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22 de febrero de 2012

A oscuras y tranquila.

Habían recogido y no había nadie por la zona. Aparqué lejos, y fui por calles que aún no existían ocultándome mientras el sol desaparecía.

No daba luz que mereciera propiamente tal nombre, sino un resplandor apagado y lúgubre. Todo parecía mucho más pequeño, estrecho, desnudo...


Paseé viendo su esqueleto envuelto en sombras. Cualquier otro habría salido de allí con cierto desconsuelo, pero sé que la luz o su ausencia pueden ser engañosas.

Así que cerré los ojos y me senté en aquellos escalones sin vestir, escuchando, sintiendo, y empecé a sonreír.

Porqué si puedo estar completamente a oscuras y seguir tranquila en un sitio es porque estoy en mi casa.


31 de enero de 2012

Lapso


Él tiene su vida, y yo tengo algo parecido a una vida.

Divergen.

Exponencialmente a mis ganas de verle, nuestros pasos tienen la mala costumbre de chocarse.

Y entonces siempre pierdo mi sombra y tengo que pedir prestada la suya, para sentirme bajo cobijo.

Porqué sin sombra no dejas huella, y a mi me gusta marcar mi caminar. Aunque sea a través de su piel.

La luna sale y se pone. De nuevo le pierdo el rastro.

Un lapso nada más. Lapso de vida, de sueños, de debilidad...

Un lapso y todo volvía a la normalidad habitual.

A mirar, bajo la luz, mi silueta y sólo ver mis pies.