Es una pena. "Brave" ya es puro Disney del peor, lo de que aparezca Pixar en los créditos es una dolorosa ironía, una puñalada trapera, una amarga jugarreta: ¡mira lo que te obligo a filmar y a firmar! Otra princesita, la especialidad de la casa y una historia que, como de costumbre, parece sacada de cualquier cuento medieval europeo pero haciendo que los personajes hablen desde la mediocre modernidad, como si estuvieran en la más tópica y estúpida sitcom del canal infantil. Una historia que para colmo se repite, ya que es muy parecida a la que se contaba en "Hermano oso", película del año 2003 de los propios estudios Disney. Una cinta de aquella época posterior a "El rey León" y previa a la compra de Pixar y que está llena de películas de dibujos animados olvidables.
Cuando Disney adquirió Pixar hace unos años, la pregunta sería si la creatividad y la libertad formal que la compañía del flexo saltarín había desarrollado durante una década, hasta encumbrarse en lo más alto, aguantaría la embestida del gigantesco imperio del ratón, una máquina de hacer pasta con el segmento de mercado infantil y que no se anda por las ramas a la hora de maximizar beneficios: como cualquier otra multinacional, en fin. De hecho ambas compañías habían sido siempre socias, pero manteniendo disputas comerciales que se resolvieron por las braves cuando finalmente Mickey se comió a Woody. Pixar había logrado un equilibro inaudito entre animación espectacular y guión inteligente, algo formidable y que se celebraba año tras año yendo al cine a ver una producción que en determinados casos se podía considerar obra maestra: la saga "Toy Story", "Ratatouille", "Up", "WALL-E". Hacían grandes películas y arrasaban en taquilla, ¿qué más podían pedir?
Adiós a todo eso. Hasta nunca, me temo.