez mejores libros de 2003. Ha traducido obras de Henry James, Edith Wharton y Penelope Fitzgerald. En 2011 publicó el poemario La hija del cazador. Forma parte de diversas antologías de relato, entre otras: Cuento español actual, Siglo XXI y Pequeñas Resistencias