Mostrando entradas con la etiqueta Recuerdos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Recuerdos. Mostrar todas las entradas

jueves, 1 de mayo de 2025

Creer




Te vi un segundo, allá a lo lejos. Me sonreíste, alzaste la mano en un gesto de "qué tal". Yo te dije adiós con una sonrisa. Tenía prisa, tú también. Pero tu mirada...llena de recuerdos, de momentos. 
Momentos de a dos. De complicidad. 
Fue un segundo simplemente. Vi pasar esa confianza que se da en algunos amantes que saben, que habrá un fin para su historia pero que no la embrutecen con desaires. 
Eso éramos tú y yo. 
Había una especie de amabilidad, de cortesía. De saber estar.
Jugamos a un buen juego. 
De rendición. 
Yo, que no soy mujer de fe, creí en ti. 
Y  crecí en ti. Contigo.
En ese corto espacio de tiempo. 
Nunca me hubiera parecido posible y a veces siento que no fue real. 
Pero lo fue. 
Tu mirada, tu sonrisa descarada. 
Tu dedicación.
Qué lindo recordar, volver a sentir ese otro yo. Ese yo olvidado por el tiempo, por la vida.
Retroceder, sentir, ceder, entregar. 
Fue un segundo...pero volví a brillar. 
Creo que tú también. 
Lo sé.





sábado, 5 de agosto de 2023

El robo de la Barriguitas Negra.


 
Estas semanas  las redes están a explotar con Barbie; la rubia de cuerpo escultural que tanto da que hablar. Yo también quise una Barbie de pequeña y aunque en mi casa no estaba el horno para bollos alguien me la regaló. Y cuando la tuve, mis hermanos se encargaron de dejarla coja. 

Así que tuve que hacer de enfermera Barberil y con un trozo de lana pegarle la pierna a la cadera de nuevo. 
Nunca volvió a a ser la misma. 
Luego a mi se me ocurrió cortarle el pelo y borrarle los ojos azules con acetona. 
O sea que mi pobre Barbie quedó coja y ciega demasiado pronto.

Y eso que nunca perdió el glamour.  Tenía sus zapatos de tacón aguja fucsias, un pantalón plateado con purpurina y un abrigo peludo (lo recuerdo a la perfección) de color azul eléctrico decorado con toques en plateado. 
Durante muchos años la conservé en un cajón. 

De todas maneras habían unas muñecas que a mi me fascinaban y me gustaban muchísimo más que Barbie. Y esas eran "las Barriguitas". Medían un palmo y eran unos bebés barrigudos muy bonitos y graciosos. Pero lo dicho, en mi casa no había pasta para comprar tantos juguetes. 

Igual yo era bastante "marimacho" y me gustaba jugar a los "clicks de famobil" con mis hermanos y a la que me percaté que las muñecas siempre terminaban pasando a mejor vida, me salía más a cuenta jugar con ellos y sus "Playmobil".

Pero las barriguitas me habían robado el corazón y mi parte más neni se moría por ellas. 
Así que con ocho o nueve años o quizás más...no recuerdo la edad de mi más vil fechoría, les robé a mis primas una Barriguitas bebé de color negro.
 
Durante años y años fue mi secreto. Cuando venían a casa me cuidaba de guardarla muy bien. Ni si quiera mi madre se dió cuenta jamás. 

Ellas tenían como cien barriguitas! y yo siempre me quedaba mirándolas extasiada. Tenían todas las barriguitas que salían nuevas: la Barriguitas Sirena, la China, la Mexicana, la rubia de pelo largo, la morena de pelo con rulos...muchas...tenían muchas y todas esparcidas por la casa, tiradas. Y yo no tenía ni una puta Barriguitas. Perdón.

Con treinta y pico de años en una cena de Navidad les confesé que les había robado una Barriguitas...  Las dos empezaron a descojonarse de la risa mientras toda la mesa se quedaba callada intentando averiguar qué ocurría.
Les grité: He cargado durante años con eso en mi conciencia y ¿nunca os disteis cuenta?

-¿Cómo nos íbamos a dar cuenta si teníamos muchas? Nos podías haber pedido una y quizás te la hubiéramos regalado...

No, la verdad que no creo que me la hubieran regalado porque eran unas niñas un poco repelentes aunque yo las amaba. Odiaba su desorden y lo descuidadas que eran con las cosas. Era ese descuido habitual de las personas que tienen de todo y que no aprecian nada. No me la hubieran regalado así que opté por robarla. Les pregunté si querían que se la devolviera...creo que todavía se ríen...

Robé una Barriguitas bebé de color negro que además no llevaba ropa y nunca pude pedir a nadie que me compraran un conjuntito porque nadie debía saber que yo tenía esa muñeca. 

Fue mi secreto por más de veinte años y la conservé hasta que me mudé a Buenos Aires. Ahí dejé que el apego a mi robo y a mi muñeca hermosa se fuera dentro de muchas cajas con otros cientos de recuerdos.


martes, 29 de noviembre de 2022

Geranios Rojos



Yo viví en ese edificio. En el tercer piso. Me parece un edificio igual a otros tantos que hay en el Casco Antiguo de Girona, todos reformados y de colores parecidos.
Me hace gracia pasear por estas calles tan turísticas y recordar que cuando tenía seis años los turistas no existían y el edificio se caía a pedazos. 

La diferencia es que cuando era pequeña todos los balcones estaban llenos de macetas con geranios rojos. Mi madre mantenía nuestros cuatro balcones llenos de ellos.  Crecí con esas flores de hojas verdes un poco rasposas de tallos gruesos y ese olor característico de los geranios. Parecía que no existiera otra planta en el mundo. 

La escalera del edificio era oscura y fría. Y la subíamos y bajábamos haciendo carreras con mis hermanos. La barandilla negra labrada en algunos tramos se movía y de vez en cuando se caían pedacitos de pared.Siempre tuve miedo a que algún día cediera y mis hermanos  o yo cayéramos por el hueco de la escalera. 

La vecina del segundo un día subió toda histérica, era una señora mayor a la que considerábamos una pesadilla porque siempre se andaba quejando de nosotros y de todo lo que podía cuando llegaba mi madre de trabajar. Subió con su bata azul de estar por casa y sus zapatillas sudando a chorro y gritando que se le caía el techo encima por nuestros saltos. La verdad que ese día nos dió por correr desde la cocina a la habitación y tirarnos en plancha en la cama de matrimonio dónde dormíamos mi madre y yo. 
Y con cada planchazo retumbaban seguramente las vigas de madera de la señora del segundo. 

Mis hermanos y yo podríamos haber sido tres posibles terroristas. No sé como la vida nos llevó por buen camino y no nos dejó morir antes de hora por peleas tremendas, accidentes y demás. Creo que si existen ángeles de la guarda, nosotros tuvimos un ejército cerca bancándose todos nuestros desastres. 

Miro hacia arriba y me paseo por cada estancia de ese piso que fue nuestra casa en varios momentos de nuestra vida. Recuerdo la primera lavadora pequeña de color azul celeste que sólo daba vueltas a la ropa con jabón y luego mi madre tenía que aclarar en el lavadero de piedra. Fue una revolución.

Ir  a dormir en invierno era toda una odisea. Las sábanas parecían mojadas de lo frías que estaban y meterse en la cama era sentir un peso de doscientos kilos de mantas. Jugar con mis hermanos a ver quién  desprendía más vaho en el gélido invierno gironí donde las estufas sólo servían para chamuscar los bigotes de nuestro primer perro. Un setter irlandés llamada Dama que se plantaba delante de la estufa de butano y pegaba cabezazos mientras se iba durmiendo.

O el día que mis dos queridos hermanos de pelearon a puñetazo limpio con doce o trece años y me metí en medio y me comí dos derechazos de cada uno que me dejaron con uno ojo a la virulé y sin respirar durante unos segundos interminables. Luego nos fuimos al colegio tan felices como si nada hubiera pasado con nuestro croissant y nuestra chocolatina que comprábamos en la panadería de "Ca la María". Mis hermanos tan amigos y yo con un ojo morado. 

Nuestra primera experiencia con la muerte fue cuando encontramos a nuestro canario de color amarillo intenso en el fondo de la jaula. Nos regaló durante años su maravilloso canto a pesar de estar preso. Lo pusimos en una caja de cerillas grande y fuimos a enterrarlo  bajo un ciprés  cerca de nuestro colegio. Mi hermano pequeño creo que estaba muy triste, siempre fue un niño muy sensible hasta que el corazón con el tiempo se le cubrió con una costra muy gruesa. Ahora es un hombre con una gran coraza. 

No sé recordar cosas feas. Como a las pesadillas las llamo "malos sueños" a los recuerdos terroríficos ya no les doy lugar. Hubo un tiempo en el que necesité escribir mucho sobre sueños malos y recuerdos de pesadilla. Pero por suerte ya no me es necesario. 

Mi mente es ese edificio reformado con nuevos inquilinos que nada saben ni les interesa saber sobre  inquilinos y pasados.

Vivimos en muchos otros edificios, muchas otras casas, en diferentes lugares. Pero siempre que paseo por esa calle y miro ese edificio recuerdo nuestros balcones llenos de geranios rojos. 



martes, 17 de mayo de 2022

Escribo mientras se imprimen etiquetas de envío...



enero 2020

Estoy contenta de no haber asesinado este blog.
Me alegra porque este espacio me trae tan buenos recuerdos que hubiera sido un crimen.Sí. Eso mismo. Un crimen atroz y despiadado. Matar lo que alguna vez nos hizo feliz, no termino de entenderlo. Como esas parejas que algún día se amaron y de pronto se odian a muerte.
Durante casi dos años tuve poco que decir. Y no sé porqué pero este blog se me hacía cuesta arriba.
 Así que lo poco que hubo está en "Histrionismos".  He perdido hasta la costumbre de escribir y eso también me apena. Me pasé a Instagram que todo es más rápido y efímero...
Qué lástima...

propósitos

Odio los propósitos. Odio los vídeos de navidad, de frases hechas, de gifts que te envían por wattssap...odio los coleccionables de principio de año y septiembre, odio decir que van a ir al gimnasio, que van a comer mejor...odio un montón de cosas, ya sé...soy ceniza...


enero 2021

Sin grandes comentarios...



enero 2022

Ya sé...me comí un año... Rescaté esta entrada de la basura. Mi hizo gracia. (Necesito emoticonos en blogger, necesito el de los bracitos para arriba y que parece que mueve los hombros diciendo:" y a mi qué me importa o es lo que hay"...)

Pero nena, estás en un formato donde  la gente, TODAVÍA, escribe a sus anchas sin pensar que no hay espacio suficiente. Y que no necesita emoticonos porque describen  lo  que sienten con palabras, con frases bien hechas, con verbos bien conjugados.
Y donde no se condicionan porque no hay un botoncito de ''me gusta'' o no te saldrán haters por todos lados para gritarte: qué mierda escribiste! 

Casi que me parece raro. De hecho, me parece raro estar aquí sentada y escribir. 
Me remite al pasado, como si hubieran pasado mil años...Sólo pasaron seis o siete años desde que este medio era una burbuja de peña escribiendo entradas sin parar...yo...era una de ellas...
¿Qué ocurrirá en unos cinco años más?



mayo 2022

Hoy mirando instagram vi la noticia de que un tipo en USA había entrado en un supermercado y mientras disparaba a diestro y siniestro lo grababa en Twich (es otra red social para ver vídeos solamente). 

Y cada día me pregunto hacia dónde vamos. Qué nos está ocurriendo. Me incluyo. No voy a hablar como si yo fuera alguien en medio de la montaña que está excenta de redes sociales. Al contrario.
Estoy metida de lleno y a veces eso me da miedo. Tengo tantas apps y tantas cosas que hacer durante el día con mi trabajo y esas redes y esas apps que odio en lo que se ha convertido todo.

Y sí...estaréis pensando que uno tiene que saber cuánto tiempo dedicarle a todo esto. Si si...
Yo lo hago. Y paso bastante. Pero cada día me doy más cuenta de lo dependientes que nos hace toda esta mierda. 
Y si lo utilizas para vender productos todavía es peor. Porque si no estás cada día, si no te muestras, sino haces algo para "tu comunidad" eres invisible. Y como tal las ventas bajan. Y si vives de esto...pues...todo es más complicado.

No me estoy quejando. Simplemente escribo. 
¿Cómo llegué a escribir hoy? Pues tenía que imprimir unas etiquetas de envío precisamente. Y cuando ya las tuve impresas me quedé mirando el portátil y me dije: voy a mirar blogguer a ver qué entradas tengo en borrador...y tengo muchas...a medio escribir. 

Ya sé, es una estupidez sentirse triste por no escribir. Lo he intentado en papel, porque ahora me fanaticé con la papelería. Hago mis libretas, hago collage...pero la verdad que sigo sin hacerlo.

Creo que siempre me quedará ese amor por esta plataforma. Buscar imágenes que te digan algo. Colocarlas ahí y escribir. Así de simple. Así de rápido y fácil. 
Si te equivocas al escribir (como yo hago constantemente) pues le pegas a la tecla de retroceso y ya...y no estás con tachaduras feas en el papel. O primero tener que escribir en un papel a parte. Es que tengo todas las taras, qué va a ser...
Y sobretodo la gente, que normalmente siempre es respetuosa. Eso se extraña en otras redes.
Esa mala educación. Esa inmediatez. Esa frase inapropiada. No sé. 
Lo que sí sé es que me hice ''una señora mayor'' de golpe (como diría una mujer encantadora que conozco por...por redes y que me cae fenomenal y a la que robé esa frase ideal) Sí...me hice señora mayor...y hay cosas que se me hacen difícil de entender. 
Pero bueno! 

Todo esto...sirvió para escribir algo...aunque sea un rollazo. 
A mi me sirve. 




lunes, 13 de septiembre de 2021

Querido Drácula







Querido Drácula

Me dirijo a ti por este nombre porque es el más conocido y el que Bram Stoker te dió y te hizo más famoso. La verdad que recuerdo llamarte Vlad en mi adolescencia aunque me daba un poco de grima porque me venían a la mente imágenes feas de gente muerta a los pies de tu castillo allá en los Cárpatos, como cuenta  la historia.
Aunque yo en mi adolescencia era bastante "dark" (no de aspecto, sino de mente). 
Me gustaba todo lo oscuro y tenebroso.

Perdona que te tutee, pero ya con cincuenta años, no estoy para hablarte de usted por muchos quinientos o mil años que ya puedas tener...Me parece que somos más cercanos y que tus artimañas ya no me alcanzarían.

Te cuento un secreto: estuve locamente o perdidamente enamorada de tu capa negra y roja. En un carnaval (perdón por la osadía) me disfracé de "Draculina". 
También recuerdo que me paró la Guardia Civil justo cuando conducía hacia la discoteca. Y  recuerdo como si fuera ayer la cara del Guardia... ostia que risa! una pendejilla con la cara pintada de blanco, con la sangre resbalándose de la barbilla, la peluca negra y la capa...La súper capa! Mejor que la de Batman, mejor que la de Supermán!!!
Madre mía...Todavía debe de estar descojonándose. 
-Divina juventud. Tremenda. Yo.

Esa capa (que me hizo mi madre) la guardé durante años como un tesoro. 
¿Esperaba que vinieras a buscarme al fin?

He de confesarte que durante muchos años te rezaba cada día. Sí. Yo no rezaba a Dios. 
Te rezaba a ti. 
Y esperaba muchas noches que aparecieras como por arte de magia en mi cuarto. Me pegaras un mordiscón y me convirtieras en vampiro.

Sinceramente, no imaginaba escenas de alto voltaje, ni ser tu esclava ni nada de nada.
Imaginaba, con mi nuevo ''don'' cuánta gente "chunga" podría cargarme cada noche. 
Siento decepcionarte. Yo no aspiraba a la inmortalidad. Ni ser mejor.
Te repito que era muy "dark". Pero también una idealista.

Odiaba las injusticias y la maldad en el mundo. En eso, creo que no he cambiado. 
Aunque ya no soy idealista. Las injusticias me superan. 

Siempre pensé que ser vampiro era lo más extraordinario. 
Matabas para comer.
¿Era malo eso? Obvio que no.
Y siempre era cuestión de matar a los que sobraban. Y a día de hoy sobra demasiada maldad todavía.
Estamos excedidos.

Ahora ya no sueno contigo, ni que vengas a buscarme. La edad no perdona Vlad...
pero sabes? te tengo una gran estima y siempre me acuerdo de ti...

Que sepas que las nuevas series inspiradas en ti, en  Drácula, van mejorando cada día. 

Te mando un gran abrazo 


PD. Si finalmente existieras y decides venirme a buscar, no lo hagas por favor, estoy en una edad que me daría un ataque al corazón.

Besos 

Judit









             ''Sólo en la sangre se encuentra la verdad''.

                                               


*Este escrito es el primero de una serie de textos que llegan desde Instagram. 
Soy aficionada a la papelería y muchas veces compro a diferentes emprendedoras las maravillas que hacen. En una de esas veces de entre todas las cosas que compré 
me hizo tilín un  Set llamado" Escritura Creativa".
El Set tiene un montón de tarjetitas que proponen escribir sobre diferentes temas. 

La idea me encantó porque estoy en baja forma en eso de escribir...y además me da la oportunidad de llenar un nuevo cuaderno y dedicarle/me un tiempo a "desconectar".

No sé si todos los escritos los publicaré...de hecho no sé ni si llegaré a cumplir mi objetivo...

Tema: Escribí una carta imaginaria a tu personaje de ficción favorito/a


lunes, 23 de marzo de 2020

Bizcocho y chocolate


Recuerdo cuando mi madre hacía  bizcocho de yogur y limón y hervía chocolate. Y
se juntaban en nuestra cocina unos cuatro o cinco niños del barrio.

En esa época las cosas no andaban bollantes. Ese bizcocho era una alegría para nosotros y los demás niños. Nuestra casa era la única que siempre estaba llena de niños.
Y siempre había alguno a comer.
Y eso que nos faltaba más que nos sobraba. No recuerdo pasar jamás hambre pero hoy en día sé hacer diversas sopas y cocinar algo bueno de cualquier sobra.

Recuerdo cuando subían a la puerta de casa y yo no debía moverme, alguna mujer vestida de negro con niños de caras sucias y  ropas viejas, esperaban a que mi madre les diera una bolsa de leche, harina y algún paquete de fideos. Y no nos sobraba. Pero ella me miraba y me decía: pobre gente.

Luego, la miraba sentada en el sofá fumando, con su bolígrafo y su pequeña libreta apuntando todos los gastos del día. Porque seguro nunca llegábamos a final de mes, pero yo era muy pequeña para saber qué era eso. Pero "sabía" que las cosas no iban.
A día de hoy casi como una manía, tengo una agenda sólo para apuntar todos los gastos diarios.

Algunas cenas que recuerdo eran a base de puré de patatas de bolsa y un trozo de hígado frito con ajo y perejil. Creo que ahí empecé a ser vegetariana. O cuando íbamos a la carnicería a comprar "carne de caballo" y yo miraba las neveras e imaginaba al caballo trotando por el campo.

Nunca me han gustado las carnicerías. Su nombre ya indica todo.
Pero a los seis años no puedes tomar decisiones. Al menos antes.

Yo siempre acompañaba a mi madre a todos lados. Yo era una "rata sabia" como ella me llamaba. Sí. Me quedaba con todos los detalles y los almacenaba aunque no los entendiera.

Con la edad, esos detalles a veces vienen a mi. Como quien abre un armario viejo lleno de vestidos con olor a moho y alcanfor. Y los desempolvas,  para ver si hay algo interesante con lo que quedarte.

Y quizás te ayudan a comprender en qué consiste todo. Al menos lo básico.











jueves, 17 de mayo de 2018

Mirando hacia atrás para ir hacia delante...




En todas esas conferencias que veo y escucho sobre crecimiento personal, lo primero que te explican es que uno ha de encontrar el sentido a su vida y a su trabajo.
Yo estoy en la etapa de mi trabajo.
Debo darle sentido.
Bien...pero he de saber primero de todo ¿cuál es mi trabajo?

Cuando me preguntan ¿cuál es tu profesión? Me gustaría poder decir diseñadora de bisutería...Pero no me sale. Contesto: vendedora.
Y sí...toda la vida he estado en una tienda vendiendo. Y soy eso, una vendedora.
Pero luego, si me paro a pensar, soy un poco más que eso.
Creé una tienda. Y digo creé, porque "Itta Boutique" no era un "simple comercio". Era un nuevo concepto de comercio. Era diferente. En su momento no lo supe ver.
Ni siquiera valorar.

Y después de ocho años renuncié a seguir porque no encontraba la motivación suficiente para luchar contra una crisis que empezaba a arrasar con el ánimo y el bolsillo de todo el mundo.
Y de ir contra corriente. Y ante todo; no quise ir en contra de mis creencias e ideales.
A pesar de quedarme sin trabajo. A pesar del asombro de todo el mundo.
Al final para todos fue, "otra" tienda más que caía por culpa de la crisis.
No me arrepiento. Nunca lo he hecho.

No fue una decisión drástica.
Hacía tiempo que veía la tendencia general y no era muy alentadora.
Llevaba mucho tiempo esforzándome. Y no veía la contrapartida. Quizás no estaba tampoco en un buen momento personal y se mezcló todo. Pero no podía con según qué comentarios de algunas clientas. Debería haberme quedado con las cosas buenas.
Con todas esas personas agradecidas que valoraban el trabajo.
Por todas esas clientas fieles.
Pero no me alcanzó.
No me alcanzaron los ingresos ni sus sonrisas.
Las más auténticas, las que no sólo eran clientas, están ahí. Seguimos en contacto.

Mis ideales...siguen siendo los mismos. Un comercio justo y ético.





lunes, 30 de octubre de 2017

Reminiscencia



Ya no tengo edad para extrañar a mi abuelo, pero últimamente pienso mucho en él. Tuve un abuelo, al que nunca hicimos mucho caso. Sólo estaba ahí.

En Navidad, en casa de mis tíos, él se sentaba en una punta de la mesa rodeado de niños. Ahora que rememoro la escena no la entiendo muy bien. No sé si era él que quería sentarse allí con nosotros o quizá que a sus hijos él no les interesaba o viceversa. No sé.
Lo cierto es que yo siempre me sentaba a su izquierda en esas comidas y le observaba. Era un hombre de pocas palabras,  más bien callado. Su cara siempre reflejaba cansancio. Tenía unos ojos tristes, un pelo demasiado espeso para la edad y blanco, blanquísimo, que contrastaba con su piel morena. Cuando te acercabas para darle un beso siempre rascaba a pesar del olor a espuma de afeitar.
Las arrugas surcaban su cara, parecían que siempre hubieran estado ahí. Cuando te dirigías a él y le hablabas, su sonrisa tímida le iluminaba el rostro. Era amable y agradecido. Tenía una infinita paciencia. Sólo le vi una vez enojado, una sola vez en mi vida. Y fue con alguien indigno. Pero esa, es otra historia.

Recuerdo cómo vestía, siempre pensé que parecía un "pobre". Cosas de niños. Unos pantalones marrón claro de algodón que se ceñía a la cintura con un trozo de cuerda. Una camisa no demasiado blanca, gastada, con las mangas dobladas a la altura de los codos. Su piel curtida por el sol, arrugada. Y unas alpargatas con suela de yute.
Le recuerdo así. Las manos sucias de tierra, de su huerto alquilado en un lugar  de campos en medio de la ciudad de Girona. Muchas veces cargando un saco grande en sus hombros lleno de patatas u hortalizas. Su huerto, cuando dejó la fábrica de harina, era su vida.
Luego, de mayor, lo recuerdo de otra manera. Más limpio, más pulido, con traje, pero con zapatillas deportivas. Nos reíamos con él. Nos decía: mis pies no soportan los zapatos. Cómo iba a soportar unos zapatos, si siempre había usado alpargatas!

Cada Navidad nos sentábamos a su alrededor ajenos al bullicio de las conversaciones de los mayores. Mis hermanos y mis primas le preguntábamos por la guerra desde nuestra conciencia de niños. Cómo le fue en la guerra y si había matado a alguien.
¿Eran malos, verdad?

Este fin de semana mirando una película, recordé esa escena que se repetía casi todas las veces que mi familia se reunía y nos sentábamos a su lado.
Su mirada se oscurecía. Recuerdo perfectamente cómo se pasaba la mano por el rostro con gesto cansado y cómo apoyaba su mejilla en la palma de su mano. Ahora, pienso que tenía un aire a esa escultura de Rodin. Siempre con esa mirada profunda y lejana.

¿Tú eras de los buenos?. Depende. Y le mirábamos expectantes. Recuerdo a la perfección sus palabras. Siempre eran las mismas, un año tras otro.
Muchas veces me arrepiento en el alma de no haber prestado más atención, de no escucharle más, de saber. Ahora querría saber muchas cosas. Querría aprender de su hablar excesivamente medido, de su serenidad, de su manera de ver la vida, de ver a las personas. Seguro, tenía una manera mejor que la nuestra. Que la mía. Que la de muchos.

¿Pero eras de los buenos o no?. Nadie era bueno. ¿Y tú, con quién ibas? Con nadie. A mi me dijeron que iba con los "rojos". Nadie me preguntó. Nadie nos preguntó. ¿Y eran buenos? Depende. ¿Y los otros eran malos? Depende. ¿Qué más recuerdas? Que pasábamos mucha hambre. Mucha. Y que nos comíamos a los gatos y a las ratas. Nooooooo!!! gritábamos todos. Iaio!!!!!!! Y él sonreía.

He recordado esa sonrisa mil veces, acompañada de sus ojos. Los gatos y las ratas despellejados son iguales a los conejos. Tienen el mismo sabor. Y se encogía de hombros. Y miraba esa mesa de Navidad llena de bandejas que rebozaban comida.
Mis primas chillaban haciendo muecas.
Luego, en el campo, no habían ni ratas. Allí, no había nada. Y ahora a mi se me hace un nudo en el estómago. ¿Un campo? Sí, donde estuvimos presos.
Siempre he creído que no inventó lo de las ratas y los gatos. Era como una anécdota divertida pero su sonrisa se empañaba con sus ojos.
Nadie era bueno. Nadie es bueno en una guerra, niños.
Y yo me quedé con eso.




jueves, 28 de julio de 2016

Al guardián del exilio de tormentas.




Te echo de menos.
Y muchas veces me acuerdo de ti.  
De hecho no sé qué razón hay para hacerlo. Bueno, sí. 
Porque eres tú y porque no puedo olvidar tu sonrisa. 
Ya sé. No conozco tu sonrisa, no conozco nada físico tuyo.
Ni importa. 
Eras mi fantasma. 
O mi ángel.  Quizás eres eso. 
Un día vi entrever tus alas. No te diste cuenta.  
Pero dejas pequeñas huellas en los corazones errantes. 
Tú eres uno de ellos, quizás por eso comprendías. 
Quizás por eso entiendas la complejidad de los demás y no la tuya. 
Siempre estarás conmigo, entre mis recuerdos. 
Eso te haría sonreír. 
Lo sé.

Eres el guardián que habita entre las palabras que a veces escribo 
que ya no tiño de rojo. 
En otros colores ahora. Pero nadie lo sabe.
Porque te echo de menos, alguna vez. No siempre. De vez en cuando. 
Así, sin más. Sin explicación alguna. 
Si estuvieras en este mundo no necesitaría ninguna prueba divina
sólo algo que me hiciera creer que sigues vivo ahí fuera.
Que la vida no te rompió
que luchas por lo que quieres, que tienes lo que deseas. 
Que sólo te olvidaste de despedirte.
Que debes ser el guardián de alguien importante.
Alguien que te necesita.
Porque eso sería fácil de entender, con alguien como tú.
Hoy no pude reprimir pensarte en letras
Seguiré aquí y de vez en cuando me acordaré de ti.
Sin querer.  
Sin nada a cambio 
sólo por el simple hecho de recordarte.







domingo, 27 de diciembre de 2015

Cuando cierro los ojos...





Recuerdo cuando sólo eras horas. Cuando todo se limitaba a escuchar y a sonreír. Recuerdo estar sentada en el suelo y pensar que todo era demasiado mágico. Era volar y tocarte. Cuando las frases eran palabras encadenadas de puro sentimiento agazapado como yo misma en aquel rincón tenue. Era sentir el corazón latir a mil. Recuerdo el dulce sonido de tu voz. Cuando todo era sencillo. Era cerrar los ojos y creer saber cómo sabían tus labios. Recuerdo los miles de minutos llenos de tristezas y desesperación de no saber hacia dónde ir, hacía donde tirar. Qué camino seguir. Eran días cálidos porque nos envolvíamos de una esperanza abrumadora que traspasaba cielos. Nunca pensamos que los territorios se juntan. Que existen terremotos y mareas. 
Era un sueño. Cuando los sueños se cumplen siempre hay dos opciones: despertarse y esperar al siguiente sueño o vivir intensamente lo que deseaste sin pensar demasiado.



                        

El amor caza mis depresiones
No puedo soportar estar tan muerto detrás de mis ojos
y me alimenta
brilla sobre mi
Como una criatura masticándome en mi torrente sanguíneo
Así que puedo sentir algo...
Dame tacto
porque lo he estado perdiendo
Estoy soñando con...
extraños
Besándome en la noche
Sólo para poder..
Poder sentir algo
Tu me robaste la distancia
con tus ojos y con tu boca
sólo llévame de vuelta a tu habitación en tu casa
y mírame con las luces apagadas
Para sentir algo
En la noche
cuando nos tocamos en la noche
Porque he estado deseándote.



jueves, 9 de julio de 2015

Bailando con la Muerte. Recuerdos.





Tenía cinco o seis años. Recuerdo perfectamente en qué casa era. Vivíamos en Girona.
Me sentaba en el suelo del comedor con las piernas flexionadas en cruz y me quedaba embobada mirando la televisión en blanco y negro. 
Eran tardes de verano.

Mi madre trasteaba limpiando la casa. Y de vez en cuando me miraba desde la puerta.
-¿Qué miras cielo con ese interés?
-La tele.
-Ya veo...
Siempre he sido de poner atención a todo. Seguramente tenía los codos apoyados en mis piernas y las manos bajo mi mandíbula aguantándome la cabeza. Hay cosas que no cambian. Como sentarme en el suelo. Cruzar las piernas. Mirar al tendido y pasarme horas pensando. Intentando comprender las cosas que suceden.

Los recuerdos son extraños. Aparecen un buen día sin más. 

Mi madre al final se acercó y miró hacia el televisor.
-¿Te gustan?
-Mmmm
-¿Por qué te gustan? 
Estoy convencida que seguí mirando a la pantalla sin mirarla a ella.
-Son bonitos.
-Si Judit, lo son.
-Me gustaría tocar su piel. Pero sudan mucho mami...
-Ah,si? ¿cómo sabes que sudan?
-Jolin...fíjate...brillan...-y sé que la miré como diciendo...Aay! que ver...

Mi madre me miró con ternura y pena. Entonces no entendí su mirada. Hoy recordando la situación, la vuelvo a ver.
-No reina...eso no es sudor...es sangre.
Seguro que fruncí el ceño. 
-Es sangre -repitió.
Me imagino a mi misma mirando otra vez atentamente la pantalla e intentando procesar las palabras de mi madre. 
Cambié el sudor por sangre. 
Ese líquido viscoso, rojo como los polos de fresa que nos hacía ella.
O cuando me corté un día el pie y empecé a sangrar. 

Tardé unos minutos. El choque visual fue brutal. En blanco y negro.
Me quedé mirando el televisor y a ese señor vestido tan gracioso . Con esos movimientos casi de baile. Y ese animal majestuoso, gigantesco, delante suyo. 
Los dos danzando al unísono. Danzando con la muerte.

-¿Estás bé petita

Asentí con la cabeza.
Y arranqué a llorar. Me pasé media tarde llorando.
Era una niña de muy pocas lágrimas. 

Sentí un dolor punzante en el estómago. Vi sangre en la arena. Vi sangre en su hocico. 
Vi sangre en el hombrecillo. Vi sangre en el caballo.
Vi litros de sangre en todas partes.
La sangre chorreaba de su lomo, de las heridas...brillante y oscura. Pegajosa.

Luego observé a ese animal  majestuoso, caer de rodillas delante de ese ser pequeño que levantaba los brazos con su gorrito en mano y hacía un gesto de victoria al público y de nuevo se giraba prepotente y miraba de cerca su triunfo.

Algo se rompió en mi aquella tarde.

Luego, por desgracia, la vida te muestra que puede hacerlo muchas más veces. En cada una de ellas me alzo más convencida que el ser humano es despreciable. 

Y con la edad me doy cuenta de su necedad. 

Ahora comprendo algo que antes no entendía, hay personas que se han quedado con la imagen en blanco y negro del sudor de ese animal.






Me gustaría alguna vez poder dialogar con alguien sincero. Alguien que no se acobarde de ir en contra de "unos cuantos...".Alguien que me diga:
Sí Maman Bohème soy taurino o simpatizante con estas fiestas. Me gustan los toros.
Sé perfectamente que se les inflige dolor, sé que sufren. 
Pero aún así soy capaz de abstraer mi mente a ese hecho y disfrutar del espectáculo.
No siento vergüenza ni me escudo detrás de palabrería barata, ni me víctimizo con los insultos con los que a veces he de lidiar por personas que no me comprenden. 
No ataco a los que me atacan porque soy libre de que me guste algo que "todavía" no está prohibido.
Y me gusta porque...y me explique.
Yo asentiré con la cabeza. Ni voy a intentar cambiar su manera de pensar, ni darle argumentos, ni nada. Ya me dijo lo más importante. 

Todas las personas con las que he hablado a las que les gusta cualquier fiesta relacionada con los toros, todas se justifican y atacan. 
Nadie nunca ha querido, ni quiere reconocer algo obvio. Que el animal sufre. 
El toro está criado para eso. Vive de puta madre toda su vida. No siente dolor. Está hecho para ésto...etc,etc,etc.

Señores. Sean dignos, sean valientes. Odio a los cobardes. 

El toro es un mamífero artiodáctilo, de la familia de los bóvidos, dejen de joder.
Tienen un sistema nervioso igual al nuestro y responden psicológicamente como nosotros.

Sean consecuentes con lo que les gusta. Y no se ofendan porque hay gente que no puedan entenderles. Con un par.