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martes, 15 de noviembre de 2011

DIRIGE E. ELIAS MERHIGE. Cineasta a tumba abierta

LA SOMBRA DEL VAMPIRO (The Shadow of Vampire, 2000). El extraño y atrayente realizador neoyorquino E. Elias Merhige -autor curtido en el cine experimental (Cfr. Begotten, 1990)- apuesta por un producto a contracorriente, agradable de ver, por eso nos gusta en esta casa. Su camara actúa como una cazadora de almas/vidas de las personas, digámos que vampiriza a sus personajes, un efecto vampírico que le viene como anillo al dedo a la hora de manufacturar este insólito film sobre la vida y obra del actor alemán Maximilian Schreck, protagonista del famoso film mudo de F.W. Murnau, Nosferatu (1922), personaje al que la leyenda sitúa como un auténtico chupasangres. Bajo esta apasionante premisa, y de la mano de dos grandes actores que contribuyen a la solidez del producto como son John Malkovich (Murnau), y sobre todo, Williem Dafoe (Scherck), Merhige se vale de ideas ajenas y ya planteadas en anteriores ocasiones (es imposible no acordarse de Michael Powel y su Fotógrafo del Pánico, o del Arrebato de Iván Zulueta) para facturar una película llena de buenos momentos cinematográficos, bellas imágenes (la escena en la que el vampiro vuelve a ver la luz del sol en los fotogramas del film que ruedan, es un ejemplo de ello), y una elegante gracia soterrada, producto de 'jugar' con excéntricos personajes reales: como cuando Schreck se niega a relacionarse con el resto del equipo de reparto alegando que es un fanático del método Stanislauski (sic.), por citar alguno de esos impagables momentos. Una película que nunca termina de ser un film de terror (ni lo pretende) puesto que Merhige se pasa por el forro muchas de las convenciones del género para deleitarnos con lo que muchos creémos una pequeña obra maestra, un título de culto entre los amantes del cine dentro del cine. Añadir que un inesperado Nicolas Cage figura como coproducor de la mísma, asesorado eso sí, por el experto español Luciano Berriatúa. SOSPECHOSO CERO (Suspect Zero, 2004). El poco prolífico director neoyorquino firma de nuevo un curioso film. Esta vez se trata de un thriller parasicológico estimable, pero al igual que sucediera con La Sombra del Vampiro no consigue el más mínimo reconocimiento ni del publico ni de la crítica. Suspect Zero no es un film redondo: lagunas de guión, situaciones en las que los personajes aparecen de la nada..., y ni mucho menos alcanza el nivel de su anterior film (su próximo trabajo sería un corto de animación titulado Din of Celestial Birds, dejando claro que lo suyo es experimentar), pero entretiene, que es lo que importa en este caso, y para nada se merece la mala fortuna de la que disfrutó. Cuenta además con un actor de la envergadura de Ben Kingsley (Sexy Beast, 2000) y un Aaron Eckhart más que aceptable, completando el reparto la siempre adorable actriz canadiense Carrie-Anne Moss (Memento, 2000), una mujer por la que sentimos verdadera atracción en esta casa. Merhige vuelve a tomar prestado premisas y argucias argumentales de otros films del mismo género (salta a la vista que títulos como Seven o El Silencio de los corderos están presentes en mente de todos, por otro lado, como lo están influenciadas el 99% de peliculas hechas a posteriori sobre temática psycho-killer) para fundirlos con su peculiar estilo de 'maníaco de la camara' (esos planos imposibles del revés...) y firmar otro título maldito, raro e incomprendido. Los que gusten de asesinos en serie, del psicoanálisis freudiano, de conspiraciones gubernamentales, armas parasicológicas y viajes astrales de serie B sin lugar a dudas Sospechoso Cero colmará sus expectativas.
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