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TRASGOAZUL y el bosque de Aguas Albas

EPISODIO 1. TRASGOAZUL y El bosque de Aguas Albas

 

Un molino de agua escondía su estampa de edificio singular en medio de un bosque de hadas. El lugar estaba habitado por seres de leyenda, que seguían ritos y costumbres arraigados en sus hábitos desde tiempo inmemorial.

Trasgos o goblins, duendes, gnomos, ninfas, nornas, mouras… habitaban esa parte de la naturaleza donde el molinero Galiano Tornasol, su mujer Gabriela y sus hijos Tonante, Laurisilva y Recaredo, habían establecido su residencia.

El contacto hablado con aquella comunidad onírica de habitantes no era directo. La familia Tornasol no podía comunicarse con aquellos seres, pero sí lo hacía a través del goblin Trasgoazul, un perfecto ejemplar del legendario estereotipo. Se les suele representar como individuos de pequeño tamaño de color verde con orejas puntiagudas y rasgos más o menos agraciados.

 

Trasgoazul era un goblin típico dentro del grupo de los “pieles verdes”, un poco más grandes de lo normal. Aparte de que son capaces de predecir el clima, poseen el don de hablar con todos los seres míticos del bosque, participando del conocimiento que cada uno podía aportar según su magia. Los pieles verdes están presentes especialmente en bosques mágicos como el de Aguas Albas, donde viven los Tornasol.

Ese trasgo representaba para esta familia una forma de contar con una predicción segura sobre la presencia de lluvias por ejemplo, lo que resultaba vital para que su molino pudiera funcionar. Si subía más de la cuenta el nivel de las aguas del río Espuma, el molinero Galiano tenía que pararlo pues la maquinaria no daba de sí para tanto volumen acuoso.

Otros seres del bosque como los gnomos eran buenos oráculos del tiempo y podían predecirlo con cierta antelación, aunque no siempre. Para ello necesitaban la colaboración de la Ondina del estanque, una ninfa protectora del agua que había convertido el río Espuma en un hábitat privilegiado como residencia.

 

Los gnomos moran en las entrañas de la tierra, trabajando en minas, vigilando tesoros subterráneos y cuidando de los metales y piedras preciosas. También se dice, por contra, que roban a las personas ambiciosas poseedoras de grandes riquezas.

Un día de especial ajetreo en el molino, Gabriela, la mujer de Galiano, animaba a su hijo mayor Tonante a terminar de preparar los pedidos de harina que empaquetaba con la ayuda de sus hermanos.

–¡Recaredo! ¡Laurisilva! Mamá dice que apretemos y terminemos de empaquetar los pedidos. Ánimo valientes…

–Nos quedan menos de la mitad –dijo Laurisilva con su voz cristalina.

Algunas Mouras del bosque Aguas Albas deseaban ser tan bellas como ella. Eso las convertía en poderosas oponentes pues, aparte de su propia belleza natural, las Mouras eran criaturas que vivían en el subsuelo en guaridas y túneles bajo la tierra, donde —dependiendo de la zona— se dedicaban a la extracción de oro. Trabajaban en la orfebrería y sus cabellos eran rojos como el carmín.

 

Laurisilva lucía una melena que lanzaba destellos de rubí a los cuatro vientos y sus ojos de un intenso verde aguamarina contrastaban con ese rojo vivo de su pelo. Un elfo de nombre Ronán la cortejaba desde hacía tiempo, subyugado por el aura que acompañaba a la joven que le había robado el corazón y hechizado su alma.

Ronán vivía en la montaña próxima al bosque de Aguas Albas, nombre inspirado por el río Espuma debido al ímpetu de su curso. Los dominios de los elfos abarcaban la extensión de las Tierras Altas, bañadas por cascadas de gran altura asomadas a los despeñaderos de los montes Dorados. Los llamaban así porque las aguas arrastraban abundantes pepitas de oro. Al saltar cascada abajo, las torrenteras destellaban al sol por el reflejo de este en los fragmentos del metal noble.

Más abajo, sobre el lecho del río se depositaban las doradas piedrecillas que las Mouras recogían con mucho afán para engrosar su muy acrecentado tesoro. Galerías kilométricas excavadas a lo largo de siglos bajo el lecho fluvial, atravesaban largos caminos subacuáticos que conectaban áreas de bosque muy distantes entre sí.

 

Entre medias existía la ciudad de Nim, una urbe enterrada bajo la bóveda de la cueva natural más grande que podía nadie encontrar en miles de kilómetros alrededor. El país de Aquirón era rico en recursos naturales y caldo de cultivo de conflictos entre los seres que lo habitaban.

Las Mouras estaban gobernadas por la Maestra, una anciana cuyo pelo hacía mucho que había abandonado el tono cobrizo para adoptar la blancura impoluta de la nieve.

La jerarquía se impone con fuerza en la vida subterránea de esas mujeres que conviven con los varones Mouros entre las murallas de Nim. Son ricos, se les atribuyen poderes mágicos y realizan intercambios con los humanos pagándoles con oro, excepto si estos cuentan a los demás el origen de ese pago. Entonces el oro se convierte en piedras o carbón.

Moura. Imagen

 

La fama de guardianes de fabulosos tesoros había hecho de ellos una especie envidiada. A veces hasta perseguida por algunos elfos especialmente codiciosos anhelantes de poder. En otra época, cientos de Mouras y sus familias fueron víctimas de varias contiendas libradas contra los elfos de los Montes Dorados.

Gracias a la intervención de antepasados del goblin Trasgoazul, algunos de dichos enfrentamientos pudieron ser evitados. Esto es porque los ascendientes familiares del trasgo portaban en su sangre la herencia de la nobleza. Además conocían todas las lenguas y costumbres de las razas que convivían en aquel bosque mágico.

Como ya fue apuntado al principio de esta crónica, la pugna por la propiedad del oro era recurrente. Iba y venía en función de la avaricia del rey elfo que se sentaba en el trono. El hecho de que las pepitas del precioso metal procedieran de las Tierras Altas propiciaba el enfrentamiento.

Y eso era algo que se estaba gestando en aquel preciso momento, cuando la familia del molinero trabajaba duro empaquetando sacos de harina.

 


 

De momento, la historia para aquí, pero continúa en la próxima entrega, Trasgoazul. Piedras Doradas .

Prefiero dividir las historias para que no resulten demasiado largas, dada la premura con que la vida nos trata en nuestro afán por hacer tantas cosas…

Aquí está toda la saga:

TRASGOAZUL y el bosque de Aguas Albas

Trasgoazul. Piedras doradas

Trasgoazul y la batalla del desfiladero

TRASGOAZUL. Los colosos del rey Odonte

 

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He decidido aportar esta historia escrita hace tiempo, para participar en el Vadereto que convoca este mes de diciembre nuestro querido José Antonio Sánchez en su blog Acervo de letras. Me parece que cumple con los requisitos del reto y deseo reactivarlo.

El reto lleva por título:

CUÉNTAME UN CUENTO

Se trata de contar cuentos y que estos contagien amor, empatía y solidaridad.

Así de sencillo.

Salud y suerte en la vida, amig@s.

Nota: excepto las vinculadas a otros sitios, algunas imágenes de este post, como la de portada, las he desarrollado con ayuda de una IA. El resto pertenecen a la página Deviantart.com

 

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