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sábado, 17 de julio de 2021

Razón de una canción

 






  Foto intervenida



Cuando pasaron junto al bar, la mujer se estremeció. Víctor Heredia cantaba, "Para recalcar que estoy vivo/En medio de tantos muertos". Hacía mucho tiempo que no escuchaba esa canción. Era la canción de él. Dos lágrimas largas rodaron por sus mejillas. Se quedó mirando al niño, lo alzó y lo besó con una gran ternura. Luego, se perdió calle abajo, cuando Heredia ya cerraba la canción: "Ay! fogata de amor y guía, / Razón de vivir mi vida"





martes, 24 de marzo de 2020

Aguada en sepia









Sé que no habito en la alegría de los que celebran con champagne
el social escalamiento (arribismo dice mi filósofo);
ni en el glamour de la mujer que se baña en perfume de Lacoste o Chanel;
tampoco estoy en el alma de aquel que saborea un Varela Sarrazanz,
con el falso deleite de un somelier de caro restaurante;
ni en la de aquel que comenta Madame Buterfly a su mujer con mendaz goce, en un palco sombrío de la ópera.
Nada de eso soy, menos lector de un Cuáthemoc, Walter Rizo o Coelho, que venden libros como si fueran chorizos
Soy de los que se gozan a Fellini en un teatro de miseria,
si es que estos teatros aún se salvan de la ruina,
y bebe el vino más barato en la trastienda,
mientras rasga una guitarra que el corazón arruga
y aniquila el alma.
Soy de los que leen a García Márquez sentado en la taza del baño de la casa;
a Borges al lado de una tinaja de chicha fresca;
a Mariamercedes en el alma anochecida de un bar malogrado por el tiempo,
donde ponen boleros de Daniel santos,salsa de Blades, Lavoe y Cheo Feliciano;
a Roca en un viejo tiovivo con la cabeza repleta de cervezas.
Soy un cantor de versos desportillados,
que no olvida a Serrat, Sabina, Cabral, Silvio o Milanés en sus canciones;
soy el recuerdo y el olvido,
un actor perdido en la niebla de la escena,
un enamorado de la vida,
cantándole sus penas a la luna,
o ese hombre feliz con cara de niño
cuando las cometas hienden el viento
y son una mancha de colores en el azul del cielo.



Foto intervenida








lunes, 7 de mayo de 2018

Lo que no puede el olvido









Foto de intervención



Todo te recuerda, amor,
hasta el viejo bar 
donde nos conocimos.
En la ruina y descalabro
de sus muebles viejos
(mesas y sillas enredadas),
aún está la barra donde nos dimos
el primer beso,
y  Mercedes,
cantaba aquella canción
que sentíamos justamente  nuestra:
"Uno vuelve siempre 
a los viejos sitios 
donde amó la vida 
y entonces comprende 
como están de ausentes 

las cosas queridas" 

jueves, 31 de octubre de 2013

Juramento


Ahora viendo la casa,
hecha un estropicio,
le sangraban los recuerdos.





Aquella tarde volvió al callejón, y supo que áun no la olvidaba, a pesar de que el bar donde 
escuchaban las canciones de Violeta Parra, ya no estaba, pero sí el alto balcón de la vieja casa colonial, donde leyendo los versos de La casa y el ladrillo, de Mario Benedetti, se habían jurado cambiar el mundo.