jueves, 1 de mayo de 2025
Creer
sábado, 5 de agosto de 2023
El robo de la Barriguitas Negra.
martes, 29 de noviembre de 2022
Geranios Rojos
Ir a dormir en invierno era toda una odisea. Las sábanas parecían mojadas de lo frías que estaban y meterse en la cama era sentir un peso de doscientos kilos de mantas. Jugar con mis hermanos a ver quién desprendía más vaho en el gélido invierno gironí donde las estufas sólo servían para chamuscar los bigotes de nuestro primer perro. Un setter irlandés llamada Dama que se plantaba delante de la estufa de butano y pegaba cabezazos mientras se iba durmiendo.
O el día que mis dos queridos hermanos de pelearon a puñetazo limpio con doce o trece años y me metí en medio y me comí dos derechazos de cada uno que me dejaron con uno ojo a la virulé y sin respirar durante unos segundos interminables. Luego nos fuimos al colegio tan felices como si nada hubiera pasado con nuestro croissant y nuestra chocolatina que comprábamos en la panadería de "Ca la María". Mis hermanos tan amigos y yo con un ojo morado.
Nuestra primera experiencia con la muerte fue cuando encontramos a nuestro canario de color amarillo intenso en el fondo de la jaula. Nos regaló durante años su maravilloso canto a pesar de estar preso. Lo pusimos en una caja de cerillas grande y fuimos a enterrarlo bajo un ciprés cerca de nuestro colegio. Mi hermano pequeño creo que estaba muy triste, siempre fue un niño muy sensible hasta que el corazón con el tiempo se le cubrió con una costra muy gruesa. Ahora es un hombre con una gran coraza.
No sé recordar cosas feas. Como a las pesadillas las llamo "malos sueños" a los recuerdos terroríficos ya no les doy lugar. Hubo un tiempo en el que necesité escribir mucho sobre sueños malos y recuerdos de pesadilla. Pero por suerte ya no me es necesario.
Mi mente es ese edificio reformado con nuevos inquilinos que nada saben ni les interesa saber sobre inquilinos y pasados.
Vivimos en muchos otros edificios, muchas otras casas, en diferentes lugares. Pero siempre que paseo por esa calle y miro ese edificio recuerdo nuestros balcones llenos de geranios rojos.
martes, 17 de mayo de 2022
Escribo mientras se imprimen etiquetas de envío...
enero 2020
Estoy contenta de no haber asesinado este blog.
Me alegra porque este espacio me trae tan buenos recuerdos que hubiera sido un crimen.Sí. Eso mismo. Un crimen atroz y despiadado. Matar lo que alguna vez nos hizo feliz, no termino de entenderlo. Como esas parejas que algún día se amaron y de pronto se odian a muerte.
Durante casi dos años tuve poco que decir. Y no sé porqué pero este blog se me hacía cuesta arriba.
propósitos
Odio los propósitos. Odio los vídeos de navidad, de frases hechas, de gifts que te envían por wattssap...odio los coleccionables de principio de año y septiembre, odio decir que van a ir al gimnasio, que van a comer mejor...odio un montón de cosas, ya sé...soy ceniza...
lunes, 13 de septiembre de 2021
Querido Drácula
lunes, 23 de marzo de 2020
Bizcocho y chocolate
Recuerdo cuando mi madre hacía bizcocho de yogur y limón y hervía chocolate. Y
se juntaban en nuestra cocina unos cuatro o cinco niños del barrio.
En esa época las cosas no andaban bollantes. Ese bizcocho era una alegría para nosotros y los demás niños. Nuestra casa era la única que siempre estaba llena de niños.
Y siempre había alguno a comer.
Y eso que nos faltaba más que nos sobraba. No recuerdo pasar jamás hambre pero hoy en día sé hacer diversas sopas y cocinar algo bueno de cualquier sobra.
Recuerdo cuando subían a la puerta de casa y yo no debía moverme, alguna mujer vestida de negro con niños de caras sucias y ropas viejas, esperaban a que mi madre les diera una bolsa de leche, harina y algún paquete de fideos. Y no nos sobraba. Pero ella me miraba y me decía: pobre gente.
Luego, la miraba sentada en el sofá fumando, con su bolígrafo y su pequeña libreta apuntando todos los gastos del día. Porque seguro nunca llegábamos a final de mes, pero yo era muy pequeña para saber qué era eso. Pero "sabía" que las cosas no iban.
A día de hoy casi como una manía, tengo una agenda sólo para apuntar todos los gastos diarios.
Algunas cenas que recuerdo eran a base de puré de patatas de bolsa y un trozo de hígado frito con ajo y perejil. Creo que ahí empecé a ser vegetariana. O cuando íbamos a la carnicería a comprar "carne de caballo" y yo miraba las neveras e imaginaba al caballo trotando por el campo.
Nunca me han gustado las carnicerías. Su nombre ya indica todo.
Pero a los seis años no puedes tomar decisiones. Al menos antes.
Yo siempre acompañaba a mi madre a todos lados. Yo era una "rata sabia" como ella me llamaba. Sí. Me quedaba con todos los detalles y los almacenaba aunque no los entendiera.
Y quizás te ayudan a comprender en qué consiste todo. Al menos lo básico.
jueves, 17 de mayo de 2018
Mirando hacia atrás para ir hacia delante...
En todas esas conferencias que veo y escucho sobre crecimiento personal, lo primero que te explican es que uno ha de encontrar el sentido a su vida y a su trabajo.
Yo estoy en la etapa de mi trabajo.
Debo darle sentido.
Bien...pero he de saber primero de todo ¿cuál es mi trabajo?
Cuando me preguntan ¿cuál es tu profesión? Me gustaría poder decir diseñadora de bisutería...Pero no me sale. Contesto: vendedora.
Y sí...toda la vida he estado en una tienda vendiendo. Y soy eso, una vendedora.
Pero luego, si me paro a pensar, soy un poco más que eso.
Creé una tienda. Y digo creé, porque "Itta Boutique" no era un "simple comercio". Era un nuevo concepto de comercio. Era diferente. En su momento no lo supe ver.
Ni siquiera valorar.
Y después de ocho años renuncié a seguir porque no encontraba la motivación suficiente para luchar contra una crisis que empezaba a arrasar con el ánimo y el bolsillo de todo el mundo.
Y de ir contra corriente. Y ante todo; no quise ir en contra de mis creencias e ideales.
A pesar de quedarme sin trabajo. A pesar del asombro de todo el mundo.
Al final para todos fue, "otra" tienda más que caía por culpa de la crisis.
No me arrepiento. Nunca lo he hecho.
No fue una decisión drástica.
Hacía tiempo que veía la tendencia general y no era muy alentadora.
Llevaba mucho tiempo esforzándome. Y no veía la contrapartida. Quizás no estaba tampoco en un buen momento personal y se mezcló todo. Pero no podía con según qué comentarios de algunas clientas. Debería haberme quedado con las cosas buenas.
Con todas esas personas agradecidas que valoraban el trabajo.
Por todas esas clientas fieles.
Pero no me alcanzó.
No me alcanzaron los ingresos ni sus sonrisas.
Las más auténticas, las que no sólo eran clientas, están ahí. Seguimos en contacto.
Mis ideales...siguen siendo los mismos. Un comercio justo y ético.
lunes, 30 de octubre de 2017
Reminiscencia
Ya no tengo edad para extrañar a mi abuelo, pero últimamente pienso mucho en él. Tuve un abuelo, al que nunca hicimos mucho caso. Sólo estaba ahí.
En Navidad, en casa de mis tíos, él se sentaba en una punta de la mesa rodeado de niños. Ahora que rememoro la escena no la entiendo muy bien. No sé si era él que quería sentarse allí con nosotros o quizá que a sus hijos él no les interesaba o viceversa. No sé.
Lo cierto es que yo siempre me sentaba a su izquierda en esas comidas y le observaba. Era un hombre de pocas palabras, más bien callado. Su cara siempre reflejaba cansancio. Tenía unos ojos tristes, un pelo demasiado espeso para la edad y blanco, blanquísimo, que contrastaba con su piel morena. Cuando te acercabas para darle un beso siempre rascaba a pesar del olor a espuma de afeitar.
Las arrugas surcaban su cara, parecían que siempre hubieran estado ahí. Cuando te dirigías a él y le hablabas, su sonrisa tímida le iluminaba el rostro. Era amable y agradecido. Tenía una infinita paciencia. Sólo le vi una vez enojado, una sola vez en mi vida. Y fue con alguien indigno. Pero esa, es otra historia.
Recuerdo cómo vestía, siempre pensé que parecía un "pobre". Cosas de niños. Unos pantalones marrón claro de algodón que se ceñía a la cintura con un trozo de cuerda. Una camisa no demasiado blanca, gastada, con las mangas dobladas a la altura de los codos. Su piel curtida por el sol, arrugada. Y unas alpargatas con suela de yute.
Le recuerdo así. Las manos sucias de tierra, de su huerto alquilado en un lugar de campos en medio de la ciudad de Girona. Muchas veces cargando un saco grande en sus hombros lleno de patatas u hortalizas. Su huerto, cuando dejó la fábrica de harina, era su vida.
Luego, de mayor, lo recuerdo de otra manera. Más limpio, más pulido, con traje, pero con zapatillas deportivas. Nos reíamos con él. Nos decía: mis pies no soportan los zapatos. Cómo iba a soportar unos zapatos, si siempre había usado alpargatas!
Cada Navidad nos sentábamos a su alrededor ajenos al bullicio de las conversaciones de los mayores. Mis hermanos y mis primas le preguntábamos por la guerra desde nuestra conciencia de niños. Cómo le fue en la guerra y si había matado a alguien.
¿Eran malos, verdad?
Este fin de semana mirando una película, recordé esa escena que se repetía casi todas las veces que mi familia se reunía y nos sentábamos a su lado.
Su mirada se oscurecía. Recuerdo perfectamente cómo se pasaba la mano por el rostro con gesto cansado y cómo apoyaba su mejilla en la palma de su mano. Ahora, pienso que tenía un aire a esa escultura de Rodin. Siempre con esa mirada profunda y lejana.
¿Tú eras de los buenos?. Depende. Y le mirábamos expectantes. Recuerdo a la perfección sus palabras. Siempre eran las mismas, un año tras otro.
Muchas veces me arrepiento en el alma de no haber prestado más atención, de no escucharle más, de saber. Ahora querría saber muchas cosas. Querría aprender de su hablar excesivamente medido, de su serenidad, de su manera de ver la vida, de ver a las personas. Seguro, tenía una manera mejor que la nuestra. Que la mía. Que la de muchos.
¿Pero eras de los buenos o no?. Nadie era bueno. ¿Y tú, con quién ibas? Con nadie. A mi me dijeron que iba con los "rojos". Nadie me preguntó. Nadie nos preguntó. ¿Y eran buenos? Depende. ¿Y los otros eran malos? Depende. ¿Qué más recuerdas? Que pasábamos mucha hambre. Mucha. Y que nos comíamos a los gatos y a las ratas. Nooooooo!!! gritábamos todos. Iaio!!!!!!! Y él sonreía.
He recordado esa sonrisa mil veces, acompañada de sus ojos. Los gatos y las ratas despellejados son iguales a los conejos. Tienen el mismo sabor. Y se encogía de hombros. Y miraba esa mesa de Navidad llena de bandejas que rebozaban comida.
Mis primas chillaban haciendo muecas.
Luego, en el campo, no habían ni ratas. Allí, no había nada. Y ahora a mi se me hace un nudo en el estómago. ¿Un campo? Sí, donde estuvimos presos.
Siempre he creído que no inventó lo de las ratas y los gatos. Era como una anécdota divertida pero su sonrisa se empañaba con sus ojos.
Nadie era bueno. Nadie es bueno en una guerra, niños.
Y yo me quedé con eso.
jueves, 28 de julio de 2016
Al guardián del exilio de tormentas.
Ni importa.
Pero dejas pequeñas huellas en los corazones errantes.
Eso te haría sonreír.
Lo sé.
y que ya no tiño de rojo.
Alguien que te necesita.
domingo, 27 de diciembre de 2015
Cuando cierro los ojos...
Recuerdo cuando sólo eras horas. Cuando todo se limitaba a escuchar y a sonreír. Recuerdo estar sentada en el suelo y pensar que todo era demasiado mágico. Era volar y tocarte. Cuando las frases eran palabras encadenadas de puro sentimiento agazapado como yo misma en aquel rincón tenue. Era sentir el corazón latir a mil. Recuerdo el dulce sonido de tu voz. Cuando todo era sencillo. Era cerrar los ojos y creer saber cómo sabían tus labios. Recuerdo los miles de minutos llenos de tristezas y desesperación de no saber hacia dónde ir, hacía donde tirar. Qué camino seguir. Eran días cálidos porque nos envolvíamos de una esperanza abrumadora que traspasaba cielos. Nunca pensamos que los territorios se juntan. Que existen terremotos y mareas.
Era un sueño. Cuando los sueños se cumplen siempre hay dos opciones: despertarse y esperar al siguiente sueño o vivir intensamente lo que deseaste sin pensar demasiado.
El amor caza mis depresiones
No puedo soportar estar tan muerto detrás de mis ojos
y me alimenta
brilla sobre mi
Como una criatura masticándome en mi torrente sanguíneo
Así que puedo sentir algo...
Dame tacto
porque lo he estado perdiendo
Estoy soñando con...
extraños
Besándome en la noche
Sólo para poder..
Poder sentir algo
Tu me robaste la distancia
con tus ojos y con tu boca
sólo llévame de vuelta a tu habitación en tu casa
y mírame con las luces apagadas
Para sentir algo
En la noche
cuando nos tocamos en la noche
Porque he estado deseándote.
jueves, 9 de julio de 2015
Bailando con la Muerte. Recuerdos.
Tenía cinco o seis años. Recuerdo perfectamente en qué casa era. Vivíamos en Girona.
Me sentaba en el suelo del comedor con las piernas flexionadas en cruz y me quedaba embobada mirando la televisión en blanco y negro.
Eran tardes de verano.
Mi madre trasteaba limpiando la casa. Y de vez en cuando me miraba desde la puerta.
-¿Qué miras cielo con ese interés?
-La tele.
-Ya veo...
Siempre he sido de poner atención a todo. Seguramente tenía los codos apoyados en mis piernas y las manos bajo mi mandíbula aguantándome la cabeza. Hay cosas que no cambian. Como sentarme en el suelo. Cruzar las piernas. Mirar al tendido y pasarme horas pensando. Intentando comprender las cosas que suceden.
Los recuerdos son extraños. Aparecen un buen día sin más.
Mi madre al final se acercó y miró hacia el televisor.
-¿Te gustan?
-Mmmm
-¿Por qué te gustan?
Estoy convencida que seguí mirando a la pantalla sin mirarla a ella.
-Son bonitos.
-Si Judit, lo son.
-Me gustaría tocar su piel. Pero sudan mucho mami...
-Ah,si? ¿cómo sabes que sudan?
-Jolin...fíjate...brillan...-y sé que la miré como diciendo...Aay! que ver...
Mi madre me miró con ternura y pena. Entonces no entendí su mirada. Hoy recordando la situación, la vuelvo a ver.
-No reina...eso no es sudor...es sangre.
Seguro que fruncí el ceño.
-Es sangre -repitió.
Me imagino a mi misma mirando otra vez atentamente la pantalla e intentando procesar las palabras de mi madre.
Cambié el sudor por sangre.
Ese líquido viscoso, rojo como los polos de fresa que nos hacía ella.
O cuando me corté un día el pie y empecé a sangrar.
Tardé unos minutos. El choque visual fue brutal. En blanco y negro.
Me quedé mirando el televisor y a ese señor vestido tan gracioso . Con esos movimientos casi de baile. Y ese animal majestuoso, gigantesco, delante suyo.
Los dos danzando al unísono. Danzando con la muerte.
-¿Estás bé petita?
Asentí con la cabeza.
Y arranqué a llorar. Me pasé media tarde llorando.
Era una niña de muy pocas lágrimas.
Sentí un dolor punzante en el estómago. Vi sangre en la arena. Vi sangre en su hocico.
Vi sangre en el hombrecillo. Vi sangre en el caballo.
Vi litros de sangre en todas partes.
La sangre chorreaba de su lomo, de las heridas...brillante y oscura. Pegajosa.
Luego observé a ese animal majestuoso, caer de rodillas delante de ese ser pequeño que levantaba los brazos con su gorrito en mano y hacía un gesto de victoria al público y de nuevo se giraba prepotente y miraba de cerca su triunfo.
Algo se rompió en mi aquella tarde.
Luego, por desgracia, la vida te muestra que puede hacerlo muchas más veces. En cada una de ellas me alzo más convencida que el ser humano es despreciable.
Y con la edad me doy cuenta de su necedad.
Ahora comprendo algo que antes no entendía, hay personas que se han quedado con la imagen en blanco y negro del sudor de ese animal.
Me gustaría alguna vez poder dialogar con alguien sincero. Alguien que no se acobarde de ir en contra de "unos cuantos...".Alguien que me diga:
Sí Maman Bohème soy taurino o simpatizante con estas fiestas. Me gustan los toros.
Sé perfectamente que se les inflige dolor, sé que sufren.
Pero aún así soy capaz de abstraer mi mente a ese hecho y disfrutar del espectáculo.
No siento vergüenza ni me escudo detrás de palabrería barata, ni me víctimizo con los insultos con los que a veces he de lidiar por personas que no me comprenden.
No ataco a los que me atacan porque soy libre de que me guste algo que "todavía" no está prohibido.
Y me gusta porque...y me explique.
Yo asentiré con la cabeza. Ni voy a intentar cambiar su manera de pensar, ni darle argumentos, ni nada. Ya me dijo lo más importante.
Todas las personas con las que he hablado a las que les gusta cualquier fiesta relacionada con los toros, todas se justifican y atacan.
Nadie nunca ha querido, ni quiere reconocer algo obvio. Que el animal sufre.
El toro está criado para eso. Vive de puta madre toda su vida. No siente dolor. Está hecho para ésto...etc,etc,etc.
Señores. Sean dignos, sean valientes. Odio a los cobardes.
El toro es un mamífero artiodáctilo, de la familia de los bóvidos, dejen de joder.
Tienen un sistema nervioso igual al nuestro y responden psicológicamente como nosotros.
Sean consecuentes con lo que les gusta. Y no se ofendan porque hay gente que no puedan entenderles. Con un par.