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12 febrero 2024

Las rotondas

 El día 13,  que será martes, hará un año que me saqué el carnet de conducir en circunstancias poco favorables y ya por fin puedo quitar la L. 
Más o menos, porque no la tengo puesta. En el último viaje condujo todo el rato ZaraJota, y ZaraJota quitó la L y la dejó de cualquier modo en el maletero, para cogerla si hacía falta, pero luego paramos a desayunar y abrimos el maletero para sacar los abrigos y justo en ese momento se nos paró al lado un coche de la guardia civil y pensé: estos se van a pensar que estamos conduciendo sin la L, lo que era rigurosamente cierto porque el que conducía ZaraJota y tiene más de veinticinco años de carnet, pero yo entré en pánico de todas maneras y cogí la L y la tiré al fondo del maletero, que estaba a tope de cajas, y se cayó entre dos cajas y desde entonces no la hemos vuelto a ver, lo que de facto me ha impedido conducir durante la última semana pero me ha permitido subir de nivel en Duolingo, que el catalán no se hace solo, hay que hacerlo.
Esta terrible circunstancia me ha impedido cumplir mi sueño de quemar la L en una pira. Bueno, eso y que ZaraJota me dice ni se me ocurra. No sé qué de que el humo puede ser tóxico. Cosas suyas.
En este año de carnet he cogido el coche muy poquito por una sencilla razón: en el autobús me dejan ir mirando el móvil pero mientras conduzco por lo que sea está mal visto. Y yo le tengo mucho aprecio a mi móvil. 
Las pocas veces que he conducido he llegado a una sencilla conclusión y es que los madrileños conducen como el culo. Como el puto culo. Y encima, son unos maleducados.
O sea, yo no puedo reiniciar la marcha hasta que el  semáforo esté en verde. A mí me da igual que tú pases todos los días por ahí y sepas exactamente cuánto dura el semáforo y arranques medio nanosegundo antes de que se ponga en verde: yo lo tengo que ver en verde. 
Luego está lo de pitar. La obsesión de los conductores madrileños por tocar el pito es, como mínimo, psicoanalizable. Yo tengo mis teorías al respecto. Por si os lo estáis preguntando, todas ellas tienen que ver con pollas. Con pollas pequeñas, en concreto. Y de poco aguante.
Otra cosa que me tiene fascinada es el complejo de invisibilidad. Señor, si usted me está viendo a mí (por ejemplo, si usted ve que soy una mujer y que llevo una L, lo que claramente justifica que usted me grite o me pite por cualquier motivo real o imaginario), es de suponer que yo también estoy viendo COMO SE METE EL PUTO DEDO EN LA NARIZ, DE VERDAD, LA VISIBILIDAD FUNCIONA HACIA LOS DOS LADOS, POR FAVOR. 
Que no sé cómo pretenden algunos que estemos pendientes de que el semáforo se ponga en verde, si a veces estamos absolutamente fascinadas con las exploraciones nasales de los señores de alrededor. O cosas peores.
Pero lo que me tiene absolutamente perpleja es el tema de las rotondas. 
ROTONDAS. 
Que se llaman así porque tienen forma circular. Y se hacen en forma circular, siguiendo las líneas del suelo, pin, pin, pin...
Salvo en Madrid.
En Madrid, las rotondas se hacen en forma de hashtag: SE CRUZAN EN LÍNEA RECTA Y A TOMAR POR CULO. NI PREFERENCIAS NI HOSTIAS, TODO DERECHO Y TONTO EL ÚLTIMO.

Glorieta en Madrid, dramatización.


Por motivos desconocidos, me dan pánico las rotondas y las glorietas. Sobre todo, la de plaza Elíptica, que no es que quiera yo acusar a nadie de machista ni nada, pero cuando voy yo con la L me empiezan a pitar nada más entrar, mientras que cuando va ZaraJota, haciendo lo mismo, no le chista nadie. Pero es que además vienen coches por todas partes, en línea recta, pasando de las marcas viales, de los semáforos y de la madre que los parió, a toda velocidad, por la izquierda, por la derecha y por la otra derecha, la de verdad. 
Yo he intentado superar ese miedo a que la gente sea gilipollas a las rotondas e intento coger el coche aunque haya que pasar por plaza Elíptica, pero algunos días es como: mira, no puedo. Si hay que pasar por plaza Elíptica me voy en autobús.
Así fue como un día le dije a ZaraJota que condujera él, que se me iba a pasar la racha de Duolingo no me veía capaz de pasar por plaza Elíptica. Quitamos la L, la metimos en el maletero, ZaraJota se puso al volante y bueno, una cosa llevó a la otra, lo típico que pasa, y se empotró de culo contra un coche que había aparcado. 
-Yo no he sido -dije, por si acaso. 
-Pero cómo vas a ser tú si voy conduciendo yo. 
-Bueno, yo qué sé. 
ZaraJota se quedó en el coche buscando los partes porque es un antiguo y todavía no se ha enterado de que ahora se hacen online. Mientras, yo salí para dejar un papelito en el otro coche con nuestro teléfono o lo que fuera. La cosa no había sido muy grave, y nosotros solo teníamos roto el cristal del faro. 
Mientras ZaraJota seguía buscando el parte, me acordé de que llevábamos un rollo de precinto transparente en el maletero y pensé: pues voy a ponerle un poco al faro antes de que esto vaya a más. 
Abrí el maletero, cogí el precinto, se cayó la puñetera L que habíamos dejado en el maletero Dios sabe cuándo, la dejé en el maletero, se volvió a caer, la volví a recoger y me la puse bajo el brazo como un barra de pan, cogí el precinto y cuando estaba a punto de reiniciar la reconstrucción del faro, apareció el propietario del coche y me dijo:
-¿Has sido tú la que me ha dado?
Pues a ver ahora cómo le digo yo que no.


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06 marzo 2023

La panicación


 
Bueno, voy a contar cómo me saqué el carnet de conducir después de 15 años y enemil intentos.
Como estoy muy contenta por haber aprobado, no voy a opinar sobre el sistema absurdo, clasista y corrupto basado en aprendizaje vía autoescuelas, algunas de las cuales solo aceptan pagos en efectivo por motivos que huelen un poco a cerrao, y que en Madrid es directamente un sacacuartos vergonzoso que se ceba especialmente en las personas jóvenes de clase trabajadora, que son las que más necesidad tienen de coche para encontrar su primer trabajo.
Tampoco voy a opinar sobre los examinadores, que son perfectamente objetivos mis cojones, señores, mis cojones.
Os voy a contar solo mi último examen, en el que me salté un ceda en una glorieta, fui todo el rato unos 20 kilómetros por encima del límite de velocidad, aparqué tan cerca del coche de al lado que ni Houdini habría salido por esa puerta y luego me bajé del coche con el motor en marcha porque tenía muchas ganas de salir de allí antes de que llegara la guardia civil.
Y todo porque soy idiota.
Porque resulta que ese día había un control antidroga en la puerta del centro de exámenes y yo iba drogada pero en plan bien, que tengo un permiso de mi médico para endrogarme y un justificante de que no afecta a la conducción aunque a los del psicotécnico les ha dado igual y solo me dan el permiso de conducir para cinco años, sin tener en cuenta que, por ejemplo, en estos momentos un 26% de los españoles se automedica, y de ellos un 11% se mete ansiolíticos sin prescripción médica y luego coge el coche alegremente, por no hablar del alcoholismo endémico de este país, pero me había dejado el justificante en casa (luego resultó que mi profesor llevaba una copia encima, pero en ese momento no se me ocurrió hacer la preguntación, solo la panicación), así que iba que no me llegaba la camisa al cuerpo y ya me veía en mitad de mi examen explicándole a dos guardia civiles como dos armarios que me drogo pero solo para consumo personal.
Francamente, he hecho exámenes mucho mejores y he suspendido.
Pero hubo una cosa que hice bien. Y fue que como estaba tan ocupada maldiciéndome porque no me sé el teléfono de mi marido y a ver cómo le iba a llamar desde el calabozo, pues me daba igual todo lo demás.
Y resulta que cuando ya te has examinado unas cuantas veces, que te la sople todo es lo mejor que te puede pasar.
-Señorita -me dijo el examinador mientras dábamos vueltas por Móstoles, que en verdad os digo que me conozco Móstoles como si lo hubiera levantado yo misma ladrillo a ladrillo-, ¿por qué cree usted que ha tenido que presentarse tantas veces?
-Porque me pongo nerviosa.
-Si se pone usted nerviosa quizá no debería usted conducir.
Pues eso precisamente es lo que dice el manual de la DGT y sin embargo aquí estamos obligados a hacer este puto examen que pone a todo el mundo de los nervios, pensé. Pero no dije nada. 
-Ah, no, lo que me pone nerviosa no es conducir.
-¿No?
-Es que tengo fobia social, ¿sabe usted? Meterme en un espacio cerrado con un desconocido me genera mucha ansiedad.
-Pero cuando tenga el carnet tendrá que usar el coche también.
-Hombre, con mis marido y mis hijos, que son como de la familia.
Aunque mi hija está entrando en la adolescencia y hay días que es como si no la conociera, pero eso no lo dije.
-Claro.
-Pero por favor, no se piense que por tener fobia social soy una loca peligrosa. O sea, loca, todo lo que quieras, pero peligrosa, no. Que te diga mi profe.
En ese momento mi profesor decidió que había algo muy interesante en la calle y fijó la mirada en su ventanilla como si le fuera la vida en ello. Por lo que fuera.
-Menos mal que se lo dice usted todo -dijo el examinador.
-Jajajaja, sí.
-¿Y cómo piensa usted aprobar en estas condiciones?
-Bueno, pues supongo que la solución es que me presente a examen una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, hasta que repita con el mismo examinador y ya haya confianza.
Y por motivos desconocidos esa vez aprobé.


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20 febrero 2023

El tema



Antes de aprobar:

-Hola, mi mamá no puede conducir el coche porque siempre suspende.
-Gracias, Nene-kun, pero a lo mejor a la panadera no le interesa esta información ahora mismo.

-Hola, mi mamá no puede conducir el coche porque siempre suspende.
-Nene-kun, de verdad, hay gente esperando y al busero no le importa mi vida.

-Hola, mi mamá no puede conducir el coche porque siempre suspende.
-Gracias por interrumpir esta reunión general con todos los padres para contárnoslo, Nene-kun, pero tu profesora estaba hablando de otra cosa ahora mismo.

-Hola, mi mamá no puede conducir el coche porque siempre suspende.
-Es la última vez que me acompañas al ginecólogo, Nene-kun.

-Hola, mi mamá no puede conducir el coche porque siempre suspende.
-POR ÚLTIMA VEZ: NO ES UN BARRENDERO DE VERDAD, ES UNA ESTATUA DE BRONCE.


Después de aprobar: 

-¿Qué tal en el cole, Nene-Kun? ¿Ya le has contado a todo el mundo que puedo conducir?
-No.
-¿Y eso?
-No sé, no ha salido el tema.
NO COMO ANTES, CLARO. 


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09 junio 2012

Daylight: pánico en el túnel

Y justo cuando el gobierno anuncia que rescatan a los bancos, yo cuento cómo me rescataron a mí.
Que guapa soy y que tino tengo.



La semana pasada ZaraJota™ y yo pedimos el coche a mis padres para ir a IKEA.
Desde que arrancamos, ZaraJota™ frunció el ceño. Y eso es muy raro. ZaraJota™ nunca frunce el ceño: él es más de levantar una ceja.
-¿Qué pasa?
-No sé, es como si la primera no entrara...
-¿Está mal?
-No, seguramente es cosa mía, que no estoy acostumbrado a coger este coche.
-Si este es el único coche que coges, piltrafilla. ¿No será una avería?
-No creo, acaba de salir del taller.
Hace un mes o así, mis padres llevaron el coche al taller para quitarle unos arañazos.
El coche salió como nuevo.
Una semana más tarde a un taxista le fallaron los frenos y se les empotró contra el lateral.
El coche volvió al taller y salió como nuevo... otra vez.
ZaraJota™ debía tener razón, porque llegamos a IKEA sanos y salvos, hicimos nuestras compras  a toda velocidad y antes de que puedas decir CIRKUSTÄLT ya estábamos de nuevo en el coche.
-Por fin -dije. Y me quité los zapatos. El embarazo es así: todo el mundo te dice que tienes que andar, pero nadie te explica que si estás mucho tiempo de pie se te ponen los susodichos como barcas.
ZaraJota™ arrancó y volvió a fruncir el ceño.
-No sé que pasa con la primera, que se niega a entrar.
-¿Eso es grave?
-No, no pasa nada, de todas maneras la primera casi no se usa.
No tuvimos problemas en todo el camino, y apenas tres horas después de haber salido de casa nos metimos en el último túnel de la M30.
-¡Qué prontito vamos a llegar! -dije.
Y entonces, el atasco.
Por hablar.
Nos recorrimos todo el túnel avanzando tramos de un metro.
Un metro.
Parar.
Arrancar.
Un metro.
Parar.
ZaraJota™ fruncía el ceño cada vez.
-La primera... -decía. Así, sin palabrotas. ZaraJota™  nunca dice palabrotas: sólo las piensa, que es mucho peor.
Cuando ya llevábamos un rato, mi sentido arácnido de embarazada empezó a protestar.
-Que mal huele...¿somos nosotros?
-No, no.
Entonces empezó a salir humo del capó del coche.
-¡SÍ, SÍ!
Antes de que me diera cuenta, ZaraJota™ pulsó la luz de emergencia. Como si estar envueltos en una nube de humo no fuera ya una pista, vaya. Al menos el resto de los conductores parecían sospechar algo, porque a pesar de estar atascando el carril central de un túnel nadie pitó.
Y eso, para Madrid, es algo.
ZaraJota™ intentó arrancar de nuevo para apartar el coche y dejar paso, pero nada.
-Voy a poner el triángulo. ¿Sabes dónde está?
-En el maletero.
-Me lo temía.
Mis padres van mucho al campo, pero no a comer filetes rusos y tortilla de patatas, como la gente normal: ellos van en plan Simba, a otear las propiedades. Por eso el maletero de mis padres está siempre lleno de cosas: herramientas de diverso tipo, una linterna, recipientes variados con diferentes líquidos de sospechoso aspecto, y miles de bolsas biodegradables del Carrefour. Nadie sabe por qué, aunque la teoría más generalizada es que las guardan por si se pierden en el campo y tienen que sobrevivir comiendo fibra de fécula de patata.
ZaraJota™ se puso el chaleco reflectante y salió al exterior a rebuscar en el maletero.
Yo establecí mis prioridades:
1.-Ponerme los zapatos por si había que salir por patas. Después de un par de intentos tuve que renunciar, porque tenía los pies tan hinchados que no me cabían.
2.-Llamar a mi padre para avisar que íbamos a llegar un poco tarde. JA.
3.-Llamar al seguro.
Mientras tanto, en el carril de al lado se paró un autobús y vi como ZaraJota™ se subía.
Vienen a rescatarnos, pensé.
-En menudo sitio te has parado, claval -le dijo el busero a ZaraJota™.
-Yo no me he parado, ha sido el coche.
-Es que estás taponando el carril central.
-Y usted el carril izquierdo y no se lo echo en cara.
-¿Quieres que llame a la grúa?
-No, no, gracias, ya hemos llamando al seguro.
En el interior del coche, yo intentaba hablar con el seguro.
-¿Me puede indicar dónde se encuentra?
-En el túnel de la M30, en el carril central, justo en la salida de Pirámides.
-¿Me puede indicar el punto kilométrico?
-No...
-No se preocupe, mire a su alrededor y dígame lo que ve.
-¡HUMO NEGRO! ¡HUMO NEGRO POR TODAS PARTES! ¡ESTO ES COMO PERDIDOS, PERO SIN LOS P*T*S FLASHBACKS!
-Está bien, señora, no se preocupe, le mando la grúa.
Estaba intentando ponerme los zapatos otra vez cuando ZaraJota™ llamó a mi puerta.
-Deberías salir, por si algún psicópata no ve el triángulo y se lleva el coche por delante.
-¿Has encontrado el chaleco del acompañante?
-No.
-Pues entonces creo que estoy más a salvo aquí dentro.
Y me crucé de brazos, que es una forma sutil de decir "mi honra está en juego y de aquí no me muevo".
-Está bien, voy a ver si puedo quitar el coche de aquí.
ZaraJota™ volvió al coche y después de darle unas treinta patadas a la palanca de cambios consiguió ponernos en un lateral. Después salió, rescató el triángulo del carril central y lo puso detrás del coche a la distancia regalmentaria.
No le había dado tiempo casi ni a dejarlo en el suelo cuando nos rodeó la policia.
-En menudo sitio te has parado, chaval -le dijo el policía a ZaraJota™.
-Yo no me he parado, ha sido el coche.
-Ya, hemos visto el humo por las cámaras. Vamos a sacaros de aquí, que estáis taponando el carril izquierdo.
Y ustedes el central, pensó ZaraJota™, pero no lo dijo. Que una cosa es tocarle los güevos a un busero y otra a un policía, que ya sabemos cómo las gastan.
Detrás de la policía apareció entonces una grúa de la M30.
Dentro del coche, yo estaba terminando de abrocharme los zapatos cuando apareció un señor con casco en mi ventanilla.
-Señora, salga del vehículo.
-Es que no tengo chaleco reflectante.
-No pasa nada, salga.
-¡Y una m**rd*! ¡Seguro que es una trampa! ¡Seguro que salgo y me pone una multa por salir sin chaleco! ¡Yo de aquí no salgo hasta que no me den un chaleco!
-Señora, de verdad, que no pasa nada, ¿ve? En este lado hay acera. Puede salir sin chaleco.
Muy dignamente salí del coche, y el señor con casco me escoltó hacia una grúa.
-Puede esperar en el asiento de atrás.
El asiento de atrás me llegaba a la altura de la nariz. Miré al asiento. Miré a mi tripa. Miré al asiento.
-Señora, ¿la aupo?
-Porfi...
El señor me aupó.
-Tiene usted un poco de hollín en el brazo -me dijo antes de irse a enganchar el coche.
De todas las cosas que tengo en este momento, pensé.
Estaba limpiándome cuidadosamente la mancha con una toallita húmeda cuando apareció en la puerta un señor totalmente cubierto de hollín.
-¡¡¡ARG!!!
-Soy yo, ¿puedo sentarme contigo?
-Vale, pero no me toques.
Los señores de la M30 engancharon el coche a la grúa y lo sacaron al exterior.
-Os dejamos aquí, que hay un concierto en el Calderón y esto está imposible.
Y se fueron.
Volví a llamar al seguro.
-Que los señores de la M30 nos han sacado del túnel. Ahora estamos al principio de la calle Toledo, en el lado que da al Puente de Toledo, en el carril de subida, delante del colegio.
No he trabajado en seguros durante cinco años para no saber cómo llamar a uno, hombreyá.
Mientras la grúa venía, nos sentamos a esperar.
Y esperamos...
Esperamos...
Hasta que llamó el señor de la grúa.
-Señora, que estoy en el puente de Praga y no les veo.
-Que casualidad, nosotros estamos en el puente de Toledo y tampoco le vemos a usted.
-Eh... voy para alla.
-Vale.
-Eh... ¿dónde está eso?
En serio...
Al final el señor de la grúa nos encontró.
-Perdone que haya tardado, señora, es que esto está imposible hoy.
-Ya.
-¿Tiene un cigarro?
Me miré a la tripa. Miré al señor.
-No.
-¿Y tú, chaval? -le preguntó a ZaraJota™.
-No.
-Jo.
El señor de la grúa enganchó el coche, y entonces vivimos el momento más humillante del día:
ZaraJota™ y yo, sentado en la parada del autobús, esperando el 23 para ir a casa de mis padres, mientras delante nuestra pasaba la grúa con el coche encima.
-Jo, que mal. Ha sido la peor experiencia de mi vida -le dije a ZaraJota™.
-Ya está, Lorz, tampoco ha sido para tanto.
-Claro, chaval, a ti no te ha paracido para tanto, ¡como se nota que a la que han estado llamando señora es a mí!
Cuando llegamos a casa de mis padres, apestando a humo, cubiertos de hollín y agotados, mi padre le quító importancia al asunto.
-No, si la primera ya lleva fallando un tiempecillo.
-¿Sí? -preguntó ZaraJota™, que se sentía un poco culpable.
-Unos seis meses o así.
-¿QUÉ? Quiero decir... y con la cantidad de tiempo que ha pasado en el taller últimamente, ¿no lo podrían haber mirado?
-No, pensé que bueno, tarde o temprano ya reventaría.
Y tenía razón, mira tú que cosas.

24 noviembre 2009

Culo roto V (lo del cu... nada, mejor lo olvidamos)

Previously, in Lorz...
(aquí va un ruido de avión que se estrella)
Mi culo tiene la culpa de la crisis.


Esperé en posición fetal hasta que el viej... anciano se fue, y me arrastré hasta el banco más cercano, también en posición fetal porque no me podía enderezar.
Trepé hasta el asiento, me mareé, poté un poco, rescaté el móvil de un bolsillo (menos mal que no lo llevaba en el bolsillo trasero, jijiji) y llamé a ZaraJota™.
-¡Me he roto el culo! -le dije.
-Ya lo sé. La semana pasada.
-¡No, otra vez!
-¿Cómo?
-Patinando.
-¡El médico te dijo que no volvieras a patinar en un mes por lo menos!
-Es que no he podido evitarlo, ¡los patines son de color rosa, ZaraJota™, ROSA!
-Aix... ¿quieres que vaya a buscarte con la grúa para camiones?
-Porfiiiii...
El culo me dolía mucho, pero mucho mucho, pero pensé que se me pasaría en unos días.
Pues no.
Pero eso no era lo más preocupante: un día me levanté, y ya no me pude volver a sentar.
ZaraJota™ estaba fascinado.
-Tenemos que ir a que te lo miren.
-Hombre, tampoco es un superpoder tan interesante.
-En el hospital. Que te lo miren en el hospital.
-Jo.
En el hospital me mandaron a que me hiciera una radiografía.
-Oye, ¿no te he visto yo antes-me preguntó el radiografiador.
-No.
-¿Seguro? ¿No te he hecho una radiografía abdominal hace poco?
-Eeeeeeeeeh... ¡fue mi hermana gemela mala!
-De verdad, me suenas mucho. ¿Pudo ser por un esguince?
-¡Somos trillizas!
Las mundialmente famosas trillizas gafe.

21 noviembre 2009

Culo roto IV

En capítulos anteriores...
Salvada por la grasa.

El médico me dijo que no tenía el coxis roto, pero que me había hecho mucha pupita y que si me volvía a caer seguro que se rompía del todo, así que me prohibió patinar en una temporada.
Yo le dije que sí, que bueno, que vale, porque lo que yo hago no creo que pueda considerarse patinar, lo mires por donde lo mires, sino qué más bien podría definirse como "arrastrarse", "jugar con la muerte" o "tantear el destino".
Durante un par de semanas no me puse los patines, el culo dejó de dolerme y pensé que me había recuperado del todo.
Un fin de semana decidí volver a encaramarme sobre ruedas y me fui a patinar al Retiro.
Era bastante temprano y hacía un frío horroroso, así que había poca gente y me pude dedicar a ir poco a poco: ahora voy hacia delante... ahora freno... ahora hago un limón...
A medida que fui ganando confianza me atreví a dejar el Paseo de Coches, llegué hasta el Ángel Caído y luego seguí hasta el Lago. Empezaba a pensar que la cosa iba muy bien, pero no conté con las hojas: en otoño las hojas se caen al suelo, y si hay algún agujero en el pavimento no lo ves, pero la rueda sí que lo nota.
Me llevé un par de sustos, hasta que al final la rueda se enganchó en una grieta, y de ahí no pasó. En cambio, mi cuerpo sí que pasó rápidamente de la posición vertical a la horizontal.
Tengo que decir en mi defensa que gracias a las enseñanzas jedi del monitor y al intenso entrenamiento conseguí no caerme de culo, pero la leche fue monumental.
Intenté ponerme de pie, pero lo único que conseguí fue quedarme a cuatro patas en mitad del camino. Pensé que iba a tener que volver a casa gateando, pero entonces noté que alguien se acercaba, un viej...anciano.
Va a ayudarme, me dije.
-¿Te has caído? -me preguntó.
-Sí -dije, preparándome para darle las gracias por su amable ayuda.
-Es que los jóvenes de hoy en día ya no saben que inventar. ¡Patines! ¿A quien se le ocurre?
-¿No me va a ayudar?
-¡Y luego dicen que hay crisis! ¿Cómo no va a haber crisis con esta juventud? ¡Menos trabajar lo que sea! ¡Deja de hacer el tonto y ponte hacer algo productivo!
Jo, si estoy haciendo algo productivo...
¡Genero empleo para traumatólogos!

18 noviembre 2009

Culo roto III

En capítulos anteriores...
La violencia tiene un precio

Durante el resto de la clase por el oído derecho sólo oía un pitido, pero mientras estuve de pie no noté nada más.
El problema apareció cuando traté de sentarme: no podía. Ni agacharme. Ni tumbarme.
Llegé a casa arrastrándome y le conté mi desgracia a ZaraJota™:
-Hemos hecho el trenecito y me he roto el culo.
-Pues espero que no lo cuentes por internet, que no quiero pensar en las burradas que puede llegar a decir Necio Hutopo sobre el asunto.
-En serio, que me he hecho mucha pupita.
-A ver, enséñamelo... Yo lo veo igual: grande, blanco, blando, celulí...
-¡¡¡Que me duele!!!
-Está bien, vamos al médico.
-¿Me llevas en brazos?
-En brazos no, pero si quieres te arrastro de un pie.
-Paso.
Nos fuimos al médico. Mi médico mola mucho porque es sirio y trascendental.
-¿Qué te ha pasado? -me preguntó cuando me vio arrastrarme por la consulta.
-Me he caído patinando.
-¿De nalgas?
-No, de culo.
-¡JA, JA, JA! ¿De verdad?
-Que sí.
Entonces se giró a ZaraJota™.
-¿Y tú lo viste? ¿Cómo fue?
-No, yo no estaba.
-¡Qué lástima, seguro que fue divertidísimo, ja, ja, ja!
-¡Sí, tuvo que ser divertidísimo verla, ja, ja, ja!
-¡Eh, un respeto! ¡Que he podido quedarme culopléjica!
-No, claro que no. A ver, Lorz, agáchate. Levántate. Levanta un patita. Levanta la otra. Haz el pino-puente... No, no tienes nada roto.
-¿No?
-Te podías haber roto el coxis, pero la grasa te ha acolchado y ha impedido que se dañara el hueso. ¡Es una suerte que estés tan gorda!
Lo que me faltaba.

15 noviembre 2009

Culo roto II

En capítulos anteriores...
Blancanieves sí que sabía cómo montar.

Descartada la idea del triciclo, me puse a pensar en otros medios de transporte, como las cabras, pero también tuve que renunciar porque ZaraJota™ se negó a meter más animales en casa. Bueno, en realidad dijo "bichos estúpidos", y que con dos tenía bastante. Creo que se pasó un poco porque Arale-Chan está gorda, pero no tanto como para contar por dos.
Al final me acordé de que todavía tenía por casa mis patines, y se me ocurrió que estaría bien volver a patinar.
Las experiencias anteriores (esta y esta) habían demostrado que aprender por mi cuenta era a) poco productivo y b) extremadamente doloroso, así que decidí apuntarme para recibir clases.
Los primeros días fueron bastante bien:
- Me desplazaba, sí, pero en horizontal, no en vertical.
- Me caía, sí, pero seguía las instrucciones para aterrizar y no me hacía daño.
- Me dolía el cuerpo, sí, pero era más por las agujetas que por los golpes. A veces las agujetas ni siquiera eran por patinar: después de clase he tenido hasta agujetas en la tripa de tanto reirme.
Empezaba a penser que mi gen mutante, el superpoder para autolesionarme incluso haciendo las actividades más inofensivas, había desaparecido, cuando un día regresó en todo su esplendor.
Estábamos haciendo un ejercicio que consistía en hacer el trenecito.
No, no uno de esos trenecitos, sino dos personas en fila, cogidas por la cintura, patinando.
Yo iba delante, y era el elemento tractor, remolcaba al de detrás, que cuando cogiéramos velocidad tenía que hacer una pirueta, no recuerdo cual.
Algo debió salir mal, porque la persona que llevaba detrás en lugar de hacer la pirueta se cayó de morros, arrastrándome a mí, que caí de culo.
Pupaaaaaaaaaaa...
Los otros compañeros reaccionaron rápidamente: uno se lanzó al rescate... pero como todavía no teníamos mucha pericia se resbaló a su vez, empezó a aleterar como un loco y en lugar de rescatarme lo que hizo fue darme una bofetada. Así, con to lo gordo, y las protecciones de plástico puestas.
El monitor vino corriendo ayudarnos. Primero se aseguró de que estábamos bien, y después se volvió a la persona que me había arreado.
-No puedes pegar a los compañeros -le dijo-. ¡Eso hay que pagarlo aparte!

10 noviembre 2009

Culo roto I

Después de un año y unas cien clases prácticas he empezado a pensar que lo mismo esto del carnet de conducir no es lo mío.
Se lo dije a ZaraJota™ y me contestó que si empezara a dejar todo lo que "no es lo mío" lo único que podría hacer sería pasarme el día en la cama bebiendo colacao.
Jo, no hay nadie como ZaraJota™ para animar a la gente.
Después de eso me sentí mucho mejor y decidí retomar las clases de la autoescuela, pero poco a poco. No sé, quizá me he precipitado al empezar así de pronto con el coche, a lo mejor debería empezar con un vehículo más pequeño, más sencillo, algo adaptado a mis facultades mentales...
Como un triciclo, por ejemplo.
-ZaraJota™ -le dije-, he pensado que la mejor forma de sacarme el carnet de conducir es comprarme un triciclo.
-Como soborno para el examinador me parece un poco cutre.
-¡Que no, que es para mí! ¡Para ir aprendiendo poco a poco!
-Lorz -dijo con su tono de "no me pagan suficiente"-, no vas a encontrar ningún triciclo que te valga.
-¿No?
-Los triciclos son para bebés.
-Todo el mundo dice que aparento menos edad.
-Da igual la edad que aparentes, lo que tendrías que aparentar es pesar doce kilos.
-¡Peso doce kilos! ¡Unas siete veces! ¡Me compro siete triciclos y ya está!
-¿Y como vas a montar, tumbada sobre los siete triciclos como Blancanieves en las camitas de los enanitos?
Ya está otra vez leyéndome el pensamiento sin permiso.

continuará...

05 octubre 2009

El carnet de conducir

Entre los pedruscos, la rata y la madre de Copenhague se me había olvidado contar que me presenté por segunda vez al exámen práctico para el carnet de conducir.
Esta vez el examinador era un señor muy amable.
-Muy bien, Lorz, te voy a explicar cómo será el exámen. Te daré las indicaciones una vez, y si no lo has entendido puedes preguntarme todas las veces que sea necesario. No voy a darte pistas falsas y no voy a tenderte trampas: estamos aquí para ver si sabes conducir, no para amargate la vida. ¿Lo has entendido?
-Sí.
Mierda, mierda, mierda... ¡la primera pregunta y la contesto mal!
-Bien, pues cuando estés lista arranca.
-¡¡¡NO ESTOY LISTA!!! ¡¡¡NUNCA ESTARÉ LISTA!!!
Bueno, en realidad no dije eso, lo que dije fue:
-Vale.
Y arranqué.
-Muy bien, ahora quiero que gires a la derecha en la primera que puedas. Fíjate que he dicho en la primera que puedas; no la primera a la derecha, ni la siguiente a la derecha, ¿vale? Sino en la primera que puedas. Así que fíjate muy bien en la señalización y gira a la derecha en la primera que puedas.
-Vale.
Seguí de frente hasta que llegué a la primera intersección.
La primera calle a la derecha era esta*:

Esta no, me dije, está prohibida, y seguí de frente.
Estaba a medio camino cuando una lucecita brilló sobre mi cabeza.
Un momento...
Ha dicho que no me iba a tender trampas pero, ¿y si eso era una trampa?
¿Y si me lo ha dicho para que me confíe?
¿Y si todo el rollo de en la primera que puedas (guiño-guiño) era para que cayera?
¡¡¡Que c*p*ll*!!!
¡¡¡Ha intentado engañarme!!!
Pues si se ha creído que me la va a colar es que no me conoce.
Se va a cagar...
Ya estaba casi al otro lado de la calle, pero puso mi intermitente (la seguridad ante todo) y di un volantazo mientras pisaba el acelerador a fondo. Me llevé por delante el bordillo, una farola y a tres ciclistas, pero conseguí meterme en la p*t* calle.
El examinador, sin embargo, no estaba nada contento.
-¿ES QUE ERES TONTA O QUÉ?
Claaaaro, como no ha conseguido engañarme con la calle ahora intenta pillarme con preguntas difíciles.



*No, no lo era. A ver si alguien adivina qué calle es esta y donde está...

Una pista: las señales de tráfico, aunque no lo parezca, no son de verdad.

30 julio 2009

El práctico (por fin)

No sé si lo he mencionado alguna vez, pero estoy intentando sacarme el carnet de conducir. Me ha costado un poco convencer al profesor de que me dejara presentarme, pero después de tan sólo ochenta clases prácticas me dejó que fuera a exámen.
Me habían contado horrores sobre los exámenes de tráfico, pero la verdad es que todo fue bastante bien, hice todo el recorrido tal y como dijo el examinador y volví al punto de partida en menos de cinco minutos.
-¿He aprobado? -le pregunté al examinador en cuanto paré el coche.
-Por supuesto que no.
-¿Por qué?
-Señorita, las señales están para algo -dijo.
Y entonces empezó a echar la potilla y me quedé sin saber para qué están las señales, jo, menuda intriga.
Cuando llegué a casa todavía me picaba la curiosidad y decidí investigar por mi cuenta. Me ha costado un poco pero creo que ya lo tengo dominado.


"¿Cómo tengo el pelo?"


"Que te den"

"Zona habilitada para jugar al pilla-pilla"

"Prohibido hurgar en excrementos de elefante"

"Mirar siempre a izquierda y derecha antes de seguir de frente"

"Coches para super-saiyan"

"Pez llamado Coto a punto de morir"

Jijiji. Esta no existe, te la ponen para pillar.

"Señor con bigote y ojos rasgados"

En el próximo intento seguro que lo bordo.

09 junio 2009

Agresividad

Después de varios intentos conseguí decirle al profesor de la autoescuela que estaba un poco hasta los mismísimos y que quería, no, necesitaba presentarme al examen ya.
-Todavía no estás preparada.
-¿Qué? Llevo ocho meses, casi sesenta clases. He aparcado en todas las posturas posibles, he hecho millones de rotondas, he cambiado de marcha en todas las situaciones imaginables.
-Ya lo sé, Lorz, pero todavía tienes que pulir algunas cosas. Por ejemplo, tienes que quitarte la costumbre de ir a 20 por la M-30.
-Claro. Hay que ir a 30, ¿no?
-¡Pues claro que no! ¡Hay que ir más rápido!*
-¿Por qué?
-Por que si vas tan despacio nos darán por detrás.
-Ah, no, de eso nada. Tú puedes hacer lo que te apetezca con tu vida, pero yo soy una mujer comprometida y no puedo dejar que me vaya dando por detrás cualquier desconocido**.
-Y luego está lo de los ceda el paso. Entiendo que quieres ser educada, pero no tienes que dejar pasar siempre a los demás: sólo cuando haya señal.
-¿En serio? ¿Hay una señal para ESO?
-Así que te entiendo, pero no puedo dejar que te presentes hasta que no seas un poco más agresiva al volante.
-Agresiva.
-Exacto.
-Vale.
Así que me subí el coche, ajusté el asiento para que me llegaran las patitas a los pedales, me abroché el cinturón, quité el freno de mano, arranqué y...
-¡¡¡QUITA DE EN MEDIO, PEATÓN DE M**RD*!!! ¿TE CREES QUE POR SER OCTOGENARIO TIENES DERECHO A IR TAN DESPACIO? ¡¡¡FUERA DE MI CARRIL, TAXISTA DE LOS C*J*N*S!!! Ese municipal, ¿ME ESTÁ PITANDO A MÍ? Aquí no hay nadie más, ¡¡¡ASÍ QUE ME ESTÁ PITANDO A MÍ!!! ¡¡¡MÉTETE EL SILBATO POR EL C*L*, M*R*C*N DE CABALLOS!!!
-Lorz...
-¿Lo estoy haciendo bien?
-No.
Desde luego, la cosa es criticar.



*No lo entiendo, entonces ¿por qué c*j*n*s se llama M-30?
**Ni conocido, que ya os veo venir.

31 mayo 2009

Hasta los mondongos de la autoescuela

Me apunté a la autoescuela en junio del 2008.
Aprobé el teórico en octubre del 2008.
Empecé con las clases prácticas en noviembre de 2008.
Estamos en junio del 2009, llevo casi 50 clases prácticas.
Estoy hasta los mondongos.
En parte, es porque las clases son bastante caras y no está el horno para bollos, pero sobre todo es porque me paso el día corriendo de un lado a otro sin poder hacer nada más que trabajar, ir a la autoescuela, y, ocasionalmente, dormir.
Cuando llevaba más de treinta clases le pregunté al profe que cuándo creía que me podía presentar al examen.
-No sé, Lorz, depende de cómo evoluciones.
-Pero así, a ojo, ¿cuánto crees que me falta?
-Es difícil decirlo. Como lo haces tan mal...
Después de aquello no volví a insistir.
Estaba muy ocupada buscando mi autoestima.
Pero fueron pasando los días... fueron pasando las clases... y empecé a darme cuenta de que:
  • Hace más de un mes que no atropello a nadie.
  • Los otros conductores ya no me gritan cosas feas, porque no se me cala el coche en medio de ninguna rotonda.
  • Soy capaz de cambiar de marcha con una mano, ajustar el aire acondicionado con otra y sacarle la lengua a un taxista sin que el coche se desplace inexplicablemente hacia el bordillo.
  • He dejado de gritar "¡Voy a morir! ¡Voy a morir!", para empezar a gritar "Señora, ¿va a cruzar o no? ¡Que no tengo todo el día, c*ñ*!"
  • El profe, que antes estaba todo el rato en posición fetal y rezando por su vida, aprovecha mi hora de clase para comerse el bocata y hablar por el móvil con su madre.
Pero sigue sin dejar que me presente a examen.
-Ahora te parece que lo haces muy bien, pero en el examen te pondrás nerviosa y suspenderás.
-Bueno, si voy a suspender por ponerme nerviosa da igual si sigo dando clase o no. Lo que tengo que hacer es presentarme las veces que haga falta hasta que deje de ponerme nerviosa, ¿no?
-Em... ¡mira un elefante volando!

Aquel día me convenció con sus sutiles argumentos, pero poco después se me cruzaron los cables del todo.
Cincuenta clases son muchas clases.
Cincuenta clases a 29 euros la clase son... cinco por nueve veintisiete, me llevo doce, doce y dos sesenta... muchos euros.
Por no hablar de que me he enganchado a Amar en tiempos revueltos y por culpa de la autoescuela siempre me pierdo el último cuarto de hora.
Y de que ya estaba harta.
Así que un día salí de casa decidida a presionarle para que me dejara ir a examen.
Lorz, me dije, no importa lo que diga. No importa lo que haga. Quieres ir a examen, y no vas a dejar que de distraiga esta vez.
Con esa mentalidad me subí el el coche, me puse el cinturón, y dije:
-¡Quiero examinarme YA!
-Claro, Lorz. Claaaaaaro. Pero antes, ¿qué te parece si vamos a un tunel de lavado y te dejo quedarte dentro del coche?
-¡BIEEEEEEEEEEEEEEEEEEN!
Mierda, me ha vuelto a engañar.

12 mayo 2009

Chufla, chufla

Mi abuelo era un peligro al volante.
Se saltaba las señales.
Se metía en dirección prohibida.
Iba siempre por mitad de la carretera, con la línea de separación entre las ruedas.
En una ocasión memorable, con el coche lleno de nietos, dio marcha atrás en la m-30.
Si alguien le decía algo, o le paraba la policía, salía con aquello de "antes de que usted naciera yo ya era guardia civil" *.
Y aunque mi abuela siempre le ha acusado de correr mucho, iba despaaaaaaaacio, despaaaaaaaaacio... y si le pitaban decía "chufla, chufla, que no pienso correr más".
Mi tía dice que cuando el abuelo cogía el coche, San Cristobal hacía horas extra.

Mi padre es un peligro al volante, pero de otra manera.
Es capaz de cambiar de marcha, sacarle el dedo al conductor de la izquierda, hacerle un corte de mangas al de la derecha y gritarle improperios al de delante, todo al mismo tiempo.
Mi madre dice que es un milagro que nadie le haya pegado todavía.

Yo soy una señorita dulce y delicada*.
El profesor de la autoescuela me pega con un periódico enrollado* si le pito a alguien o intento hacer pirulas, así que tampoco tengo oportunidad de ser de otra manera, pero el otro día se me cruzó un taxista, me asusté, me hice un lío con los pedales y se me caló el coche que, por cierto, no se calaría nunca si estuviera bien diseñado.
Los conductores de los coches que estaban detrás empezaron a pitar, y la verdad es que no entiendo por qué, si el semáforo se había puesto en rojo por quinta vez desde que me había calado, y de todas maneras no iban a poder seguir avanzando.
Total, que estaba distraída intentando localizar los pedales, coordinar los pies, coordinar las manos y esquivar los periodicazos, con aquel escándalo detrás mía, y antes de que me diera cuenta se me escapó...
"chufla, chufla, que no pienso correr más".

Odio la genética.


*Siempre funcionaba, oyes. Creo que es porque lo decía a voz en grito, mientras mi abuela miraba al pobre infeliz como si le compadeciera por el consejo de guerra que le iba a caer por meterse con mi abuelo.
*¡JA!
*Y encima es un periódico gratuito de esos. Si me pegara con el New York Times me lo tomaría de otra manera.

07 marzo 2009

Busy little bee

Creo que esta es la última semana de estrés.
Bueno: no lo creo.
O se acaba el estrés o me acabo yo.
Que ya voy teniendo una edad y no estoy para estos trotes, oyes.

El lunes me dejé el tupper en casa y de camino a la rehabilitación paré en una tienda de barrio de las de toda la vida para comprar un bocadillo.
Como en todas las tiendas de barrio de las de toda la vida, atendía en el mostrador un señor regordete y tirando a calvo, con un delantal de rayas verdes y negras, que me hizo el bocadillo narrado.
-¿Un bocadillo? Espera un momento chata que te corto el embutido... una loncha, dos lonchas... así, recién cortadito y finito, que es como está bueno... te corto el pan... ¿te lo envuelvo? Claro que sí, te lo envuelvo... Toma. Verás que rico. Para chuparse los dedos, maja.-¿Cuánto es?
-Tres escaños.
Ya está, pensé. Ya me han vuelto a cambiar la unidad monetaria y me han pillado con el monedero lleno de euros (es un decir) como una imbécil.
-¿Tres qué?
-Escaños. Es que tal y como está ahora la cosa, si junto unos cuantos podría ser lehendakari.
Me he estado informando y ahora sé las elecciones vascas no funcionan así, pero en aquel momento no estaba muy segura, y no me atreví a llevarle la contraria.
-¿Le puedo pagar con euros? Es que no llevo ningún escaño encima.
-Ya, todo el mundo me dice lo mismo.Jo, pues que alivio.

El martes trabajé 14 horas.
Prefiero no profundizar en el tema, que me pongo muy nerviosa.

El miércoles llegué a la estación justo a tiempo para oir por megafonía que el servicio estaba experimentanto retrasos de entre 15 y 30 minutos.
La verdad es que podían concretar más, porque si son 15 me espero y si son 30 me voy a tomar un café.
Con leche.
Y un donut.
Pero como no concretan me quedé esperando, y el tren llegó en 15 minutos, y yo pensé jo, menos mal que no me he ido a tomar el café. A partir de ahí los acontecimientos se sucedieron con gran rapidez:
-Me subí en el tren.
-Se cerraron las puertas.
-Empezó a oler a quemado.
-Se abrieron las puertas.
-Avisaron por megafonía que debíamos abandonar el tren.
-Los pasajeros abandonamos el tren con un mosqueo de dimensiones ciclópeas (sea lo que sea eso).
-Obserbamos con gran interés el humo que salía del primer vagón.
-Avisaron por megafonía que el tren no iba a continuar su recorrido.
Eso me pasa por no comerme el donut, seguro.

El jueves llamé a la autoescuela para que me dijeran el horario de las clases de la semana que viene y me comentaron que me iban a cambiar de profesor.
-Jo, ¿por qué? Si me gusta el que tengo.
-Pero tú a él n... Es que se ha mudado. A Camboya.
No sé qué tendrá Camboya, pero es el segundo profesor que se va allí desde que estoy en la autoescuela

Por fin llegó el viernes.
Promesas de paz, alegría y felicidad.
Y entonces llamó mi madre.
-Oye pedorrilla, que vamos a quedar con toda la familia este fin de semana. Vienes, ¿no?
Cagada la hemos Lorz, cagada la hemos.

21 febrero 2009

Y más estrés

Jo.
Vaya semanita.

Por una parte me he librado de la autoescuela, porque el profesor se niega a meterse conmigo en el coche hasta que no recupere la movilidad en los pies.
Estoy muy enfadada, porque me parece injusto que no me deje conducir sólo porque no puedo darle a los pedales, pero el barrio ha salido ganando: han quitado los sacos de arena, los niños salen a jugar a la acera...

En el supermercado seguimos teniendo mucho trabajo.
Mucho, mucho, mucho, pero mucho mucho.
Resulta que aunque haya crisis la gente tiene que seguir comiendo; la única diferencia es que en vez de jamón serrano comen chopped.
Todavía no puedo afirmar nada con certeza, pero estoy trabajando en la hipótesis de que realmente la crisis la han provocado los fabricantes de chopped a propósito.

Por otra parte sigo con la rehabilitación.
La primera semana, según llegaba a la clínica, una chica me metía en una habitación y me aplicaba láser en la zona afectada.
La segunda semana la chica no estaba, pero me atendió otra.
-Vengo al láser -le dije.
-Pasa y te lo pongo.
-Vale.
En cuanto me vio entrar empezó a gritar y a hacer aspavientos.
-¡NO! ¡SAL! ¡INSENSATA! ¡Tienes que ponerte las gafas!-Ya llevo unas, oiga.
-No, las tuyas no. Las gafas protectoras. El láser es muy peligroso, si entras sin gafas puedes quedarte ciega.-Pues llevo una semana y no me he puesto las gafas ningún día.
Creo que la chica se quedó convencida, porque no me dijo nada más.
Eso sí, se santiguó.
Dos veces.

Además esta semana hemos estado pendientes de Florecilla del Campo porque tenían que ingresarla en el hospital para extirparle un bulto.
El bulto le salió hace unos meses, y empezó a crecer y a crecer hasta alcanzar un tamaño considerable. Ella estaba muy ilusionada con la idea de que lo sacaran, pero creo que ha cometido un error. Resulta que se trata de un tipo de bulto que cuando te lo extirpan te lo tienes que llevar a casa, y tienes que darle de comer, cambiarle los pañales, sacarlo de paseo...
Y hacerle cucamonas, y ver cómo sonríe, y ponerle esos calcetincitos tan pequeñitos y tan monos...

Todo muy incómodo.
A mí, desde luego, no me gustaría, y no le tengo ni un poquito de envidia.
No.
Que va.
Apenas nada.
Ni un poquito.

Por eso llamé a ZaraJota™, para decirle la poca envidia que me da:
-¡¡¡FECÚNDAME!!! ¡¡¡Fecúndame AHORA!!!
-Ahora no es el momento, Lorz, que estoy trabajando.
-No pasa nada. Tú ve despejando la mesa que voy para allá.
-Sabes perfectamente que no podemos. El piso es pequeño, trabajamos muchas horas, y corremos el riesgo de que se parezca a ti.
-¡¡¡Pues si no me fecundas tú me fecundaré yo sola!!!
-Eso no es posible.-Claro que sí, las ranas pueden. Lo vi en un documental.
-Lorz, te lo he dicho muchas veces: Parque Jurásico NO es un documental.La cosa es quitarme la ilusión.

14 febrero 2009

Estrés post-traumático

Cuando le supliqué al médico que me diera el alta no tenía ni idea de lo que se me venía encima.

Lo primero fue volver a la autoescuela.
Después de tanto tiempo sin coger el coche estaba un poco torpe.
No, no, lo he escrito mal, lo que quería decir es:
Después de tanto tiempo sin coger el coche seguía estando igual de torpe.
Eso me animó mucho, pero el profe no estaba de acuerdo conmigo.
-Vas muy despacio.-Llevo una velocidad "adecuada a las circunstancias".
-Es la Castellana, Lorz. Es una línea recta de seis kilómetros de largo, seis carriles de ancho, no hay tráfico, los semáforos están en verde y la situación atmósferica es perfecta, ¿me puedes decir exactamente a que circunstancia te estás adecuando?
-Pues así, concretamente hablando, a la circunstancia de que me da mucho miedito.
-Se te veo tocar el freno sin que yo te lo diga te pegaré con un periódico enrollado.-Jo.

Además, claro, tuve que volver al trabajo.
Y, por si lo había echado de menos, me esperaba mucho, mucho, mucho, mucho, pero que mucho mucho trabajo. Me he pasado toda la semana entrando antes de mi hora, saliendo después, y llevándome trabajo a casa cuando eso no era suficiente, o lo que es lo mismo, todos los días.
Por favor que nadie me pregunte si me lo van a pagar, porque estoy muy sensible con ese tema.
Mierda de mileurismo de los cojones.
Entretanto intentaba hacer cosas en casa, pero no me ha dado tiempo a casi nada. Ahora mismo la ventana del dormitorio está bloqueada por la cantidad de ropa para planchar, el suelo de la cocina es adherente y ZaraJota™ lleva una semana alimentándose de cuscurros de pan.
Jo, está tan mono cuando frota con tomate sus cuscurrillos.

Cuando llevaba unos cuantos días con este ritmo, de pronto y sin venir a cuento empecé a cojear de nuevo.
Aguante todo lo que pude, pero al final no me quedó más remedio que volver al médico.
-Esto no se ha curado bien -me dijo-, ¿has hecho reposo?-Claaaaaaaro.
-Te dije que te daba el alta si no lo forzabas.-¡Y no lo he forzado! ¡De casa a la autoescuela voy en autobús!
-...-Y sólo estoy de pie en el trabajo, pero no siempre: algunos días puedo tomarme un café y me siento un rato.
-Voy a mandarte a rehabilitación.
-Jo.
Lo último que me hacía falta era añadir otra actividad a mi agenda, pero el médico me amenazó con análisis y tuve que aceptar.
Cuando llegué a casa me desahogué con ZaraJota™.
-¡¡¡NO QUIERO REHABILITARMEEEEEEE!!!
-No te pongas así, Lorz. El primer paso es reconocer que tienes un problema.
-¡¡¡NO TENGO NINGÚN PROBLEMAAAAAA!!!
-Ya, claro, lo que pasa es que las muletas son el complemento de moda de este invierno.
-¡¡¡ME DA IGUAL!!!
A veces ZaraJota™ se pone muy cabezota, y a pesar de la validez de mis argumentos fui incapaz de convencerle: tuve que empezar la rehabilitación.

Y esa ha sido mi semana: corriendo de aquí para allá, haciendo dos o tres cosas a la vez y sin parar.
La verdad es que me ha cundido mucho: creo que no me he dejado nada.
Sin embargo de unos días a esta parte tengo la impresión de que se me olvida algo.
Algo importante.
Le he dado mil vueltas y no tengo ni idea de lo que puede ser, pero bueno, ya se me ocurrirá.

"¿Es que nadie me va a poner de comer?"
PD: La semana que viene promete ser igual. Nos vemos por aquí.

18 enero 2009

¡¡¡Mirad bien antes de cruzar la calle!!!

Las clases prácticas de la autoescuela no son tan divertidas como esperaba.
El primer día lo único que hicimos fue "familiarizarnos con el vehículo": una hora subiendo y bajando ventanillas, encendiendo y apagando luces, poniendo y quitando intermitentes...
Lo que se me daba peor es lo de los espejos. El profe me dijo que girara el botón y yo lo giré pero nada.
-Anda quita, que pareces de pueblo.
-Es que soy de pueblo.
-Todos los torpes tienen una excusa.
Al día siguiente pensé que iba a empezar la diversión pero tampoco, porque poco a poco me fui enterando de que:
Correr mucho está prohibido.
Ir por la acera está prohibido.
Llevar las luces apagadas de noche está prohibido.
Sacar la cabeza por la ventanilla está prohibido, incluso si llevas la lengua fuera.
Atropellar gente está prohibido.

Una mierda.

Además, para hacer cualquier maniobra hay que girar, apretar, empujar y pulsar palancas, botones, volantes, pedales y de todo, y todo a la vez, y encima hay que estar atento a los demás coches, en vez de estar ellos atentos a mí, que es lo que deberían hacer si de verdad apreciaran su vida.
La primera vez que el profesor me explicó como cambiar de marcha me di cuenta claramente de que los coches están mal diseñados, así que se lo dije.
-El diseño del coche es una mierda. Una Wii es tecnológicamente más compleja que un coche, pero cualquier idiota es capaz de encenderla y jugar, ¡incluso yo! En cambio un coche, una reliquia del siglo pasado, no. ¿Por qué? Porque el diseño es una mierda.
-Lorz, lo que es una mierda es que seas capaz de calarlo treinta y seis veces en diez minutos.
Pues yo creo que tiene su mérito.

04 noviembre 2008

La trampa (III)

En capítulos anteriores...
La chica de la autoescuela sólo me deja tener tres puntitos rojos porque tiene envidia.

Me daba mucha lástima, pero decidí seguirle la corriente a la chica de la autoescuela e intentar tener el menor número posible de puntitos rojos antes de que me atacara con la grapadora.
Así que me leí el libro que me habían dado, y me aprendí de memoria a qué velocidad puede ir un vehículo mixto adaptable con remolque por una vía con dos carriles para su sentido y arcén inferior a 1,50 metros (a la que quiera, pobretico mío, que bastante tiene con lo que tiene), qué vehículo tiene prioridad de paso en un estrechamiento si el turismo rojo circula en sentido ascendente y el verde en descendente (¡yo! ¡siempre yo!) y si el turismo que viene de frente tiene obligación de detenerse si un agente se lo indica (bueno, digo yo que si se lo pide por favor lo suyo es detenerse).
Después de todo seguía teniendo un montón de puntitos. Es que un talento como el mío es difícil de ocultar.
Intenté explicárselo a la chica de la autoescuela pero no se lo tomó nada bien.
-Deja el libro -me dijo-. Lo que tienes que hacer es repetir los test una y otra vez hasta que te aprendas de memoria las respuestas.
¡¡¡Eso es hacer trampas!!!
Lo lejos que puede llegar la envidia, oyes...
No me quedaba más remedio que hacerle caso, y claro, empecé a tener menos puntitos, y al final me dijo que ya podía ir a exámen.
-Y con un poco de suerte aprobarás y no tendré que volver a verte.
Así que me fui al exámen con la cabeza llena de prioridades, límites, prohibiciones y alcohol.
Al principio fue todo bien, pero entonces apareció esta pregunta:

¿Los jóvenes valoran peor los riesgos?
a) No.
b)Sí, por eso sufren más accidentes mortales.

Jo, que depresión.


PD: Aprobé el teórico. Pronto empezaré con las prácticas, ¡¡¡y entonces nadie estará a salvo!!!

28 octubre 2008

La trampa (II)

En capítulos anteriores:
ZaraJota™ se pone a estudiar para que me saque el carnet de conducir. Si es que es este mundo hay gente pa-tó.



Me habían tangao y lo sabía, pero ya no me quedaba más remedio que tirar para adelante e ir a la autoescuela.
Al principio estaba muy contenta porque en la autoescuela me dieron un libro con muchos dibujitos, pero luego me explicaron que no podía colorearlos y dejó de hacerme gracia el asunto.
Al final me lo acabé leyendo, pero no os lo recomiento: la trama es inconsistente, carece de ritmo, y los personajes no tienen profundidad ninguna, especialmente el conductor novel ese que sale tanto, que puede que tenga muchos premios pero me da la impresión de que es un pringaete.
Por otra parte me dijeron que tenía que hacer muchos test. Normalmente después de los test vienen lo señores de la bata blanca, pero le pregunté a una chica y me dijo que ella nunca había visto ninguno y que si me importaba alejarme de ella unos treinta metros.
Los test también tienen dibujitos, pero esta vez ni pregunté si los podía colorear porque me daba la impresión de que se estaban mosqueando conmigo.
Cada vez que hacía un test se lo daba a la chica de la autoescuela y me lo devolvía lleno de puntitos rojos. Esto me parecía muy divertido, así que traté de tener el máximo número de puntitos rojos posibles, ¡se me daba muy bien!
A la chica de la autoescuela debió darle envidia porque se enfadó mucho y me dejo que sólo podía tener tres puntitos rojos.
Hay gente que no sabe reconocer el talento cuando lo tiene delante.