hay un silencio de piedra
el mundo ha enmudecido
el cielo es un borrón
y se ha quedado sin luna
sin estrellas.
nada se mueve
solo mi alma
en esta quietud de piedra.
crítica, pensamiento,mundo cultural, ensayo, producción narrativa y poesia, artes escénicas.
Angelita Gonzalo
*Foto de la web.
En la noche se escucha la canción
de Gonzalo y Angelita:
"esta noche me amarás",
mientras miro sus fotos en un álbum sepia,
tejido de tiernos recuerdos
y se me quedan sus ojos prendidos como luceros
en los míos
ya que no hay luna.
Agoniza la canción,
pero no la ansiedad de mirarla
aunque sea en las fotos de un álbum viejo,
y me agarro en el vacío de la noche
de la memoria de sus labios,
me prendo de su boca
y soy su saliva,
su propia lengua agradecida.
Esta noche será mía
en este sueño sin estrellas,
aunque sólo sea una imagen
en las páginas de un álbum desteñido
por el polvo y por tiempo
*Imagen intervenida
La
noche es una nata de nostalgia.
Brassens,
y La mala reputación,
me
desbordan el alma
Canto
a Brassens mientras me bebo un "amarillo",
y
la guitarra en un lamento de cuerdas se desgarra
(…Yo
no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;
No, a la gente no le gusta que
Uno tenga su propia fe…)*
A pesar del tiempo,
y las horas que pasan
fuerza
y rebeldía en la esperanza se juntan.
El
mundo espera todavía la utopía
más
cuando es un ojo
que
sangra en medio de la noche,
un
beso que sabe a lágrima salobre
una
fosa siempre abierta
que no para de recibir sus anónimos muertos
en noches de cómplices neblinas
Amor,
bebamos
por la complicidad de los dos,
y
con el poema de Benedetti,
peleemos
la vida por todos sus costados,
que
"en la calle codo a codo
somos mucho más que dos"*
* La mala reputación, de Georges Brasssens
* Verso
de Te quiero de Mario Benedetti
*Foto intervenida
La tarde se funde
en un incendio del sol,
rodando las montañas del poniente,
inyectado de cobres y bermejos
Una sábana oscura
vendrá luego,
en el siseo de la brisa en las ramas
de los robles y abarcos
a cubrir de angustia el corazón
y alma.
En la antípoda
quizás me pienses
y mires la luna,
esta misma luna que miro,
y nos acerca,
para no sentirnos tan solos
en esta cruel distancia
de antípodas de la nocheFinal del formulario
Imagen intervenida
Desde aquí donde
no la tengo,
busco en los
nardos el olor
de su cuerpo de
madrugada.
Aún la brisa del
alba
no olvida la
fragancia a limonero de su pelo.
En la antípoda en
que está,
quizás ya haya mirado esta luna,
tan llena de luz
como sus ojos,
en el asombro de la vez primera
de su gruta rebosada
de humedades.
Sé que volverá cuando ya me extrañe.
Dejaré la puerta abierta,
para que entre
como una brisa grata
a entibiar las sábanas
en la piel de la
noche.
Foto intervenida
La noche se
perfuma de azahares
y la brisa
es aroma de naranjo
esparcido en
cada sueño,
en cada
beso de amores desvelados,
en la piel
de los amantes que no rezuman
sales,
ni sudores
sino jugos
de naranjo,
cuando se
agita el mar de sus adentros
y se
desborda brioso
en la costa
de sus cuerpos.
Esta noche,
un niño
duerme bajo
las alas de
un naranjo
se sueña
cazando estrellas,
tirando su
red en lo ancho del cielo.
Pero las
deja ir enternecido,
y ellas lloran
lágrimas amarillas,
lágrimas
del naranjo
que le da
alas a su sueño.
Esta noche
se ha quedado
el azahar
en tu pelo,
y en tus
besos el sabor al naranjo dulce
que con
tanto amor
alguna vez
sembramos en el patio
Jadeo de perros en la noche,
la luna balancea su hoz en el cielo,
y el cielo se tiñe de rojo en una aguada de
nubes y de luces.
Tiembla la tierra al paso de
los caballos,
titilan las luciérnagas
como ojos de la noche,
ellos sienten en su miedo
que sus ojos los delatan
y trepidan sus pechos
como parches de atabal.
Quizás no haya madrugada
y sus párpados se abatan
en el sueño sin regreso,
antes del canto de los gallos,
y la brisa que refresca el alba.
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