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domingo, 30 de junio de 2024

Memorial del tiempo

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Foto recuperada


 

Quizás mañana  la casa no esté.

A la historia le basta una foto,

ojalá en tono sepia.

Poco le importan el alma de sus fuentes

y zaguanes,

alargando el sueño en las siestas de la tarde.

Ni los cuartos oscuros donde el amor parió los hijos.

Aún debe rodar por ahí,

un aguamanil de patas cojas,

y la jofaina aporreada por los golpes,

y el orín que va dejando el tiempo a su paso .

Mañana no estarán ni los propios fantasmas

de la casa.

Los habrá matado la peor de las muertes:

su propia nostalgia

jueves, 10 de febrero de 2022

MEMENTOS

 










Volví después de muchos años,

 de noche,

allí estaba la casa

y el andén donde de niño

me tendía a coger las estrellas,

con la red de mis manos

pero ya no había estrellas,

una nata ceniza de humo,

había borrado su cielo limpio,

claro.

Entré a la casa

y los cuartos que la recordaban,

 ya no huelen a agapantos

era ella quién los regaba.



*Foto propia intervenida. Piedecuesta.




 

lunes, 20 de diciembre de 2021

MEMORIA DE LA CASA AZUL

 


 








A la vuelta del camino todavía está la casa.
Encallado su casco de azul desvaído, 
entre los árboles.
Tras sus paredes sólo duermen 
los perros del abandono 
un sueño de ángeles.

Alguna lagartija desorientada se aventura

en  sus paredes agrietadas

a la caza de un torbellino de moscas

y cucarrones

que se dan a la desbandada

cuando sienten su presencia.
En el solar que daba al barranco 
sobrevive el guayabo.
Por entre sus ramas corre una brisa juguetona, 
la misma que te alzaba las faldas

y te levantaba  el pelo, 
cuando  de niña te subías

a coger guayabas verdes, 
y a querer volar como los pájaros


Foto propia.

lunes, 5 de julio de 2021

Vuelo de pájaros






*Foto propia intervenida


Han clausurado la puerta

que da al patio de la vieja casa.

Tras cristales aún se ve la fuente,

después de tantas telarañas zurcidas

por el tiempo.

Y en la nostalgia la sombra de su pelo

hecha de silencios;

y sus labios húmedos

-a pesar de los crudos veranos-

abiertos siempre al beso.

Sí. Aún está la fuente de piedra sin labrar

de donde rescataba los pájaros náufragos,

que, en los torrenciales inviernos,

caían en la pileta empapados por la lluvia.

¿A dónde hoy los pájaros?

¿A dónde hoy sus húmedos labios?

 



sábado, 29 de mayo de 2021

La casa

 





*Foto propia



La casa se pobló de sombras,

de fantasmas

cuando se quedó sola,

a los niños se los llevó la peste.

Entonces cegamos la fuente de los pájaros

en el patio de las begonias

Clausuramos todos los cuartos

y dándonos el último beso,

nos encerramos a morir

tristemente de olvido




jueves, 31 de octubre de 2019

Ausencia









*Foto propia


La tarde huele a ti,
a naranjo en flor,
en la brisa que levanta alas
en las hojas de las ceibas
y de los caracolíes.
Más tarde lloverá,
y la lluvia caerá 
sobre los tejados,
inundando los patios
de la casa
como si llorara tu ausencia


martes, 27 de marzo de 2018

Suspiro







El tiempo se ha detenido en los 

tejados, 
en las paredes
en las ventanas de la casa,
como un sueño 
vago
neutro,
impreciso.
Quizás,
perdido en las costuras de la casa,
puede que aún esté,
ese suspiro 
de cada beso tuyo
que siempre me dejaba en desvarío



Foto propia: Piedecuesta (Santander-Colombia)



jueves, 6 de octubre de 2011

Mítica

Sintió el chapoteo de las botas en los charcos que había dejado, entrada la tarde, la lluvia en las losas del ancho callejón. Miró con sigilo por los huecos de la cortina, que a propósito había agujerado con una colilla encendida de cigarrillos Pielroja. Vio a los hombres de uniforme pegarse a la pared de la casa, como lapas. Se palpó la pistola en el cinto, pero pensó que era un suicidio enfrentarlos. Corrió al patio de los geranios, mientras los de afuera, abrían el portón de entrada al caserón, a punta de metralla. Se abrió camino por un sendero que llevaba a un solar poblado de limoneros, y de un salto felino alcanzó el borde del paredón, y saltó a la calle, cayendo como sabía hacerlo en puntillas, felino humano, y emprender una carrera veloz, por el laberinto de pasajes amplios, que habían construído los turcos, para levantar su mercado de toldos y tenderetes, mientras las balas le silbaban en montonera, y él no sabía si estaba vivo o muerto pues un miedo cerval, no lo dejaba pensar.


Una mujer, en ese dédalo de pasajes, lo agarró con fuerza animal, y lo metió en su casa, cuando los de uniforme, estaban a punta de darle cacería. La mujer de ojos como el mar, pelo de trigo, boca carnal, como buena anfitriona, ha satisfecho su sed, y le ha dado de comer con generosidad, y en las noches frías, ha arrimado su piel a la suya, dejando que él le abra las piernas, y entre en ella, cuantas veces quiera, animal o tiernamente. El hombre está feliz, pero extraña a los suyos, aquellas montañas, a donde un día se citaron a pelear el pan para todos, y juraron sobre el latir de sus emocionados corazones, tumbar al tirano. Y puede más el deber. Por eso ha intentado fugarse varias veces del lugar , pero se le hace raro, que cada vez que amaga escaparse, la casa parece girar, escondiendo en cada una de sus vueltas, la puerta que da a la calle




viernes, 26 de agosto de 2011

De destierros y abandonos

Había vuelto después de darle tantas vueltas a la vida. Sólo de parada en cualquier esquina de su errancia, sin ganas de arraigar en ninguna parte, con ese dolor adentro por la tierra que se deja, porque puede más el miedo a la muerte, que la querencia por los lodos que le dieron sentido a la existencia, en los surcos abiertos y sembrados de semillas, pan de mañana. Esos mismos lodos  que levantaron la casa, paredes de gruesas tapias, corredores espaciosos,  habitaciones vastas, patios abiertos al sol, la lluvia, la noche y las estrellas; albergue de amor en la penumbra, en esos! ayes¡ desmayados de cópulas tiernas y rabiosas de sus mayores; solaz de niños, jugando a las escondidas en sus inmensos cuartos, que la enfebrecida imaginación infantil, poblaba de fantasmas; asiento de los amores primerizos, de besos subrepticios, de entregas de premura, en la aprensión de ser sorprendidos, en el momento del espasmo mayor, cuando se desbordan las aguas represadas.
Ahora había vuelto, con los recuerdos intactos de la última vez, cuando los hombres embozados, entraron sin aviso en la casa, y fueron matando sin piedad, a los niños, jóvenes y viejos, y violado a la mujeres, a pesar de las súplicas. Ella, que había salido al patio de atrás de la casa, para callar a los perros, que no la dejaban dormir esa noche, cuando estalló la plomacera, saltó como una liebre al camino que daba al pueblo. Tenía quince años, y no entendía la razón de la muerte de los suyos. Después lo supo, cuando en su transhumancia se cruzó con otros desterrados: querían la tierra.
Cuando salió huyendo, en medio del huequito que le dejaba el miedo en la mente para pensar, razonó que en esa casa estaba su historia, y que al abandonarla, se quedaba sin rostro, como mirarse en un espejo y no verse. Ahora, había vuelto, y en medio de la ruina de sus paredes, los muebles abatidos por el tiempo, y los patios enmontados por la maleza, sintió que como la casa su corazón eran grietas y muñones de tapias donde crecían la lama y la hierba del abandono.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Mortaja


No la vi en sueños. Varada en la espesura, estaba la casa, inmensa, alta como la arboladura de un barco, pero no había nadie en ella, a pesar de los muebles y las camas cubiertos de sábanas blancas. Es que éstas sábanas blancas eran su mortaja.

martes, 14 de octubre de 2008

Estar, ahí


Sé que estás ahí,

sentada en el fresco del jardín

de tu nueva casa.

Cómo quisiera ser el viento

para llegar a vos,

y agitar con mi brisa

el mar sereno de tus ojos