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miércoles, 12 de junio de 2024

De la espera


 




Siempre esperamos

no importa qué,

la incertidumbre es la que amasa

el pan de la espera.

Si supiéramos lo que esperamos,

abandonaríamos la espera.

Tantas cosas pueden venir con la espera,

por ejemplo,

su voz con las melopeas de los poemas-canción

de María Helena Walsh,

como aquella,

susurro valiente al oído,

para que la muerte no fuera:

“Tantas veces me mataron
Tantas veces me morí
Sin embargo estoy aquí
Resucitando”

U otras cosas como en el cuento de Cortázar,

del hombre vomitando conejos,

en un departamento prestado de Buenos Aires,

guardándolos entre los armarios,

con un amor de padre por sus hijos,

para no abandonar los gazapos

a la suerte de las calles

La espera son tantas cosas,

tan impredecibles

como ese morir de último,

que todos deseamos (al fin guerreros de la vida)

de sentir el pleno goce

del grito gutural de la victoria

 

 


lunes, 18 de octubre de 2021

MÁCULAS DE AMOR, ENTRE CUENTO Y POÉTICA

 



*Montaje propio


 

Ahora la volvía a ver, después de que se le extraviara en el  laberinto de Minotauro, en que a veces se nos convierte la vida. Olía al peculiar perfume de azahar, que siempre emanaba de su pelo, como ramas de naranjo que le colgaran de las güedejas de su cabello.

 Leía uno de los cuartetos de Alejandría de Durrell (Clea), cuando sintió su presencia de azahar, y el libro se le cayó de las manos. Entonces no le quedaron dudas de que ahora las páginas  de Durrell, como la última vez las de Los Autonautas de la Cosmopista de Dumlop y Cortázar, serían maculadas por los ardidos fluidos de amor y lágrimas de tanta espera.




sábado, 15 de febrero de 2020

LA MAGA QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO











*Foto intervenida


Siempre habrá una Maga, como la de la Rayuela en nosotros. La veremos un día despistada, con el pelo rebelde en la cara, caminando por una calle náufraga de señales, y nos iremos tras ella, conversando de lo fresca que está tarde (ayer el calor era insoportable), y sabremos que vive en un apartamento que amenaza ruina; pondrá unos discos del gran Satchmo, nos hablará de El perseguidor de Cortázar, y entrada la noche, ella preparará un tinto, mientras parlotea de un rincón de la ciudad donde los pájaros mueren contra los ventanales, entonces nos daremos un beso, y seremos ya, parte de su juego, ese juego interminable de jugar a reencontrarnos en la excusa del azar o la coincidencia, por esos lugares que ella demarca como suyos, productos de su amor por la ciudad, porque más ha podido esa manera silvestre, natural y salvaje de amarnos, ella desandado nuestros pasos, nosotros desandando los de ella


Un 14 de febrero 1984 murió, Julio Cortázar en París, enterrado en Montparnase. Y, la mejor manera de recordarlo, debe ser a través de la legendaria y perenne,  Maga.



lunes, 3 de junio de 2019

LA MAGA QUE TODOS QUEREMOS









*Foto intervenida de internet


Siempre habrá una Maga, 

como la de  Rayuela en nosotros. 

La veremos un día despistada, 

con el pelo rebelde en la cara, 

caminando por una calle náufraga de señales, 

y nos iremos tras ella, 

conversando de lo fresca que está la tarde 

(ayer el calor era insoportable), 

y sabremos que vive en un apartamento  

amenazando  ruina; 

pondrá unos discos del gran Satchmo, 

en un equipo de aguja,

nos hablará de El perseguidor de Cortázar, 

y entrada la noche, 

ella preparará un café, 

mientras parlotea de un rincón de la ciudad 

donde los pájaros mueren contra los ventanales,  

entonces nos daremos un beso, 

y seremos ya, 

parte de su juego, 

ese juego interminable de jugar a reencontrarnos 

en la excusa del azar 

o la coincidencia, 

por esos lugares que ella demarca como suyos, 

productos de su amor por la ciudad, 

porque más ha podido esa manera silvestre, 

natural 

y salvaje de amarnos: 

ella desandando nuestros pasos, 

nosotros los de ella

por la gran ciudad

domingo, 16 de febrero de 2014

La Maga de Cortázar que todos llevamos

LA MAGA DE CORTÁZAR QUE TODOS LLEVAMOS


Siempre habrá una Maga, como la de la Rayuela en nosotros. La veremos un día despistada, con el pelo rebelde en la cara, caminando por una calle náufraga de señales, y nos iremos tras ella, conversando de lo fresca que está tarde (ayer el calor era insoportable), y sabremos que vive en un apartamento que amenaza ruina; pondrá unos discos del gran Satchmo, nos hablará de El perseguidor de Cortázar, y entrada la noche, ella preparará un tinto, mientras parlotea de un rincón de la ciudad donde los pájaros mueren contra los ventanales, entonces nos daremos un beso, y seremos ya, parte de su juego, ese juego interminable de jugar a reencontrarnos en la excusa del azar o la coincidencia, por esos lugares que ella demarca como suyos, productos de su amor por la ciudad, porque más ha podido esa manera silvestre, natural y salvaje de amarnos, ella desandado nuestros pasos, nosotros desandando los de ella