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20 enero 2025

Lo sabe


 Nena-chan ya lo sabe
Ya sabéis. 
Lo de los reyes y eso. 
Lo sabe desde hace tiempo, obviamente, pero hasta que no ha entrado al instituto no lo hemos hecho oficial. En fin. Ahora que lo sabe-sabe, le propuse que comprara ella algunos regalos de su parte. Alguna cosilla, solo, para que ella estuviera en el ajo también, pero sin gastarse mucho dinero.
-Calcetines -le dije-, son baratos y siempre hacen falta.
Le pareció bien y un día nos fuimos a un centro comercial la niña, su monederito y yo a comprar calcetines en secreto.
Al principio la cosa fue bien: 
-Estos para Nene-kun, que le gusta mucho Dragonball.
-Perfecto.
-Estos para papá. 
-Pero si tienen gatos. 
-Ya.
-Papá odia a los gatos.
-JAJAJAJAJA, por eso.
-Vale, son tus regalos y no me voy a meter, tú elige libremente.
-Y estos para ti.
-¿Esos? Como me compres eso no me lo pongo, así te lo digo, eso tiene una pinta de rascar cosa mala y encima a ver con qué convino yo el verde aguacate y el amarillo pollo. Coge esos de ajolotes, que por lo menos son rosa.
-¡Pero mamá! ¡No puedes elegirlo tú!
-¿Por qué no? 
-¡Porque entonces no es sorpresa para ti! 
-Bueno, he venido a comprarlos contigo y luego te tengo que ayudar a envolverlos. Mucha sorpresa no esperarías que fuera...
-No sé... Bueno, supongo que no importa porque luego tendrás más regalos, ¿no?
-¿Y quién crees que los coloca debajo del árbol cuando os dormís?
-...
Me da la impresión de que lo sabe, pero se lo plantea lo justito.





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El plazo para participar como expositor (editoriales, librerías, autoeditados, artesanos, artistas, creadores...) estará abierto hasta el 26 de enero.






06 enero 2025

La Nintendo de segunda mano


Mi marido tenía muchos cómics de grapa.
Pero muchos, muchos.
Algo así como cuatro armarios a rebosar. 
A mí no me importaba porque soy una persona muy comprensiva. Además, los tenía en casa de su madre. 
A su madre, por lo que fuera, le importaba un poco más que a mí, pero lo llevaba con resignación.
Hasta que vendió la casa, claro.
A mí me parecía que lo justo era que los cómics se quedaran donde estaban, ya que llevaban tanto tiempo ahí que probablemente eran necesarios para mantener la integridad estructural del edificio, pero al parecer los nuevos propietarios no estaban de acuerdo. Sus oscuros y seguramente muy egoístas motivos tendrían, yo qué sé. 
Así que este verano Zarajota tuvo que recoger sus cómics, que pasaron a habitar en nuestro maletero.
Es un maletero muy grande, las cosas como son. Lo que pasaba era que tampoco podían quedarse ahí para siempre, porque estaban empezando a causar daños permanentes en la suspensión y eso. 
Entonces Zarajota hizo lo más serio, maduro y responsable: subirlos a Wallapop y cambiarlos por una Nintendo Switch de segunda mano.
Y por casi todos los Asterix, todos los Terry Pratchett, varios mandos, un par de muñequitos y a saber cuántas cosas más. Sospecho que Zarajota es la única persona de España a la que le renta Wallapop.
Da igual, lo importante para esta historia es la Nintendo. 
-¿Qué te has agenciado una Nintendo? -le dije cuando la vi.
-¡Es para los niños! 
-Pues no pensarás dársela ahora, que acaba de ser su cumpleaños y ya han tenido un montón de regalos, y ahora vas y le das una consola que los vas a malacostumbrar, de eso nada, que luego se creen que las cosas aparecen en casa mágicamente.
-La podemos guardar para Reyes.
Así fue como la Nintendo pasó a habitar en el armario a perpetuidad.
Uy, como los cómics.
Tres meses más tarde, Zarajota estaba de la Nintendo en el armario hasta el mismísimo Switch.
-Yo creo -dijo- que en vez de los Reyes podía traerla Papa Noel. 
-Pero Papa Noel solo trae los regalos que le pide tu madre, igual que los Reyes solo traen los regalos que pedimos nosotros. Es la ley.
Zarajota miró al armario una mirada ansiosa.
Torturada, diría yo.
-¿Y cómo van a saber los niños quién le ha pedido quién?
Así fue como el 24 de diciembre, con nocturnidad y alevosía, cambiamos los regalos que la llallí había pedido por una Nintendo Switch de segunda mano comprada en Wallapop.
En perfecto estado, eso sí.
Sospecho que este años los Reyes Magos me van a traer una mierda pinchada en un palo, y lo peor es que me lo mereceré. 
El 25 de diciembre por la mañana, los niños se levantaron, abrieron el regalo y, en lugar de quedar ojipláticos de la emoción, preguntaron con evidente desconfianza: 
-¿La llalli nos ha pedido una videoconsola?
La llalli es que tiene fama de ser bastante analógica, las cosas como son.
-Pues sí, pues sí -les contesté con toda la calma, mientras mi yo interior corría en círculo agitando los bracitos-. Habrá que llamarla luego a darle las gracias, ¿no, Zarajota?
-¡NO! Estooo... quiero decir, que ahora estará dormida y eso.
Entonces fue cuando mi cuñada decidió enviar un vídeo. Dando a entender, así como quien no quiere la cosa, que la familia estaba despierta. 
-Mierda.
-Voy... -dijo Zarajota-, voy a la terraza a hablar por teléfono un segundo. 
-¡Voy contigo!
Y nos salimos los dos a la terraza, lo típico un 25 de diciembre a las nueve de la mañana cuando estás a bajo cero. 
-¿Pero qué haces?
-Llamar a mi madre para avisarle de que le ha pedido una Nintendo a Papa Noel. 
-¡Pero que los niños van a sospechar!
-A ver, Lorz, que tienen doce y nueve años. Yo creo que a estas alturas ya deben saber quién regala qué.
-¡Pues que nos lo expliquen a los demás, que nos hemos perdido hace un rato!


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23 diciembre 2024

2024



Bueno.
Ha sido un año.
No estoy segura del todo, porque creo que he estado enferma la mayor parte del tiempo. 
En verano, directamente, creía que me iba a morir. No porque tuviera nada grave, sino porque al parecer las mujeres gorditas de mediana edad con antecedentes de salud mental no tenemos derecho a recibir atención médica de verdad, solo ansiolíticos. 
Lo peor, peor que el dolor perpetuo y los médicos diciéndome que lo que me pasa es que estoy nerviosa/gorda, que deje de estar nerviosa/gorda y se me pasará, ha sido que he estado de un humor horrible. 
Pues que estuviera relacionado con el dolor perpetuo y los médicos diciéndome que lo que me pasa es que estoy nerviosa/gorda, no descartemos esa posibilidad.
Como soy mujer y estoy educada para agradar creo que más o menos seguía pasando por medio normal, pero de vez en cuando me escuchaba pensar a mí misma y me horrorizaba la persona en la que me estaba convirtiendo. 
Una persona triste, pesimista, enfadada con la vida.
Una persona que se levantaba cada mañana con el único objetivo de que llegara de nuevo la hora de meterse en la cama.
Sin esperar nada bueno porque, francamente, el dolor tampoco me permitía disfrutar de las cosas buenas.
Una persona que vivía en piloto automático, cumpliendo con sus obligaciones y ya.
Así, sin meterse en berenjenales ni nada.
Para agravar las cosas, resulta que estar enfermo a perpetuidad, sobre todo si eres autónomo, afecta un poco al trabajo, y cuando el trabajo sufre, la economía sufre también. Mucho. Pero mucho, mucho.
¿Has probado a dejar de estar nerviosa?
En fin. No tengo la menor idea de cómo, pero hemos salido adelante.  
No tengo la menor idea de cómo he hecho entrevistas, he convencido a gente de que soy un adulto funcional y lo he seguido demostrando día a día, al menos lo bastante para conservar un trabajo.
No tengo la menor idea de cómo he salido adelante.
Pero lo he hecho.
Ahora estoy mejor. 
En realidad, estoy completamente bien siempre y cuando evite la mayoría de los alimentos, el estrés, hacer esfuerzos, estar mucho rato de pie, estar mucho rato sentada, estar mucho rato tumbada,  inclinarme hacia delante o levantarme de manera brusca, comer, estar en ayunas, los olores fuertes, cualquier cosa que pueda darme el mínimo asco y los perretes.
No sé que me pasa con los perretes.
¡Estoy fenomenal!
Ahora creo que 2025 va a ser mejor.
Bueno, tampoco nos pasemos. 
No hemos tenido un año mejor que el anterior desde... ¿2007?
Ahora, al menos, tengo ganas de creer que 2025 va a ser mejor.
He vuelto a escribir.
He vuelto a meterme en berenjenales. 
He vuelto a reírme como una imbécil cada vez que alguien dice "cinco" porque rima con "por el culo te la hinco". 
¿Cómo no va a ser mejor 2025?
¡Si parte de una premisa estupenda!
Espero poder compartir muchas cosas, y espero que me acompañéis. 

15 enero 2024

El crecimiento



Todo empezó el 23 de diciembre, cuando Nena-chan decidió engordar. 
Todos engordamos en navidad, así que de entrada no le dimos mucha importancia. El problema es que Nena-chan decidió engordar solo en el tobillo. En uno. Que se le pudo como el de un elefante. 
Aquí no somos de juzgar y menos a los elefantes, lo que pasa es que la niña se empezó a quejar de que le dolía, le dolía, le dolía, una cosa lleva a la otra y finalmente acabamos en urgencias. Un 23 de diciembre a las siete de la tarde. 
La sala de espera de pediatría del 12 de octubre era un zulo que estaba hasta arriba con niños sufriendo de afecciones respiratorias y virus varios y como la responsabilidad individual es muy importante no llevaba mascarilla ni uno, aunque la verdad es que con la concentración de miasmas que había allí más que mascarillas habría hecho falta una escafandra.
Cinco horas de experiencia inmersiva más tarde, Nena-chan volvió a casa con el tobillo igual, el diagnóstico "pues ni idea, estará creciendo" y la instrucción de tomar ibuprofeno si le dolía.
Y virus, muchos virus. 
En menos de 24 horas el tobillo de la niña pasó a un segundo plano porque estaba a 39º y no bajaba de ahí ni pidiéndoselo por favor.
Así que hice lo más lógico:
-Esta noche duermes conmigo.
-¿Porque quieres cuidarme toda la noche?
-...sí.
-Es porque estamos bajo cero y doy calor, ¿verdad?
-¡No puedes demostrarlo!
Efectivamente, dormir con la niña me hizo entrar en calor. 
Concretamente, a 39º, durante los tres o cuatro días siguientes.
Para entonces la niña se había recuperado, así que ZaraJota le dijo que era el momento de que se volviera a su cama y él recupera su sitio en el lecho matrimonial.
-¿Para cuidarme? -le pregunté.
-...
-Es por el frío, ¿verdad?
-¡No puedes culparme por hacer lo mismo que tú!
Así que pasamos aquella noche juntos. Lo que sucedió a continuación os sorprenderá. 
Pasada la navidad estábamos todos en un estado lamentable. Bueno, todos no, que Nene-kun es de otra pasta. Entonces llamó mi suegra. O mi cuñada. O mi abuela. Yo qué sé, estaba muy mala. 
-¿Cómo estáis?
-Maaaaaaaaaaal.
-¿Qué os ha pasado?
-Nada, que Nena-chan está creciendo.




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Todavía quedan plazas para participar como expositor en La Tietera. 
Escríbenos a hola@foscanetworks.net








09 enero 2023

Noche de paz



Las cosas que hacemos por amor.
Mucha gente no lo sabe, pero en muchos barrios de Madrid la cabalgata de reyes es el 4 de enero. 
La alcaldesa a la que nadie eligió y que llegó al puesto cuando su marido nombró ministro al entonces alcalde, que a su vez la había nombrado a ella vicealcaldesa y por tanto heredó su puesto (todo casualidad, seguro) decidió que esto era necesario para garantizar la seguridad. 
¿La seguridad de quién? Nunca lo sabremos. 
El caso es que en vez de rotar los barrios, o elegirlos cada año por sorteo o lo que fuera, los eligió ya para siempre ella, y qué casualidad que fueron los de rentas bajas, no se podía saber. 
La jugada le salió regulinchi: al no coincidir con la cabalgata "grande", la que se ve por la tele, las cabalgatas de los barrios cada vez atraen a más gente (lo de este año ha sido una locura), son accesibles a más niños de todos los estratos económicos, culturales y sociales. Ya lo comenté en twitter: nunca había visto a tantas mamás con túnica y pañuelo. Sus caras de ilusión y sorpresa están al mismo nivel que las de los niños.
Chúpate esa, dedoalcaldesa.
Bueno, como sin duda sabéis por años anteriores, suelo participar en una de las carrozas de la cabalgata. Por los niños, lo hago por los niños. No es que a mí me haga ilusión ni nada. Que va.
El caso es que al día siguiente siempre estoy al borde de la morición. Pocas horas de sueño, mucho frío, dolor de espalda, agujetas en los brazos de tanto tirar caramelos y en la cara de sonreír (en verdad os digo que si nunca habéis tenido agujetas en la cara de tanto sonreír os está faltando algo en la vida). 
Que no me quejo porque me gusta más que un tonto un lápiz y estoy temiendo el día en que mis hijos digan que ya no quieren subirse porque tendré que poner de excusa al gato o algo, pero es cansado.
El día 5 pensaba remolonear en la cama hasta altas horas de la mañana, como las nueve y media o así, pero en lugar de eso a las ocho de la mañana estaba en correos para recoger un paquete porque al parecer era URGENTÍSIMO que lo recogiera el día 5, no podía esperar a, yo qué sé, el día 9, cuando pase por correos para mis cosas o simplemente por delante cuando llevo a los niños al cole, no sé. 
El paquete era absolutamente gigante. Los brazos no me llegaban de lado a lado. Subía por la calle como una caja con patitas, a las ocho y media de la mañana, bajo cero, cuando me llegó el inconfundible olor a roscón recién hecho y lo seguí hasta una pastelería en la que apenas había una cola de unas veinte o treinta personas.
Bueno, pensé, aprovecho la cola para descansar un rato (la gente de la cola fue súper amable) y de paso me llevo a casa uno de los mejores roscones del barrio. La idea parecía estupenda hasta que la pastelera me dio el roscón y me encontré con que, efectivamente, tenía que llevármelo a casa.
No voy a entrar en detalles de lo que sucedió a continuación; me limitaré a decir que las cajas cuadradas no ruedan grácilmente cuesta arriba por muchas patadas que les des.
Para cuando llegué a casa, mis manos seguían bajo cero pero el resto de mi cuerpo era un bonito exponente del calentamiento global. Las agujetas del día anterior estaban dándolo todo, tenía dolor de cabeza por la falta de sueño y me estaba empezando a pinchar la ciática. De la espalda prefiero no hablar.
Mi plan era llevarme a los niños al mercado de San Isidro, porque nacieron con una tarita mental que les hace adorar ir al mercado y además en el San Isidro siempre tienen animación para niños en estas entrañables fiestas. Pero se me ocurrió abrir la caja y descubrí que no podía porque tenía que hacer horas extra para los Reyes Magos. No voy a negar que me pillé el cabreo del siglo, porque yo ya hice mis horas reglamentarias antes de que los niños empezaran sus vacaciones para poder estar con ellos, y aquello me pareció un abuso real de considerables proporciones. Y luego se me acabó el celo. Y luego, el papel de regalo. Y luego, la paciencia.
Y cuando se me acaba la paciencia discuto con ZaraJota, porque es mi enlace sindical con los Reyes Magos y es la enésima vez que los Reyes Magos nos hacen la misma jugada (aunque debo reconocer que esta no ha sido la peor) y yo pago mi cuota sindical para algo, no sé si me explico. Y nos fuimos a la cama cansados, doloridos y tristes. 
Y NI SIQUIERA NOS PODÍAMOS DORMIR PORQUE ERA DÍA CINCO DE ENERO Y SOMOS PADRES, GUIÑO CODAZO CODAZO.
Los niños estaban nerviosos, claro. Es la noche más importante del año. 
Nene-kun, que se duerme puntualmente a las nueve y media todas las noches, me dijo: 
-Mami, estoy muy nervioso, creo que no voy a poder dorZZZZZZZ...
Y no se supo más.
Nena-chan es más dura de roer. Desde bebé, le cuesta muchísimo dormirse, aunque cuando cae puedes montar muebles a su lado y no se entera (esto ha ocurrido, varias veces). 
Así que nos dispusimos a esperar. Y esperar. Y esperar.
A las diez y media yo, que soy una optimista de la vida, pensé que había ocurrido un milagro: la niña se había dormido. 
ZaraJota cogió el Scalextric y emprendió el camino al salón.
-¿Mami?
Mierda, mierda, mierda...
ZaraJota me lanzó el Scalextric y yo lo oculté tras mi esbelta figura y puse cara de "no llevo un Scalextric escondido a la espalda". Creo que funcionó, porque la niña se volvió a la cama.
Pero despierta, claro.
A las doce seguía despierta.
ZaraJota, ya menos, que hubo un momento que de verdad que pensé mira, le pido a la niña que me ayude y a la mierda todo.
A las doce y media yo ya estaba sujetándome los párpados con palillos. No podía más.
Mira, me dije, me levanto y si la niña me pilla colocando el puñetero Scalextric le digo que todo es un sueño como lo de Resines. 
Y si no cuela, le saco una navaja y le digo que aquí no ha pasado nada y que como lo cuente la rajo, yo qué sé, pero estoy cansadísima, me duele todo y además hace un frío que no es ni medio normal y no encuentro mis zapatillas.
Así que desperté a ZaraJota y colocamos los regalos, que es una de mis cosas favoritas del mundo, colocarlos a escondidas y reírse mucho con cada ruidito que hacemos, y luego volver a la cama calentita a dormir POR FIN.
Entonces el gato empezó a maullar.
Es muy sensible para sus cosas y sus rutinas. Nos avisó cuando se murió Pelotilla. Nos avisó cuando se escapó Nena-chan. Nos avisa todas y cada una de las veces que entra en casa cualquier bichito (lo de cazarlo ya si eso, que se cansa). Y por supuesto nos avisa si de pronto aparecen un montón de cosas en el salón. Repetidas veces. A TODO VOLUMEN. 
-Jinmu, por favor, ven a dormir.
-¡¡¡MIIIIAAAAAAAUUUU!!! ¡¡¡MIIIIAAAAAAAUUUU!!! ¡¡¡MIIIIAAAAAAAUUUU!!! ¡¡¡MIIIIAAAAAAAUUUUUUUUUUU!!! [¡¡¡que me tenéis el salón lleno de mierdaaaaaas!!! ¡¡¡recoged estoooooo!!! ¡¡¡que voy tarde para la siestaaa!!!].
-La madre que te parió, Jinmu.
Nuestra indiferencia obligó a Jinmu a tomar una decisión desesperada: moverse de su sitito. Una vez levantado debió pensar que lo peor ya estaba hecho y la emprendió con todo. 
Desde el dormitorio empezamos a oír golpes, cosas que se caen, cajas arrastradas y maullidos, muchos maullidos.
-Jinmu que me voy a hacer una bufanda contigo, la madre que te parió.
Al fin, y seguramente exhausto por la inacostumbrada actividad, el gato se vino conmigo a la cama y se durmió.
Eran cerca de las tres de la mañana. 
Lo sé porque, apenas unos minutos después, llegó Nena-chan.
-¡Mami, han venido los Reyes!
-...son las tres de la mañana.
-¡El salón está lleno de regalos!
-¿Y están enteros?
-Eh... sí, parece que sí.
-Pues entonces no has visto nada, métete en la cama y a dormir.
-Pero hay...
-NO. HAS. VISTO. NADA.
La niña aprovechó el vacío legal para meterse en mi cama, donde ya estábamos ZaraJota, el gato yo, dormirse y proceder a darnos patadas hasta en el carnet de identidad.
Por suerte, no fue durante mucho tiempo.
Debían ser las siete y media de la mañana cuando se despertó Nene-kun.
-Mami, ¡han venido los Reyes!
-¿Los Reyes? LA REPÚBLICA TENÍA QUE VENIR.

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10 enero 2022

La cabalgata



Quiero empezar el año con buenas noticias: la aspiradora apareció. 
Entonces resultó que el enchufe era raruno y tuvimos que buscar un adaptador, pero esa es otra historia y tendrá que ser contada en otra ocasión.
Probablemente nunca. 
Es que luego se me olvida.
Lo importante de esta semana ha sido la cabalgata de reyes, en la que hemos vuelto a participar después del parón del Año que no Existió. 
No voy a entrar en la polémica sobre si se tendrían que haber prohibido o no: los bares están abiertos sin límite de aforo y las aceras están tomadas por sus mesas, en las que no es necesario ni llevar mascarilla ni mantener la distancia. 
"Pero es que los bares dan dinero".
La cabalgata también. Cada carroza recibe 1000 € para decoración. Un dinerito que se gasta en el barrio, en luces, bridas, purpurina, bridas, telas y bridas. A veces también se compran bridas. 1000 € por carroza son muchos cafés, y además todos los implicados llevan mascarilla todo el tiempo. 
¿Lo de que se compran bridas lo he dicho ya? Es que son maravillosas, valen para todo. 
El caso es que nos dan el camión, lo decoramos (mayormente con bridas) y el día de la cabalgata nos plantamos con toda la ilusión en el tradicional descampado que sirve de aparcamiento, zona de montaje y secadero de jamones, porque no sabéis el frío que hace ahí.
Lo primero que notamos es que había muchísimas cajas de caramelos. Pero muchísimas. O sea, que yo ya tengo experiencia y calculo a ojo. 
-Como en la cabalgata del centro no van a tirar caramelos por el covid, los han repartido entre los barrios.
-Porque en los barrios no hay covid, claro.
-Sí que hay covid -me dijo un señor, muy serio-. Lo que no hay es ricos.
A mí me parecía que, en teoría, lo de darnos los caramelos del centro era ser un poco cabrón, pero en la práctica teníamos más caramelos que nunca (y más grandes, que no veas cómo se notaba los que eran para nosotros desde el principio y los que venían de segunda mano, por así decirlo) y no nos íbamos a quejar.
Entonces más o menos fue cuando empezó a llover. 
Bueno, no a llover, a diluviar. Diluviar nivel los camiones aparcados se bamboleaban bajo las oleadas de lluvia, las decoraciones salieron volando y los niños se pegaron a sus papás como si la vida les fuera en ello.
-Jajaja, cómo se van a poner los que van en el cordón de seguridad -le dije a ZaraJota.
-Tú vas en el cordón de seguridad.
-¿QUÉ?
-Nos ha fallado uno, tienes que bajar tú.
Que conste en acta que a mí me gusta ir en el cordón, porque cuando vas en el camión ves la cara de felicidad de los niños de la calle, pero cuando vas en la calle ves la cara de felicidad de tus hijos en el camión. Lo que pasa es que no iba lo que se dice preparada.
-Estos zapatos se escurren con la lluvia -le dije. 
-Mira qué bien, puedes deslizarte hasta que lleguemos. 
Visto que ZaraJota no se apiadaba de mi sufrimiento, me dispuse a bajar. Pero entonces apareció alguien de la organización. 
-Debido al covid, este año no se podrán lanzar caramelos. 
-¿Qué? Pero se los llevarán entonces, ¿no?
Más que nada porque no puedes encerrar a 50 niños en un camión con 150 kilos de caramelos y decirles que no los toquen.
-No. 
-¡Pero los niños querrán lanzarlos! 
-Bueno, lo que pueden hacer es que se los pueden pasar a los del cordón y los del cordón los van repartiendo a los niños de la calle. 
-Pero...
-Es por motivos de seguridad. 
Y se fue. 
Así fue como acabamos caminando bajo el diluvio universal, peligrosamente cerca de las ruedas, mientras nuestros hijos sacaban medio cuerpo fuera de un camión en marcha para pasarnos los caramelos uno a uno y que se los entregáramos en mano a la gente de la calle.
Y la gente de la calle, que llevaba paraguas pero sólo para ponerlos al revés y cazar más caramelos, no acababa de sentirse satisfecha con el sistema. 
Aparte de que, si el objetivo de todo aquello era evitar aglomeraciones, tener a una persona con un puñado de caramelitos en la mano para repartir no era precisamente la mejor de las ideas, no sé. 
Bueno. 
El caso es que mientras tanto no paraba de llover, mis zapatos estaban encharcados por dentro, mis guantes pesaban tanto que se me caían y todo lo que no estaba cubierto por el abrigo estaba más mojado que la moqueta del Titanic. 
Lo único que me consolaba era que al menos los niños estaban secos, calentitos y pasándolo bien. De vez en cuando miraba hacia el camión y miraba sus caritas sonrientes... hasta que uno de los drapeados que tan artísticamente habíamos colocado no pudo aguantar el peso del agua que llevaba y les reventó justo encima.
Entonces la carita de felicidad se transformó rápidamente en una carita de hipotermia severa. Y mojada. 
-¿No has traído ropa de cambio? -me gritó una de las mamás desde lo alto del camión.
-NOOO -le grité yo desde abajo. 
Y si la hubiera traído estaría en mi mochila, que en esos momentos tenía como diez centímetros de agua en su interior. 
Las mamás del camión envolvieron a los niños en bufandas, entre ellas la mía, pero los niños seguían azuleando por momentos. 
Así que sin parar de corretear a un lado del camión me quité la mochila, se la pasé a ZaraJota, me quité el abrigo, me acerqué al camión, empecé a dar saltitos porque no llegaba, Nena-chan sacó medio cuerpo por encima de la barrera de protección y después de tan sólo media docena de intentos, sin perder en ningún momento el ritmo del camión, la niña consiguió coger el abrigo.
-Póntelo -le dije.
-No quiero. 
-QUE TE PONGAS EL P*T* ABRIGO LA MADRE QUE TE PARIÓ.
-Vale. 
Para entonces yo había entrado misteriosamente en calor y no echaba en falta el abrigo. 
Y ese fue el momento en que el camión decidió pararse, claro.
Os voy a decir una cosa que seguramente os sorprenda, pero estar totalmente sudada en mitad de la calle, en una noche de enero, sin abrigo y con la ropa empapada no es lo que se dice recomendable. Y eso que llevaba un jersey monísimo. Empapado, pero monísimo.
Para cuando acabó la cabalgata, tenía agua encima como para irrigar el Sáhara simplemente haciendo la croqueta por las dunas. Y el agua estaba fría. Y yo también. 
Me llevé a los niños a casa corriendo, nos cambiamos de ropa y pusimos la calefacción a tope. 
Creo que justo a tiempo, porque al día siguiente estaban como nuevos. 
Yo un poco menos. 
Me dolía todo y tenía frío. Emanaba frío. Y estaba muy cansada.
-¿Crees que será covid? -le pregunté a ZaraJota. 
-Depende. ¿Estuviste tirando caramelos?


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03 enero 2022

La becaria de Papa Noel



En esta casa somos de los Reyes Magos, claro. 
Lo que pasa es que la suegri ha venido alguna vez en navidad y claro, le hace la carta a Papa Noel, que así la pobre mujer puede ver cómo los niños desenvuelven los regalos al menos. 
Lo que pasa es que ya sabes cómo son estas cosas: te meten en la lista una vez y luego no hay manera de que te borren, así que después de eso Papa Noel ha seguido viniendo en navidad aunque mi suegra no estuviera, todos los años. Que no me quejo, porque así los niños tienen algo nuevo para entretenerse hasta que a los Reyes Magos les da por hacer su trabajo, señores, que digo yo que igual era mejor idea traer juguetes al principio de las vacaciones, no cuando hay que volver al cole, pero bueno, la realeza es lo que tiene, que va y viene de Oriente cuando le la da la gana. 
La cosa es que este año íbamos a pasar la navidad en Barcelona, que la verdad es que a mí la navidad en concreto me gusta más en Madrid, pero ZaraJota estaba súper pesado con que llivi dis iñis sin vir i mi midri, ninini, de verdad, ni que fueran familia.
El problema es que cuando ya teníamos todas nuestras cosas en el maletero, y va en serio, que lo único que faltaba era mi neceser (porque me tenía que lavar los dientes), la Generalitat dijo algo así como que igual había que tomar medidas contra la nueva ola de la pandemia. 
Que ya me dirás tú qué tontería, en Madrid no estamos tomando ninguna y vamos a morir todos estamos estupendamente. El caso es que ninguna de las medidas nos impedía ir, pero pensamos que si la Generalitat ponía restricciones a tres días de la navidad es que la cosa se había puesto seria, muy seria. 
Y nos quedamos. 
Pero claro, ya habíamos escrito al departamento de atención al cliente del Polo Norte para que Papa Noel entregara los regalos en Barcelona. Así que Papa Noel tiene que improvisar. 
Lo de los niños es fácil, porque llega a un acuerdo extraoficial con los Reyes Magos. Que luego se habla mucho de las puertas giratorias, pero a veces también sirven para cosas buenas. 
Pero para los papás resulta un poco más difícil. Así que, en un momento de desesperación, la becaria de Papa Noel decide envolver una aspiradora que le acaba de llegar, ponerle una pegatina de "para papá y mamá" y arreando.
El problema es que cuando está a medio envolver, ZaraJota vuelve con los niños antes de lo esperado y sin llamar al timbre antes de entrar, como había prometido le surge un imprevisto, entra en pánico y esconde la aspiradora a toda prisa.
Cuando llega el día 24, la becaria se pasa el día cocinando para que la cena sea lo más parecida a la de la suegri posible y que a nadie le falte nada. Entre una cosa y otra, se hacen las mil. Los niños están borrachos de azúcar y burrito sabanero. Para cuando se duermen, la becaria está que se le caen los párpados para abajo cosa mala.
Entonces empieza a sacar los juguetes del armario donde lo ha puesto "todo junto, para que sea más fácil". Solo los juguetes. Porque la maldita aspiradora no aparece por ninguna parte. 
El ayudante de la becaria de Papa Noel, al que para respetar su anonimato llamaremos ZaraJota, pregunta si ya está todo.
-No, falta una cosa.
-Aquí no hay nada más.
-QUE TIENE QUE ESTAR.
-¿Era muy pequeño? Se ha podido quedar entre los calcetines.
-No, no puede ser.
-Mujer, por poder...
-QUE NO PUEDE SER, QUE ERA UNA P*T* ASPIRADORA.
Uy. 
A las dos de la mañana, el ayudante y la becaria se rinden. Colocan los juguetes de los niños debajo del árbol y se van a dormir. 
A la mañana siguiente, Nene-kun se despierta el primero, como siempre, y viene a nuestra cama.
-Mamá, mamá, Papa Noel ha traído cosas.
-¿Sí? Las habrá pedido la llalli.
-Pues para vosotros no hay nada. 
-Será que se le ha olvidado, nene-kun.
-O que a vosotros no os quiere. 
Eso, encima animando. 

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25 enero 2021

Un descansito

 



Ahora que los niños han vuelto al cole (y ojalá que por mucho tiempo) las madres por fin podemos dedicarnos a eso que nos gusta tanto: ponernos al día con todo el trabajo acumulado durante el mes que los niños han estado en casa, y cuando digo "en casa" me refiero a literalmente en casa, y hemos tenido que ser profesoras, monitoras de tiempo libre, diosas de las manualidades, expertas en la gestión de conflictos, cocineras, gestoras de residuos, chaos coordinators y real life managers a tiempo completo. 

Hace unos días, en el #videoclub de lectura de La Sombra, me preguntaban qué necesito para escribir y yo, que soy un alma de cántaro, no fui capaz de dar la respuesta más obvia: tiempo. No cualquier tiempo: a ser posible, a solas, y sin tener que ponerme una alarma porque hay que recoger a los niños, tengo que entregar este proyecto, se acerca la hora de comer, el súper cierra y no tenemos leche. 

Tiempo sin condiciones y sin limitaciones, en lugar de minutos arañados por aquí y por allí mientras hago malabarismos con las prioridades.

Todo este rollo es para deciros que ahora mismo estoy un poco saturada y que no sé cuándo volveré a postear. Probablemente en un par de semanas, ¿eh? O sea, soy una adicta. Pero ahora mismo no sabría decir cuándo podré volver a centrarme como para escribir una entrada.

Estoy centrada en otras cosas, por supuesto. Tengo proyectos bonitos en proceso: terminar Crónicas Funestas, publicar un libro de una personita (pun intended) chachi y un nuevo verkami en el que a lo mejor hay hasta sugus, pero no prometo nada.

Si me echáis de menos, me tenéis en Twitter (si alguien está pensando que si dedicara menos tiempo a Twitter tendría más tiempo para otras cosas que se lo haga mirar, por favor). También tenéis quince años de archivo del blog, que se dice pronto: quince años, pero te paras a pensarlo y menudo vértigo.

Y por supuesto, tenéis todos mis libros: en papel en La Sombra y en digital en Lektu.




04 enero 2021

Reyes Majos 2021



Una cosa os voy a decir: creemos que Nena-chan sospecha
Normalmente mi enfoque con Nena-chan suele ser afrontar las cosas directamente, pero en esta ocasión he pensado que preguntarle "oye, ¿tú sospechas que los reyes magos son los padres?" quizá no era la forma más adecuada de abordar la situación.
¿Qué por qué pienso que la niña sospecha
Bueno, ya tiene ocho años y es bastante lista, y no es que lo diga yo que soy su madre, es que es verdad. Por ejemplo, hace unos días compuso su primera canción, que es una cosa que no viene a cuento para nada pero es que me apetecía presumir.
Y los niños mayores del colegio no es que se corten precisamente. En la última semana de cole, fui un día a recogerlos con una bolsa de esa tienda que usted me habla y uno de los mayores se me acercó y me preguntó que había comprado. 
El problema es que yo había comprado bragas, ¿vale? De las de cuello vuelto, en plan hagamos que Viana se sienta orgullosa. Y no era el plan de decírselo al niño en el patio del recreo con todas las madres alrededor. Aunque, ahora que lo pienso, si hubiéramos estado el niño y yo a solas habría sido casi peor. 
Así que le dije:
-Nada. 
-¿Cómo que nada? Algo llevarás.
Los niños de hoy en día son demasiado listos para nuestro bien, así os lo digo.
-Bueno, cosas.
-¿Qué cosas?
El niño hizo amago de mirar dentro de la bolsa y yo tuve un momento flashback pero en el presente, un ahoraback o como se llame, del niño con mis bragas de cuello vuelto en mitad del patio del recreo, y me entraron sudores fríos por el entreteto. Aunque eso bien pudiera ser porque había llegado corriendo y hacía frío. 
-Nada.
-¿SON LOS REGALOS DE REYES DE TUS HIJOS?
Llegado a ese punto la progenitora del susodicho le metió un bocinazo que llegó hasta la muralla china y ahí rebotó y se proyectó hasta el espacio, donde seguirá extendiéndose hasta llegar a los confines de la galaxia. 
Pero era tarde. Nena-chan andaba por ahí y yo no tenía ni idea de cuánto había oído, pero sospecho que bastante, porque a partir de ese día empezó a fijarse en todos los paquetes que entraban en casa. Sólo con los que llegaron de los guirihaikus ya tuvo entretenimiento para rato, así os lo digo. ZaraJota y yo hacíamos lo posible por abrir todas las cajas en su presencia, pero claro, todas-todas no se podían abrir. 
Entonces la niña optó por una aproximación más sutil:
-Mamá -me dijo-, la abuela me ha dicho que el Caga Tió son los padres.
-¿Cómo?
-Que le pregunté que cómo hacía el Tió para cagar regalos y me dijo que los ponían los padres. 
No me podía creer que mi madre hubiera dicho semejante cosa, y con razón porque, según se demostró en la investigación posterior, mi madre NO había dicho semejante cosa, ni nada que se le pareciera. 
Por suerte ahí ZaraJota estuvo rápido de reflejos. 
-Bueno, es que el Caga Tió es una cosa de Barcelona, y la abuela lo ha comprado en Madrid. 
-Pero qué dices, ZaraJota, si mi madre tiene el que nos regaló tu hermana, que lo compró enfrente de la Catedral de Barcelona...
ZaraJota me arreó una patada que me dejó la rodilla tonta para siempre. 
-QUE NO, QUE NO, QUE TU MADRE LO HA COMPRADO EN MADRID Y POR ESO NO FUNCIONA, GUIÑO GUIÑO CODAZO CODAZO. 
No entendía qué me intentaba decir ZaraJota, pero antes de que me diera otra patada pensé que lo mejor era seguirle la corriente.
-Es verdad, que mi madre lo compró aquí en Madrid.
-Eso es.
-Seguramente en un bazar. De los baratos y eso. 
En la investigación posterior se demostró que a mi madre NO le hizo ninguna gracia que dijera que su Caga Tió era de los baratos, con lo contenta que está ella con su Caga Tió que, ahora que lo pienso, no es suyo, es mío y de muy buena calidad, pero bueno.
Después de esto parece que la niña se quedó tranquila, pero al poco volvió a la carga.
-Mamá, ¿los Reyes Magos son convivientes?
La madre que parió al covid, de verdad os lo digo.
-Eh... ¿Sí? ¿No? ¿No lo sé? 
-¿Y cómo van a entrar en España si estamos confinados?
-...
-Y si en las casas sólo puede haber seis personas, ¿cómo van a entrar para traer los regalos? 
-...
-¿Y no son muy viejos? ¿No son población de riesgo?
Una vez más, ZaraJota vino al rescate:
-Sí, viven todos juntos y son grupo burbuja. Tienen un permiso especial del gobierno. Entran en las casas de uno en uno. Debido a su avanzada edad, han sido de los primeros en recibir la vacuna. 
Después de hablar tanto y tan seguido, ZaraJota tuvo que tumbarse un rato, por la falta de costumbre.
Pero la niña todavía tenía más preguntas. 
-Pero mamá, ¿cómo van a entrar en casa, si tenemos alarma?
-LAMENTAMOS INFORMARLE DE QUE EN ESTOS MOMENTOS MAMÁ ESTÁ APAGADA O FUERA DE COBERTURA...
-Mamiii...
Por suerte, una vez más ZaraJota acudió al rescate. Cuando se recuperó del esfuerzo y nos quedamos a solas, me dijo que había tenido una idea para disipar de una vez por todas las dudas de Nena-chan.
-He pensado que el día 6 de enero, de madrugada...
-De entrada ya vamos mal...
-¡PODÍAMOS HACER SALTAR LA ALARMA! ¿Qué te parece?
-Pues que no sé si eso disipará las dudas de Nena-chan, pero los vecinos nos van a disipar a nosotros a tortas. 



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Después de una reimpresión acelerada, Vayamos por partes 3 vuelve a estar disponible en La Sombra
¡Reservad el vuestro antes de que se acaben (otra vez)!

21 diciembre 2020

Navidad 2020




Las fechas que son y las cenizas sin enterrar.
Yo pensaba que con la última conversación habíamos zanjado el tema pero se ve que no, y la verdad es que no iba a contarlo pero no conozco otra forma de sacarme de encima la ansiedad y la vergüenza ajena que este persone me provoca, así que allá vamos una vez más. 
Pues, como decía, este persone ha seguido llamande. 
Llamando, que me lío. 
Ha llamado a media familia a exigirle el pésame, y a la otra media para quejarse de que las cenizas de la Tita del Puerto estén "por ahí", que oyéndola parece que las hubiéramos mandado a dar la vuelta al mundo como Willie Fog cuando en realidad están en casa de mi madre y ni las sacamos de paseo ni nada. 
También ha seguido llamando a mi madre. 
Una vez, y otra, y otra, pero en este caso (no tengo pruebas pero tampoco dudas) sospecho que es para exigirle que le mande el décimo de la lotería que mi padre (el maleducao) le regala todos los años. Que una cosa es retirarle el pésame a la gente y otra renunciar a cosas gratis. 
El caso es que, en una de estas llamadas, a este persone se le ocurrió una idea revolucionarie: que mi madre (al parecer la idea de que mis hermanos y yo queramos ir al entierro todavía no se le ha ocurrido) fuera a llevar las cenizas en navidad. 
Francamente, me parece una forma estupenda de amargarle a una familia la navidad de por vida, aunque igual es porque yo no soy buena persona ni buena cristiana y no entiendo de estas cosas. 
Pero es que además, en fin, no sé cómo decirlo, a ver si encuentro las palabras adecuadas...




CORONAVIRUS


RESTRICCIONES


PUTAPANDEMIA PUTOMUNDIAL



Por no hablar del frío que hace en ese pueblo, en esa iglesia y en ese cementerio en estas fechas tan señaladas, que digo yo que ya que estamos no nos cuesta nada esperarnos, como mínimo, a primavera. 
El caso es que cuando este persone ya había repetido la idea del sepelio navideño un par de veces, a alguien se le ocurrió decirle que bueno, a lo mejor mi madre prefería quedarse en casa y celebrar la navidad con su familia.
-¿No irá a celebrar la navidad -respondió este persone- cuando se acaba de morir su hermana?
Pero a ver, señore, que no es que nos vayamos a poner a cantar villancicos sobre el cadáver caliente. Que hace más de un mes. Que va a ser una cena tranquila, seis personas como mucho. Y que, además, si mi difunta tía se entera de que sus sobrinonietos se quedan sin navidad por ella es capaz de volver de la tumba (bueno, de por ahí) y pegarnos collejas hasta que se nos caigan los ojos palante. 
-Bueno, aunque no lo celebre, seguramente quiera estar con su familia esa noche. 
-Pues yo no. 
No sé por qué pero no me sorprende.


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Espero que todos paséis unas navidades responsables y felices.
Aunque estéis lejos de la familia, porque este año es lo que toca, poneos vuestras mejores galas, o vuestro pijama favorito, o disfrazaos de unicornio porque bueno, ¿por qué no? 
Comed, bebed, cantad villancicos o canciones picantes, saltad en la cama o bailad pegados.
Abrazaos, si podéis; besaos, si queréis. 
Decíos unos a otros cosas bonitas, haceos cosquillas, contaros los deditos de los pies. 
Asomaos por la ventana y mirad las estrellas, o, si no hay, pintad con los dedos caritas en el vaho. 
Reid, o llorad, si es lo que os apetece.
Y sobre todo, recordad que vivir es el único tributo que los muertos nos exigen.


07 septiembre 2020

La siesta

 Pues estaba yo tan tranquila sin meterme con nadie un sábado por la tarde, durmiendo la siesta en bragas cuando de pronto mi abuela me llamó por teléfono. 
Al principio no me alarmé demasiado porque mi tía (la que vive con mi abuela) y yo nos llamamos igual y mi abuela se confunde a menudo cuando marca.
Lo que pasa es que cuando respondí a la llamada me encontré con que mi abuela estaba llorando. Eso me alarmó un poco más porque mi abuela sólo llora en navidad cuando se toma una copita de vino blanco y se le sube a la cabeza, y la verdad es que me parecía un poco pronto para empezar a celebrar la navidad pero bueno, los supermercados cada vez traen antes los turrones así que por qué no va mi abuela a celebrar la navidad en pleno agosto si le da la gana.
-Niña -me dijo-, que estoy en el hospital.
Ahí ya sí que me empecé a preocupar un poco, porque mi abuela es la típica que siempre está muy mala pero nunca está muy mal, y al hospital va de visita si eso.
-¿Que te ha pasado?
-Naaa... un mareíllo.
Y tenía que ser justo cuando mi padre está a 700 kilómetros, mi tía está a 700 kilómetros (pero no con mi padre) y yo estoy durmiendo la siesta en bragas, claro.
-Voy.
-No hace falta.
¿Entonces para qué me llamas cuando estoy durmiendo la siesta en bragas?, pensé, pero no lo dije porque no quiero que mi abuela sepa que duermo la siesta en ropa interior, a ver si se va a pensar que soy una pervertida o algo.
-Que voy.
-Niña, si con el coronavirus no te van a dejar pasar.
-Mira, se entera mi padre de que me has llamado desde el hospital y no he ido de inmediato y no tengo campo para correr. Voy ahora mismo y si hace falta espero en un banco en la calle.
Llegado este punto empecé a correr por toda mi casa corriendo y agitando los bracitos porque claro, normalmente la que llama desde el hospital a los demás soy yo y nunca me he encontrado en la situación contraria así que no tenía muy claro qué hacer.
Y luego, claro, estaba el covid. De lo primero que me acordé es de que al principio de los tiempos pandémicos se habían pedido donaciones de cepillos y pasta de dientes, "kits de higiene", para los pacientes. Luego me acordé de David Ramírez, que le hizo a su churrings un paquete con calzoncillos y pensé: eso es, tengo que llevarle a mi abuela bragas limpias.
-Pero vamos a ver -me dijo ZaraJota-. ¿Cuánto rato lleva tu abuela en el hospital?
-Me ha dicho que acaba de llegar.
-Entonces a lo mejor es un poco pronto para empezar a pensar en kits de higiene y bragas limpias, ¿no crees?
A mí me parecía que ZaraJota no estaba entendiendo la gravedad del problema, pero decidí seguirle la corriente porque cuando se pone en plan sensato está supersexi.
En ese momento fue cuando me di cuenta de que a lo mejor la que no tenía bragas limpias era yo.
O sea, tenerlas tenía. Lo que pasaba era que llevaba unas dos semanas sin atender la colada y toda la ropa limpia estaba amontonada de cualquier manera y encontrar unas bragas podía llevarme un buen rato.
-Vamos a ver -volvió a intervenir ZaraJota-, ¿qué tienen de malo las bragas que llevas? ¡Te las has puesto esta misma mañana!
-¡Pues que cuando uno va al hospital tiene que ponerse bragas limpias!
-Estoy razonablemente seguro de que la regla, estrictamente, solo se refiere al paciente.
-Oh.
Así fue como acabé en el hospital donde me aseguraron que, efectivamente, mi abuela estaba bien, que solo había sido un mareo, que le darían el alta enseguida y que, aunque por supuesto no podía pasar a verla por el covid, podía quedarme en la sala de espera hasta que la liberaran.
Rápidamente llamé a ZaraJota para darle la buena nueva.
-De todas formas -le dije- creo que debería quedarme esta noche con ella.
-Claro, no hay problema.
-Hombre, tanto como que no hay problema...
-¿Por qué lo dices? ¿Qué ha pasado?
-Pues nada, que no me he traído bragas limpias.


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Ya podéis encontrar Vayamos por partes 1 y 2 tanto en La Sombra como en Lektu.





27 enero 2020

¿Es que nadie piensa en los niños?

Pues resulta que después de que su ave llegara tres horas tarde, partirse la pierna, cenar con mi familia, que me diera un cólico nefrítico y que ZaraJota me intentara asesinar lanzándome agua hirviendo mi suegra decidió volver a Barcelona antes de tiempo.
Sois gafes y temo por mi integridad física. –Es que no quiero molestar –dijo.
Y se fue. A mí me dio mucha pena, porque al irse tan pronto se perdió lo mejor: cuando a Nena-chan se le pusieron las anginas como dos balones de baloncesto y a mí me dio un brote de eccema en la planta de los pies que me hacía sangrar a casa paso. ¡La cabalgata de reyes!
De pequeña siempre me daban mucha envidia los niños que iban subidos en esas carrozas tan bonitas, con sus disfraces, arrojando caramelos a diestro y siniestro.
Mis hijos no han tenido la oportunidad de disfrutar de un sentimiento tan navideño porque desde hace un par de años el AMPA de su colegio participa en la cabalgata de reyes.
Normalmente la preceden dos meses maravillosos de coordinación, diseño, planificación y manualidades, que terminan en un día de montaje. Requiere sacar tiempo de donde no lo hay, es agotador, te mueres de frío y, sobre todo, se pasa muy bien y se hacen muchos amigos.
Este año las cosas han sido un poco más ajetreadas de lo normal porque con el cambio de gobierno en vez de dos meses hemos tenido uno para hacerlo todo, pero estábamos muy ilusionados porque nuestro cole tiene el nombre de una activista muy famosa, y este año se cumplen 200 años del nacimiento de la activista, y, por supuesto, queríamos dedicar la carroza a la activista en cuestión.
Presuntamente, ¿eh? Todo lo que voy a contar ahora es muy hipotético y muy presunto y cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia.
Pues presuntamente una de las mamás hizo un diseño magnífico, que incluía una frase de la activista famosa. Digamos, para mantener el anonimato de la activista, que la frase era algo así como: "Abrid melones y se cerrarán bocas".
Si no recuerdo mal, la frase se eligió con un criterio totalmente activista y subversivo: es la frase más corta que dijo la buena mujer. Teniendo en cuenta que teníamos que marcar, cortar, lijar, pintar y pegar las letras una a una, "es la frase más corta" nos parecía un motivo perfectamente razonable.
La víspera de la cabalgata cogimos todas nuestras decoraciones y nos plantamos en el descampado donde se aparcan los camiones para decorar el nuestro. El cielo estaba totalmente gris, hacía una temperatura de unos tres grados y estábamos encima de un camión abierto, en mitad del campo, intentando pegar letras con un pegamento que no pegaba nada porque se secaba en cuanto salía del bote. No sé si ha quedado claro, pero hacía frío. Lo voy a repetir: hacía frío.
Bueno, cuando empezamos, así como a las once de la mañana, hacía frío.
Seis horas más tarde, cuando empezó a caer el sol, aquello era la versión en seco de Titanic.
Para entonces yo ya me estaba planteando dejar de creer en la navidad, en los reyes magos y en la temperatura corporal, pero el resto de los papás eran más resilientes que yo y acabaron de decorar la carroza.
Y entonces el presidente del AMPA recibió LA LLAMADA.
En ese momento yo no estaba delante, así que la voy a intentar reconstruirla presunta e hipotéticamente.
–Hola, le llamo de la Junta de Distrito, queríamos hablar de la carroza porque nos han comentado que el tema no es muy festivo.
–Eh... bueno, hay otra carroza que va de vertedero tóxico. Tampoco parece muy festivo.
–Ya, ya, bueno, es que la frase que habéis puesto no es muy adecuada.
–¿"Abrid melones y se cerrarán bocas"?
–Sí, creemos que es muy agresiva y que algunos niños pueden verse afectados.
–Ajá.
–O sea, imaginad a los niños que van a la carroza con toda su ilusión y se encuentran con eso... Creo que deberíais cambiar la carroza.
–Entiendo. Lo que pasa es que hace un mes que aprobasteis el tema de la carroza y que os mandamos el diseño completo, y ahora ya no nos da tiempo a cambiarla.
–Bueno, yo solo te digo que hables con el resto del AMPA y penséis muy bien en lo que queréis hacer.

Cuando el presidente contó la conversación, los amperos presentes, que llevaban todo el p*t* día desafiando la hipotermia para pegar la frasecita, se mostraron reticentes.
–Pero, ¿qué tiene de malo la frase?
–Que no es navideña.
–El año pasado salió un barco vikingo.
–Ya.
–Y aquellos van de abejas.
–Ya.
–Y aquellos todavía no sabemos de qué van.
–Ya.
El AMPA, probablemente afectada por la falta de oxígeno debido al frío, decidió que la frase se quedaba.

Entonces la Junta del Distrito volvió a llamar al presidente.
–Lo hemos estado pensando –dijeron–, y entendemos que no os da tiempo a remodelar toda la carroza, así que os dejamos salir si quitáis la palabra "bocas".
–Pero entonces la frase queda como "abrid melones y se cerrarán".
–Ya.
–¡Pero eso no tiene ningún sentido!
–Bueno, yo solo te digo que hables con el resto del AMPA y penséis muy bien lo que queréis hacer.

El presidente transmitió el mensaje y los amperos presentes pasaron de la reticencia al cachondeo.
–Si quitamos esa palabra se nos queda un trozo vacío.
–Podemos llenarlo con otra cosa que no moleste a la Junta. Como, no sé, lazos a amarillos.
–O un "Welcome refugees".
–Una foto de Greta.
–No, del alcalde.
–Su cara y una p...
Bueno, os hacéis a la idea. Solo añadiré que yo estaba a favor de poner "Abrid melones y se cerrarán chuminos", pero no conseguí ningún voto.
Me discriminan por ser andaluza, obviamente.

Media hora más tarde, la Junta volvió a llamar. Por desgracia, la llamada la contesté yo.
–Hola, me gustaría hablar con el presidente del AMPA.
–Ahora mismo no se puede poner –iba a añadir que estaba ocupado comprando lacitos amarillos, pero me contuve, para que veáis que de vez en cuando tengo instinto de conservación–. Pero soy del AMPA y estoy informada del tema.
–Ah. ¿Y ya habéis pensado muy bien lo que queréis hacer?
–Sí, la frase se queda.
–Creo que deberíais pensarlo mejor.
–Son las ocho de la tarde y la cabalgata sale mañana a las cuatro. No nos da tiempo a cambiarla.
–¿Pero os dais cuenta de que no es apropiada para que la lean los niños? ¿Que puede ser muy fuerte para ellos?
–Esto es Carabanchel. Creo que los niños están curados de espanto.
O sea, Carabanchel es famoso por la cárcel, Rosendo y Manolito Gafotas. La gente de aquí no se tira pedos con olor a lavanda, precisamente.
–Bueno, desde la Junta creemos que la idea es buena, pero que no habéis tenido en cuenta a los niños.
–¿Cómo?
–Que deberíais pensar más en los niños.
Bueno.
Voy a dar un consejo.
Si estás en un distrito donde un colegio necesitó una reforma urgente porque había peligro para los niños, y perteneces a un partido que votó en contra de arreglar el colegio, y estás hablando con un AMPA que tuvo que manifestarse y salir en televisión para que le arreglaras el dichoso colegio, y en concreto con una madre que lleva todo el día pegando letras para que su hijos puedan subirse a una  carroza  y que se comió un bocadillo a media mañana y ya no se acuerda porque tiene tanto frío que no piensa en nada más quizá, a lo mejor, así como teoría loca, no deberías decir cosas como:
"deberíais pensar más en los niños".
Por tu bien te lo digo.
–Hemos pensado en los niños. Y la frase se queda.
–Bueno, os vamos a dar un poco más de tiempo para que penséis bien lo que queréis hacer y os volveremos a llamar.

Después de esta llamada los amperos presentes pensaron, sí. Sobre todo, pensaron mucho en las redes sociales. En concreto, es lo divertido que sería contarlo todo. Pero entonces recibieron la última llamada.
–Dicen que la frase se queda –dijo el presidente–. Dicen que entienden que no nos da tiempo a cambiarla. Pero también dicen que el año que viene tenemos que pensar en los niños.
Porque este año estábamos pensando en los peces, al parecer.








PD: He intentado se comedida, discreta y pensar en los niños. Si algún miembro del AMPA no se siente cómodo con esta entrada, que no dude en decírmelo y la retiraré.

20 enero 2020

Caliente, muy caliente

Vale.
Es verdad que tener unos días de vacaciones y que justo tu suegra decida venir a visitarte, y que su tren llegue tres horas tarde, y que se parta una pierna, y que la lleves a cenar con tu familia y tu abuela se ponga a contar cuando estuvo acariciando una p*ll* de plástico es un poco deprimente, lo que pasa es que yo estaba convencida de que a partir de ahí todo iría a mejor, nos iríamos de excursión, y a comer chocolate con churros, y al cine. 
Sobre todo al cine. 
Porque veréis, yo había quedado con las chicas del club de lectura para ir a ver Mujercitas, que para eso nos (re)leímos el libros hará dos meses o así. El plan era sencillo: ir a ver la película e indignarnos mucho porque el libro es mejor. 
Ya teníamos compradas las entradas, elegido el sitio para la merienda y estaba dándole vueltas a plantarme mi vestido de época cuando, en un alarde de originalidad, lo que me planté fue un cólico nefrítico. 
Por ser original y eso. 
–Vamos a urgencias –dijo ZaraJota.
Pero yo no tenía la menor intención de ir a urgencias. Me gustaría decir que era para no saturar el hospital, o para no dejar a mi suegra sola con una pierna rota y dos niños, o porque tengo una alta tolerancia al dolor... Lo que pasa es que no me gustan las agujas. Y cuando vas a un hospital, no sé por qué, tarde o temprano aparecen las agujas. Y las vías. Y el suero. 
–No, no –le dije–. Mejor prepárame una bolsa de agua caliente.
Porque ¿quién necesita un hospital habiendo bolsas de agua caliente?
Pues mi amante esposo me preparó una bolsa de agua caliente. MUY caliente. La bolsa, no mi amante esposo. Vale, probablemente mi amante esposo también, porque entre la suegra, los niños...
Bueno, que me distraigo. 
ZaraJota me preparó una bolsa con agua MUY caliente, para que me durara calentita mucho rato. Estaba tan caliente que la tuvo que envolver en una toalla para cogerla. Por desgracia, al envolverla no se dio cuenta de que la bolsa, que ya tiene sus años, se había rajado por un lado. Y también por desgracia, cuando se inclinó para ponerme la bolsa en la espalda, lo que hizo fue tirarme agua hirviendo en la barriga. 
Porque ¿quién necesita un hospital habiendo bolsas de agua caliente?
Pues yo. 
Y con urgencia. 




Pd: Como os aprecio, no os voy a enseñar fotos de la quemadura en sus primeros días; prefiero que veáis cómo está ahora, casi un mes después, y que vosotros os imaginéis el resto. 



13 enero 2020

En Toledo, que no hay nada que ver

¡El #relorzfunding se acaba! 
Si no has participado todavía es tu última oportunidad.



Creíamos que mi suegra se habría hecho un esguince o algo así, pero lo que había hecho era partirse el peroné, que es una cosa muy de agradecer cuando estás de vacaciones a 700 kilómetros de donde vives.
–Por suerte vuestra casa tiene ascensor, ¿no? –nos dijo, en un raro intento de optimismo. 
–Bueeeenooooo... –dijimos ZaraJota y yo porque efectivamente el edificio tiene ascensor, y ese ascensor está en el entresuelo, y hay que subir (o bajar, a elección) un tramo de escaleras bastante largo para usarlo. 
Para compensar, le dijimos que no se preocupara porque íbamos a alquilar una silla de ruedas, que es la típica cosa que todo el mundo tiene que hacer al menos una vez en la vida. Lo que pasa es que aquello compensaba poco, porque a la buena mujer no le hacía mucha gracia pasarse las navidades en una silla de ruedas. Que le parecía poco festivo, se ve.
–No te preocupes: le pongo un espumillón y unos globos y en vez de una inválida vas a parecer un árbol de navidad.
–Es que no quiero molestar y ahora os vais a pasar las navidades empujando la silla. 
–No, mujer. ¡Si vivimos en lo alto de una cuesta! Te dejamos en la acera enfilada a Madrid Río y ya te recogemos abajo si eso. 
Por motivos que desconozco, aquello tampoco pareció animarle demasiado. Con lo bonito que está Madrid Río. Y lo fresquito. 
En fin.
Que pensamos que entre lo de estar encerrada en el ave tres horas sin agua, sin luz, sin comida y sin wifi y la fractura de la pierna ya había agotado toda la mala suerte para 2019, 2020 y años venideros, así que no había peligro en llevarla a cenar a casa de mis padres. 
En nochebuena. 
Con toda mi familia.
Y más o menos así fue: todo iba razonablemente bien hasta que por motivos desconocidos mi tía de pronto dijo: 
–¿Os he contado la vez que llevé a la abuela a un sex-shop?
Yo escupí la fanta por la nariz porque estoy muy a favor de que las mujeres vivan su sexualidad libremente, siempre y cuanto no lo cuenten en mitad de la cena de nochevieja con mi suegra delante. 
Además, mi abuela va a cumplir 86 años en febrero y mi tía lleva cumpliendo 30 aproximadamente desde las olimpiadas de Barcelona, así que os podéis imaginar la imagen mental. 
Mi tía se aseguró de que tenía la atención de todo el mundo antes de despejar el trozo de mesa que tenía delante y colocar una lata de cocacola, porque ella es que es actriz y la escenografía la domina estupendamente. 
–Pues nada –empezó a decir, haciendo como que le quitaba el polvo a la lata de cocacola–, que un día la abuela y yo nos fuimos a un sex-shop de Toledo.
–¿Y eso?
O sea, que vivimos todos en Madrid. 
–Pues nada, que estábamos en Toledo, no teníamos nada que hacer y dijimos: pues nos vamos a un sex-shop –porque en Toledo no hay absolutamente nada interesante que ver y en algo tiene que entretenerse una, supongo–. Y llegamos allí y tenían una peaso p*ll*.
Y mi abuela: 
–Yo no he visto cosa igual. 
–Era como dos latas de cocacola, una encima de la otra –corroboró mi tía, señalando la cocacola que tenía delante, en adelante PRUEBA 1.
–Con sus venitas y todo. 
–Era la reproducción de la p*ll* de un actor porno famoso.
Y mi abuela: 
–Era NEGRITA.
Para entonces yo no sabía muy bien donde meterme, pero subirme la silla de ruedas y dejarme caer hasta Madrid Río empezaba a parecerme buena idea.
Pero mi tía era inasequible al desaliento.
–Total, que la abuela empezó a manosear aquello para arriba y para abajo, y yo venga a decirle: Mamá, estate quieta. Y la de la tienda: déjala, déjala a la mujer que disfrute. 
A lo que mi abuela, ya sensiblemente ruborizada pero no por vergüenza sino por los calores internos propios de una señora de casi 86 años que recuerda tiempos felices, añade: 
–Una p*ll* negra.
Francamente, teniendo en cuenta que en teoría aquello era como dos latas de cocacola una encima de la otra, me sorprende que mi abuela recordara el color. 
Mientras tanto mi tía seguía acariciando la lata para arriba y para abajo y narrando la historia como el que cuenta que ha ido a comprar el pan. 
–Total, que allí estaba la abuela venga a manosear aquello y al final me dice: voy a parar ya, que me estoy poniendo cachonda.
A lo que mi abuela añadió, por si nos quedaba alguna duda:
–¡Que me estaba poniendo cachonda!
Por el contrario, a mí la libido se me había quedado reducida a la más mínima expresión. Para siempre. Supongo que para compensar y eso. 
Cuando volvíamos para casa mi suegra, que hasta entonces había estado en estado se shock postraumático, me dijo:
–Tu abuela es muy... dicharachera.
–Está como una cabra, sí.
–A veces, cuando nos hacemos mayores, perdemos un poco la vergüenza.
Cuando nos hacemos mayores, dice. 


06 enero 2020

El conejo de mi madre

Se acaba la navidad, así que será mejor que empiece a contarla por el principio:
la culpa de todo la tiene el conejo de mi madre.
Mi suegra nunca viene en a vernos más de tres o cuatro días, hasta el año pasado. El año pasado la invitamos a venir en navidad y mis padres la invitaron a cenar en su casa en navidad y mi madre preparó conejo al ajillo.
Se ve que a la suegra le gustó, porque este año nos llamó y nos dijo que se venía también en navidad.
Diez días.
–Se nos va a juntar la navidad con la feria de abril –le dije a ZaraJota.
–Ya, es muy raro, nunca quiere estar fuera de su casa tantos días.
–Esto va a ser –dije en un momento de inspiración– por el conejo de mi madre.
–Por favor, Lorz, vamos a dejar el conejo de tu madre en paz.
–Pero piénsalo: nunca había venido tanto tiempo... ¡hasta que se comió el conejo de mi madre!
–De verdad, Lorz, que se me está poniendo mal cuerpo y todo, deja de tocar los co...
–¿...nejos?
–¡LORZ!
ZaraJota se empeñó en explicarme que la suegra quería venir más días para disfrutar de los niños, para estar con él durante todas sus vacaciones, para que le saliera más barato el billete de tren...
Pero a mí no podía engañarme.
Yo sabía la verdad.
Era por el conejo, el conejo de mi madre.
Pasó el tiempo y un buen día la suegra se montó a un ave en Barcelona y poco después llegó a Madrid. Concretamente, un punto indeterminado de la vía entre Méndez Álvaro y Atocha, donde se quedó parado durante tres horas debido a una avería.
En otro tren.
A mí que me lo expliquen.
Que un ave se retrase es muy raro, que se retrase tres horas es más raro aún, y que apaguen las luces y dejen a los pasajeros sin agua, sin comida, sin baño y sin luz durante todo ese tiempo es mucho más raro aún.
Mientras tanto, en la estación de Atocha, ZaraJota pasó las mismas tres horas con dos niños cada vez más hiperactivos e impacientes, sin recibir de renfe más información que “el tren sufre un retraso indefinido”.
–¡Como los genitales de Ken! –le dije a ZaraJota cuando me lo contó por teléfono.
–De verdad que estás pesadita con las partes pudentas de la gente, Lorz.
–¿Lo dices por el conejo de mi madre?
–¡Sí!
–Entonces será mejor que no te diga lo que estoy pensando.
–Mejor.
–Bueno, venga, te lo voy a decir: el año pasado también cenamos almejas.
–Me rindo, de verdad que sí.
En fin, que tan solo siete horas después de haber salido de Barcelona la suegra consiguió salir del tren en Atocha.
Venía hambrienta, venía miccionándose, venía cansada y venía, probablemente, un poco de los nervios.
Así que supongo que es normal que según saliera de la estación metiera el pie en un agujero, se le doblara de mala manera y acabara partiéndose una pierna.
Lo típico que hace uno.
O sea, el papa besaba el suelo cuando aterrizaba, ¿no?
Pues mi suegra lo mismo, pero con un poco menos de elegancia.
ZaraJota llegó a casa jurando en oscuros idiomas arcanos. También podría ser catalán. Viene a ser lo mismo. Me explicó la situación y yo llamé a mis padres para explicársela a ellos.
–Madre –le dije por teléfono–, hay que reorganizar un poco la mesa para navidad.
–¿Y eso?
–Nada, la suegra, que se ha partido una pierna.
–¿Cómo ha sido?
–Pues verás: ¿te acuerdas que el año pasado hiciste conejo?
–Sí, claro, pero...
–Pues por el conejo ha sido.



Pd: Seguimos de #Lorzfunding. Que no se diga que no avisé. 

23 diciembre 2019

El tronco de navidad



Seguimos de #lorzfunding pero hoy os voy a contar otra cosa, por variar.


Pues esto os va a sorprender, pero hay gente que todavía no ha oído hablar del Caga Tió.
Y eso que hará como diez años o así lo expliqué perfectamente aquí.
Venga, que os lo resumo: el Tió es una tradición navideña catalana que consiste en que a principio de diciembre en las casas ponen un Tió, un tronco gordote con una cara sonriente pintada y una barretina, que cubren parcialmente con una manta. Todas las noches se le da de comer, y el Tió va engordando debajo de la manta hasta que llega navidad. Entonces los niños de la casa golpean al Tió con un palo mientras cantan una bonita canción que viene a decir algo así como “Caga, tronco, caramelos y turrón, y si no cagas pronto te daré con el bastón”, que si me preguntas a mí no solo es extorsión con violencia, es que además hay que ser muy cínico para amenazar al pobre Tió con que “le darás" cuando le estás curtiendo a palos en directo, pero bueno.
Total, que se termina la canción, se retira la manta y el Tió ha cagado regalitos.
No es broma.
Si no me creéis a mí, creed a Viggo Mortensen, que lo explica mucho mejor porque es Viggo Mortensen y todo lo hace bien:



Pues el caso es que lo del Tió será muy tradiciónal y muy bonito pero si te paras a pensarlo fríamente lo mismo no es para todos los públicos. Es decir, fomenta el maltrato al a flora local, el comportamiento violento, el uso indiscriminado de un palo, la escatología (esto, para los catalanes, no es necesariamente malo porque están OBSESIONADOS con la caca, de verdad os lo digo) y las amenazas, todo ello premiado con regalos.
No sé yo.
A decir verdad, lo que más me preocupaba era lo del palo. Vaya, que mis hijos ya van a urgencias lo suficiente sin que haya palos de por medio. Y yo también.
Por eso cuando ZaraJota me dijo que había apuntado a los niños para hacer el Tió en una librería decidí que alguien tenía que poner un poco de sensatez en el asunto.
–¡Me pido no ir! –dije. Porque yo sensatez no tengo mucha, pero de instinto de conservación voy sobradita.
–Pero Lorz, seguro que a los niños les encanta.
–Pues por eso, mejor que vayas tú y lo disfrutes.
–Pero...
–Lleva casco.
–...
–Y coquilla.
Y así fue como ZaraJota se fue a hacer el Tió con los niños y, sorprendentemente, volvió de una pieza.
–¿Qué tal ha ido?
–Bueno, al principio regular porque cuando le dije a Nena-chan que íbamos a hacer el Caga Tió pensó que los íbamos a hacer de verdad, ya sabes, en plan manualidades.
–Ya veo.
–Pero en cuanto vio que iba de dar palos y recibir regalos se animó. ¡Se lo han pasado genial! Me han dicho que querían hacer el Tió en casa también.
En aquel momento nos llegaron las vocecitas de los niños desde su habitación.
–Nena-chan, ¿jugamos a hacer el Tió?
–Síííí.
–¡Me pido ser el que pega!
–¡Pues yo me pido ser el que caga!
De pronto lo del palo es lo que menos me preocupa.








Feliz navidad, personas y personos.