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3 de abril de 2012

Mutando de nuevo.


Tengo la primavera alterando biorritmos.

Descompensando los tiempos.

Tengo la piel mutando de nuevo,

perdiendo escamas, ardiendo...ardiendo.

Por no alcanzar todo lo que me pide el cuerpo,

me crujen los huesos.

Tal vez crujen de las primaveras que acumulan,

pero no cejo

de buscar cobijo entre tus huecos,

de asaltarte desde mis sombras,

de reírme de que puedas, algunos días turbios,

aguantar a pie firme mis vientos.

Tengo la piel mutando de nuevo,

transpirando letras, ardiendo...ardiendo.

Necesito que refresques con tus nubes el cielo,

necesito más noches,

necesito más tiempo...

Tengo las risas saltando del pecho,

tengo tus horas borrando mis ceños.

Me piden los huesos,

tu fuego,

mi fuego.






31 de enero de 2012

Lapso


Él tiene su vida, y yo tengo algo parecido a una vida.

Divergen.

Exponencialmente a mis ganas de verle, nuestros pasos tienen la mala costumbre de chocarse.

Y entonces siempre pierdo mi sombra y tengo que pedir prestada la suya, para sentirme bajo cobijo.

Porqué sin sombra no dejas huella, y a mi me gusta marcar mi caminar. Aunque sea a través de su piel.

La luna sale y se pone. De nuevo le pierdo el rastro.

Un lapso nada más. Lapso de vida, de sueños, de debilidad...

Un lapso y todo volvía a la normalidad habitual.

A mirar, bajo la luz, mi silueta y sólo ver mis pies.




10 de abril de 2011

Ven.

Sonrío despacio, de pie frente a mí, te soplo mis vientos.
Ven, desaparece conmigo, olvida todo pasillo a dentro.
Vamos, no lo pienses tanto. Ven. Aquí te espero.

Es de noche y nuestras sombras ya se abrazan.
Me brillan los ojos sabiendo que te puedo.
Ven, vamos, no nos niegues el descenso.

Siento danzando el latido en las puntas de los dedos.
Quiero alzar mis brazos pero sé que aún no debo.
Ven, vamos, la duda ya sobra en estos tiempos.

Temes el camino, temes al momento, sé lo que pasa.
¿Temes que quiera enredarte o es que sabes que,
si cierro con llave, olvidarás que fuera está tu casa?

23 de marzo de 2011

Sombra de luna.


Son los otros los que han de desfacer entuertos,
que bastante tengo con mantener mi guía.
Con reconquistar mis fueros y alzarme en ellos,
con lo que me pesa alma y pelo ciertos días.

Yo estaba en la terraza luchando con la luna
que a mi sombra mal acostumbra a andorrear.
Llegando luego desaliñada a la mañana, gruñona
y difuminándose por tener que madrugar.
Estaba yo, digo, a mandoble vano con ella
cuando vi claramente en su risa la verdad,
que sin pensarlo dos veces me cambiaba
con mi sombra, singular y trotamundos,
que escapa sigilosa, doblando por las esquinas,
sin darse ni la vuelta para ver que deja atrás.