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miércoles, 11 de mayo de 2022

ESA ERA MI MADRE





° Foto recuperada de baúles de recuerdos



Ella era como todas las madres,

con sus defectos y bondades

y así la quería.

Para qué idealizarla.

Sería como ponerle una cara

que no era la suya;

y a mi me gustaba como era

esa mamá de carne y hueso,

con sus sueños y pasiones enhiestas  

a la mirada del día para no desfallecer

en las estrecheces de apretar lo del pan diario;

y su cantaleta impajaritable

de radio mal sintonizado

para que fuéramos  buenos hijos.

Cuando la invadía la nostalgia

por su tierra banqueña,

se sentaba a cantarnos con mi papá al tiple,

en su voz de dulce mezzosoprano,

boleros que ella aprendió de niña

de los sextetos cubanos,

que aguas arriba del  río Magdalena

subían de Barranquilla  en los barcos de vapor

camino de Honda,

y hacían una parada en El Banco,

su tierra de duendes y brujas,

su tierra de  La  Llorona loca,

su tierra cuna de José  Barros  

compositor de la cumbia legendaria

La piragua.

¡Esa era mi madre!

 

 

lunes, 22 de noviembre de 2021

EL PAPA QUE ME GUSTABA

 






*Foto propia intervenida


De niño lo veía enfundarse los domingos en sus zapatos de cuero, brillantes como una charola, sus pantalones de tirantes que le realzaban la línea de los pliegues, la camisa blanca almidonada, la corbata de cuadritos, y el saco que le planchaban con amor, las manos esmeradas de mi mamá.

Adoraba los domingos, porque mi papá, en ese pueblo de piedra donde vivíamos, no nos asustaba como todos los papás del pueblo con el cuento de que a los niños callejeros, se los robaban los fantasmas de los indios guanes o el "calingas", un viejito baldado, que cargaba en un costal viejo, todo el mugre del pueblo para su casa, y nos llevaba donde Crisanta la vecina (tenía una tienda esquinera) a beber el masato más sabroso del mundo. Luego cogía calle abajo, por lo lados de la casa cural y la catedral - cercanas a donde vivíamos- en busca del único billar del pueblo, en la plaza principal.

Ese era el papá que me gustaba, y bueno,  siempre me gustó. No el de la cara adusta, severa de secretario de alcaldía que se ponía cuando entraba a la oficina, por los pueblo donde anduvo ganándose el pan, leyendo montones de papeles de demandas, memoriales, sumarios e infolios. Aunque ahora comprendo, que en un despacho público, donde tenían que dirimir algunos problemas civiles, penales y administrativos, que en esos tiempos, no trataban los jueces, y la ley los dejaba en manos de los alcaldes, para que los resolvieran, estos por ignorancia supina, se los chutaran a sus secretarios; y no era extraño que me dijera una señora, alguna vez, en una serenata, ya subida de tragos, "su papá en la oficina era un revólver, pero por fuera relindo. ¡Cómo cantaba¡.

Yo me quedo (y mis hermanas también) con el papá, que se quitaba las arrugas de autoridad, desfruncía el ceño, descolgaba el tiple, y calentando la voz con la gravedad de un Facundo Cabral, se conjuntaba con Expedito Santos y su guitarra, para cantar a dúo, ese bambuco telúrico de José A. Morales, "El delantal de la china,!" o el bolero inmortal, que puso en boga, el Trío Los Panchos: "Cosas como tú."

!Viejo¡ ahora sé de dónde me vienen esas ganas de cantar recio y de siempre, o las euforias cantarinas de mis hermanas cuando las coge el trago y la nostalgia