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Goyeneche

Este documento presenta un resumen de la vida y carrera política del doctor Gabriel Antonio Goyeneche Corredor, un político colombiano conocido como el "candidato vitalicio". Vivió gran parte de su vida adulta en la Universidad Nacional de Colombia, donde enseñó y desarrolló sus campañas políticas. Aunque muchos lo consideraban un loco, logró obtener más de 2,000 votos en las elecciones de 1966. Promovió soluciones únicas y prácticas para los problemas de Colombia a través de panfletos que distribuía personalmente.

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Este documento presenta un resumen de la vida y carrera política del doctor Gabriel Antonio Goyeneche Corredor, un político colombiano conocido como el "candidato vitalicio". Vivió gran parte de su vida adulta en la Universidad Nacional de Colombia, donde enseñó y desarrolló sus campañas políticas. Aunque muchos lo consideraban un loco, logró obtener más de 2,000 votos en las elecciones de 1966. Promovió soluciones únicas y prácticas para los problemas de Colombia a través de panfletos que distribuía personalmente.

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- Goyeneche: Nos han dicho que usted dise un inodoro sin agua. Cuntenos sobre eso.

-S. Es un gran invento, cuya patente se la compr a mi amigo Perea.


Se trata de un 'water closet' que por debajo no tiene tubos, sino
un horno crematorio que vuelve mierda la caca.

El evangelio segn Goyeneche


Por andresospina el 1 de Octubre 2010 2:00 PM

Ms de tres dcadas despus de su muerte, ya va siendo hora de que el pas entero rinda
un digno homenaje al ms apoltico de sus polticos. Al honorable candidato vitalicio: doctor Gabriel Antonio Goyeneche Corredor.
Con sus dos piernas descolgndose dbiles desde el borde de la silla, revestida de cuerina brillante. Con sus dos brazos apoyados sobre la
superficie de una mesa, clavada a su vez, con sus cuatro patas -como estacas- sobre el suelo de concreto. Con sus dos ojos vivaces apuntando a
la edicin especial del diario de ese domingo, y sus odos adheridos al altoparlante del radio transistor Telefunken, sentado frente a una mesa
de aquel caf de la Calle Octava, el doctor Goyeneche segua los resultados de los comicios electorales de aquel primer da de mayo de 1966.
Haba llegado hasta ah agobiado por algn designio biolgico de la suerte.
Despus de depositar su voto en uno de los puestos de la calle 19, y an circundado por un contingente de periodistas entrometidos, lo apur
cierta urgencia intestinal impostergable. Entones tuvo que irse al retrete ms prximo -lugar imposible de evadir, incluso para los ms clebres
lderes-, con el fin de depositar otras sustancias, al menos tan democrticas como el voto. Uno de sus partidarios lo condujo compasivo hasta el
excusado, para aliviarle el viacrucis. A su regreso, compungido, lamentando el destino de los mrtires, su gesto adquiri un rigor solemne.
-"Esto de ser candidato no es cosa balad. El miedo se paga con diarrea".
Una muchedumbre de seguidores y curiosos lo acompaaba. Minutos despus, escondidos bajo el sonido a fritura emanado por el viejo
radiorreceptor, los resultados del consolidado comenzaron a salir, un poco ceremoniosos, de boca de algn locutor de turno ese domingo.
Carlos Lleras Restrepo... (Frente Nacional) 1.532.721

Jos Jaramillo Giraldo... (Anapo) 630.055


Gabriel Antonio Goyeneche Corredor... (Independiente) 2.652
La cifra, aunque pobre, era sorprendente. En contra de los ms sensatos pronsticos, este anciano cuya condicin de vida lindaba con la
indigencia, y al que todos daban por demente, haba superado sin dificultad los dos millares de sufragios.
Pareca una mentira. Una especie de farsa cmica alrededor de esa patraa llamada poltica. El incipiente premio a sus casi 20 aos como
annimo quijote del ruedo electoral. El simple triunfo para aquel caballerete bonachn y determinado al que el pas ya haba comenzado a
motejar de 'candidato vitalicio'. Pero, sobre todo, era el primero y el mejor de los intentos alcanzados por aquel Alonso Quijano de la poltica,
empeado en reconstruir al pas a partir de sus irrecuperables ruinas, y determinado como nadie en su aspiracin a la ms alta magistratura.

Le diferenciaba de los dems, eso s, el hecho de ser honesto. De carecer de malicia o de intenciones ocultas. Y quiz por eso lo llamaron loco.
Porque en nuestro desilusionado imaginario, cualquiera que hiciera reir los conceptos tan fraternos de corrupcin y poltica era -con
indiscutibles derechos- merecedor del calificativo de enfermo mental.
Y ello, por s solo, le dio el honor de ser el nico verdadero poltico apoltico del que nuestra historia republicana puede dar fe.
Quienes decan conocerlo bien rastreaban el comienzo de su historia pblica en los aos 50 del siglo XX. Segn testimonios orales consignados
por Ernesto Vidales en sus 'Sombras a cincel', el doctor Goyeneche afirmaba haber nacido unos "67 aos despus del da en que sus abuelos
hospedaran a Simn Bolvar en su estancia de Socha, durante la gesta independista de 1819". Es decir, alrededor de 1886. A la historia se aada
como prueba un testimonio del doctor Goyeneche mismo, quien aseguraba haber visto las cicatrices, producto de los rasguos propinados por el
libidinoso prcer a los pechos de Gregoria, una de sus tas abuelas, en medio de cierta desaforada jornada de jodienda de la que ella y el
Libertador tomaron parte durante esa noche, jams documentada por sus bigrafos.
Las leyendas alrededor de su existencia, en parte adornadas por un halo de imprecisiones, lo ubicaban como el fin de una lnea genealgica
ilustre, uno de cuyos vstagos habra desempeado un cargo pblico de relevancia en Ocaa. Trat de ser profesor en su Socha natal, pero sus
excesos crticos y su intencin de inocular el germen de la revolucin en los corazones de sus discpulos, le granjearon el desprecio de los
colegas. Inferiores, cuadriculados, adocenados. Y por eso lleg a Bogot.
Segn consta en los anales de la centenaria Escuela Nacional de Comercio, se sabe que en 1911 un Goyeneche de 25 aos se enlist en las filas
de la institucin en calidad de estudiante, tal como est consignado en el registro nmero 39 de matrcula correspondiente a dicho periodo.
Alcanz a avanzar cuatro semestres. Tambin se dice que tras ese lapso intent adelantar estudios de Derecho en la Universidad Nacional de
Colombia, de la que no se graduara, pero en la que s habra de quedarse para siempre.
Respecto a su juventud deca haber sido buen deportista, bohemio y consumidor de destilados y aejos, aunque l sealaba -eso s-, que su
vocacin de servicio lo condujo a enderezar su senda. Como la gran mayora de quienes mucho leen y poco comen, su afinidad compulsiva por
los libros y por el conocimiento, y la desnutricin crnica debieron haber desbordado los alcances de su circunferencia craneana, que comenz a
estallarse, deteriorando sus posibilidades de diferenciar el lindero que separaba lo posible de la ensoacin.
Los 40 aos posteriores a este momento son uno de los ms grandes enigmas jams resueltos en la historia de nuestra capital, pues no hay
registro de plena fiabilidad a tal respecto.
Aunque algunos investigadores dan crdito -el maestro Pedro Claver Tllez entre ellos- a los rumores de que en 1918, afectado por la trepidante
epidemia gripal de aquel entonces, de la que consigui salir vivo "gracias a la aguadepanela con limn", el seso se le termin de secar. Desde
entonces se fue incubando en l la titnica idea de ser Presidente. La generosidad -entre morbosa y filantrpica- de los estudiantes ms
revolucionarios, se encarg de no dejarlo morir por inanicin. Los que eran demasiado serios le miraron con desprecio. Los ms torpes. Los
menos capaces de comprender su genialidad alucinada, lo evadan. O trataban de provocarlo, para burlrsele. Pero los visionarios se detenan a
orlo. Entonces lo convirtieron en su maestro y a la vez en su protegido. Hartos del pas regido por aquella seguidilla fatal conformada por el
laureanismo, el urdanetismo y el rojaspinillismo, y los dems 'ismos' venideros, y gracias a la informal caridad prodigada a manos llenas por los
profesionales en ciernes de la Universidad Nacional (a la que llamaban 'la Nacho'), el doctor Goyeneche fij su madriguera y su despacho eterno
en el campus de la Ciudad Blanca.

Como contraprestacin a su presencia, la Universidad acord para l una asignacin salarial de 35 pesos, todo a cambio de ensear a leer y a
escribir a las damas encargadas del aseo, a quienes desde entonces el doctor Goyeneche intent 'desanimalizar'. A manera de alojamiento y
oficina le fue acondicionada una diminuta habitacin localizada debajo de una escalera, en el primer piso de la Facultad de Enfermera. Ah
vivi, guarecido por el cario del estudiantado y las frazadas viejas, destinadas a protegerlo del relente nocturno.
De esta simple manera -despus de tres dcadas sumido en un misterioso mutismo- el doctor Goyeneche estableci su sede itinerante de
campaa entre la Ciudad Universitaria, algunos colegios tradicionales de la capital y el circuito de cafs y plazas ubicadas en inmediaciones de
la avenida Jimnez, irradiando desde stos su proselitismo sincero en todas las direcciones. Entre El Automtico y el Temel. Entre las sedes de
El Tiempo, El Siglo y El Espectador. Entre la Catedral Primada y el edificio nazi y aburrido del Banco de la Repblica. Desde ah hizo campear su
discurso faranico, basndose en soluciones muy prcticas a los problemas nacionales. En frmulas nicas para conjurar los males estructurales
de Colombia, esbozadas con un gis en una gran pizarra negra, sobre la que consign los ms memorables versculos de su ideario poltico, luego
materializado en panfletos.
Hablaba con una conviccin tan solo propia de alucinados. O de genios.
-"Para hacer un rico cada da en cada cuadra, a diario se escoger un individuo pobre que habite en una manzana de la ciudad. Los dems
habitantes, sean quienes fueren, le darn al seleccionado un peso. As el desdichado compatriota saldr de sus necesidades inmediatas. Al da
siguiente otro ser el favorecido con el peso general, y con el tiempo todos seremos ricos por igual".
-"En lugar de gastarnos los fondos de nuestro erario en la construccin de una carretera a la Costa, vamos a aprovechar el agua y la arena del Ro
Magdalena para pavimentarlo. As tendremos la autopista ms moderna del mundo!".
Consciente de la necesidad de diseminar sus ideas por donde fuera posible, el doctor Goyeneche se hizo cliente de privilegio de tipografas e
imprentas pequeas, de las que fue muy cumplido pagador. Cada cierto nmero de das iba con sus borradores, para solicitar a los linotipistas su
inmediata impresin. Luego regresaba a reclamarlos, ya convertidos en cientos de hojas, que luego habra de distribuir entre sus simpatizantes,
por un costo de cinco centavos, nica va real de financiacin de su campaa.

Obsesionado con los rezagos del gobierno militar como un franco atentado contra la democracia, y dado que l no era de los que gustaba de
criticar sin actuar, el doctor Goyeneche se lanz a la batalla por primera vez, el 4 de mayo de 1958, con Alberto Lleras Camargo y Alfonso Lpez
Michelsen como contendores. Tuvo el honor de ser tercero entre tres.
Al da siguiente los peridicos contaron dos votos a su favor. Uno en Medelln, y el otro en la mesa nmero 14 del Capitolio Nacional. Dicen que
al final, con mucha dificultad, alcanz a sumar 12.
-"Los 12 apstoles!", dijo.
Tras este primer gran fracaso contempl la posibilidad de publicar un libro con cerca de 4.000 soluciones definitivas a los padecimientos de su
patria. Un tomo antolgico an indito, que de seguro hoy dara luces invaluables a quienes como l aspiran al demencial proyecto de ser
presidentes.
-"Para convertir al Choc en un emporio de riqueza, a todos los empleados pblicos que quieran renunciar se les darn amplias facilidades para
ir a colonizar el departamento".
-"Para crear industria de papel, en lugar de pensar en la pulpa de madera o en el bagazo de la caa... Por qu no emplear ropa vieja? Eso lo he
visto yo en pases extranjeros!".
La prensa lo miraba, entre compasiva, curiosa y risuea. Su pelo -escaso y liso-, sus mangas -raquticas y deshilachadas-, y la indigencia de sus
sentaderas, generaban sospechas entre las gentes convencionales. Sus dos pabellones auriculares (en los que el cachaqusimo trmino de 'orejn'
supo encontrar su ms fidedigno representante) y su voz apacible, aguda y bonachona, contradecan por mucho la imagen que desde siempre se
tuvo en Colombia de lo que deba ser un verdadero Presidente de la Repblica. Porque, si bien los hubo feos, mal vestidos y burdos, ninguno
haba sido, que se dijera, un verdadero representante del fenotipo popular. Y mucho menos alguien a quien por unanimidad pudiera adjetivarse
de honrado. Tena un rostro amigable. Noble. Casi infantil. Contrario al de todos los que hasta entonces haban calzado los zapatos de Bolvar.
El tiempo en las universidades transcurre muy rpido. Lleg el periodo 1958-1962 con su carga de clientelismo y su falsamente salomnico
Frente Nacional, y el doctor Goyeneche se fue granjeando las simpatas de toda una nueva generacin de estudiantes, a quienes nombr como
su potencial gabinete.

Despojado de maquinarias, alianzas o asesores de imagen (y de toda esa nueva horda de profesiones emparentadas con el oficio, casi siempre
sucio, de hacer poltica) Goyeneche recorri otra vez el centro de la ciudad y sus ms importantes ncleos universitarios repartiendo volantillos.
Su tesis fundamental -del todo sensata- se basaba en la certeza de que el pas abundaba en recursos, pero que a su vez stos eran muy mal
administrados, y de que por ello la economa iba a la debacle.
El doctor Goyeneche era hbil con las palabras, y su discurso denotaba un humor peculiar y brillante. Deca profesar la austeridad, y por ello
justificaba con su conducta el uso de ropas maltrechas donadas por los estudiantes. Al exponer sus programas se tornaba eufrico, aun cuando la
mitad de Bogot estuviera mofndose de l. Hilvanaba las ideas con precisin y haca falta seguir sus proclamas por demasiado tiempo como
para que, de sbito, apareciera algn concepto desaguisado e impropio. Por arrebatos de ensueo. Por dislates, carentes de cordura. Dominaba
el argot poltico y su parlamento delataba la juiciosa lectura de tratados dedicados a la historia econmica de su pas. Su oratoria era efectiva y
elaborada.
Regres al ruedo electoral el 6 de mayo de 1962, siendo esta vez derrotado por Guillermo Len Valencia. Sus resultados, al parecer, fueron tan
pobres que no alcanzaron a despertar la atencin de los devoradores de estadsticas, quienes prefirieron no incluir su nombre en los reportes
que hoy quedan como testimonio de aquella faena. Dicen que consigui 33 votos.
- "33 es un nmero cabalstico! -dijo-. Es el signo de que grandes cosas estarn por venir".

El pas recibi la segunda mitad de los 60 ya anquilosado en la reparticin igualitaria del poder entre conservadores y liberales. Y por sobre
buena parte de los corredores y campos de la Universidad Nacional (en particular por el llamado Jardn de Freud) comenz a flotar el vapor
dulzn del cannabis, y la florida iconografa pacifista del momento.
Entonces, en 1966 el doctor Goyeneche quiso inscribirse oficialmente por vez tercera. Al principio intent postularse a una magistratura en
alguno de los cuerpos colegiados. De hecho haba acordado con el sacerdote Camilo Torres, que ste sera su segundo rengln, hecho truncado
por su repentina muerte, lo que oblig a ltima hora a reemplazarlo por Abraham Rodrguez. No obstante, la ausencia de los dos testigos de
rigor al momento de registrarse le impidi legalizar su intencin. Al da siguiente la prensa reprodujo una fotografa de su rostro
apesadumbrado, mirando hacia el piso, a la espera de quienes nunca hubieron de llegar.

Puesto que no pudo ser congresista, quiso entonces, una vez ms, llegar a la Presidencia. Se fue de nuevo hasta la Secretara, atravesando el
corredor, por entre el pabelln nacional y el distrital, inflados por el viento. Y desfil, con su gesto boyacense, su conviccin de iluminado, sus
dientes afrentados por los aos y el sarro, y sus ojos fijos -a su vez decorados por sendas legaas, y baados en un espeso humor vtreo- hasta el
despacho correspondiente. Era 13 de abril. Antes de entrar se acerc al busto de Jos Acevedo y Gmez, erigido en el patio principal de la
entidad, flexion sus rodillas en ademn respetuoso, y pronunci su conmovedor juramento personal:
-"Salud, prcer ilustre! Vengo a recoger tu bandera para enarbolarla en el solio de los presidentes!".
El squito de estudiantes que lo acompaaba estall en un solo y unnime clamor:
-"Viva el doctor Goyeneche! Candidato del pueblo!".
Ese da la llovizna se clavaba sobre el piso con cierta discrecin respetuosa, consciente de la relevancia del acontecimiento al que estaba
mojando. Rodeado por sus partidarios entusiastas, Goyeneche march entonces con solemnidad patriarcal hasta la oficina encargada de tal tipo
de gestiones. Ya un poco doblegado por las casi ocho dcadas de vida a cuestas, el candidato sigui caminando, apoyndose en sus electores,
mientras una muchedumbre de vampiros que iban haciendo fila para medrar algn cargo en el sector pblico, lo contemplaban, invadidos por
un espritu de burla lastimera. Luego se acerc al Secretario y firm los documentos protocolarios, con sus dos ms cercanos ayudantes como
testigos. A la salida varios periodistas corrieron a asediarlo. Le preguntaron por su edad. Se excus diciendo que tal interrogante no era digno de
ser respondido por mujeres ni por polticos.

Tambin anunci su gabinete de ensueo. Fernando Cruz Kronfly, estudiante de la Universidad Central, sera su ministro de Gobierno. Julio
Valdivieso Torres, de Trabajo. Ambos aceptaron, segn lo admitieron muchos aos despus, porque entre todas las posibilidades el doctor
Goyeneche era sin duda una buena forma de burlar esa democracia formal y de papel conformada por la coalicin bipartidista. Puesto que la ley
exiga a todos los presidentes el estar legalmente casados, el doctor Goyeneche ech mano de Miriam Montealegre como su ms firme opcionada
a primera dama.
Y as, despus de tanto esfuerzo ah estaba l, aquel primero de mayo. Frente al radio. Sentado en ese caf del centro, an sumido en el delirio
de su irrealidad. Preguntndose si esta, al fin, habra de ser su oportunidad. Otra vez fue primera princesa entre tres. Pero ser tercero era
mejor que nada. Poco despus, Ernesto Vidales lo busc para entrevistarlo y le interrog sobre todo cuanto le fue posible.
-Usted ha tenido hijos?
-No. No me gustan los 'delfines'. Le amarran a uno su plataforma poltica.
-An piensa entechar a Bogot?
-Ese proyecto lo sustitu por el de mantener las fuerzas areas bombardeando las nubes que se acerquen a la ciudad. La lluvia caera de esta
manera sobre la sabana y no vendra a mojarnos a Bogot.
-Nos han dicho que usted dise un inodoro sin agua. Cuntenos sobre eso.
-S. Es un gran invento, cuya patente se la compr a mi amigo Perea. Se trata de un 'water closet' que por debajo no tiene tubos, sino un horno
crematorio que vuelve mierda la caca.
El indestronable candidato vitalicio se rehus a insistir durante los comicios de 1970. Se anticip a la corruptela del establecimiento, al oscuro
manejo de los sufragios, y a la endogamia rampante en el pas, hecho que se manifestara despus con los resultados amaados a los que la
historia recuerda. Le preguntaron si no iba a inscribirse.
-"No seor. Porque por los cauces democrticos ya vi que no me darn el chancecito de hacer mis estupendos programas. Con el respaldo de los
estudiantes me voy a tomar el poder por la fuerza, despus del 7 de agosto, cuando llegue la hora conveniente".
-Le recuerdo, doctor Goyeneche, que usted es soltero, y que ser casado es un requisito fundamental para aspirar a ser presidente. Ha pensado
usted en eso?
-Por supuesto, seor periodista. Les he escrito a muchas y no me contestan. Le pregunte a una de las decanas, y ni siquiera me dijo que no. Es
una pendejada que el presidente tenga que ser casado. Pero en fin... Si es preciso Nos embarcamos en la epstola!-.

Ya para entonces, el doctor Goyeneche, que siempre fue viejo, comenz a lucir an ms avejentado de lo que habitualmente pareca. Su vestido
de pao marrn -milagroso sobreviviente de la guerra contra Per, del 9 de abril, de la Junta Militar, de la Violencia y del Frente Nacional,
brillaba en codos, mangas y asentaderas.
El doctor Goyeneche se haba dado el lujo de vivir cerca de los estudiantes gaitanistas de los 40, de los hippies de los 60 y de los neoliberales en
ciernes de mediados de los 70. Pero el tiempo se le estaba acabando. No obstante, dando muestras de una sorprendente fortaleza fsica, segua
recorriendo la ciudad. Con su maletn de cuero, an refulgente, gracias a las muchas capas de betn dispuestas en su superficie. Con su
centenar de volantes mimeografiados y su mirada dulce y obstinada. Con su pelo fragante y bien peinado con Glostora. Con sus dientes agudos y
amarillos, sus encas afectadas por la hiperplasia, sus maneras amigables, y su boca, siempre rebosante de migas de alguna cosa.
Durante los 70 el doctor Goyeneche fue crtico de Misael Pastrana y Alfonso Lpez Michelsen. De la misma forma en que antes lo haba hecho
con Rojas Pinilla, con Valencia y con Lleras. Muy convencido de sus propias capacidades, y an valetudinario como era, hizo cuanto pudo por
propiciar un debate pblico entre ellos y l. Ninguno, jams, se atrevi a enfrentrsele.
Alguna vez Ernesto Daz Ruiz -por ese entonces camargrafo del informativo 'Mundo al da', transmitido en diferido y rodado en formato de cinese le acerc para registrar sus prdicas. De inmediato, investido por su espritu mesinico, el doctor Goyeneche cambi su tono de voz, imprimi
la gravedad sincera y necesaria a sus ademanes, e hizo trampa a su baja estatura trepndose a alguna de las bancas del Parque Santander.
Aguard a que la cmara disparara a sus ojos clarividentes, siempre pensando en el futuro, se ubic en paralelo a los cerros tutelares de nuestra
ciudad capital, y comenz a dar muestras de su prodigiosa oratoria. La gente, por docenas, empez a agolparse en derredor. Despus de 10
minutos de discurso, angustiado por el desmesurado costo de las pelculas, Daz indic al doctor Goyeneche que aunque lo lamentaba, la
economa habra de obligarlo en breve a dar por terminada la filmacin. De sbito el semblante paciente del candidato se torn hostil.
- "Seor periodista: no sucumba al poder de los medios! Su obligacin es registrar la totalidad de mi intervencin, aun cuando esta se prolongue
por seis horas".
No pudiendo hacer ms, Daz fingi seguir en su tarea. Ya ms tranquilo, el doctor Goyeneche -quien supona estar dirigindose en vivo y en
directo a la nacin entera- extrajo de su maletn una completa planoteca, muy bien delineada, en la que con claridad podan contemplarse los
clculos estructurales, los trazos, las proyecciones arquitectnicas de su plan del cierre de tejado del que Bogot habra de ser objeto durante
su mandato, y de las repercusiones urbansticas de la inminente pavimentacin del Magdalena. Los debi confeccionar algn estudiante de
arquitectura confiado en sus ideas, en las que se mantuvo firme, pese a seguir abstenindose a postularse, para el periodo 1974-1978.
Si bien su voluntad nunca decreci, no ocurri lo mismo con su salud, y fue as como en 1977, con ms de 20 infructuosos aos en la arena
poltica y casi 100 en el planeta, el doctor Goyeneche fue el gran damnificado de uno de los muchos paros de los que la Universidad Nacional ha
sido objeto. El consecuente cierre de la cafetera le afect en forma dramtica. Acostumbrado como estaba a comer en abundancia -hbito que
segn l mismo fortaleca su capacidad de raciocinio- el tener que renunciar a las generosas viandas provistas de manera gratuita por los
camareros universitarios, comenz a desnutrirlo. Su semblante, antes regordete y rubicundo, se fue debilitando, y los ojos alucinados se
agazaparon an ms en sus propias cuencas. Un taxi lo atropell, y la prensa registr su lamentable y desvalido aspecto, tirado en un charco de
la carrera 30. El accidente desencaden los males represados.
Ya nonagenario y maltrecho, el pobre doctor Goyeneche comenz a padecer de vrtigos, y fueron muchos los estudiantes que dicen haberle
visto tambalearse hacia la izquierda, no porque estuviera haciendo un guio al comunismo, sino por un problema de inestabilidad, que termin
llevndolo hasta el Hospital de La Horta, gracias a la bondad de uno de los vigilantes nocturnos, quien lo encontr dando tumbos, sin poder
llegar hasta su cuarto-oficina. La palabra lamentable era poca cosa a la hora de describir su estado. La costumbre de leer a travs de los
cristales rotos de sus anteojos -a los que adems les faltaba una pata- le haba provocado una conjuntivitis crnica, dolencia que a su edad
acarreaba el inminente peligro de llevarlo a perder la vista. Estaba triste. Solo. Senescente e hipertenso.
- "No me tengan ac ms de 12 horas. La patria necesita de su mayor educador poltico", fueron sus primeras palabras al ser internado.

No obstante, y como todos los hroes, el doctor Goyeneche sigui trabajando desde su habitacin. An convencidos de su mejora, los
estudiantes continuaron lanzando consignas y lemas, con los que se pretenda convencer al pas de que su candidato era la mejor opcin para el
venidero periodo presidencial.
-"Si le hace falta pan, por Goyeneche hay que votar".
-"Goyeneche: Candidato de la solucin nacional".
- "Si le hace falta leche, vote por Goyeneche".
Y el ms contundente de todos:
- "Colombia est en un hoyo. Hay que votar por Goyo!".
Sabios lemas que algn da seran imitados en un futuro no muy distante por los publicistas de Samper Pizano y sus "soluciones a la mano".
Antonio Morales, entonces reportero de El Vespertino, fue a visitarlo hasta all.
-"No quiero que la prensa me encuentre en este estado lamentoso -le dijo-. Mi enfermedad no ser bice para que mi actividad poltica contine
desarrollndose a travs de mis textos y de mi lucha en las plazas pblicas".
Tratando de tenderle trampas al tiempo -que ya sin duda estaba envindole factura por servicios prestados, y notificndole acerca de la pronta
caducidad de su ministerio terrenal- el doctor Goyeneche contempl la idea de arreciar en su intencin, de cara a las prximas elecciones. Ms
all de los esperanzadores pronsticos, lo cierto es que el doctor Goyeneche se estaba muriendo, y que tanto el final de 1977 como el principio
del ao siguiente, los vivi en cama, abstrado en sus propios sueos, cada vez ms imposibles.
El sbado 25 de febrero de 1978, el doctor Goyeneche hizo presencia en todos los hogares de Colombia a travs de una entrevista grabada para
el programa 'Mundo curioso', presentado por Rosalba Atehorta, en la cadena 2 de Inravisin. Con su voz y su cuerpo dbiles pidi a sus
copartidarios no preocuparse ms de lo debido. Das despus -an perorando desde su lecho y ansiando la llegada de los milagros que habran de
salvarnos a todos- el nico candidato del que jams pudieron inferirse segundas o terceras intenciones, entr en agona, sin haber sido
presidente. La voz se le empez a apagar y los ojos se le cerraron, en la paz de los que se van en olor de santidad.
Desde los criterios de la modernidad, saturada de manzanillismos, el trfico de poderes, clientelismo, maquinarias y corrupcin, Goyeneche fue,
de hecho, una anomala.
Un alma pura. Transparente y dulce. Ingenua, y libre de alguna intencin distinta a la de alterar la historia, por el bien de todos.

Que ser honesto y soar inspire en los dems el deseo de llamarnos desquiciados en un pas como Colombia no es cosa rara. El gran doctor
Goyeneche, por tanto, tampoco lo fue, al vivir de la caridad y al mismo tiempo ser orgulloso.
Si sus postulados hubieran sido tomados en serio, seguramente hoy el viaje por carretera entre Bogot y Barranquilla no tardara ms de seis
horas, los inviernos en la capital seran ms llevaderos, y los ndices de inequidad vaticinaran perspectivas menos aberrantes. Pero, sobre todo,
el gran interrogante dejado por su partida no sera otro de los muchos 'pudo ser' de los que nuestra historia parece estar luctuosamente plagada.
Pero eso ya no sucedi. Por lo mismo, an estamos a tiempo de levantar el merecido monumento a la memoria de nuestro eterno candidato
vitalicio. Yo ofrezco, no cinco centavos, sino 50.000 pesos. Que Dios le guarde, doctor Goyeneche, en donde quiera que usted est! Qu falta
nos hace hoy!

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