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martes, febrero 07, 2017

"Manchester by the Sea", de Kenneth Lonergan

Kenneth Lonergan puede presumir de una carrera reconocida y premiada como autor teatral: triunfar en Broadway. De su trayectoria como director de cine no había visto nada aún, si bien una película suya, "Margaret", la tengo apuntada desde que la BBC la incluyó en su flamante lista de las cien mejores películas de lo que llevamos de siglo XXI: después de "Manchester by the Sea", las ganas de ver "Margaret" han aumentado.
Caigo en la tentación facilona de concluir que se nota la herencia teatral de Lonergan; que los diálogos de la cinta son estupendos, agudos, amargo dulzor; que esta historia trágica que el cineasta neoyorquino ha arrojado a la platea, sepultando por momentos al espectador en un intenso sentimiento de tristeza, es capaz de respirar con un gran sentido del humor: la dosis justa de sonrisas, el desahogo necesario de las lágrimas. No hay salvación, ni catarsis, sólo apaños cotidianos para ir tirando: como la vida misma.
He repasado lo que he escrito durante estos años en el blog cuando aparecía el nombre de Casey Affleck: está claro mi respeto por este actor. "Gerry" de Gus Van Sant, "El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford" de Andrew Dominik, "El demonio bajo la piel" de Michael Winterbottom. También ha dirigido, "I'm still here", aquel falso documental protagonizado por su cuñado, Joaquin Phoenix, pero aquello no me pareció que demostrara sus virtudes desde el otro lado de la cámara, con lo cual va a resultar que Casey va a ser el reverso de Ben, el hermanísimo: discreto actor, buen director, y viceversa.
La naturalidad con la que Casey Affleck logra sacar adelante el personaje autodestructivo y derrotado de Lee Chandler, supone un ejercicio de interpretación sobresaliente. Lee, muerto viviente necesitado de cualquier compasión disponible, acude al rescate de quien menos lo precisa: esos inmortales, dulces dieciséis años, en los que eras invencible y no lo sabías. Los chicos viven, los adultos sobreviven.