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sábado, 28 de marzo de 2015

NO SE TE PUEDE ECHAR MÁS DE MENOS, PRINCIPE. (René Lavand, R.I.P.)

(Lavand y Tamaríz echándose una brisca)

No hace mucho localicé un vídeo en la red infernal que me tele-transportó a principios de los años 80, a mis años de infancia. Viendo a ese señor del bigote blandir su baraja a una mano algo se activó en mi cerebro como por arte de Mágia. As, dos, tres, cuatro...¡Tachánnnn!. Se llamaba René Lavand, y no era una ilusión. ¡Grácias, Juan (Tamaríz) por aquellos programas, y por traérmelo de vuelta del baúl de los recuerdos! Esa voz pausada, profunda, hipnótica...Era él, sin duda ¡El mago de un solo brazo! ¿Cómo pude olvidarme?  Tenía que acabar de ver el documental y así lo hice. Lo que me reveló aquella escasa hora de cinta fue la historia de un verdadero genio del arte. Una de esas personas únicas (lamentablemente, ya de otra época), sencillas, humildes que hacen de su trabajo y de su existencia un regalo para los demás. Gente como René Lavand (1928 -2015) dignifican al ser humano. Son éllos, los Lavand, Chaplin, Tesla, Guthrie y demás familia la gente que merece ser reconocida como estandarte de la Humanidad. Nos enseñan, nos divierten, nos asombran, y sí, nos matan, pero de ASOMBRO. Lo único que roban son aplausos. No se cuelgan medallas pero sí las rechazan. Pocas veces ganan pero jamás pierden. Por encima de este mundo ruin y mezquino están los tipos como Lavand. Crecimos viéndolos por la tele y hoy les decimos adiós aunque a casi nadie le importe una mierda. Descansa en paz, principe.



   











lunes, 16 de junio de 2014

EL ARTE DE LA FUGA (1). HOUDINI Y SUS OTRAS DOTES


Harry Houdini (1874-1928) ha pasado a la historia como el más grande escapista de todos los tiempos. El húngaro que se hacía atar de pies y manos con esposas, cuerdas, cadenas, candados o camisas de fuerza, colgado boca arriba o boca abajo de grúas o dentro de recipientes líquidos, siempre se las apañaba para escapar. Incluso las veces, que de esa guisa, lo lanzaban de un puente a las frías y profundas aguas de un río o bahía. O a las cataratas del Niágara. Capaz de aguantar la respiración durante varios minutos, Houdini arriesgaba su vida en cada número que ensayaba, todo con tal de ofrecer a su numerosa audiencia el mayor espectáculo de sus vidas. Teatrero por vocación, el magiar empezó curtiéndose como contorsionista y trapecista y se consolidó como mago de naipes antes de ambicionar logros más arriesgados, sorprendentes y exclusivos en el temerario negocio del escapismo, en esos trucos artísticos que tanta gloria le proporcionarían.
"El Bidón de Leche", "La Cámara de tortura China", "La Metamorfosis"... son algunos de los números maestros que hicieron grande al rey de la fuga. Gracias al éxito mundial de semejantes retos titánicos se llegaron a filmar series, documentales y películas en su honor: El Gran Houdini (1953); Cremaster (1999); El Truco Final (2006)... Existen igualmente numerosos libros sobre su persona, ensayos y biografías que aportan nutrida información al universo Houdini (La Caja de Houdini; Houdini el Rey de las Esposas; Como Hacer Bien el Mal....) y que nos descubren aspectos relevantes de su vida más allá de sus legendarios logros evasivos: su lucha y rechazo a todo lo que tuviese que ver con el espiritismo y los médium; su enemistad con el escritor Arthur Conan Doyle; su misteriosa muerte (tras fallecer, parece que de peritonitis, recibiría sepultura en el mismo ataúd en el que hacía su celebrado número del 'enterramiento vivo')... Y es en este punto donde uno descubre las múltiples y sorprendentes facetas de nuestro héroe huidizo. Porque además de retar a la muerte encerrado en baúles o urnas de cristal recolectando fama y dinero en medio mundo Houdini también fue un consumado actor, productor, director de cine, pionero de la aviación (sería de los primeros en sobrevolar Australia), agente secreto (sic.) y escritor de ¡9 libros! (amén de reunir una biblioteca personal con cerca de 10.000 volúmenes relacionados con la magia, el espiritualismo y la esotería). Uno de esos libros que escribió se titula "Traficantes de milagros y sus métodos. ( 1920)" (editado recientemente por Nórdica e ilustrado por Iban Barretenexea) y, de entre uno de tantos increíbles personajes a los que hace referencia Houdini en sus páginas, nos encontramos con el nombre de Ivan Ivanitz Chabert (1792- 1859), cuyas hazañas en el arte de la fuga relataremos en una segunda entrega a tumba abierta.


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