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jueves, 13 de diciembre de 2012

Me lo pido para Reyes (III): 'Cambios'


La concesión del Premio Nobel de Literatura 2012 a Mo Yan (China, 1955) ha generado polémica. Mucha polémica. A un lado del cuadrilátero se sitúan quienes defienden su calidad literaria y sugieren que a los escritores no hay que amarlos por lo que son, sino por lo que escriben. Al otro, quienes se alinean con las críticas planteadas a su premio por la disidencia china, que acusa a Mo Yan de ser un intelectual del régimen: actualmente vicepreside la sociedad de escritores de su país y nunca se ha pronunciado contra la censura que pesa sobre los pensadores y escritores en China... ni se espera que lo haga.
En el primer grupo se sitúa, por ejemplo, Ángel Fermoselle, fundador de la editorial Kailas, el sello que ha publicado el grueso de la obra de Mo Yan en lengua española. Pocos como él conocen las claves de la narrativa del Kafka chino y, según cuenta, hay “un Mo Yan para cada lector”. En esta misma línea, José María Guelbenzu asegura que lo de Mo Yan es “Gran literatura, y nada más” y, como tal, “acabará siendo apreciado por encima de la coyuntura política y bajo esa luz ha de ser juzgado. Sus personajes son una verdadera representación de la comedia humana, tan reconocibles para el lector occidental como para el lector oriental. Ellos y su literatura son su defensa y su auténtica fe de vida”.

Al otro lado del ring están quienes censuran a Mo Yan por no firmar, días antes de recibir el galardón, una
carta suscrita por 134 premios nobel para pedir la liberación del disidente encarcelado y nobel de la Paz, Liu Xiabo, y disculpar la censura existente en su país.
Aunque reconozco que a mí sí me importan las sombras sociales y políticas que proyectan algunos autores (véase el caso Borges), no estoy dispuesta a dejar de leer a escritores con los que no confieso ideológicamente, pero sí admiro en el plano literario (Vargas Llosa, sin ir más lejos). De Mo Yan no he leído, hasta el momento, nada de nada, pero si como dicen su literatura recuerda a Gabriel García Márquez, Kafka o Faulkner, me lo pido para Reyes fijo.
 
Siendo así, y como no tenía ni idea de por dónde empezar a leer las novelas del Nobel de Literatura 2012, he estado investigando un poco para decidir cuál añado a mi lista y he decidido empezar con Cambios, publicada en noviembre por Seix Barral. Escrito queda.

Con Cambios ya son tres mis peticiones de libro-regalo para esta Navidad:
Y tú, ¿cuál te pides?

 

jueves, 24 de febrero de 2011

Al suelo todo el mundo


Estamos en una semana en la parece obligado mirar por el retrovisor y recordar aquel 23 de febrero de 1981, en el que Tejero entró pegando tiros en el Congreso. Sin embargo, reconozco que, más allá del escalofrío que me provoca aquel suceso, lo que siento es vértigo histórico al comprobar cómo ha cambiado España y el mundo en los últimos treinta años.

Si alguien me hubiera dicho entonces que los militares españoles iban a abdicar de su querencia golpista, que la Unión Soviética desaparecería del mapa y que el poderío de Estados Unidos se debilitaría, como Superman ante la kryptonita asiática, lo hubiera mandado de cabeza al loquero.

Y, ¿qué ocurrirá dentro de treinta años, cuando Tejero nos parezca tan lejano como hoy nos resulta Miguel Primo de Rivera? Si los expertos aciertan, China gobernará el mundo. Ya está pisando los talones a Estados Unidos y, según pronostican los gurús de la economía global, el arroz tres delicias se impondrá a la hamburguesa entre 2025 y 2030. India también viene pisando fuerte. Si las previsiones se cumplen, disputará la segunda posición mundial a Estados Unidos en 2050. Asia ha despertado. Al suelo todo el mundo.