Quiso detener la hoja acerada de doble filo que hundía en el vientre recio del hombre, el mismo que hacía la siesta en su mariapalito debajo del palo de mango, pero no pudo; en ramalazos le vinieron a la mente los !ayes¡ y dolores de los muertos que había dejado a su paso, en esa tarea sucia que todos le conocían de quitar y poner tierras como corinche de los latifundistas, y su puño hundió la falcada dos, tres, cuatro y tantas veces más, en la piel curtida del hombre , que se le cansó la mano y perdió la cuenta.
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viernes, 28 de enero de 2011
lunes, 5 de abril de 2010
Falcada
Cuántas veces he buscado
su boca en el vacío de los sueños,
y he amenecido con los labios heridos
por la falcada de sus besos.
Cuántas veces he hendido
el limo de la garganta de su sexo,
y en la humedad de sus mares interiores,
sentir cómo orgasman de ebriedad
mis barcos y veleros.
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