Si tengo que seros sincera, durante toda la lectura de “
Orgullo y Prejuicio” he debatido muy seriamente conmigo misma si hacer la reseña. Porque la verdad es que ¿qué voy a aportar a un libro del que ya se ha dicho tanto, y que es reconocido como una de las grandes historias de amor de todos los tiempos? Incluso sin haberlo leído, quien más quien menos ha oído alguna vez hablar de esta novela, que ha sido muchas veces adaptada al cine, televisión y teatro (de hecho, para 2026 Netflix va a sacar una nueva serie) , y que a su vez ha inspirado tantas otras novelas, películas y series. Probablemente pocos libros sean más queridos de lo que es “
Orgullo y Prejuicio”, pocos poder enorgullecerse de ser leídos con el mismo deleite por generaciones y generaciones de lectores. Y claro, eso con lleve que haya mil estudios y reseñas sobre el libro, el estilo narrativo de su autora y los personajes.
Así que ya veis, es muy difícil decir algo novedoso sobre un tema manido. Porque como muchas otras personas este fue el primer
Jane Austen que leí cuando tenía unos 12 o 13 años. Y tengo que reconocer que en esta primera ocasión el libro me dejó bastante fría, de hecho mi amor por la tía Jane no empezaría hasta meses después cuando volví a acercarme a ella con “
Emma”. Así que pese a todo, su obra más emblemática se se convirtió en mi puerta de entrada a una autora que desde entonces me ha acompañado y que siempre que he vuelto a ella me ha portado mucha felicidad, entretenimiento y paz. Este 2025 he tenido la oportunidad de volver a leer todas sus novelas con motivo del bicentenario de su nacimiento, que por fin celebraremos el próximo 16 de diciembre. Y espero que antes de que acabe el año tener la oportunidad de leer un volumen que cuenta con sus textos inacabados “
Los Watson” y “Sandinton”, y con la novellette “
Lady Susan”. Si os soy sincera, no esperaba poder leer todas sus novelas completas durante este año, pero al final ha pasado y me alegro mucho. Porque Austen, como solo se consigue con los grandes autores que merece la pena, siempre aporta algo nuevo con cada lectura, cuando vuelves a sumergirte en alguno de sus libros de nuevo encuentras en ellos algo que se te había pasado desapercibido en la ocasión anterior, conectas con nuevos matices de sus personajes y recuerdas frases o escenas que podrían haberse quedado olvidado y que ahora cobran una nueva perspectiva para ti. Y con “
Orgullo y Prejuicio”, la última novela austeniana que cojo en esta tanda de relecturas, me ha pasado igual que con los otros trabajos de Jane. Y al igual que con ellos, su lectura me la he bebido como un vaso de agua, tan absorbida me mantuvo; y lo he cerrado con la misma sensación de satisfacción y calidez que se siente cuando uno vuelve a reencontrarse con un viejo y querido amigo.
Así que ya lo veis, cuando un libro, pese a no ser la primera vez que te sumerges en él, te deja tan buen sabor de boca y tanto bienestar, creo que se merece recibir su reseña correspondiente.
“Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero y en posesión de una saneada fortuna necesita una esposa.”Y así lo cree la señora Bennet, cuya gran obsesión en la vida es casar a sus cinco hijas. Cuando el vecindario se trastoque con la llegada de un soltero con posibles y carácter agradable llamado Bingley, todos seguirán con atención la corriente de simpatía que se establezca entre este y la mayor de las Bennett, Jane, incluidos el mejor amigo de Bingley, el orgulloso señor Darcy, y la hermana de Jane, la chispeante Elizabeth. Lizzy quiere casarse por amor y está muy segura de sí misma, por lo que no la impresionarán ninguna propuesta de matrimonio que pueda ir en contra de sus sentimientos, incluso si viene de alguien tan rico como Darcy. La relación entre ambos no empezará con el mejor pie, pero poco a poco los dos empezarán a vencer sus peores defectos-el orgullo de él, la imparcialidad de ella- a medida que vayan descubriéndose el uno al otro, y no les quede otro remedio que reconocer que las primeras impresiones pueden ser engañosas.
Reconozco que si algo me gusta de las obras de Jane Austen es la ligereza y suave alegría que destilan, que incluso cuando te enfrentas a ella por primera vez, no te resulta difícil adivinar que todo va a terminar bien. Pero a la vez, la autora tiene una forma de desarrollar a sus protagonistas tan nítida que hace muy difícil que no conectes con ellos, y que no acabes, mordiéndote las uñas de ansiedad o frustración ante los problemas que se encuentran en su camino para esa felicidad. Y probablemente ese sea el motivo por el que una novela publicada en el año 1813 aún sigue siendo el punto de referencia para muchos lectores, y aún siga siendo un clásico imperecedero en las estanterías de muchos. La pluma de la autora es satírica y pulida, pero a la vez sabe ser dinámica y ágil, manejando perfectamente cada uno de los recoveco de la novela con la maestría que da conocer perfectamente el entorno rural en el que se da y a la gentry que se mueve por sus paginas, la clase social que vivía principalmente en el campo, compuesta por alta y mediana nobleza, terratenientes y hombres libres con recursos en la que
Jane Austen nació y se movió durante toda su vida. Quien demuestra una gran inteligencia emocional y social, a la hora de representar un mundo que le era cercano por medio de unos personajes finamente retratados y absolutamente verosímiles, manejando una historia que se bebe con apenas recursos literarios y con entornos muy cerrados, por medio de unos diálogos ágiles e inteligentes que ayudan a que toda la trama se desarrolle y a que conozcamos el interior de los hablantes. A esto hay que sumar también el uso de otros recursos, como las cartas o el monólogo interior para conseguir que la ambientación y la trama nunca dejen de avanzar con un pulso firme y danzarín. Quizás “
Orgullo y Prejuicio” no busques ser una gran novela, pero es en su humildad, donde brillan todo lo que tiene de bueno: la inteligencia narrativa de su autora y su perspicacia a la hora de captar los matices de la personalidad humana, la forma ligera y satírica en que es retratada la sociedad de la regencia inglesa y su rígido formulario de comportamientos y formas de pensar, el humor que nunca busca, herir, sino criticar a esa sociedad y que se nutre de los sinsentidos de la condición humana, el detallismo de las personalidades de los caracteres y el propio argumento animoso y vibrante.
Probablemente esta no sea la obra más perfecta de Austen. Escrita cuando nuestra autora se encontraba en sus pocos años, se nota mucho que fue una de sus primeras composiciones. Si te pones fino te encuentras ciertas cosas que chirrian, como el cambio brusco que da cierto personaje destacado hacia la mitad del libro o la falta de concreción en algunos caracteres y en la propia trama. Pero, para mí, imagino que para muchos lectores, todo esto queda absolutamente opacado por el encanto que resuma la novela por los cuatro costados. Puede que haya algún personaje un poco desdibujado, pero la mayoría de ellos están trazados con una nitidez psicológica, estupenda, destilan humanidad por los cuatro costados y están tan bien caracterizados que la forma en que se comportan o su evolución a lo largo de la historia es absolutamente creíble y muy bien llevada. Y esto se nota especialmente en la pareja protagonista. El señor Darcy y Elizabeth Bennett están trabajados con una solicitud especial. La humanidad fórmula de dos personas que se desprecian y casi se odian cuando se conoce, pero, prácticamente contra su voluntad, acaban sintiendo una atracción mutua que previene en una gran historia de amor, puede parecernos ahora tan convencional que no sorprende a nadie. Pero es que todo empezó aquí, con “
Orgullo y Prejuicio” y con
Jane Austen, con una de las parejas más famosas de la historia de la literatura. Y para mí lo es por la manera en que su autora desarrolla su romance de una forma orgánica y increíble que se toma su tiempo, aunque se mueva con un ritmo de lo más ameno. A medida que vamos pasando las páginas, vamos conociendo mejor a Elizabeth y a Darcy y viendo como poco a poco van evolucionando y van enamorándose, la manera en que cada uno de ellos empieza a mejorar por amor hacia el otro.
Y es cierto que esta faceta romántica es muy importante para los personajes y para la historia, pero la gracia es que no lo es absolutamente todo. Los dos viven condicionados por sus propias historias familiares y la manera en que han sido educadas, por la influencia, para bien o para mal, de sus familiares y por circunstancias que escapan de sus posibilidades pero amenazan con afectarles de lleno. Pero crecer significa ir más allá de lo conocido, mejorar tanto por la persona amada como por uno mismo, deshacerse poco a poco, en la medida de lo posible, de los defectos en los que todos inevitablemente caemos. Y en resumidas cuentas, demostrarnos que las primeras impresiones (que de hecho era el título original del libro antes de su publicación) no tienen por qué significarlo todo; que el orgullo desmedido y el prejuicio que no intenta sobreponerse, pueden ser muy peligrosos, hasta el punto de privarnos de una posible felicidad. Porque prácticamente todas las novelas de Jane Austen tienen ese componente coming of age que ayuda a que sea fácil creerse la evolución de los personajes mientras descubren el amor y hasta qué punto del mundo que les rodea, puede ser ser cruel, egoísta o estúpido, y que la mejor forma de nadar entre aguas muchas veces desapacible es tomárselo todo con filosofía y humor, criticar, sin dejar que lo que los demás piensen o traten de imponerte, te afecte y siendo siempre consciente de ti mismo. Con esta tanda de lecturas que he hecho de Jane Austen me he dado cuenta de que una de las cosas que más me gusta de ella es que es poco moralizante, busca decirnos cosas con sus libros, pero nunca sentar cátedra, componer filosofías elevadas o darnos discursos que busquen influir en las personas. Todas sus novelas de estilan principios, pero ella solo busca expresarlos como una parte más del mundo de sus personajes y para apoyarse en su sentido de lo satírico, nunca con el fin de tratar de convencer a nadie.
Y eso es lo bonito de “
Orgullo y Prejuicio”, la forma en que ves cómo se produce todo esto y como te crees el romance entre Darcy y Elizabeth tanto que acabas viviéndolo como si tú fueras uno de ellos o te tocara de lleno. Además, siempre que he leído este libro he notado en Austen una especial solicitud a la hora de manejar a sus protagonistas, y y aquí quizá sea incluso más pronunciada. Y es que, de hecho, la propia autora definió a Elizabeth Bennett como “la criatura más deliciosa que nadie creado” y se nota que se deleita con esta protagonista cada vez que le toca entrar en escena. que por suerte para el lector y para ella es durante prácticamente toda la novela. Elizabeth Bennett tiene una inteligencia, una alegría, una vitalidad y una inteligencia juguetona y positiva, que creo que hacen que muchos deseemos ser como ella, o por lo menos tenerla como amiga o hermana. Y si a eso le añades lo bonito que es ver como un hombre tan orgulloso, pero que cuando llega la hora se demuestra tan valeroso como Darcy, se enamora de ella, contribuye a toda la mitología que se ha creado en torno a este libro. Y así es muy fácil que perdonemos que dar si le falte un puntito de precisión para hacer un personaje consistente, cosa que si vemos en otros caracteres masculinos de Austen posteriores como el Capitán Frederick Wentworth o el Señor Knightley. Y además, creo que una de las gracias de “
Orgullo y Prejuicio” es que todo está estupendamente medido. El ritmo narrativo es ágil pero detallado, centrándose en los matices y detalles del comportamiento humano y social de los personajes y en su propias personalidades. de ahí que todos ellos tengan su peso dentro de la trama, aporten algo ya sea para la crítica social o para hacer avanzar la historia, ninguno de ellos sobra en absoluto, y todo sirven de apoyo para la pareja protagonista. En ese sentido, tengo que decir que emigran redescubrimiento de la tercera relectura han sido los personajes de Jane y Charles Bingley. Los que en un principio parece que van a ser los grandes protagonistas del romance, acaban convirtiéndose en una historia paralela que sustenta fuertemente la principal, y muchas veces sirve para camuflar las tormentas que tienen en el interior Elizabeth y Darcy. Además, aunque Jane y Bingley son retratados como personas amables, risueñas y de buen carácter, en ningún momento resultan insípidos o vacuo, ambos tienen personalidades también matizadas y luminosas, que les percibes con mucha humanidad, y no puedes evitar encariñarte con ellos. Y es que es muy difícil, no cogerle cariño a nadie de “
Orgullo y Prejuicio”. Incluso los personajes más estúpidos y ridículos resultan tan graciosos que al final te parecen entrañables. Y sí, lo digo por los padres de la familia Bennett, cuyas interacciones entre ellos y comentarios siempre me han hecho reír tanto que les perdono los ataques de nervios y satírico pasotismo que destilan.
Y esto es “
Orgullo y Prejuicio” , una lectura cálida, colorida, humana, inteligente y que es una delicia por lo sencillo de su historia lo y bien llevada que está y por la pluma exquisita de su autora. Me parece increíble que esta sea la tercera vez que lea este libro como el resto de los trabajos de Jane Austen, y aún así me ha dado mucha pena cerrar cada uno de estos libros, pero especialmente este que nos ocupa porque ha sido el último de la tanda de relectura de las novelas. Que me queda todavía el volumen que os mencionaba más arriba con las inacabadas y las más cortitas, pero no va a ser lo mismo que con sus novelas completas. Solo puedo desear que todos los lectores se encuentren una obra o un autor que signifique tanto como para muchos lo hace una mujer que nació hace 250 años, que cada vez que cojan una de sus obras sea como volver a casa. Y antes de que me lo preguntéis, sí. No me oculto, reconozco que ya estoy pensando en cuando podrá ser la ocasión de volver a releer todas las novelas de Jane Austen. Intentaré dejarme un margen de bastantes años, pero no prometo nada. Una tiene muchas obligaciones y muchos libros por leer por primera vez, pero siempre hay un hueco para volver al lugar amado.