Cuando la soledad
encharque tus pulmones
y barrotes de jaulas desarmadas
te habiten como costillas
que se ulceran
y tengas que abrir al dolor
puertas y ventanas
para que tus escombros
tomen aire
y no te asfixies en tu propio humo,
recuerda
que ese preciso momento
lo evocarás en otros tiempos
que vendrán
y te clavarán nuevos hierros
sumando polvo al polvo
hasta que hagas tan tuya
la soledad como tu sombra
soldada a ti
y aprendas a amarla
como tu propia huella.
Imagen: Paul Klee, Gefangen. 1939- 1940