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miércoles, 27 de febrero de 2013

Destino publicará antes de Semana Santa la obra póstuma de Stéphane Hessel: ‘¡No os rindáis!’

© Ulf Andersen
 
Stéphane Hessel, autor de ¡Indignaos!, elemento inspirador que dio nombre al movimiento de los indignados españoles en mayo de 2011, falleció la pasada noche a los 95 años en París. Por tanto, no va a ver publicada su nueva obra, que está en imprenta: ¡No os rindáis! Un libro pensado y escrito expresamente para los lectores de nuestro país, que iba a publicarse en mayo, pero que finalmente llegará a librerías antes de la Semana Santa. Probablemente, el 20 o el 22. 

Su editora, Destino, afirma que se trata del “testamento político de Hessel, el legado de un hombre sabio” que fue veterano de la resistencia francesa y miembro del comité que redactó la Declaración Universal de Derechos Humanos, de origen judío y alemán pero muy crítico con la política actual del Estado de Israel.
 
 Han pasado dos años desde “¡Indignaos!” (cuatro cientos mil ejemplares vendidos en España; más de cuatro millones en más de cien países). Nos encontramos con la crisis en su fase más aguda y sin visos de salida inmediata, con España bordeando los seis millones de parados, con el futuro de Europa, de su moneda y sus instituciones políticas, sometidas a esa deriva que no parece tener alternativas de solución a corto ni a medio plazo. En esta situación Stéphane Hessel, de la mano del periodista y escritor Lluís Uría, aporta en ¡No os rindáis! sus propuestas para seguir adelante, para no dejarnos avasallar por los profetas de la catástrofe, y para evitar que el futuro de los jóvenes, lo escriban los nuevos dioses del siglo XXI: los mercados financieros y sus agentes políticos gubernamentales.

¿Quién era Hessel?

Stéphane Hessel (Berlín, 1917-París, 2013), el diplomático germano-francés que dio nombre a la indignación, tuvo como padres a dos espíritus libres, el escritor de origen judío Franz Hessel y la pintora Helen Grund, que formaron con Henri-Pierre Roché el célebre trío que retrató Truffaut en “Jules y Jim”. Creció y se formó en París, desde donde, en 1941, viajó a Londres para unirse a la Resistencia del general De Gaulle contra la invasión nazi. Detenido y brutalmente interrogado por la Gestapo, fue deportado al campo de exterminio de Buchenwald, de donde logró salir tras intercambiar la identidad con un preso ya fallecido.
 
Tras la segunda guerra mundial participó en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Su carrera diplomática le llevó a la Indochina francesa, Argel, Ginebra, y a asumir tareas de mediador en situaciones extremas, como en Burundi en 1994, en vísperas del genocidio en la vecina Ruanda. Una dilatada labor reconocida en 1981 con la dignidad de embajador de Francia.

En sus últimos años alcanzó la fama internacional gracias a “¡Indignaos!” (2011). Entre sus obras están también “¡Comprometeos!” (2011), las memorias “Mi baile con el siglo” (2011) y, junto al filósofo Edgar Morin, “El camino de la esperanza” (2012).

Hessel renunció a percibir honorarios por sus libros.

 

domingo, 24 de abril de 2011

¡Indignaos!

Stéphane Hessel
Prólogo de José Luis Sampedro
Traducción de Telmo Moreno
Destino. Barcelona. 2011
60 páginas. 5 euros. Libro electrónico: 4,49 euros.

Librito, panfleto, folleto, texto, ensayo, alegato, manifiesto… ¡Indignaos! ha sido definido de muchas formas, aunque el megáfono rojo de su portada revela con exactitud su vocación de grito, de voz alzada para que todos oigamos lo que tiene que decirnos el nonagenario Sthéphane Hessel (Berlín, 1917). Un tipo de novela que fue miembro de la Resistencia francesa, superviviente de Buchenwald y único redactor aún vivo de la Declaración Universidad de los Derechos Humanos de 1948. Y lo que tiene que decirnos Hessel es que no permanezcamos indiferentes ante la dictadura de los mercados, el trato a los inmigrantes y los gitanos y la pérdida de derechos conquistados, como las pensiones. Por eso este grito, esta rareza editorial de apenas veintisiete páginas, que ha precisado de un prólogo, eficaz, de José Luis Sampedro, y un postfacio del editor para hacer lomo, se ha convertido en un best seller en España, Francia y en otros países europeos. Porque el grito de Hessel refleja, con sencillez y apasionamiento, lo que muchos ciudadanos piensan. Porque ¡Indignaos! es la manifestación vehemente de un sentimiento generalizado.

Otros, antes que él, han puesto el dedo crítico sobre la misma llaga social, como el filósofo Josep Ramoneda quien en un reciente ensayo, titulado Contra la indiferencia, hizo un llamamiento a reaccionar contra la escandalosa impunidad de quienes han provocado esta crisis y a convertir la indignación ciudadana en proyectos políticos que restituyan la tensión necesaria entre democracia y capitalismo.

© Ulf Andersen
Héssel hace lo mismo. Se alinea con los presupuestos sartrianos según los cuales los libros no deben ser floreros, sino una forma de acción, una pedrada contra lo repulsivo, injusto e insolidario. Así pues, pide a los jóvenes que renuncien a la indiferencia y cojan el relevo de la indignación porque cuando algo te indigna, como a él le indignó el nazismo, “te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido” capaz de luchar, desde la no violencia, por construir una sociedad diferente. “No esa sociedad de sin papeles, de expulsiones, de recelo hacia los inmigrantes; no esa sociedad que pone en duda la jubilación, el derecho a la Seguridad Social; no esa sociedad donde los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente”, sino una “sociedad de la que podamos estar orgullosos”.

domingo, 16 de enero de 2011

'Contra la indiferencia': Alfilerazos contra el letargo

Contra la indiferencia
Josep Ramoneda
Galaxia Gutemberg. Barcelona. 2010
195 páginas. 17 euros

Las democracias occidentales se encaminan hacia el totalitarismo de la indiferencia, entendida como la “renuncia a la curiosidad, a la elección y a la pasión, que son tres fundamentos de la libertad”. Atrapados en el espejismo del consumo, los ciudadanos ya no buscan. Prefieren la comodidad de seguir las pautas convencionales al ejercicio de escoger. El resultado es el triunfo del yo sobre el nosotros, que es el que conquista derechos y combate los recortes de libertades. La victoria del individualismo, alimentado desde mediados de los ochenta por la revolución conservadora, sobre la democracia. De la mercantilización absoluta de la sociedad y de esa cultura del miedo que, alimentada desde el poder político, garantiza el control social porque nos mantiene rehenes de las verdades oficiales y de la amenazas.
 
Esta es la tesis principal que sustenta el filósofo Josep Ramoneda (Cervera, 1949) en su ensayo Contra la indiferencia que, como él mismo sugiere, tiene algo de manifiesto. Se trata de una declaración voluntarista que incita a la acción. ¿Por qué ahora? Porque quizá “la crisis ofrezca una oportunidad”. Porque se impone una reacción contra la escandalosa impunidad de quienes la han provocado. Porque, salvo que el virus de la indiferencia haya aniquilado ya por completo la capacidad de reacción social, la indignación ciudadana ante lo que está ocurriendo puede traducirse en proyectos políticos que restituyan la tensión necesaria entre democracia y capitalismo. Porque “solo convirtiendo la irritación en indignación y ésta en política podría romperse la espiral de la indiferencia”, mantiene Ramoneda, cuya obra sintoniza con la demanda de otros intelectuales europeos, como Stéphane Hessel y su Indignez vous!, récord de ventas en Francia.

Foto: Joan Borrás/Círculo de Lectores
Si, como explicó Montaigne, el ensayo es una forma peculiar de expresar la experiencia por escrito que implica a su autor hasta lo más profundo, en Contra la indiferencia Ramoneda se pinta a sí mismo porque no un ensayo al uso. Construye, con fracciones formalmente muy diferentes -conferencias, aforismos, un Diccionario del malestar de la cultura y un epílogo de tono panfletario- un mosaico provocador, congruente y oportuno de reflexiones concebidas como alfilerazos contra el letargo general.