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Ana Andreu Baquero (Traductor)
ISBN : 8419386820
384 páginas
Editorial: Libros de Seda (13/01/2025)

Calificación promedio : 4.43/5 (sobre 2754 calificaciones)
Resumen:
Es la obra maestra de Jane Austen y una de las obras maestras de la literatura inglesa de todos los tiempos. ¿Por qué leer en el siglo XXI un clásico como Orgullo y prejuicio? Porque Jane Austen nos habla, a través de la adorable Elizabeth Bennet, sobre la importancia de escuchar nuestro propio deseo. Han pasado más de doscientos años y seguimos hablando de lo mismo. Orgullo y prejuicio es la obra maestra de Jane Austen; en ella, la ironía, unos personajes paradigmá... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (515) Ver más Añadir una crítica
marenpergamino
 15 August 2022
He leído este libro varias veces, visto la película otras tantas, he hablado de él y lo he defendido a capa y espada...y sí, he soñado con el señor Darcy. Pero nunca había hecho mi reseña. Así que, aquí voy."Orgullo y prejuicio" tiene uno de los romances más épicos y hermosos de la literatura clásica. Pero que dicho romance no oculte la gran verdad que desnuda Jane Austen en este libro: ser mujer siempre fue difícil (lo sigue siendo), pero en esa época una no existía si no era de la mano de un hombre. Una solo cobraba entidad verdadera cuando pasaba a ser la señora Darcy, la señora Bingley, la señora Wickham o la señora Collins. Si una no lograba tener un apellido masculino al lado del nombre, pues que era una carga para la familia, una tacha para la sociedad y una desgraciada sin futuro. CASARSE ERA CRUCIAL (ni siquiera podía una heredar las propiedades familiares sin estarlo) . Por eso habría que dejar de criticar un poco a la señora Bennet. Sí, esa mujer era insufrible. PERO, cualquiera de nosotros estaría desesperado tratando de enchufarle una hija al primero que se nos cruce (si tenía carruaje, criados y una renta cuantiosa mejor), ya que esa hija estaba destinada a la nada misma si no enganchaba un marido.Y para ello había que ser poco más que perfecta: ser bonita, educada, sumisa, leer, saber dibujar, tocar el pianoforte , pintar mesitas, tener una familia que a una no la dejara en ridículo y esconder alguna que otra hermana disoluta que pudiera manchar nuestra reputación. Lizzy tenía razón: sería aterrador encontrar a una mujer así por la simple razón de que es imposible."Orgullo y prejuicio" no es un libro romántico. Es un libro de protesta.Dicho todo esto, Señor Darcy, yo no soy orgullosa y no tengo prejuicio alguno contra los guapotes inteligentes, leales, valientes, un tanto antipáticos, con castillo y renta de vaya a saber una cuantas libras. Lleveme a Pemberley, regaleme un pianoforte y hágame 4 pares de mellizos. Yo con gusto seré la señora Darcy.
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Valectura
 25 July 2022
Elizabeth Bennet es una personaje maravilloso: inteligente, amante de los libros, orgullosa incluso de su pobreza. A pesar de su gran personalidad va a darse cuenta que puede tener prejuicios, como todos, creo.
Por otro lado, el señor Darcy, ¡ay qué contarte del famoso caballero! Lo vas a odiar en toda la historia y luego a amar por el resto de tu vida. 
Vas a encontrar personajes profundos y desarrollados magistralmente y una narración exquisita.

A mi parecer una bella historia de amor, y ambos personajes hacen honor al titulo del libro. La ambientación de la época es buenísima, un estupendo trabajo de la autora.
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AlejoCeron
 28 July 2022
La narrativa es suelta y descomplicada, lo que provoca nunca abandonar la lectura del texto. Los personajes tienen características que van variando conforme más los vas conociendo. La historia de amor, a veces previsibles pero bien llevada, hace sonreír cuando concluye sobre la posibilidad de que pasen cosas buenas a las personas que bien actúan.

La protagonista de la historia es Lizzy, hija de Mr. & Miss Bennet, segunda hija de dicho matrimonio, mujer que estaba dotada de una cantidad de características que la hacían atractiva hacia los demás. Según se narra, más que su belleza física, era su actitud frente a la vida, su despreocupación, si buena voluntad, su inteligencia y la forma de expresarse lo que impregnaba a los caballeros que la conocían. Fueron precisamente esas características, las que volcaron los sentimientos de Mr. Darcy respecto de ella. El sabe cuáles fueron esas razones, más nunca supo desde cuándo.

Resultó interesante adentrarse en el mundo que se vivía en el siglo XVIII, en donde la sociedad era aún machista, pues eran los hombres los únicos que podían heredar bienes; los encargados de propender por el bienestar de su núcleo familiar; y quienes decidían sobre los asuntos importantes de su hogar. Creo que en ello se demuestra también el éxito de la obra, toda vez que demuestra que, a pesar de lo anterior, las mujeres siempre se erigen como un soporte fundamental para los hombres, para la vida, para la existencia.

En el texto se explica en forma de narrativa en qué consiste el orgullo, sentimiento que puede ocasionar malas impresiones en las personas, pero que, si es llevado en la precisa proporción, ofrece una especie de mística para quien lo posee. Está claro, no es bueno ser orgulloso por el simple hecho de serlo, pero, en ocasiones, es posible irradiar un poco de ese sentimiento, cuando la ocasión así lo amerita.

Respecto de los prejuicios, nos enseña que la sociedad siempre se ha encontrada llena de estos. A las personas les encanta especular acerca de la esencia de las demás personas, a pesar de no conocerlas bien, o a pesar de conocerlas y no comprenderlas. El problema del prejuicio, considero, trasciende cuando la opinión se hace pública, pues puede derivar en perjuicios. En consecuencia, pueden existir prejuicios, pues todos los tenemos, pero debemos dar la oportunidad a las personas para que se muestren cómo verdaderamente son. Debemos dejarnos sorprender!
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Yani
 04 April 2018
Se hace difícil reseñar un clásico del cual ya está (casi) todo dicho, así que me voy a concentrar en mi opinión y no tanto en los elementos que describen al libro. Es, como la mayoría de los trabajos de Austen, una historia que se puede amar completamente por el desarrollo de los acontecimientos o vilipendiar porque los protagonistas carecen de sensualidad, cosa que lo hace aburrido para estos tiempos (o los lectores acostumbrados a estos tiempos). Sin embargo, creo que el problema pasa por la mala fama que le han hecho a Orgullo y prejuicio como un libro romántico en una época donde la definición del género está llena de contradicciones. Digo “mala fama” no porque un libro romántico sea de cuarta categoría (a pesar de que algunos lo son), sino porque me parece erróneo adjudicárselo a OyP con tanta soltura. Esta relectura abrió líneas de lectura que no había explorado y reafirmó que el objetivo principal de Austen era el de mostrar las ridiculeces que soportaba en esos años, usando como excusa la concertación de uno o varios matrimonios. Ese abanico que despliega en OyP lo vuelve más complicado, menos empalagoso y me sugiere por qué Austen nunca se casó, dejando a un lado que pueda confesarlo en alguna carta que todavía no leí. No la culpo.

Orgullo y prejuicio cuenta la historia de la familia Bennet, residentes de Longbourn, que está compuesta por padre, madre y cinco hijas mujeres (de mayor a menor): Jane, Elizabeth (Lizzy), Mary, Catherine y Lydia. Debido a que las mujeres no pueden heredar propiedades y a la muerte del señor Bennet la casa se legaría a un pariente varón, la madre de las muchachas no piensa en otra cosa que en acomodarlas mediante matrimonios ventajosos. Así que, cuando Charles Bingley, un hombre muy acaudalado, se muda cerca de los Bennet, la noticia de su soltería pone en alerta los instintos casamenteros de la señora de Longbourn. Ahí empieza la historia. Bingley tomará partido por Jane y, a la vez, este tiene un amigo medio gruñón que será importante en la trama: Fitzwilliam Darcy.

La novela transcurre entre bailes, visitas, cartas, chismes y comparaciones entre la ciudad y el campo. Eso está garantizado por Austen. Noté que en esta ocasión los sucesos se me hicieron más fluidos y, comparándolos con otros libros de la misma autora, hasta fueron más agradables. de acuerdo a mi punto de vista, OyP está trabajado lo justo y necesario y goza de más libertad narrativa que Emma, por ejemplo. Hasta los personajes se sienten menos encorsetados en sus papeles y resultan más simpáticos, incluso si no lo son (estoy mirando a Collins de reojo, aunque admito que aporta la dosis de humor). El inicio se mete de lleno con el conflicto principal, es decir, la llegada de Bingley y su amigo Darcy, así que no introduce con lentitud. Eso me provocó dudas porque me daba la sensación de estar ante un libro troceado (hay cuestiones, como la relación entre el señor y la señora Bennet o las personalidades de las hermanas, que se hacen esperar), de esos en donde la información aparece mágicamente cuando la trama lo requiere, pero a la vez no. En la balanza pesó más la idea de que OyP es una novela que se desenvuelve sin la obligación de retratar todo en diez largas páginas sólo para que el lector pueda recorrer el resto sin sobresaltos. Me gustó que se tome el tiempo.

Si no mencioné antes a Lizzy fue porque ella merecía su párrafo aparte. Es la verdadera protagonista de la historia ya que la mayoría de la narración se concentra en sus pensamientos y en su perspectiva. Lizzy odiará a Darcy por su porte reservado y orgulloso, sin olvidar que dice algo antipático sobre ella cuando la conoce. Y Darcy, por su parte, se mantiene distante de esa muchacha tan vivaz y contestadora. Me atrevo a decir que ella es una heroína bastante rara para la época. O, tal vez, yo me haya topado con pocas mujeres en la literatura de principios del siglo XIX que razonen tanto y tengan la capacidad de decidir qué hacer con sus vidas… a pesar de que las madres sean manojos de nervios andantes que las exponen como adornos en subasta. al leer las salvajadas que exclama la señora Bennet (porque no habla, grita), toma sentido. de vuelta a Lizzy, me parece que le hace honor al pedestal de personajes literarios en donde está ubicada. Se avergüenza de la familia, se pasa de prejuiciosa, le cuesta pensar bien de la gente y está lejos de ser una sabelotodo. Austen nunca la presenta como un modelo a seguir, si no como un ser humano con errores y aciertos que busca desesperadamente la normalidad en un entorno que dedica horas y horas a hablar del matrimonio, la renta anual de X, vestidos y la vida de los vecinos, incluso en los momentos más delicados. Lizzy podría ser tranquilamente una mujer de este siglo atrapada en costumbres que hasta ella misma acepta, como el hecho de que una persona de rango inferior no pueda hablarle primero a una de rango superior y deba ser al revés.

Me sorprendió encontrar (evidentemente, lo había olvidado) una descripción detallada de la indiferencia del señor Bennet hacia su esposa. En sus intercambios de opiniones se nota que a Bennet le importa un comino lo que le suceda a la señora, pero no había esperado que Austen le dedicara tiempo a ese matrimonio y que Lizzy fuera la que da la puntada final, en donde muestra su desilusión. Son párrafos agridulces y profundizan el comportamiento de Bennet en la novela. El “patriarca” de la casa pasa horas en la biblioteca e interviene para decidir… hasta que su voz se apaga. Los bocadillos que mete el señor Bennet se cuentan con los dedos y, a pesar de su hilaridad, transmiten la sensación de que él preferiría estar en cualquier otro lugar menos en esa casa llena de mujeres. En la primera lectura del libro lo vi con ojos más inocentes, pero ahora cambió un poco mi perspectiva. Con respecto a su esposa, sobrepasa los límites de mi paciencia si ignoro que se casó con el hombre equivocado. Me enoja que sólo piense en ganar esa carrera absurda que disputa con sus vecinas: “a ver quién establece a las mujeres primero”.

No puedo omitir el tema de la relación amorosa entre los protagonistas, más allá de que sea muy común hablar de ello. Me encanta la forma paulatina en la que estos dos tercos van cambiando los sentimientos desdeñosos por unos más positivos. En mis escenas favoritas siempre están ellos dos porque sus diálogos son chispeantes, incluso cuando pelean. Darcy trae polémica a la hora de opinar sobre él por las actitudes en las primeras páginas, pero creo que compensa las faltas en el carácter con lo que hace por Lizzy. Es más humano que sea imperfecto y no un depósito de cualidades que en la vida real brillan por su ausencia.

Sostengo (no reseñé la primera lectura pero recuerdo qué me había faltado para las cinco estrellas) que el desenlace de la historia me pareció apresurado. En las últimas veinte páginas convergen todos los conflictos y se resuelven para que después Austen explique, en escasos párrafos, el destino de cada personaje. He observado este problema en otros libros de la autora y el más reciente fue Emma. Particularmente, me hubiera encantado saber más de Mary, un personaje que se mueve como una sombra y es censurada cuando aparece. Una cuestión nueva que advertí fue que Bingley tiene poca participación y me dejó con ganas de conocerlo más. Aparece bastante al inicio y después la narración se limita a proporcionar información sobre su accionar, sin ahondar en el momento clave que le corresponde. Creo que se lo pinta mejor a Collins con las cartas larguísimas que escribe y su charlatanería pomposa. Estas cosas que señalo no desmitifican a Austen (para mí sigue siendo prácticamente indiscutible), sino que, a mis ojos, permiten considerar cuál de sus obras se acerca a la perfección, si eso existe. El hecho de que pueda aburrir o no pertenece al campo de la percepción del lector. Este libro me pareció muy dinámico aunque eso no justifique el final a las corridas, claro está.

Orgullo y prejuicio vale la pena el esfuerzo. No es un libro para todos (no existe el libro “para todos”, según mi criterio), pero al menos se puede utilizar para probar si Jane Austen se convierte en una escritora favorita o en una que conviene ignorar, pensando en una generación de lectores que probablemente la conozca más por las adaptaciones cinematográficas que por las novelas en sí.
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Celia_0504
 28 November 2025
Si tengo que seros sincera, durante toda la lectura de “Orgullo y Prejuicio” he debatido muy seriamente conmigo misma si hacer la reseña. Porque la verdad es que ¿qué voy a aportar a un libro del que ya se ha dicho tanto, y que es reconocido como una de las grandes historias de amor de todos los tiempos? Incluso sin haberlo leído, quien más quien menos ha oído alguna vez hablar de esta novela, que ha sido muchas veces adaptada al cine, televisión y teatro (de hecho, para 2026 Netflix va a sacar una nueva serie) , y que a su vez ha inspirado tantas otras novelas, películas y series. Probablemente pocos libros sean más queridos de lo que es “Orgullo y Prejuicio”, pocos poder enorgullecerse de ser leídos con el mismo deleite por generaciones y generaciones de lectores. Y claro, eso con lleve que haya mil estudios y reseñas sobre el libro, el estilo narrativo de su autora y los personajes.

Así que ya veis, es muy difícil decir algo novedoso sobre un tema manido. Porque como muchas otras personas este fue el primer Jane Austen que leí cuando tenía unos 12 o 13 años. Y tengo que reconocer que en esta primera ocasión el libro me dejó bastante fría, de hecho mi amor por la tía Jane no empezaría hasta meses después cuando volví a acercarme a ella con “Emma”. Así que pese a todo, su obra más emblemática se se convirtió en mi puerta de entrada a una autora que desde entonces me ha acompañado y que siempre que he vuelto a ella me ha portado mucha felicidad, entretenimiento y paz. Este 2025 he tenido la oportunidad de volver a leer todas sus novelas con motivo del bicentenario de su nacimiento, que por fin celebraremos el próximo 16 de diciembre. Y espero que antes de que acabe el año tener la oportunidad de leer un volumen que cuenta con sus textos inacabados “Los Watson” y “Sandinton”, y con la novellette “Lady Susan”. Si os soy sincera, no esperaba poder leer todas sus novelas completas durante este año, pero al final ha pasado y me alegro mucho. Porque Austen, como solo se consigue con los grandes autores que merece la pena, siempre aporta algo nuevo con cada lectura, cuando vuelves a sumergirte en alguno de sus libros de nuevo encuentras en ellos algo que se te había pasado desapercibido en la ocasión anterior, conectas con nuevos matices de sus personajes y recuerdas frases o escenas que podrían haberse quedado olvidado y que ahora cobran una nueva perspectiva para ti. Y con “Orgullo y Prejuicio”, la última novela austeniana que cojo en esta tanda de relecturas, me ha pasado igual que con los otros trabajos de Jane. Y al igual que con ellos, su lectura me la he bebido como un vaso de agua, tan absorbida me mantuvo; y lo he cerrado con la misma sensación de satisfacción y calidez que se siente cuando uno vuelve a reencontrarse con un viejo y querido amigo.

Así que ya lo veis, cuando un libro, pese a no ser la primera vez que te sumerges en él, te deja tan buen sabor de boca y tanto bienestar, creo que se merece recibir su reseña correspondiente.

“Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero y en posesión de una saneada fortuna necesita una esposa.”Y así lo cree la señora Bennet, cuya gran obsesión en la vida es casar a sus cinco hijas. Cuando el vecindario se trastoque con la llegada de un soltero con posibles y carácter agradable llamado Bingley, todos seguirán con atención la corriente de simpatía que se establezca entre este y la mayor de las Bennett, Jane, incluidos el mejor amigo de Bingley, el orgulloso señor Darcy, y la hermana de Jane, la chispeante Elizabeth. Lizzy quiere casarse por amor y está muy segura de sí misma, por lo que no la impresionarán ninguna propuesta de matrimonio que pueda ir en contra de sus sentimientos, incluso si viene de alguien tan rico como Darcy. La relación entre ambos no empezará con el mejor pie, pero poco a poco los dos empezarán a vencer sus peores defectos-el orgullo de él, la imparcialidad de ella- a medida que vayan descubriéndose el uno al otro, y no les quede otro remedio que reconocer que las primeras impresiones pueden ser engañosas.

Reconozco que si algo me gusta de las obras de Jane Austen es la ligereza y suave alegría que destilan, que incluso cuando te enfrentas a ella por primera vez, no te resulta difícil adivinar que todo va a terminar bien. Pero a la vez, la autora tiene una forma de desarrollar a sus protagonistas tan nítida que hace muy difícil que no conectes con ellos, y que no acabes, mordiéndote las uñas de ansiedad o frustración ante los problemas que se encuentran en su camino para esa felicidad. Y probablemente ese sea el motivo por el que una novela publicada en el año 1813 aún sigue siendo el punto de referencia para muchos lectores, y aún siga siendo un clásico imperecedero en las estanterías de muchos. La pluma de la autora es satírica y pulida, pero a la vez sabe ser dinámica y ágil, manejando perfectamente cada uno de los recoveco de la novela con la maestría que da conocer perfectamente el entorno rural en el que se da y a la gentry que se mueve por sus paginas, la clase social que vivía principalmente en el campo, compuesta por alta y mediana nobleza, terratenientes y hombres libres con recursos en la que Jane Austen nació y se movió durante toda su vida. Quien demuestra una gran inteligencia emocional y social, a la hora de representar un mundo que le era cercano por medio de unos personajes finamente retratados y absolutamente verosímiles, manejando una historia que se bebe con apenas recursos literarios y con entornos muy cerrados, por medio de unos diálogos ágiles e inteligentes que ayudan a que toda la trama se desarrolle y a que conozcamos el interior de los hablantes. A esto hay que sumar también el uso de otros recursos, como las cartas o el monólogo interior para conseguir que la ambientación y la trama nunca dejen de avanzar con un pulso firme y danzarín. Quizás “Orgullo y Prejuicio” no busques ser una gran novela, pero es en su humildad, donde brillan todo lo que tiene de bueno: la inteligencia narrativa de su autora y su perspicacia a la hora de captar los matices de la personalidad humana, la forma ligera y satírica en que es retratada la sociedad de la regencia inglesa y su rígido formulario de comportamientos y formas de pensar, el humor que nunca busca, herir, sino criticar a esa sociedad y que se nutre de los sinsentidos de la condición humana, el detallismo de las personalidades de los caracteres y el propio argumento animoso y vibrante.

Probablemente esta no sea la obra más perfecta de Austen. Escrita cuando nuestra autora se encontraba en sus pocos años, se nota mucho que fue una de sus primeras composiciones. Si te pones fino te encuentras ciertas cosas que chirrian, como el cambio brusco que da cierto personaje destacado hacia la mitad del libro o la falta de concreción en algunos caracteres y en la propia trama. Pero, para mí, imagino que para muchos lectores, todo esto queda absolutamente opacado por el encanto que resuma la novela por los cuatro costados. Puede que haya algún personaje un poco desdibujado, pero la mayoría de ellos están trazados con una nitidez psicológica, estupenda, destilan humanidad por los cuatro costados y están tan bien caracterizados que la forma en que se comportan o su evolución a lo largo de la historia es absolutamente creíble y muy bien llevada. Y esto se nota especialmente en la pareja protagonista. El señor Darcy y Elizabeth Bennett están trabajados con una solicitud especial. La humanidad fórmula de dos personas que se desprecian y casi se odian cuando se conoce, pero, prácticamente contra su voluntad, acaban sintiendo una atracción mutua que previene en una gran historia de amor, puede parecernos ahora tan convencional que no sorprende a nadie. Pero es que todo empezó aquí, con “Orgullo y Prejuicio” y con Jane Austen, con una de las parejas más famosas de la historia de la literatura. Y para mí lo es por la manera en que su autora desarrolla su romance de una forma orgánica y increíble que se toma su tiempo, aunque se mueva con un ritmo de lo más ameno. A medida que vamos pasando las páginas, vamos conociendo mejor a Elizabeth y a Darcy y viendo como poco a poco van evolucionando y van enamorándose, la manera en que cada uno de ellos empieza a mejorar por amor hacia el otro.

Y es cierto que esta faceta romántica es muy importante para los personajes y para la historia, pero la gracia es que no lo es absolutamente todo. Los dos viven condicionados por sus propias historias familiares y la manera en que han sido educadas, por la influencia, para bien o para mal, de sus familiares y por circunstancias que escapan de sus posibilidades pero amenazan con afectarles de lleno. Pero crecer significa ir más allá de lo conocido, mejorar tanto por la persona amada como por uno mismo, deshacerse poco a poco, en la medida de lo posible, de los defectos en los que todos inevitablemente caemos. Y en resumidas cuentas, demostrarnos que las primeras impresiones (que de hecho era el título original del libro antes de su publicación) no tienen por qué significarlo todo; que el orgullo desmedido y el prejuicio que no intenta sobreponerse, pueden ser muy peligrosos, hasta el punto de privarnos de una posible felicidad. Porque prácticamente todas las novelas de Jane Austen tienen ese componente coming of age que ayuda a que sea fácil creerse la evolución de los personajes mientras descubren el amor y hasta qué punto del mundo que les rodea, puede ser ser cruel, egoísta o estúpido, y que la mejor forma de nadar entre aguas muchas veces desapacible es tomárselo todo con filosofía y humor, criticar, sin dejar que lo que los demás piensen o traten de imponerte, te afecte y siendo siempre consciente de ti mismo. Con esta tanda de lecturas que he hecho de Jane Austen me he dado cuenta de que una de las cosas que más me gusta de ella es que es poco moralizante, busca decirnos cosas con sus libros, pero nunca sentar cátedra, componer filosofías elevadas o darnos discursos que busquen influir en las personas. Todas sus novelas de estilan principios, pero ella solo busca expresarlos como una parte más del mundo de sus personajes y para apoyarse en su sentido de lo satírico, nunca con el fin de tratar de convencer a nadie.

Y eso es lo bonito de “Orgullo y Prejuicio”, la forma en que ves cómo se produce todo esto y como te crees el romance entre Darcy y Elizabeth tanto que acabas viviéndolo como si tú fueras uno de ellos o te tocara de lleno. Además, siempre que he leído este libro he notado en Austen una especial solicitud a la hora de manejar a sus protagonistas, y y aquí quizá sea incluso más pronunciada. Y es que, de hecho, la propia autora definió a Elizabeth Bennett como “la criatura más deliciosa que nadie creado” y se nota que se deleita con esta protagonista cada vez que le toca entrar en escena. que por suerte para el lector y para ella es durante prácticamente toda la novela. Elizabeth Bennett tiene una inteligencia, una alegría, una vitalidad y una inteligencia juguetona y positiva, que creo que hacen que muchos deseemos ser como ella, o por lo menos tenerla como amiga o hermana. Y si a eso le añades lo bonito que es ver como un hombre tan orgulloso, pero que cuando llega la hora se demuestra tan valeroso como Darcy, se enamora de ella, contribuye a toda la mitología que se ha creado en torno a este libro. Y así es muy fácil que perdonemos que dar si le falte un puntito de precisión para hacer un personaje consistente, cosa que si vemos en otros caracteres masculinos de Austen posteriores como el Capitán Frederick Wentworth o el Señor Knightley. Y además, creo que una de las gracias de “Orgullo y Prejuicio” es que todo está estupendamente medido. El ritmo narrativo es ágil pero detallado, centrándose en los matices y detalles del comportamiento humano y social de los personajes y en su propias personalidades. de ahí que todos ellos tengan su peso dentro de la trama, aporten algo ya sea para la crítica social o para hacer avanzar la historia, ninguno de ellos sobra en absoluto, y todo sirven de apoyo para la pareja protagonista. En ese sentido, tengo que decir que emigran redescubrimiento de la tercera relectura han sido los personajes de Jane y Charles Bingley. Los que en un principio parece que van a ser los grandes protagonistas del romance, acaban convirtiéndose en una historia paralela que sustenta fuertemente la principal, y muchas veces sirve para camuflar las tormentas que tienen en el interior Elizabeth y Darcy. Además, aunque Jane y Bingley son retratados como personas amables, risueñas y de buen carácter, en ningún momento resultan insípidos o vacuo, ambos tienen personalidades también matizadas y luminosas, que les percibes con mucha humanidad, y no puedes evitar encariñarte con ellos. Y es que es muy difícil, no cogerle cariño a nadie de “Orgullo y Prejuicio”. Incluso los personajes más estúpidos y ridículos resultan tan graciosos que al final te parecen entrañables. Y sí, lo digo por los padres de la familia Bennett, cuyas interacciones entre ellos y comentarios siempre me han hecho reír tanto que les perdono los ataques de nervios y satírico pasotismo que destilan.

Y esto es “Orgullo y Prejuicio” , una lectura cálida, colorida, humana, inteligente y que es una delicia por lo sencillo de su historia lo y bien llevada que está y por la pluma exquisita de su autora. Me parece increíble que esta sea la tercera vez que lea este libro como el resto de los trabajos de Jane Austen, y aún así me ha dado mucha pena cerrar cada uno de estos libros, pero especialmente este que nos ocupa porque ha sido el último de la tanda de relectura de las novelas. Que me queda todavía el volumen que os mencionaba más arriba con las inacabadas y las más cortitas, pero no va a ser lo mismo que con sus novelas completas. Solo puedo desear que todos los lectores se encuentren una obra o un autor que signifique tanto como para muchos lo hace una mujer que nació hace 250 años, que cada vez que cojan una de sus obras sea como volver a casa. Y antes de que me lo preguntéis, sí. No me oculto, reconozco que ya estoy pensando en cuando podrá ser la ocasión de volver a releer todas las novelas de Jane Austen. Intentaré dejarme un margen de bastantes años, pero no prometo nada. Una tiene muchas obligaciones y muchos libros por leer por primera vez, pero siempre hay un hueco para volver al lugar amado.
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Citas y frases (312) Ver más Añadir cita
GalenaGalena02 November 2017
[…] No se puede decir que alguien sea de verdad brillante si no sobrepasa con mucho a lo que encontramos de ordinario. Una mujer ha de tener un conocimiento completo de la música, el canto, del dibujo, del baile y de los idiomas modernos para merecer ese calificativo; y junto a todo eso, ha de poseer un algo indefinible en el semblante y en la manera de andar, así como en el tono de voz, la elocución y la manera de expresarse, porque, de lo contrario, sólo merecerá a medias ese elogio.
—Ha de poseer todo eso —añadió Darcy—, y aún algo más sustancial, mediante el perfeccionamiento de su inteligencia gracias a unas lecturas muy extensas.
—Ya no me sorprende que sólo conozca usted a seis mujeres con tan grandes perfecciones. Más bien me maravilla que conozca usted alguna.
—¿Es usted tan dura con su propio sexo como para dudar de la posibilidad de todo ello?
—Yo no he visto nunca una mujer así. No he visto nunca reunidos tanta capacidad, tanto buen gusto, aplicación y elegancia como usted describe.
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JoseLuisOjarJoseLuisOjar06 June 2022
No puedo concretar la hora, ni el sitio, ni la mirada, ni las palabras que pusieron los cimientos de mi amor. Hace bastante tiempo. Estaba ya medio enamorado de ti antes de saber que te quería.
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JoseLuisOjarJoseLuisOjar28 May 2022
A poca gente quiero de verdad, y de muy pocos tengo buen concepto. Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi creencia en la inconsistencia del carácter humano, y en lo poco que se puede uno fiar de las apariencias de bondad o inteligencia.
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alexander_amalexander_am19 May 2022
La vanidad y el orgullo son cosas distintas, aunque muchas veces se usen como sinónimos. El orgullo está relacionado con la opinión que tenemos de nosotros mismos; la vanidad, con lo que quisiéramos que los demás pensaran de nosotros.
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BelReMoBelReMo09 March 2024
No has de cambiar, por consideración a una persona, el significado de los principios y de la integridad, ni tratar de convencerte, o convencerme a mí, de que el egoísmo es prudencia y la insensibilidad ante el peligro certidumbre de felicidad.
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Videos de Jane Austen (16) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de Jane Austen
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Willian Fitzwilliam Darcy
Fitzwilliam Darcy
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