Mostrando entradas con la etiqueta Trasmochos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Trasmochos. Mostrar todas las entradas

18 de noviembre de 2014

Los árboles trasmochos según Villarreal de Berriz

Este dibujo que he preparado explica el modo de obtención de "corvatones" o curvatones para la construcción naval, que sería el origen de los árboles trasmochos, según lo dicho en "El origen de los árboles trasmochos". Tambien el historiador Juanjo Hidalgo nos habló de Villarreal de Berriz. Su principal obra publicada puede descargarse de Google Books. 
El industrial e ingeniero vasco Pedro Bernardo Villarreal de Berriz (1669-1740) nació en Mondragón (Gipuzkoa) y murió en Lekeitio (Bizkaia). En Lekeitio vivió la mayor parte de su vida y llegó a ser su alcalde por tres veces. Es conocido principalmente por su libro Máquinas hidráulicas de molinos y herrerías, y govierno de los árboles y montes de Vizcaya, publicado en Madrid en el año 1736. Por lo tanto, es un libro anterior a la Ordenanza General de Montes y Plantíos de 1748 del Reino de España y de su equivalente del Señorío de Vizcaya de 1752. Villarreal de Berriz era de familia noble y se educó primero en el colegio de los jesuitas de Bergara, luego en Pamplona donde estudió Filosofía y finalmente en Salamanca donde estudió leyes, siendo pariente suyo el catedrático de la universidad salmantina. En la fotografía, tomada el 10 de enero de 2015 en el Museo Oceanográfico de Santander, un curvatón obtenido gracias a los árboles trasmochos con horca y pendón.
Villarreal de Berriz explica en su libro que son el Roble (Quercus robur) y el Castaño (Castanea sativa) los árboles plantados en los montes de Bizkaia hacia el año 1736: "Esta observación es muy util para Vizcaya, porque los arboles más estimados, y de más provecho de sus Montes, son el Roble, y el Castaño, de tal manera, que apenas se procura criar otros arboles; y con razon, porque sobre traer castaña, y bellota, tienen buena madera, y tabla para fabricas de casas, y Navios, ademas de carbon". Es decir, que posibles robles y castaños supervivientes con una edad de unos 300 años bien pueden haberse criado en vivero y plantado cuidadosamente allí donde están.
Villarreal de Berriz en el caso del Castaño recomendó que tras sembrar las castañas "como para poner puerros" en el vivero, los plantones se debían sacar para su plantación en el monte cuando tuvieran una altura suficiente como para poder desmocharlos a una altura de 220-247 cm: "y quando se sacaren los plantios, se les cortaran las cabezas en 8 o 9 pies de alto". Recomendó marcos de plantación de unos 10x10 m, aunque explica que eran comunes marcos de plantación menores: "El intervalo que deben tener, es 40 pies, y quando la tierra fuere flaca, u de cerro alto, se pondrán a 35 uno de otro: lo común es, ponerlos mas justos, que es un yerro grande, pues sobre el mayor coste de poner mas plantío, estando juntos, no tienen el succo necessario, y solo traen fruta en las puntas que descubren el Sol, y estando en debida distancia, la dan en toda la copa..."
En cuando al Roble, Villarreal de Berriz escribió que era "muy estimado, por ser el material principal para fabricas, mas solido que el Castaño, y que resiste más a todo peso, y fuerza de maquinas, y se hacen muy grandes." En el vivero se debía hacer igual que en el caso del Castaño, pero para su plantación en el monte se debían usar marcos de plantación menores, de unos 8x8 m: "El Roble viene en qualquiera parte, por ser arbol menos delicado que el Castaño. La distancia en que se deben poner en el Monte, es a 30 pies, y a lo menos 28 y no mas juntos, porque medraran poco, y traeran poca rama". Respecto de los retrasmoches para la obtención de leñas para la elaboración del carbón vegetal, necesario para el funcionamiento de las ferrerías hidráulicas, escribió: "El modo de podar para carbon el Monte assi puesto, sera de 10 a 10 años, a poca diferencia, los Robles, y de 20 a 20 los Castaños". La protección frente al ganado se realizaba mediante espinos: "Es en valde el plantar, aunque sea con todas estas precauciones, si los plantios no se asseguran con espinos, para que el Ganado no los mueva, y maltrate".
Aunque ya habían pasado casi 250 años desde que Fernando el Católico mandase plantar árboles podados y guiados con horca y pendón, seguían vigentes las "Ordenanzas del Rey, horca y pendon" en los tiempos de Villarreal de Berriz: "Quando a los 20 o 30 años crecieren algo los plantios, debe tenerse mucho cuidado en la primera poda, embiando hombre instruido, que govierne a los trabajadores, para que a los que vinieren derechos, se limpien las ramas mas baxas, y se guien, y a los que hicieren cabeza como Albaca, se les dexe, lo que llaman las Ordenanzas del Rey, horca, y pendon, que es dexar una buena rama acia un lado en angulo recto con el tronco, y otra derecha, o en angulo obtuso, para que tengan curbatones, genoles, o barangas para Navios".
También explica que los árboles trasmochados producen menos madera que los árboles bravos: "Y nadie piense, que por dexar muchos arboles derechos para madera, avra menos carbon, porque se puede observar, que un Roble que no se poda en 100 años que tarda en crecer, quando se corte, dara mas carbon, que si se huviera podado seis, o siete veces, que es lo que puede podarse hasta los 100 años". Según Villarreal de Berriz, el Haya (Fagus sylvatica) por entonces sería un árbol que apenas se empleaba para la obtención de madera para la construcción y la elaboración de carbón vegetal: "es arbol muy estimado para mangos de Herrerias, cuñas, aldabarras, y mazuqueros: naturalmente vienen en Montes muy altos, y frios; y queriendolas criar en baxos cerca de las Herrerias, se logran con trabajo, porque los plantios de bosque prenden poco; lo mejor es criar viveros: unos los ponen con plantios pequeños traidos de las Montañas, a que llaman chirpia, poniendolos en alguna huerta, o tierra fertil: no quiere ser cortada su raiz, quando se planta, y trasplanta, ni cortar las cabezas a los plantios, quando se han de poner en el Monte...y conviene plantarlos luego que se arrancaren del vivero, porque es arbol muy delicado; pero una vez que se logran, crecen aprisa...porque siendo arbol tan melindroso para trasplantado, viene naturalmente con abundancia".

11 de noviembre de 2014

El origen de los árboles trasmochos

El pasado 9 de noviembre de 2014 el historiador Juanjo Hidalgo, dentro del programa de actividades organizadas por la Diputación Foral de Bizkaia en los Parques Naturales, impartió la charla "El bosque y sus usos en el entorno de Gorbeialdea". La charla tuvo lugar en el "hayedo de Otzarreta", un hayedo trasmocho de propiedad particular en el municipio de Zeanuri (Bizkaia), muy popular entre los aficionados a la fotografía. Por Otzarreta discurre el Camino Real que unía Vitoria y Bilbao pasando por Ubidea y Zeanuri. Por aquí pasó el rey Fernando el Católico para la jura de los Fueros del Señorío de Vizcaya el 30 de julio de 1476 bajo el Árbol de Gernika. También lo haría la reina Isabel la Católica el 17 de septiembre de 1483, heredera del Señorío de Vizcaya, que pertenecía a la Corona de Castilla desde el 24 de agosto de 1379, fecha de la coronación del rey Juan I de Castilla, bisabuelo de Isabel La Católica.
Juanjo Hidalgo lleva dos años investigando la historia de la explotación forestal en Bizkaia, muy desconocida hasta ahora. Aún no ha publicado nada al respecto, pero cuenta con una gran cantidad de datos procedentes de textos antiguos que explican, por ejemplo, el origen de los árboles trasmochos. Fue la Ordenanza de 1496 de los Reyes Católicos la que inició el método del trasmocho en la Corona de Castilla: "no los cortando por el pie, salvo por rama, y dexando en ellos horca y pendón, por donde puedan tomar a criar". Este método se documenta en Euskadi en el año 1548 en las Actas de las Juntas Generales de Zumaia y, a partir de esa fecha, se generaliza. Las Ordenanzas de los Reyes Católicos mandaban la siembra en vivero de árboles que tras su guiado y plantación en el monte pudieran dar lugar a grandes piezas curvas, necesarias para la construcción naval. Durante el reinado de los Reyes Católicos el Señorío de Vizcaya disfrutó de un desarrollo y bonanza económica que no volvería a repetirse en los siguientes cinco siglos.
A los 9 o 10 años se les sacaba del vivero para trasplantarlos en el monte, donde se protegían con espinados, normalmente con espino albar (Crataegus monogyna), para evitar que el ganado los pelara o rompiera. A los 20 o 30 años se realizaba la primera poda y guiado, de tal manera que tuvieran dos ramas: horca y pendón. La horca era una rama lateral paralela al suelo y el pendón una rama casi vertical, ligeramente inclinada hacia el lado contrario que la horca. De estos árboles se obtenían los corvatones o curvatones, grandes piezas curvas, necesarias en la construcción naval de la época. El cumplimiento del mandato real fue desigual y los inspectores concluyeron que eran el Señorío de Vizcaya y la provincia de Guipúzcoa los territorios que mejor cumplieron con el mismo y fueron puestos como ejemplo del buen hacer, mandando que, en lo sucesivo, otros territorios contratasen a un vizcaíno o un guipuzcoano que tuviera pericia en la producción de curvatones. La Corona de Castilla incentivó los trasmochos a partir del siglo XVI, con el fin de posibilitar la producción de maderas curvas para la construcción naval, la producción de carbón para las ferrerías y el uso ganadero de los bosques.
La construcción naval requería también de grandes piezas largas y rectas, por lo que en los viveros también daban lugar a plantones de ¨árboles bravos". Una vez plantados los árboles en el monte debían ser cercados para protegerlos del diente del ganado en el caso del "jaral", denominación con la que aparece en los documentos lo que en selvicultura se llama "monte bajo", que consiste en cortar los árboles por el pie y dejar que rebroten de cepa. Lo mismo debía hacerse en el caso de los "árboles bravos", que es cuando los árboles se cortaban y luego se volvían a plantar porque no rebrotaban de cepa, lo que se denomina "monte alto" en selvicultura. En el caso de los trasmochos, se ordenaba que las ramas se dejaran a una altura de cinco codos castellanos, lo que equivale a 2,75 metros, con el objeto de impedir que el ganado pudiera comerse las ramas y las hojas del árbol. El "jaral" fue el tipo de bosque más generalizado hasta mediados del siglo XVII. A partir de entonces predominó el trasmocho. Entre los siglos XVI y XIX el 80% de los árboles trasmochos fueron "cajigos" o robles (Quercus robur) y el resto castaños (Castanea sativa) y, en menor medida, hayas (Fagus sylvatica). El suelo dedicado a las plantaciones de robles y castaños es el que ahora ocupan las de pino de Monterrey (Pinus radiata) y eucalipto blanco (Eucalyptus globulus), mientras que las plantaciones de hayas trasmochas se conservan en gran parte, ya que era la especie que se plantaba en las montañas, donde las heladas invernales pondrían en peligro las plantaciones de pino de Monterrey y eucalipto blanco.

Postdata
La entrada original, del 11 de noviembre de 2014, ha sido corregida y ampliada el 30 de noviembre, gracias a los comentarios de Juanjo Hidalgo.