Habían recogido y no había nadie por la zona. Aparqué lejos, y fui por calles que aún no existían ocultándome mientras el sol desaparecía.
No daba luz que mereciera propiamente tal nombre, sino un resplandor apagado y lúgubre. Todo parecía mucho más pequeño, estrecho, desnudo...
Así que cerré los ojos y me senté en aquellos escalones sin vestir, escuchando, sintiendo, y empecé a sonreír.
Porqué si puedo estar completamente a oscuras y seguir tranquila en un sitio es porque estoy en mi casa.