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4/2/21

VA - Algo salvaje

 Hola carajetes de mi corazón, otra vez vuelvo a mi querido y abandonado blog. Por ahí, en un


comentario que publiqué pero que no contesté a tiempo y se me perdió,  preguntaban si alguien seguía vivo por acá. Y sí, por suerte seguimos vivos de este otro lado de la pantalla. Miguel Wirtis se ha transformado en un fantasma, en una sombra que resurge de vez en vez, para compartir algo del viejo, fiable y siempre ruidoso garaje latinoamericano que tanto nos gusta. En esta ocasión les traigo un hermoso compilado doble que originalmente – al menos así lo obtuve yo – apareció publicado en el blog de mi hermano intercontinental, el gran Johnny Caveman.

De algún modo este disco que les dejo viene a cumplir dos funciones. La primera y más importante de todas: homenajear a Johnny. Y es que el bróder ha pasado a otro plano, a ese tan desconocido y que constituye la única certeza que tenemos durante toda la vida: la muerte. Por eso quiero hacer una breve semblanza de mi amigo a la distancia, el ahora eterno, infinito e inacabable Johnny Caveman. Sé que Johnny no era Johnny, del mismo modo que yo Miguel, no soy Miguel. Pero acá no importa, acá vamos a ser siempre muertos levantados. Si alguno se fue y otro todavía está no importa: las palabras quedan, quedarán y quedaron ahí en los blogs.


A Johnny lo conocí como Johnny. Si bien después entramos en confianza y nos linkeamos en la vida extraredes, el vínculo siempre fue por internet. Y es que Johnny hizo su vida, escribió sus post desde España. Yo desde Argentina. Luego, el vínculo necesariamente se desarrolló por Internet. Charlábamos vía mensajes en el blog o por facebook. Siempre de música. Porque a nosotros dos nos unió la música. Por eso siento que Johnny fue un alma hermana, como todos ustedes ahí afuera lo son también, carajitos del garaje beat latinoamericano; que vivió y subsistió sosteniéndose en el arte en movimiento. Me lo puedo imaginar, puedo empatizar con él porque a mí me pasa algo así: no soy músico – si bien boludeo con el bajo de vez en vez y canto mientras me baño – pero la música me ha salvado en muchos sentidos. Pensando rápido, digo que si no fuera por la música no escribiría, ni tocaría el bajo o haría deporte. Y seguro no en las mismas actividades pero sí con la misma compañía de la música, Johnny debe haber caminado mucho de los caminos de su vida. Además estoy bastante seguro de que así es porque para regalar felicidad Johnny regalaba música. A mí particularmente me envió – sin conocerme, por puro buen tipo, por puro regalar algo de alegría al prójimo que se sabe semejante en los gustos, a un otre que suponemos flashea con lo mismo que une – muchos discos de vinilos, los mejores, les cuento, los que más atesoro. Y me los mandó porque sí, porque así era él: generoso y amigable. Me acuerdo lo feliz que estaba cuando España ganó el mundial, lo publicaba por todos lados. Y yo lo abrazaba desde acá, feliz por ver feliz a un gran tipo. Ni hablar cuando publicaba acerca de su familia, su esposa e hija que tampoco conozco más que por fotos pero que estoy seguro son unas personas hermosas.


Las redes son frías, sin duda e Internet no puede suplir las relaciones face to face. Sin embargo, el caso de Johnny es ejemplo de que también pueden ser las redes canal de encuentro para almas semejantes.

El mejor homenaje que se me ocurre hacerle a mi amigo virtual es publicar esta salvaje antología de sonidos trogloditas que tanto disfrutaba el bróder. Además fue lo último que Johnny compartió en la Taberna cavernícola.

Fue un placer haber compartido algo de este camino de la vida que me ha tocado con vos. Sin lugar a dudas el mundo es un lugar más bello porque pasaste vos. Buen viaje Bróder. Gracias.  

9/4/16

Los Impala - Impala symdrome (1969)

Buenas noches. Hoy les traigo un disco clásico, el Impala Syndrome. Se me hace difícil elegir discos para colgar. Debe ser porque he tenido la cabeza demasiado atornillada a la realidad. Es muy difícil escapar
de lo cotidiano si uno aboca el tiempo libre, ese que se espera como justificativo de la ardua tarea, a procrastinar ¿No? Es así que sin darnos cuenta es imposible evadirse de la realidad.
Desde el posteo de las efemérides hasta un evento programado, todo te remite a ese mundo que está afuera pero que también está acá adentro. Todo el tiempo porque estás conectado siempre.
Si uno no despierta la pesadilla es eterna.
Ya sé, hoy me vine metafísico. No me hagan caso: Reflexiones gastadas de un hombre enojado. Por cierto, el buen Wirtis se trenzó a golpes en la calle el otro día. Así es amigos, iba trotando por el parque San Vicente, algo enardecido porque venía de la marcha contra el ítem aula (y ya lo sabemos: nada como la injusticia y el latrocinio estatal para encender los ánimos rebeldes y contestatarios), y pasó que de repente se me cruzó un auto al paso. Y yo me desboqué. Y el auto se frenó al costado. Y me acerqué, desbocado todavía. Y el tipo se bajó. Era más viejo pero me doblaba en tamaño. Me encajó un trompadón, que vuestro buen amigo no supo esquivar. Acto continuo se me vino encima. Me atropelló, consciente de la diferencia. Me dejé llevar hasta el borde de la sequia. Ahí, salté la zanja y lo hice caer. Me toqué la sangre. La concha de la lora, me cortaste, le dije al gigantón. La reputamadre, pensé para mí, mirá el quilombo choto que generé por andar encendido.
Entonces pensé que hay que frenar a veces. Que disminuir la marcha, incluso detenerla, no es ceder. Es solo frenar para volver arrancar. Con otras pilas, en otro contexto.

Acá les dejo el relato. Se los dejo junto a esta tremenda banda con su alto álbum, el super clásico Impala Symdrome.