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26 mayo 2025

MONARQUÍA

 Monarquía.   

 


Hay escritores y periodistas de los que disfruto sus artículos y libros, me pareen interesantes y, en muchas ocasiones, divertidos. Debo admitir que me provocan sana envidia, me gustaría expresarme tan bien como ellos. Nieves Concostrina es una de este grupo, me gusta lo que que escribe y discrepo de muchas cosas que dice tan bien. El espacio de radio “Polvo eres” es el único programa que he seguido en este medio. Me parecía una aproximación a la historia muy interesante y divertida. Creo que doña Nieves comete el error de ir añadiendo a la experiencia y madurez artística la inclusión de su opinión política en su obra, por lo que muchas veces un libro prometedor pierde fuerza por su anexo propagandístico. Pero, con no hacer caso de estos detalles, vale la pena leerlo y aprender. No tengo clara, aunque me imagino, su tendencia política pero no hay dudas acerca de su republicanismo, más bien anti-monarquismo y, sobre todo, su odio a los borbones.  Viene esto en relación a que hoy la periodista anuncia el comienzo de su colaboración con el diario digital Publico en un artículo que titula “No le digas a nadie que soy periodista” en una sección que se llama Borbolandia, está por definirse la sección aunque parece que va a consistir en un juicio crítico a la monarquía y a los borbones.

No sirve culpar a los borbones de nuestras desgracias ni atribuirle nuestras venturas. La monarquía, hoy por hoy, no es garantía de nada que sea una forma de gobierno establecida y votada con la constitución. A los republicanos se les llena la boca de república pero omiten su apellido, no sabemos qué tipo de república quieren, si parlamentaria a la italiana, si democrática como la antigua alemana o la congoleña, o popular vease la de Corea del Norte, o bien presidencialista como la norteamericana o la francesa. Puestos a elegir me quedo con una monarquía española antes que con una república como la coreana, que es lo más parecido a una monarquía absoluta y hereditaria. Alegan los republicanos que el rey es un jefe de estado no elegido y no votado, creo que algo parecido pasa con los presidentes norcoreano y chino (claro que para qué votar si van a ser elegidos) ,  Hay cosas que no se eligen, que le digan a Echenique si votó democráticamente que su padre o su madre le engendraran o si ellos votaron por tener a ese hijo. 

La verdad es que, en España, nuestras experiencias republicanas acabaron mal sin que la mornarquía, los borbones, hiciese un gran esfuerzo por derrocarlas. La primera república no duró un año y se saldó en fracaso, la segunda fue fracasando hasta colapsar en una guerra civil, hay historiadores que defienden que la alternativa era una revolución, pero la historia es la que es y, aunque me creo lo de la revolución hay que demostrarlo. El caso es que las repúblicas quisieron reformar mucho y muy deprisa y acabaron como un elefante en una cacharreria, los presidentes de las repúblicas acabron siendo tan irrelevantes como el rey. Era su papel.

Siguiendo en el caso español los tres últimos presidentes del gobierno no han sido buenos, podrá ser discutible cuál ha sido el peor, si Zapatero, si Rajoy o si Pedro Sánchez y cuál ha sido el que más daño ha hecho, pero ninguno ha sido bueno ni su proceder ejemplar. Creo que tanto Juan Carlos como Felipe han estado mejor en su papel que los presidentes en el suyo. Pero hay juicios, que no deben basarse en las opiniones de políticos, sino en los hechos. La historia arroja saldos nefastos, como el de Fernando VII y otros buenos, como pueder ser el de Carlos III. Hay otros que hay que estudiar y del que cada uno sacará sus propias conclusiones, como el de Alfonso XIII, en cuyo reinado se desarrolló culturalmente la mal llamada edad de plata (generaciones del 98 y del 27, además del modernismo español) y mejoró la economía, por contra su intervencionismo y aquiescencia con la dictadura de Primo de Ribera. No todo ha sido malo, no todo ha sido bueno. Hay sucesos inevitables, una hipotética república no habría evitado los desastres del 98 ni el de Annual. Creo que es una equivocación basar las esperanzas en la república en posibles, que es lo que hace doña Nieves cuando afirma que “Estoy convencida de que si los ciudadanos de este país hubieran sido debidamente informados sobre los abusos cometidos y las mentiras que nos han trasladado los miembros de esta dinastía y su cómplice eclasiástica en el último siglo y medio, España sería un país progresista, republicano y laico y con una sana separación Iglesia-Estado”. Puede que si, puede que no. No hace falta recordar que Hitler fue elevado por las urnas en una república que transformó en imperio (reich) y que su conducta en sociedad fue ejemplar. La república tampoco es garantía de nada. Lo que muchos interpretan como fin es, en sus prácticas, un medio. Así que cuidado con los cantos de sirena. Nada es gratis y el paraíso prometido, ya sea en la tierra o en el cielo, hay que currárselo.

Acusa doña Nieves a los periodistas de haber guardado un silencio cómplice con los devaneos del rey, como si fuera una novedad que los reyes tengan sus deslices amorosos, la historia nos enseña que es más difícil encontrar a uno que no los tenga, lo mismo sucede, por cierto, con muchos presidentes de república y dirigentes políticos. Es prensa rosa y si no se convocan nuevas elecciones por infidelidades y puteríos, es absurdo exigir abdicaciones por lo mismo. Pero, como siempre, aunque insistimos que el rey es un hombre le medios con una vara diferente a la de los demás. Particularmente creo que el anunciar un flirteo de Juan Carlos debería de tener el mismo efecto que el que un premio Nobel reciba el premio habiendo dejado plantada a su mujer con el traje de gala asistiendo con su querida. Prensa rosa, como ya he dicho.

No dudo que los artículos de la sección borbolandia serán interesantes, que será bonito leerlos y tendrán tanta calidad que seguramente sean reflejados en un libro. Pero también me creo que habrá un deje propagandístico y que en su lectura será necesario diferenciar información de opinión sabiendo que nos está contando defectos y omitiendo virtudes.

26 noviembre 2019

LA FALTA DE ACUERDOS. SITUACIÓN POLÍTICA. INESTABILIDAD POLÍTICA.

Panorama VII

De nuevo hacemos de tres problemas uno. Pero en este caso podemos decir que la falta de acuerdos es algo permanente en España; la situación política sólo se soluciona cuando un partido obtiene mayoría absoluta; y que no hay un grado de inestabilidad política que resulte permanente.

La verdad es que desde la aprobación de la Constitución los españoles no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo, fruto de ello es que en la actualidad no hay una política o plan de Estado de un plazo superior a una legislatura. ¿Qué origina esta incapacidad de acuerdos? Creo que no tenemos arte para negociar. En lo que se refiere a los políticos, éstos se creen valedores de sus votantes y se enrocan en sus posiciones pensando que así defienden los intereses de aquellos que depositaron su confianza, en realidad significa un perjuicio para todos. No hay posibilidad de un avance o mejora significativos si no se consensuan las posibles medidas. Un ejemplo de esta falta de acuerdo lo comprobamos, por ejemplo, en la Ley de la Memoria Histórica, que, sin tener por qué ser una mala iniciativa, si hace que un gran número de españoles la sientan como un intento de ganar una nieta por parte de los nietos de los que la perdieron y que otros piensen en ella como la hora de la revancha. También, fruto de esta falta de acuerdo, podemos decir que España no tiene articulada un política exterior y que esta depende, en gran parte, de lo que decida la Unión Europea (casi es lo mismo que decir que estamos subordinados a la política exterior de Francia y Alemania).

No parece que esta situación vaya a cambiar, la remarcada idea de progresismo resulta cada vez más de imponer que de conciliar, la postura que anuncia la oposición resulta también más numantina que colaborativa. No hay que esperar gran cosa.

De esta falta de acuerdo deriva la situación política, en primer lugar un cambio de gobierno viene a significar ruptura en vez de continuidad, esta falta de continuidad y una marcada falta de la gestión de los cambios provocan que haya descoordinación y que mucho de los que se ha hecho se tenga que deshacer sin beneficiarse en absoluto de ello. Podemos decir que la situación política hace de España esa calle levantada en la que siempre están haciendo obras continuamente y por la que es difícil transitar. Ejemplo de este rupturismo es que nos gusta recalcar los cambios, si pasamos de monarquía a república tenemos que cambiar la bandera; como resultado de este capricho de 1931, siempre habrá españoles que no se sientan amparados por esta bandera. Otro ejemplo, como hemos cambiado de gobierno y ahora somos más progresistas lo que era “marca España” ahora es “España global” con los mismos cometidos y funciones, pero dejando patente que hay un cambio y manda otro. Esto es a un nivel alto, pero a niveles medios siempre hay una purga de cargos, independientemente de su capacidad, en la que se pondrán cargos afines… que, por otra parte, su primer objetivo será marcar su impronta.

Tampoco parece que este problema tenga otra solución que sea la de que un partido o coalición obtenga la mayoría absoluta en legislaturas consecutivas, es la única manera de que se estructuren planes y políticas a largo plazo y asegurar continuidad en su cumplimiento.

Con respecto a la inestabilidad política, pues se ha demostrado que al final a pocos le quita el sueño y se puede vivir con ella. El problema de esta inestabilidad es la incertidumbre que genera, qué cambios va a haber y cómo nos pueden afectar. Aunque parezca de índole económico, paraliza nuestras vidas: Se dice que se va a promulgar una ley de alquileres ¿Esperamos a alquilar una casa o ahorramos para comprar una?¿Qué va a pasar con nuestros ahorros si los tenemos depositados en un banco determinado?¿Hay que cambiar de banco?¿A que colegio van a poder ir mis hijos?¿Va a ser necesario cambiarles de colegio?¿¿Voy a pagar más para que sigan yendo al mismo? En fin, es una incertidumbre que no será permanente, pero que tampoco implica que las cosas vayan a mejor o peor.

Pero si podemos decir que este problema es transitorio, aunque es posible que genere otros problemas que son impredecibles. El caso es que alguien tiene que pagar las promesas de unos y los cambios que implican, no sé si hay tanto crédito.



27 diciembre 2018

¿IMPORTA? (¿Para qué sirve la monarquía?)



El pasado 22 de noviembre, en la tribuna de elpais.com se publicó un artículo firmado por Pablo Iglesias (Turrión) (recalco su apellido para que su nombre sin apellido no induzca a error  - ni usurpe – el nombre y apellido del difunto dirigente socialista) titulado ¿Para qué sirve la monarquía?”. Comentando este artículo no entraré en lo que no propone, un debate entre monarquía o república, ni entraré en responder una pregunta que el autor no se preocupa en responder. Y es que el título induce a engaño, Pablo Iglesias (Turrión) se limita, en este caso, a justificar por qué no le gusta la monarquía.

Contemplando el aspecto de Pablo Iglesias (Turrión) podíamos preguntarle: ¿Para qué sirve una máquina de cortar el pelo? o ¿Para qué sirve una máquina de afeitar? Nos podría decir que para nada, aunque la respuesta correcta sería que para él no tienen utilidad, todos nos podemos hacer una idea de para qué sirve una máquina de afeitar o una de cortar el pelo. De esta forma, responder que una de estas máquinas no sirven para nada implica que todos los hombres debemos llevar barba y coleta. Preguntarnos para qué sirve la monarquía es una trampa para defender su república, que no la república.

Si tenemos en cuenta que Pablo Iglesias (Turrión) nació en 1978, queda claro que lo que nos cuenta  en el primer párrafo de su artículo es porque se lo han contado o se lo ha leído, no es más que una opinión, que es discutible, pero no un hecho. Ese periodo que se ha llamado “la Transición” ha hecho correr ríos de tinta e invertir horas de grabación y resulta demasiado simplista resumirlo como “un resultado de correlación de fuerzas entre actores políticos y sociales procedentes de la dictadura y de la resistencia democrática”. Añade la coletilla de que “los primeros tenían casi todo el poder pero ninguna legitimidad, los segundos contaban con toda la legitimidad pero apenas tenían poder”. ¡Hombre! , es que cuando murió Franco (yo si lo viví) había demócratas, pero la “resistencia democrática” no dejaba de ser simbólica , aunque muchos se apuntaran a ella a la muerte del general. La coletilla añadida que viene a decir que hubo malos y buenos, poderosos y débiles, ilegítimos y legítimos, está fuera de lugar. Si los poderosos eran tan malos y los buenos tan débiles, no habría habido transición. Sobre la legitimidad no me pronunciaré, no se de leyes, ni las leyes que habían entonces para hacer o no legítimos a unos o a otros; así que ni yo, ni Pablo Iglesias (Turrión) estamos en condiciones de decir lo que es legítimo o no fuera de lo que es el ámbito de la opinión.

El párrafo que viene a continuación es la expresión de un lamento de que en España hubiese habido una transición y no una revolución, esta ausencia lo considera una traición de los “líderes y los grandes partidos de la izquierda”. Qué decepción para Pablo que no hubiese habido más sangre, pero también… qué mesiánico tener la responsabilidad de esa revolución pendiente. En el mismo párrafo hable de los “héroes y heroínas del antifranquismo”, eran una minoría. De nuevo es una opinión, para otros esta minoría estaba compuesta por asesinos, traidores a la propia república y cobardes. En fin, hay tantos adjetivos como opiniones.
También dice en el mismo párrafo que “el único actor de cierta relevancia electoral en Euskadi y Navarra que se quedó fuera de aquel consenso fue la izquierda abertzale”, me parece un eufemismo para decir que el entorno de ETA (que no la izquierda vasca) se excluyó de este consenso, y me parece además que es contemplar el terrorismo con cierta benignidad, claro… si es de izquierdas.

Cuando después de contarnos su versión de la Transición se cambia la pregunta del título a la de si ¿Sigue siendo útil la monarquía para nuestra democracia?  Comienza haciendo referencias a que se la asocia a privilegios y corrupción. Respecto a los privilegios, la monarquía los tiene establecidos en la Constitución, resulta absurdo pensar que un jefe de Estado no disfrute de unos privilegios, o es que no los tienen los ministros, el presidente del Gobierno o los diputados del congreso, por contra Pablo Iglesias (Turrión) jalea a todos aquellos que pretenden recortar al rey el derecho que todos los ciudadanos tienen a visitar cualquier parte de España. Respecto a la corrupción, el hecho de que un miembro de la familia real esté cumpliendo condena demuestra que los privilegios pueden estar limitados y que a ellos también los alcanza la ley, a todo esto, creo que también hay algunos republicanos corruptos que demuestran que la república no es el antídoto contra la corrupción.

Tampoco supone la república una garantía de la calidad del sistema democrático, el Chile de Pinochet o la Venezule de Maduro ni dejó ni han dejado de ser repúblicas, como también fueron repúblicas las quince soviéticas que formaban la URSS, que, aunque populares, no fueron muy democráticas. Las funciones del rey están establecidas en la Constitución, que además son las del jefe de Estado y es uno de los símbolos que representan a España  y la imparcialidad de la nación. Justificarse en que a la jefatura del Estado se deba de acceder por elecciones, y no por fecundación, es una opinión que sólo demuestra el desprecio de un republicano. En mi humilde opinión me parece más imparcial el rey como jefe de Estado por razón de nacimiento, que Pablo Iglesias (Turrión) detentando esta jefatura (y sé lo que significa detentar. Por esta razón prefiero una monarquía como la española a una democracia como la nicaragüense, por ejemplo.

Menciona que el 3 de octubre debilitó a Felipe VI que “no fue capaz de erigirse como ´símbolo de dialogo”, de nuevo Pablo Iglesias (Turrión) impone su opinión como norma, el rey debe decir y actuar al son de Pablo. Claro, ahora nos dirá que el rey no es profundamente democrático porque no es republicano. Le atribuye, a continuación, el papel de “símbolo de la autoridad de un Gobierno que fracasó a la hora de lograr una salida política…”, creo que el rey actuó como el representante de la autoridad del Estado indivisible (de acuerdo con la Constitución) y que lógicamente, tiene que defender su integridad y ordenamiento constitucional. Aunque Pablo Iglesias (Turrión) piense que esto es secundario, hay otros que piensan que es la piedra angular de la democracia española, que hay otros métodos para conseguir un objetivo antes que la decisión unilateral, pero ello llevaría mucho tiempo (el necesario para que la Constitución diga que España es divisible). Y de nuevo termina repitiendo el tantra del problema político y su solución política… está claro que no ha leído a Clausewitz, por lo menos eso de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios” y no es muy consciente de que el corolario de este aserto es que la guerra tiene su origen en la política (o en los problemas políticos), por todo ello creo que es más conveniente una solución judicial que una solución política extrema. Por otra parte, cuando se habla de soluciones políticas, ¿quiere decir que en este caso se puede obviar la ley?

Pasa a continuación a un párrafo en el que nos dice que “nuestra patria necesita hoy dotarse de instrumentos institucionales republicanos que huyan de la uniformidad y el cesarismo, que representen la fraternidad, que garanticen la justicia social y que reconozcan la diversidad de los pueblos y gentes de España como clave identitaria a proteger y respetar”. De nuevo es una trampa que dice subliminalmente que las instituciones monárquicas no hacen lo que se pide a las republicanas… Es ingenuo pensar que los independentistas que queman hoy las fotografías del rey no quemen el retrato del jefe de Estado de una hipotética república. A pesar de la posterior propaganda que hace de los indignados (15M) y feministas militantes republicanos vuelve a tender la trampa de que las instituciones actuales no protegen a las personas.

El último párrafo es un brindis al sol, creer que “la nueva república es una garantía de una España unida sobre la base del respeto y la libre decisión de sus pueblos y sus gentes” es ingenuo, es pretender que todos los problemas se van a solucionar porque de monarquía vamos a ser república, que con ello se terminarán los intentos de secesión y, ya puestos, con la república se acabarán los movimientos migratorios, los crímenes y las violaciones.

En conclusión, Pablo Iglesias (Turrión) hace un artículo sesgado, sin explicar los beneficios de una república (aunque defiende lo benigno de su república) diciendo que no le gusta la monarquía y por qué, pero muy lejos de explicar también cuáles son los perjuicios de la monarquía.

Resulta sencillo ver la deriva de Pablo Iglesias (Turrión), en Podemos se va imponiendo el culto a la personalidad. Ya no se trata de convencer, sino de vencer. Y para eso vale todo, las reglas del juego irán cambiando poco a poco… hasta acabar como Napoleón y los otros cerdos que hicieron la rebelión en la granja. Pablo Iglesias (Turrión) ya es lo más selecto de la casta, por encima de la ley y por encima de sus ideas y convicciones (bueno… aparte de ellas).



14 abril 2009

DOS EFEMÉRIDES

Hoy se celebran dos efemérides significativas: el 14 de abril de 1912 el Titanic chocó contra un iceberg y un par de horas más tarde se hundía, ya era día 15. El 14 de abril de 1931 se proclamaba la Segunda República Española, fue el intento más serio desde 1812 para desembarazarse de los vicios que anclaban a una sociedad en el pasado: el problema del campo, la ausencia de una clase media y un profundo analfabetismo que coexistía con uno de los más brillantes destellos de nuestra cultura: las generaciones del 98 y del 27.
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No nos debe de caber ninguna duda, la República nació por sorpresa y fue tan repentina que casi constituyó una revolución. Depositaria de ilusiones, fue víctima de las mismas. Ya que fue iluso pensar que modificando el sistema de gobierno se remediarían los males y la sociedad se viese automáticamente redimida de sus vicios. Y en nombre de la libertad sufrieron los españoles, unos y otros se mataron por defender unos principios parecidos y tras cinco años convulsos la República se enfrentaba a la revolución y al golpismo, resultado: la guerra civil. Y es que si algo faltó en la Segunda República fue moderación. Y así, como el Titanic, se hundió y partió la ilusión republicana.
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El Titanic fue exhibido como una maravilla del progreso y la industrialización, sabemos que muchos ricosmurieron caballerosamente para que mujeres y niños se salvaran, el desastre se midió más por los muchos propietarios de fortunas que murieron que por la muerte de aquellos que viajan como lastre en busca de fortuna.
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Nunca se han categorizado los desastres por las ilusiones truncadas. Y nunca juzgaremos sabiamente las diferentes enseñanzas de la historia, nunca mantendremos el equilibrio necesario entre sensatez y pasión, moderación y decisión e ilusión y realismo. Siempre tendrá razón Quino cuando puso en labios de Mafalda que "si uno no cambia al mundo deprisa el mundo le cambia a él".
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10 noviembre 2006

LA CAIDA A SINIESTRA

Creo que fue don Eduardo Haro Teclen el que acuñó la expresión "apertura a siniestra" refiriendose a la sucesión de acontecimientos y decisiones que llevaron a la Reina María Cristina, Regente de Isabel II, a ir nombrando diferentes gobiernos cuya presidencia ocuparon desde Martínez de la Rosa hasta Mendizábal. En la España del siglo XXI no se puede hablar de una apertura izquierdista , sino de una caída. Con ello no me refiero a una gestión de izquierdas bajo el eufemismo de "progresista" y que pueda ser mas o menos deficiente, ni a la radicalización política que día a día marca el sinvivir de España.
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A lo que me refiero por caída a siniestra es a la involución que nos lleva el deseo de nuestros actuales dirigentes de repetir una situación que no es más que la de la España de 1935: Laicismo radical; más influenciada por el deseo de romper con el pasado que por tener una aconfesionalidad racional; reivindicación y promoción de una revolución por parte de una clase obrera que, aborregada, no sabe qué pedir; dar la espalda a los problemas reales y parchear cada una de las vías de agua que se abren; y, por último, rehuir de cualquier diálogo o acuerdo que suponga un consenso nacional o compromiso. En definitiva, un programa ajustado a la Segunda República.
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Y lo digo porque todo se va extrapolando poco a poco. Afortunadamente no hay quema de templos, pero si hay una indiferencia, cuando no hostilidad, hacia la Iglesia. A su vez se intenta favorecer al Islam con la idea de que sea un contrapeso a la influencia cultural que pueda ejercer la Iglasia. Con ello se piensa, infantilmente, que saldrá reforzado un gobierno laico, cuando en realidad se establece más radicalización en uno de los temas que son más íntimos de la persona.
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También estamos asistiendo a una revolución encubierta, camuflada bajo un término y una actitud denominada "talante" amparada en una idea de diálogo que no es más que una verborrea confusa. Que aprovechándose del cruce de palabras vacías no alcanza ningún compromiso, actúa a voluntad y sin ninguna transparencia. El hecho que demuestra esta revolución es la promoción del aislamiento de un partido democrático en la oposición, premisa básica de cualquier golpe de mano: eliminar al rival más peligriso. Se están dando los pasos necesarios para neutralizarlo: la indiferencia e incluso justificación de las agresiones y boicoteos que sufren los miembros del PP; y pactar con cualquier partido con el fin de mantenerse en el poder sin más metas que la permanencia en la presidencia.
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La creación de cortinas de humo, cantos de sirena que atraen la atención sobre temas baladíes y que distraen de lo importante. Esa habilidad para hacer de pequeños escollos obstáculos insalvables a la vez que se llega a destiempo con cualquier asunto. El ir un paso por detras de cada situación, declaración o decisión. El ser cogido por sorpresa una y otra vez no hace más que demostrar un vivir de espaldas a la realidad ajenos a cualquier situción.
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Y es que el sueño de los dirigentes socialistas es la Segunda república, un periodo de ilusiones pero convulso. Una época en que a los grandes ideales se enfrentó una realidad de pobreza, de ambiciones de unos, de revoluciones de otros y no encontrar otra solución que la violencia. Un caldo de cultivo para una Guerra Civil. Dentro de esta ilusión republicana buscan cambiar la historia, olvidar que nuestra catástrofe fue el resultado de que media España combatió con la otra media y afirmar sin más razon que unos pocos malos se impusieron a unos pacíficos ciudadanos que vivían en una sociedad próspera, opulenta y estable. La Segunda República es una moneda a la que hay que mirar las dos caras. Lo bueno que había en una cara se ha logrado con la monarquía constitucional, lo malo es mejor dejarlo en la cara oculta y no tratar de resucitarlo.
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07 octubre 2006

PATRIOTISMO Y ESPAÑA

http://www.elpais.es/articulo/elpporopi/20061007elpepiult_2/Tes/Patriotismo
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L
eo la opinión de Don Manuel Rivas y asimila patriotismo a España, y la idea de España a la derecha. España es de izquierdas y derechas estimado señor, puede que las derechas hablen más de España, mientras que las izquierdas no, puede que dentro de este concepto unos tengan más respeto por sus símbolos que otros. Creo que España no es el privilegio de unos u otros, creo que España es una realidad convulsa de la que cada uno tiene una idea. España es el portal para miles de inmigrantes que quieren trabajar en Europa. España es opresión para fanáticos nacionalistas incapaces de demostrar esa opresión. España es casa común de muchos y un pastel para que se repartan los políticos. España son casas caras, economía por ahora boyante y habitantes cada vez más endeudados. España es una madre desagradecida que obtiene lo mejor de sus hijos y luego los olvida. España es también el alimento de sus gobernantes, que nunca han estado a la altura de los españoles. En definitiva España, como cada nación, es un laberinto de contradicciones, realidades y diferentes culturas, que en ocasiones la enriquecen y en ocasiones la desgarran.
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Y ahora hablamos de patria, que no es más que un sentimiento, por eso hay tantas clases de patriotismo. El patriotismo exaltado, más rabieta que pasión, que ciega y fanatiza, que produce monstruos. El patriotismo excluyente, en el que la patria no es un hogar sino un privilegio, algo a lo que no todos los que nos rodean tienen derecho. El patriotismo localista, creador de una patria mínima, aislada de los demás, que encierra y aísla, más refugio que hogar. El patriotismo idealista, en el que la patria está idealizada, una traslación de nuestro mundo perfecto. El patriotismo del pasado, en el que la patria está definida por su historia y sus gestas, una patria muerta que no existe. En fin creo que puede haber millones de ideas de patria y más tipos de patriotismo.
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Es triste el carácter excluyente del artículo. Puede haber buenos sentimientos que provocan malas acciones, y malos sentimientos causa de gestos sublimes. Lo que quiero decir es que nadie se equivoca con los sentimientos, que a fin de cuentas son una reacción ante una situación. Pero si es verdad que nos equivocamos con nuestras acciones. Cualquier tipo de patriotismo puede ser justificable, ya sea o no trasnochado, los malos gestos o acciones no.
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Recordar ahora que muchos de los que defendieron a la República yacen olvidados y restregarlo día tras día en nombre de la memoria y dignidad, es tan rancio como la presencia machacona de los mártires caídos por Dios y por la Patria. Todos merecen la misma memoria y todos murieron por su patria. Y no hay más. La gesta de resistir a las fuerzas fascistas es tan ilusoria como la heroica cruzada que derrotó al comunismo. Nos hacemos muchas ilusiones con la Segunda República, su idea fue buena pero su aplicación no, fue una época convulsa que acabó en un estertor llamado Guerra Civil. No me pueden decir que había una normalidad democrática cuando se tenía que hacer registros a los parlamentarios para evitar que estos entrasen con pistolas en el Congreso.
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Ahora España es una monarquía constitucional, creo que la idea que significó la Segunda República está alcanzada y superada, los intentos de golpe de estado han sido abortados y queda pendiente la tarea de hacer que España sea un hogar para todos los españoles, más causa de un nacionalismo paisanista que de un centralismo que reste identidad. Pero también hemos salvado la idea de esa patria uniformada, ahora todos tenemos nuestro sentimiento de patria y somos libres para tenerlo. Es un error recurrir a la contienda civil para reivindicar un sentimiento.