"A escondidas de ella, le pedí a la niñoca Isolda me presentara a su cabrona. Inútil, Isolda me miró con lástima primero y después con espanto y dijo que no desafiaría la ira de Dios cometiendo tal disparate. "(Cadáveres Del Incendio Hermoso Escrito por Virginia Vidal Página 24 [1])